PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2854
~ Sábado 21 de Noviembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Celebramos hoy la Presentación de María
en el Templo, fiesta cuyos orígenes hay que buscarlos en los evangelios apócrifos
que relatan que, durante su infancia, María fue llevada al Templo por sus
padres para ser instruida en el culto a Dios y allí se consagró.
Este relato no posee fundamento
histórico ni está en los evangelios; sin embargo, la fiesta de hoy sirve para
resaltar que toda la vida de María estuvo orientada a servir a Dios y vivir en
su presencia.
Hagamos juntos una oración: Oh Dios, que quisiste que en este día fuese
presentada en el templo la Santísima Virgen María, morada del Espíritu Santo:
te suplicamos que por su intercesión nos concedas merecer ser presentados en el
templo de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
¡Buenos días!
La chicharra y la rana
La
incomprensión entre las personas es una realidad cotidiana. Entre los mismos
miembros de la familia, en las asociaciones apostólicas y grupos humanos sucede
lo que la Reina de la Paz señaló en un mensaje: “Hijitos, oren y no permitan
que Satanás actúe en sus vidas con malentendidos, incomprensiones y faltas de
aceptación entre unos y otros”.
Entre las tupidas hojas de un árbol la
chicharra chirriaba. De repente se calló, dejando sordos a todos su mismo
silencio; y la rana aprovechó la ocasión para contestarle con su potente croar.
Oyendo esto, la chicharra volvió a chirriar. La rana, ella, siguió, como si tal
cosa, y durante horas, ambas cantaron así juntas, sin hacerse caso una a otra.
Hasta que, cansadas de tanto gritar, se callaron, exclamando ambas a la vez, en
son de crítica: «¡Qué lata tiene!».(Daireaux).
San
Pablo a los colosenses los pone en guardia contra las rivalidades, envidias y
discordias, obras propias del hombre carnal y terreno. Desea, por el contrario,
verlos llenos de los frutos del Espíritu, a saber: amabilidad, bondad,
confianza mutua, alegría, amor y paz. Por lo tanto, vigila y ora al Espíritu
Santo para que encienda en tu corazón el fuego de su amor.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, acercándose a Jesús
algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le
preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de
alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para
dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el
primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo
modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la
mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los
siete la tuvieron por mujer».
Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo
toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en
aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer
ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de
Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha
indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de
vivos, porque para Él todos viven».
Algunos de los escribas le dijeron:
«Maestro, has hablado bien». Pues ya no se atrevían a preguntarle nada. (Lc
20,27-40)
Comentario
Hoy, la Palabra de Dios nos habla del
tema capital de la resurrección de los muertos. Curiosamente, como los
saduceos, también nosotros no nos cansamos de formular preguntas inútiles y
fuera de lugar. Queremos solucionar las cosas del más allá con los criterios de
aquí abajo, cuando en el mundo que está por venir todo será diferente: «Los que
alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de
entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido» (Lc 20,35).
Partiendo de criterios equivocados llegamos a conclusiones erróneas.
Si nos amáramos más y mejor, no se nos
antojaría extraño que en el cielo no haya el exclusivismo del amor que vivimos
en la tierra, totalmente comprensible a causa de nuestra limitación, que nos
dificulta el poder salir de nuestros círculos más próximos. Pero en el cielo
nos amaremos todos y con un corazón puro, sin envidias ni recelos, y no
solamente al esposo o a la esposa, a los hijos o a los de nuestra sangre, sino
a todo el mundo, sin excepciones ni discriminaciones de lengua, nación, raza o
cultura, ya que el «amor verdadero alcanza una gran fuerza» (San Paulino de
Nola).
Nos hace un gran bien escuchar estas
palabras de la Escritura que salen de los labios de Jesús. Nos hace bien,
porque nos podría ocurrir que, agitados por tantas cosas que no nos dejan ni
tiempo para pensar e influidos por una cultura ambiental que parece negar la
vida eterna, llegáramos a estar tocados por la duda respecto a la resurrección
de los muertos. Sí, nos hace un gran bien que el Señor mismo sea el que nos
diga que hay un futuro más allá de la destrucción de nuestro cuerpo y de este mundo
que pasa: «Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de
la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios
de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven»
(Lc 20,37-38).
Rev. D. Ramon CORTS i Blay (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Presentación de la
Santísima Virgen María
en el Templo
Según una tradición apócrifa, la Virgen
María, a la edad de tres años, fue llevada al templo de Jerusalén por sus
padres, para ser debidamente educada en la religión junto con otras niñas. Esta
fiesta, típicamente oriental, recuerda la dedicación de la basílica de Santa
María la Nueva, construida cerca de Templo de Jerusalén, en el lugar donde se
creía que habían vivido los padres de la Virgen. En verdad, lo que hoy
celebramos es la consagración que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su
infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su
concepción inmaculada. En esta fecha son muchas las personas que renuevan las
promesas de consagración religiosa, recordando la oblación primordial que hizo
María de sí misma.
