PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2390 ~ Jueves 26 de Junio de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Un instrumento musical no puede tocar por sí solo, pero
en manos de un músico parece cobrar vida en bellas y conmovedoras melodías.
Nosotros también somos instrumentos que Dios utiliza para
producir una bella música: canciones de paz y armonía para ser disfrutadas por
quienes nos rodean. Como instrumentos de
paz, compartimos constantemente las bendiciones del amor divino que vive en
nuestro corazón y nuestra mente.
El amor y la paz de Dios esperan para tocar en nosotros
una bienhechora armonía de tranquilos pensamientos, palabras y actos. Al ser
Sus instrumentos de paz, entendemos que somos eternamente uno con la serenidad
de Dios.
En armonía con la paz de Dios dentro de nosotros, dentro
de otros y a nuestro alrededor, incluimos a todas las personas de la tierra en
nuestra canción de paz.
¡Buenos días!
Corazones jóvenes
Los años
juveniles son para adquirir buenos hábitos. La única diferencia entre el adulto
fracasado y el que ha tenido éxito está en la diferencia de sus hábitos. Los
buenos hábitos son la clave de todo éxito. Los malos hábitos son la puerta
abierta al fracaso. Por lo tanto es tarea ineludible y básica en tu juventud
formarte buenos hábitos y ser esclavo de ellos.
Nadie envejece por haber vivido un número
determinado de años. Sólo se envejece cuando se abandonan los ideales. Los años
arrugan la piel, pero sólo el abandono del entusiasmo arruga el alma. Ya se
tengan dieciséis o setenta, siempre existe en el corazón humano el impulso a la
maravilla, el suave asombro ante las estrellas, el desafío ante los
acontecimientos y la alegría de vivir. En el sitio central del corazón hay, un
árbol siempre floreciente que se llama amor; mientras ese árbol tenga flores el
corazón es joven.
Es maravilloso el
número de cosas imposibles que la gente entusiasta y decidida logra
realizar. “El entusiasmo es el brillo en
tus ojos, la vivacidad en tu andar, la fuerza en tus manos, el ímpetu irresistible
de tu voluntad que te lleva a realizar tus ideas. El entusiasmo es la levadura
que hace crecer tus esperanzas hasta alcanzar las estrellas”.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el
que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os
conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.
»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las
ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca:
cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron
contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y
todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el
hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue
grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la
gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como sus escribas. (Mt 7,21-29)
Comentario
Hoy nos impresiona la afirmación rotunda de Jesús: «No
todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el
que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Por lo menos, esta
afirmación nos pide responsabilidad en nuestra condición de cristianos, al
mismo tiempo que sentimos la urgencia de dar buen testimonio de la fe.
Edificar la casa sobre roca es una imagen clara que nos
invita a valorar nuestro compromiso de fe, que no puede limitarse solamente a
bellas palabras, sino que debe fundamentarse en la autoridad de las obras,
impregnadas de caridad. Uno de estos días de junio, la Iglesia recuerda la vida
de san Pelayo, mártir de la castidad, en el umbral de la juventud. San
Bernardo, al recordar la vida de Pelayo, nos dice en su tratado sobre las
costumbres y ministerio de los obispos: «La castidad, por muy bella que sea, no
tiene valor, ni mérito, sin la caridad. Pureza sin amor es como lámpara sin
aceite; pero dice la sabiduría: ¡Qué hermosa es la sabiduría con amor! Con
aquel amor del que nos habla el Apóstol: el que procede de un corazón limpio,
de una conciencia recta y de una fe sincera».
La palabra clara, con la fuerza de la caridad, manifiesta
la autoridad de Jesús, que despertaba asombro en sus conciudadanos: «La gente
quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como sus escribas» (Mt 7,28-29). Nuestra plegaria y
contemplación de hoy, debe ir acompañada por una reflexión seria: ¿cómo hablo y
actúo en mi vida de cristiano? ¿Cómo concreto mi testimonio? ¿Cómo concreto el
mandamiento del amor en mi vida personal, familiar, laboral, etc.? No son las
palabras ni las oraciones sin compromiso las que cuentan, sino el trabajo por
vivir según el Proyecto de Dios. Nuestra oración debería expresar siempre
nuestro deseo de obrar el bien y una petición de ayuda, puesto que reconocemos
nuestra debilidad.
-Señor, que nuestra oración esté siempre acompañada por
la fuerza de la caridad.
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del
obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)
Santoral Católico:
San Josemaría Escrivá de
Balaguer
Fundador de la Prelatura del
Opus Dei
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Papa Francisco
"Nadie se salva solo. Esto es importante. Nadie se
salva solo. Somos comunidad de creyentes, y en esta comunidad experimentamos la
belleza de compartir la experiencia de un amor que nos precede a todos, pero
que al mismo tiempo nos pide que seamos canales
de la gracia los unos por los otros, no obstante nuestros límites y nuestros
pecados."
Papa Francisco
Tema del día:
El Sagrado Corazón de Jesús
y
nuestro corazón
El culto al Sagrado Corazón de Jesús se basa en el pedido
del mismo Jesucristo en sus apariciones a Santa Margarita María de Alacoque. Él
se mostró a ella y señalando, con el dedo, el corazón, dijo: "Mira este corazón que tanto ha amado a
los hombres y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al
menos ámame". Esta revelación sucedió en la segunda mitad del siglo
diecisiete.
Hoy en día, tenemos que preguntarnos: ¿es popular entre
los jóvenes esta devoción? ¿La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es de
interés palpitante para nuestro tiempo actual?
