PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2382 ~
Miércoles 18 de Junio de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Una de las actividades más saludables de las que puedo
participar es el perdón, hacia mí y hacia el prójimo. Por el perdón me libero
del pasado, a fin de experimentar con más plenitud las bendiciones que hay en
mi vida en este momento.
El perdón retira de mi mente las barreras que parecerían
haberme separado del poder curativo de Dios. El perdón me da el poder de crear
una vida y un mundo basados en el amor, la compasión y la bondad que Dios me ha
dado para expresar en mi vida y en mi mundo.
No puedo cambiar el pasado, pero ciertamente puedo
cambiar las ideas y sentimientos que tengo sobre el pasado. Y puedo cambiar la
manera en que los hechos pasados me afectan en el presente.
¡Buenos días!
Amabilidad
Cuando de alguien
se dice, “es una buena persona”, así simplemente, se la está calificando con la
nota más excelente: la bondad. Ser bueno es ser de nobles sentimientos,
honrado, servicial, respetuoso con todos, amable, generoso. La bondad sintetiza
aspectos muy valiosos de la personalidad que generan en los demás, aprecio,
admiración y simpatía.
Sean amables y generosos, que nadie acuda a
ustedes sin irse mejor y más contento. Sean la expresión viva de la amabilidad
de Dios: amabilidad en el rostro, amabilidad en los ojos, amabilidad en la
sonrisa, amabilidad en la manera de saludar de ustedes. Entre los pobres,
nosotros somos la amabilidad de Dios hacia los pobres. Regalen siempre una sonrisa
gozosa a los pobres, a los niños, a todos los que sufren y se encuentran solos.
No les den sólo sus cuidados, sino también su corazón. Madre Teresa de Calcuta
¡Cuánta luz,
cuánta bondad, cuánto apoyo puedes dar cada día! Dios te necesita para esta
tarea de buen samaritano. Él te da sus dones para que los irradies con un
corazón generoso. Que hoy seas instrumento de su misericordia. Hasta mañana.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de
no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos;
de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto,
cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los
hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por
los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando
hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu
limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan
de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para
ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en
cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la
puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
»Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los
hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en
verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu
cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino
por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará». (Mt 6,1-6.16-18)
Comentario
Hoy, Jesús nos invita a obrar para la gloria de Dios, con
el fin de agradar al Padre, que para eso mismo hemos sido creados. Así lo afirma
el Catecismo de la Iglesia: «Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue
creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación». Éste es el
sentido de nuestra vida y nuestro honor: agradar al Padre, complacer a Dios.
Éste es el testimonio que Cristo nos dejó. Ojalá que el Padre celestial pueda
dar de cada uno de nosotros el mismo testimonio que dio de su Hijo en el
momento de su bautizo: «Éste es mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mt
3,17).
La falta de rectitud de intención sería especialmente
grave y ridícula si se produjera en acciones como son la oración, el ayuno y la
limosna, ya que se trata de actos de piedad y de caridad, es decir, actos que
—per se— son propios de la virtud de la religión o actos que se realizan por amor
a Dios.
Por tanto, «cuidad de no practicar vuestra justicia
delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis
recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). ¿Cómo podríamos agradar a Dios
si lo que procuramos de entrada es que nos vean y quedar bien —lo primero de
todo— delante de los hombres? No es que tengamos que escondernos de los hombres
para que no nos vean, sino que se trata de dirigir nuestras buenas obras
directamente y en primer lugar a Dios. No importa ni es malo que nos vean los
otros: todo lo contrario, pues podemos edificarlos con el testimonio coherente
de nuestra acción.