Oración: Te rogamos, Señor, que a
cuantos hoy honramos la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, nos
concedas, por su intercesión, participar, como ella, de la plenitud de tu
gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa
Francisco
“¡La Iglesia siempre, siempre, sufrirá
la tentación de la mundanidad y la tentación de un poder que no es el poder que
Jesucristo quiere para ella! Siempre está en la Iglesia la tentación de la
corrupción. Sucede cuando la Iglesia, en lugar de estar apegada a la fidelidad
al Señor Jesús, al Señor de la paz, de la alegría, de la salvación, cuando en
lugar de hacer esto está apegada al dinero y al poder. La fuerza de Jesús era
su palabra, su testimonio, su amor. ¡Y donde está Jesús, no hay lugar para la
mundanidad, no hay lugar para la corrupción!”.
Tema del día:
Venga tu Reino
Señor
¡Viva Cristo Rey!
Ante ti, Señor una vez más.
Ante ti, que siempre estás en el
Sagrario para escucharme, para infundir calor a mi corazón muchas veces
indiferente y frío. Más frío que estas tardes del ya lejano invierno. Pero hoy
quiero que hablemos, no del lejano invierno, sino del cercano día en que vamos
a festejar Tu día, Señor, el DÍA DE CRISTO REY el próximo domingo.
El Padre Eterno, como tú nos enseñaste a
llamarle a Dios, es el Rey del Universo porque todo lo hizo de la nada. Es el
Creador de todo lo visible y de lo invisible, pero... ¿cómo podía este Dios
decírselo a sus criaturas? ¿Cómo podría hacer que esto fuese entendido?... Pues
simplemente mandando un emisario.
No fue un ángel, no fue un profeta,
fuiste tú, su propio Hijo, tu, Jesús.
Como nos dice San Pablo: Fue la propia
imagen de Dios, mediador entre Este y los hombres y la razón y meta de toda la
Creación. Él existe antes que todas las cosas y todas tienen su consistencia en
Él. Es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia Católica. Es el
principio, el primogénito, para que sea el primero en todo. Así se expresa San
Pablo de ti, Jesús mío y en esa creencia maravillosa vivimos.
Cuando fuiste interpelado por Pilato
diste tu respuesta clara y vertical: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino
fuera de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los
judíos... PERO MI REINO NO ES DE AQUÍ. Entonces Pilato te dijo: Luego... ¿tú
eres rey? Y respondiste: Tú lo dices que soy rey. Para esto he nacido yo y para
esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la
Verdad, escucha mi voz. (Juan 18,36-37).
Jesús, tú hablabas de un Reino donde no
hay oro ni espadas, donde no hay ambiciones de riquezas y poder. Tu Reino es un
reino de amor y de paz.
Un Reino que los hombres no entendieron
y seguimos sin entender porque lo que tú viniste a enseñar no está en el
exterior sino en lo más profundo de nuestro corazón.
Pertenecer a este Reino nos hace libres
de la esclavitud del pecado y de las pasiones.
Pertenecer a este Reino nos hace
súbditos de un Rey que no usa la ley del poder y del mando sino del amor y la
misericordia.
Diariamente pedimos "venga a
nosotros tu Reino" y sabemos que en
los hombres y mujeres de bien, ya está este Reino, pues el "Reino de Dios
ya está con nosotros" (Lc.17, 20-21.
Mañana domingo, la Iglesia celebra a
CRISTO REY. A ti, Jesús, que pasaste por la Tierra para decirnos que REINAR ES
PODER SERVIR Y NO SERVIRSE DEL PODER.
Que viniste para ayudar al hombre y
bajar hasta él, morir con él y por él, mostrándonos el camino hacia Dios.
¡Venga tu Reino, Señor! ¡Viva Cristo Rey!
Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
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días "Pequeñas Semillitas"
por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y
solo tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
Unidos a María
En el día de la festividad de la Presentación de María al
Templo, la liturgia se refiere a los textos no canónicos. Como los evangelios
no hablan de la infancia de la Virgen, algunos autores desconocidos han dado
detalles sobre su visita al Templo de Jerusalén.
El más importante de estos textos fue traducido en el
siglo XVI por el erudito francés, Guillermo Postel, que lo titula el
Protoevangelio de Santiago (primer evangelio). Es el Evangelio más antiguo,
probablemente compuesto a mediados del segundo siglo y también probablemente en
Egipto (...). El texto se presenta como la obra del apóstol Santiago el Menor,
mencionado por San Justino (muerto alrededor del año 165); en el Diálogo con
Trifón y Orígenes se refiere a la Virgen de forma explícita en el Comentario de
San Mateo. Cuando la niña tenía tres años, Joaquín dijo: Llamen a
las niñas de los Hebreos de raza pura, y que cada una tome una antorcha. Ellos
obedecieron y fueron juntos al templo del Señor. El sacerdote recibió la niña,
la tomó en sus brazos y la bendijo, diciendo: “¡el Señor ha glorificado tu
nombre, a través de todas las generaciones. ¡En ti, en los últimos días, Él
revelará la Redención que otorgará a los hijos de Israel!”
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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