Cuando hablamos del Corazón de Jesús, importa menos el
órgano que su significado. Y sabemos que el corazón es símbolo del amor, del
afecto, del cariño. Y el corazón de Jesús significa amor en su máximo grado;
significa amor hecho obras; significa impulso generoso a la donación de sí
mismo hasta la muerte.
Cuando Cristo mostró su propio corazón, no hizo más que
llamar nuestra atención distraída sobre lo que el cristianismo tiene de más
profundo y original; el amor de Dios. También durante este mes nos llama
nuevamente a nosotros: ¡Mirad cómo os he amado! ¡Sólo os pido una cosa: que correspondáis
a mi amor!
Nuestra respuesta del amor, en general, no es muy
adecuada a su llamada. Porque sufrimos una grave y crónica afección cardíaca,
que parece propia de nuestro tiempo: está disminuyendo e incluso muriendo el
amor; el corazón se enfría y ya no es capaz de amar ni de sentirse amado. Es
una característica de los últimos tiempos -como nos indica la Santa Escritura-
de que se "enfriará la caridad de muchos" (Mt 24,12).
¿Quién de nosotros no sufre bajo esta enfermedad del
tiempo actual? ¿Quién de nosotros no sufre bajo esta falta de amor
desinteresado hacia Dios y hacia los demás? ¿Quién de nosotros no se siente
cautivo de su propio egoísmo, el cual es el enemigo mortal de cada amor
auténtico? ¿Y quién de nosotros no experimenta, día a día, que no es amado
verdaderamente por los que lo rodean?
Cuántas veces nuestro amor es fragmentario, defectuoso,
impersonal, porque no encierra la personalidad total del otro. Amamos algo en
el otro, tal vez un rasgo característico, tal vez un atributo exterior (-su
lindo rostro, su peinado, sus movimientos graciosos-) pero no amamos la persona
como tal, con todas sus propiedades, con todas sus riquezas y también con todas
sus fragilidades.
Tampoco amamos a Dios tal como Él lo espera: "con todo nuestro corazón. Con toda
nuestra alma. Con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas" (Mc
12,30).
He aquí, pues, el sentido y la actualidad de nuestra
devoción al Sagrado Corazón de Jesús. A este tan enfermo corazón moderno
contraponemos el corazón de Jesús, movido de un amor palpable y desbordante. Y
le pedimos que una nuestro corazón con el suyo, que lo asemeje al suyo. Le
pedimos un intercambio, un trasplante de nuestro pobre corazón, reemplazándolo
por el suyo, lleno de riqueza.
¡Que tome de nosotros ese egoísmo tan penetrante, que
reseca nuestro corazón y deja inútil e infecunda nuestra vida! ¡Que encienda en
nuestro corazón el fuego del amor, que hace auténtica y grande nuestra
existencia humana!
Debiéramos juntarnos también con la Santísima Virgen María.
Ella tiene tan grande el corazón que puede ser Madre de toda la humanidad.
¡Que, con cariñoso corazón maternal, ella nos conduzca en nuestros esfuerzos
hacia un amor de verdad, sin egoísmo y sin límites! ¡Qué así sea!
Autor: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Catholic.net |
Imagen: Google
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 26.- Devoción
a la Virgen
Jesús antes de morir, dio su testamento. En medio de la
agonía contempla al discípulo predilecto y le dice: "He aquí a tu
madre". Por su última voluntad, María se convierte en madre de todos.
Jesús, que amaba perfectamente a su madre, se mostró
siempre sometido y obediente a ella.
Todas las gracias del Señor vienen a ti por su mediación.
Y si la estimas. ¿Cómo tratas de amarla? Un hijo que dice amar a su madre y
después la ofende no es sincero; es un mal hijo. ¿Y tú no ofendes a la Virgen
con tus faltas de amor?
Fuente: Web Católico de Javier
Mensaje de María Reina de la
Paz
Mensaje de María
Reina de la Paz del 25 de junio de 2014
“Queridos hijos, el Altísimo me da la gracia de poder
estar aún con vosotros y de guiaros en la oración hacia el camino de la paz.
Vuestro corazón y vuestra alma tienen sed de paz y de amor, de Dios y de Su
alegría. Por eso, hijos míos, orad, orad, orad y en la oración descubriréis la
sabiduría del vivir. Yo os bendigo a todos e intercedo por cada uno de vosotros
ante mi Hijo Jesús. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
Un estímulo todos los días
Junio 26
“Señor Jesús, sabes que en mi interior guardo la profunda
necesidad de una madre. Por eso quisiste que en mi vida espiritual también
estuviera la preciosa figura de María, una mujer al servicio de la vida. En la
cruz me dejaste una madre interior que pueda hacerme sentir su presencia
delicada y segura. Derrama en mí tu Espíritu, Señor, para que pueda valorar el
cariño materno de María.
María, madre, te doy gracias por tu presencia atenta, por
tus caricias que muchas veces me dan fuerzas para no caer, porque haces nacer a
tu Hijo una vez más en mi vida.
Ya que eres mi madre, te pido que me hagas renacer desde
tu seno santo y fuerte, para que me atreva a comenzar una vida nueva.
Tú que eres madre de los pequeños y de los pobres,
ayúdame a descubrir a Jesús en los que sufren, en esos que no valen nada a los
ojos de los poderosos, para que yo también sea un instrumento de consuelo, de
esperanza y de justicia para tus hijos. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.