Pero lo que sí importa —¡y mucho!— es que nosotros veamos
a Dios tras nuestras actuaciones. Y, por tanto, debemos «examinar con mucho
cuidado nuestra intención en todo lo que hacemos, y no buscar nuestros
intereses, si queremos servir al Señor» (San Gregorio Magno).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Juliana Falconieri
Fundadora de las Siervas de
la Virgen María
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Papa Francisco
“Ayer dijimos que había tres tipos, tres grupos: el
político corrupto, el empresario corrupto y el eclesiástico corrupto. Los tres
dañan a los inocentes, a los pobres, ¡porque son los pobres los que pagan la
fiesta de los corruptos! … ¡Son traidores los corruptos, mucho más! Lo primero,
la definición de corrupto: uno que roba, uno que mata. La segunda cosa: ¿qué es
lo que se les espera a los corruptos? Esta es la maldición de Dios, porque han
explotado a los inocentes, a los que no pueden defenderse a sí mismos y lo han
hecho con guantes blancos, de lejos, sin ensuciarse las manos”
Papa Francisco
Tema del día:
El significado de Corpus
Christi
Hay, en Tierra Santa, un pueblecito llamado Tabga. Está
situado junto a la ribera del lago Tiberíades, en el corazón de la Galilea. Y
se halla a los pies del monte de las Bienaventuranzas. La Galilea es una región
de una gran belleza natural, con sus verdes colinas, el lago de azul intenso y
una fértil vegetación. Este rincón, que es como la puerta de entrada a
Cafarnaúm, goza todo el año de un entorno exuberante. Es, precisamente en esta aldea,
donde la tradición ubica el hecho histórico de la multiplicación de los panes
realizada por Jesús.
Ya desde el siglo IV los cristianos construyeron aquí una
iglesia y un santuario, y aun hoy en día se pueden contemplar diversos
elementos de esa primera basílica y varios mosaicos que representan la
multiplicación de los panes y de los peces.
Pero hay en la Escritura un dato interesante. Además de
los relatos de la Pasión, éste es el único milagro que nos refieren
unánimemente los cuatro evangelistas, y esto nos habla de la gran importancia
que atribuyeron desde el inicio a este hecho. Más aún, Mateo y Marcos nos
hablan incluso de dos multiplicaciones de los panes. Y los cuatro se esmeran en
relatarnos los gestos empleados por Jesús en aquella ocasión: "Tomando los cinco panes y los dos
peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos -dio
gracias, nos dice san Juan-, los partió y se los dio a los discípulos para que
se los repartieran a la gente".
Seguramente, los apóstoles descubrieron en estos gestos
un acto simbólico y litúrgico de profunda significación teológica. Esto no lo
advirtieron, por supuesto, en esos momentos, sino a la luz de la Última Cena y
de la experiencia post-pascual, cuando el Señor resucitado, apareciéndose a sus
discípulos, vuelve a repetir esos gestos como memorial de su Pasión, de su
muerte y resurrección. Y, por tanto, también como el sacramento supremo de
nuestra redención y de la vida de la Iglesia.
Año tras año, el Papa Juan Pablo II escribió una carta
pastoral dirigida a todos los sacerdotes del mundo con ocasión del Jueves
Santo, día del sacerdocio y de la Eucaristía por antonomasia.
En la Encíclica Ecclesia
de Eucharistia nos dice que "La
Iglesia vive de la Eucaristía". Así iniciaba el Papa su meditación. "Esta verdad no expresa solamente una
experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del
misterio de la Iglesia". Y a continuación tratará de hacernos
comprender, valorar y vivir esta afirmación inicial.
En efecto, la Eucaristía es el sacramento por excelencia
de la Iglesia -y, por tanto, de cada uno de los bautizados- porque brotó del
amor redentor de Jesucristo, la instituyó como sacramento y memorial de su
Alianza con los hombres; alianza que es una auténtica redención, liberación de
los pecados de cada uno de nosotros para darnos vida eterna, y que llevó a cabo
con su santa Pasión y muerte en el Calvario. La sangre y el agua que brotaron
del costado traspasado de Cristo sobre la cruz nos hablan de este mismo
misterio.
El Sacrificio eucarístico es -recuerda el Papa, tomando
las palabras del Vaticano II- "fuente
y culmen de toda la vida cristiana". Cristo en persona es nuestra
Pascua, convertido en Pan de Vida, que da la vida eterna a los hombres por
medio del Espíritu Santo.
Juan Pablo II nos confesó que, durante el Gran Jubileo
del año 2000, tuvo la grandísima dicha de poder celebrar la Eucaristía en el
Cenáculo de Jerusalén, en el mismísimo lugar donde la tradición nos dice que
fue realizada por Jesucristo mismo la primera vez en la historia. Y varias
veces trajo el Papa a la memoria este momento de gracia tan singular. El Papa sí
valoró profundamente lo que es la Eucaristía. En el Cenáculo -nos recuerda el
Santo Padre- "Cristo tomó en sus
manos el pan, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed todos
de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros"
(Eccl. de Euch., nn. 1-2).
