PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2097 ~ Domingo
28 de Julio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Para seguir al instante el
desarrollo de cada día de la JMJ Río 2013
incluyendo transmisiones de
televisión en vivo, hacer clic en la imagen
Alabado sea
Jesucristo…
“Yo os digo: Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis.
Llamad y se os abrirá”. Es fácil que Jesús haya pronunciado estas palabras
cuando se movía por las aldeas de Galilea pidiendo algo de comer, buscando
acogida y llamando a la puerta de los vecinos. Él sabía aprovechar las
experiencias más sencillas de la vida para despertar la confianza de sus
seguidores en el Padre Bueno de todos.
Curiosamente, en ningún momento se nos dice qué hemos de
pedir o buscar ni a qué puerta hemos de llamar. Lo importante para Jesús es la
actitud. Ante el Padre hemos de vivir como pobres que piden lo que necesitan
para vivir, como perdidos que buscan el camino que no conocen bien, como
desvalidos que llaman a la puerta de Dios.
Las tres llamadas de Jesús nos invitan a despertar la
confianza en el Padre, pero lo hacen con matices diferentes. “Pedir” es la
actitud propia del pobre. A Dios hemos de pedir lo que no nos podemos dar a
nosotros mismos: el aliento de la vida, el perdón, la paz interior, la
salvación. “Buscar” no es solo pedir. Es, además, dar pasos para conseguir lo
que no está a nuestro alcance. Así hemos de buscar ante todo el reino de Dios y
su justicia: un mundo más humano y digno para todos. “Llamar” es dar golpes a
la puerta, insistir, gritar a Dios cuando lo sentimos lejos.
La confianza de Jesús en el Padre es absoluta. Quiere que
sus seguidores no lo olviden nunca: “el que pide, está recibiendo; el que
busca, está hallando y al que llama, se le abre”. Jesús no dice que reciben
concretamente lo que están pidiendo, que encuentran lo que andan buscando o que
alcanzan lo que gritan. Su promesa es otra: a quienes confían en él, Dios se
les da; quienes acuden a él, reciben “cosas buenas”.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar,
cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar,
como Juan lo enseñó a sus discípulos». Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre,
santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que
necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos
todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».
También les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros
tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame
tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo
nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me
molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo
levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo
por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite.
Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la
puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al
que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería
capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un
alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará
el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».
(Lc 11,1-13)
Comentario
Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien
en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la
necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio,
insiste sobre este punto.
¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en
otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y
Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y
vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi
complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.
Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al
observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús
responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2).
La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con
locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de
amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos
ama»?
Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el
Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta
forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del
diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias
humanas hasta el corazón de Dios».
Es significativo que, en el lenguaje corriente, la
oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras:
«Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial.
La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios
en el momento en que nos preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de
Jesucristo. Las siete peticiones que comporta y el orden en el que están
formuladas nos dan una idea de la conducta que hemos de mantener cuando
recibamos la Comunión Eucarística.
Abbé Jean GOTTIGNY (Bruxelles,
Bélgica)
Santoral Católico:
Santos Nazario y Celso
Mártires
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
El barco en peligro
Confiar en Dios,
es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle
disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él
“como un niño en brazos de su madre” (Salmo 131). Y confiar sobre todo en las
pruebas, cuando las cosas resultan duras e incomprensibles.
En cierta ocasión se desató una tempestad en
alta mar. Parecía que la nave iba a naufragar. Toda la tripulación y los
pasajeros aterrorizados corrían de un lugar a otro sin saber qué hacer.
Mientras tanto, en uno de los camarotes dormía un niño de siete años, hijo del
capitán. Uno de los tripulantes lo fue a
despertar inmediatamente. Cuando el chico se dio cuenta de lo que sucedía,
preguntó: ¿y en manos de quién está ahora el
timón? El barco está en manos de tu
padre, respondió el marinero. Entonces, no tengo por qué preocuparme, él
sabe bien qué hacer, dijo confiadamente el niño y siguió durmiendo.
“Descarguen en el
Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la
Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a
fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas
mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo
estoy. Yo te amo”, te asegura Dios.
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
“Escuchemos a los jóvenes.
Sepamos pasar tiempo con
ellos.
Empujemos a los jóvenes para que salgan.
Por supuesto que van a hacer
macanas, no tengamos miedo.
Los apóstoles las hicieron antes que nosotros”
“Los que no frecuentan la parroquia
son los invitados
VIP. ¡Búsquenlos!”
Papa Francisco
Información JMJ Río 2013
Agenda de hoy
Las horas que van a ver a continuación corresponden a la
hora local en Río de Janeiro, Brasil (similar en Argentina)
Para el resto de países consultar en:
Domingo 28
10.00: Santa Misa por la XXVIII JMJ, en el Campus Fidei
de Guaratiba. Homilía del Santo Padre. Después, rezo del Ángelus y palabras del
Santo Padre.
14.00: Almuerzo con el séquito papal en el Refectorio del
Centro de Estudios de Sumaré.
16.00: Encuentro con el Comité de Coordinación del CELAM,
en el Centro de Estudios de Sumaré. Discurso del Santo Padre.