Estos gestos y palabras consagratorias son las mismas que
empleó Jesús durante su vida pública, en el milagro de la multiplicación de los
panes. Si Cristo tiene un poder absoluto sobre el pan y su naturaleza, entonces
también podía convertir el pan en su propio Cuerpo, y el vino en su Sangre.
Y decimos que la Eucaristía es el "memorial" de
nuestra redención porque -con palabras del mismo Santo Padre- "el acontecimiento de la pasión y
muerte del Señor, no sólo lo evoca, sino que lo hace sacramentalmente presente.
Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos". Esto,
precisamente, significa la palabra "memorial". No es un simple
recuerdo histórico, sino un recuerdo que se actualiza, se repite y se hace
realmente presente en el momento mismo de su celebración.
Por eso -continuó el Papa- la Eucaristía es el don por
excelencia, porque es el don de sí mismo (de Jesucristo), de su persona en su
santa humanidad y, además, de su obra de salvación.
Ésta no queda relegada al pasado, pues todo lo que Cristo
es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad
divina y domina así todos los tiempos... Cuando la Iglesia celebra la
Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente
presente este acontecimiento central de salvación y se realiza la obra de
nuestra redención" (Eccl. de Euch., n. 11).
Ojalá, pues, que en esta fiesta del Corpus Christi que
celebraremos, todos valoremos un poco más la grandeza y sublimidad de este augusto
sacramento que nos ha dejado nuestro Señor Jesucristo, la Eucaristía, el
maravilloso don de su Cuerpo y de su Sangre preciosa para nuestra redención:
"Éste es mi Cuerpo. Ésta es mi
Sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y
por muchos, para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía".
Que a partir de hoy vivamos con una fe mucho más profunda
e intensa, y con mayor conciencia, amor y veneración cada Eucaristía, cada
Santa Misa: ¡Gracias mil, Señor, por este maravilloso regalo de tu amor hacia
mí!
Autor: P. Sergio A. Córdova | Fuente: Catholic.net
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 18.- Cuida de
la juventud
El Corazón de Jesús ama a todos, pero tiene un amor
especial por los jóvenes, por los niños. "Dejad que los niños vengan a
Mí". Jesús ve alrededor de ellos a madres doloridas y llorosas.
"Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, sino por vuestros hijos".
Ved cómo hoy crece parte de la juventud. Son muchos los
que crecen ligeros, vanidosos, volubles, llenos de exigencias, inclinados a la
arrogancia, a la frivolidad, a la libertad desenfrenada. Son el llanto de
tantas familias... y en ocasiones el deshonor de la casa. Padres, que vuestra
principal preocupación sea vuestros hijos.
Fuente: Web Católico de Javier
Nuevo artículo
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas
y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los
cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo
son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de
libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas
Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Rosa
Eugenia P., de México, operada de un hombro, para que se vayan las
molestias y se recupere pronto.
Pedimos oración por la salud de Margarita A., de Costa Rica, enferma de los pulmones, rogando al
Señor Jesús que la ayude a sanar.
Pedimos oración por cuatro personas de México: Isabel C. M., operada de un tumor cerebral; Manuel J. B., con Alzheimer; su hija Fedra J. con cáncer y metástasis; y Virginia B., con problemas circulatorios. Oramos por todos ellos.
Pedimos oración por cuatro personas de México: Isabel C. M., operada de un tumor cerebral; Manuel J. B., con Alzheimer; su hija Fedra J. con cáncer y metástasis; y Virginia B., con problemas circulatorios. Oramos por todos ellos.
Tú quisiste,
Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de
manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora
las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a
cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de
sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse
unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos
por Cristo nuestro Señor.
Amén
Un estímulo todos los días
Junio 18
Aunque siempre tenemos que poner todo de nuestra parte
para resolver los problemas, eso no quiere decir que la oración no sirva para
nada. Jesús nos dijo que pidamos, que supliquemos, que insistamos (cf. Mt
7,7-11). Además nos dice: “Todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han
conseguido y lo obtendrán” (Mt 11,24). Si el Evangelio lo dice yo creo que es
así.
Eso quiere decir que la súplica realmente puede cambiar
las cosas, porque Dios no es sordo ni débil y puede hacer algo para ayudarnos.
Pero no siempre lo hace de la misma manera como nosotros lo imaginamos. Él
tiene otros caminos. Nos escucha siempre, pero no necesariamente de la manera
que a nosotros se nos ocurre. Por eso siempre es bueno dejar en sus manos
nuestras preocupaciones y confiar en ese misterio de amor que todo lo supera.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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