16.40: Despedida de la Residencia de Sumaré.
17.30: Encuentro con los voluntarios de la JMJ, en el
Pabellón 5 del Rio Centro. Discurso del Santo Padre.
18.30: Ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional
Galeão/Antonio Carlos Jobim. Discurso del Santo Padre.
19.00: Salida en el avión hacia Roma.
Tema del día:
Aprender a orar
Jesús oraba muchas veces. Los buenos israelitas solían
hacerlo tres veces al día. Por eso no era extraño para los apóstoles ver a
Jesús que se ponía a orar. Lo que les impactaba no era el hecho de orar, sino
la manera de orar: el darse cuenta que Jesús hablaba verdaderamente con otra
persona, que era su Padre, y quizá muchas veces le escucharían las palabras
tiernas que dirigía a su Padre celestial. Por eso una vez que terminó su
oración, le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”. Un motivo, por lo que se lo
dijeron, era porque Juan Bautista había enseñado a orar a sus propios
discípulos.
Jesús, como respuesta, les enseñó el Padrenuestro. Es muy
posible que no fuese una oración en concreto enseñada una sola vez, sino que en
diferentes momentos les fue enseñando cómo hablar con Dios y los deseos y
peticiones más importantes. De esas enseñanzas, que solían ser parecidas, san
Mateo nos presenta el “padrenuestro”, como lo conocemos, y san Lucas lo
presenta un poquito más abreviado.
Lo primero que enseña Jesús es a llamar “Padre” a Dios.
Con ello nos acercaba mucho más a la divinidad y nos mostraba lo principal de
Dios, que es su amor. Si Dios es nuestro Padre (o Madre), tenemos que querer
que así sea conocido por muchos. Ese es nuestro primer deseo, que es parecido
al segundo: Que reine sobre nosotros. Quiere decir que se extienda más su reino
de amor: que todos nos comportemos como hermanos y vivamos en la alegría de
cumplir sus mandatos, pues es lo que nos dará la verdadera felicidad. Después
pedimos lo necesario para nuestra vida. Hay que tener en cuenta que Jesús nos
enseñó a pedir en comunidad, aunque uno rece solo. Por eso este alimento lo
pedimos para todos, especialmente para los más necesitados. Luego le pedimos el
perdón, que está supeditado a que lo tengamos entre nosotros. Y, como somos
débiles, le pedimos no tener tantos peligros para caer en el mal.
Jesús nos dice que pidamos, porque Dios escucha nuestra
oración. Sin embargo todos tenemos experiencias de muchas oraciones que creemos
no han sido atendidas. Jesús nos dice que Dios atiende todas nuestras
plegarias, porque está con nosotros, nos escucha y quiere nuestro bien. Lo malo
es que a veces somos nosotros los que no sabemos lo que nos conviene y oramos
mal. La oración, si la consideramos como unión con Dios, siempre es provechosa
y puede ser constante, aunque ocupemos el tiempo en diversos menesteres. Pero
cuando hablamos de la oración como petición, suele haber dos extremos
defectuosos. Hay quienes piensan que no se debe orar sino trabajar más. Algunos
sin fe piensan que la oración es pura fantasía o tienen una idea de Dios falsa,
como si fuese un tirano. Para otros en cambio, que se pasan de vagos o
perezosos, la oración debe llenar todo, de modo que Dios les solucione todos
los problemas materiales. Otra cosa son los religiosos de vida contemplativa,
que trabajan de verdad mucho... La
realidad es que ni Dios lo quiere hacer todo por sí mismo, ni nosotros podemos
hacerlo todo por nosotros mismos. Es difícil el equilibrio.
Hoy Jesús nos enseña que muchas veces debemos acudir a
Dios. Y nos cuenta una parábola para decirnos que debemos acudir a Dios con
mucha confianza y muchas veces también con perseverancia. Nos cuenta lo que le
sucede a uno que tiene una visita inesperada a media noche y debe cumplir con
la ley de la hospitalidad. Va donde un amigo y no deja de pedir hasta que este
amigo se levanta y le da lo que necesita. Y Jesús termina haciendo esta
reflexión: Si este amigo termina dándole lo necesario, ¿Cómo no nos va a dar
nuestro Padre celestial espíritu santo? Así dicen muchos autores que aquí se
debe poner “espíritu santo” con minúscula, porque significa todo lo que es
bueno para nuestra salvación, que es lo más importante para nosotros.
Algunas veces pediremos cosas necesarias materiales; pero
lo importante es pedir lo más conveniente para nuestra salvación, que Dios sabe
mejor que nosotros. De nuestra parte debemos poner mucha confianza y total
entrega al amor de Dios Padre.
Padre Silverio Velasco
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde Buenos Aires, Argentina, recibimos una nota agradeciendo
a Dios en primer lugar, y luego a las personas que rezaron por la operación de Vicente B. por cáncer de próstata. Él
se está recuperando lentamente y ya está en su casa.
Desde Texas, USA, nos escriben para decirnos que hace
unos meses en esta página hemos rezado por la salud de Trinidad N. a quien le daban muy poco tiempo más de vida… y el
poder de Dios se ha manifestado pues actualmente sigue junto a su familia y en
buenas condiciones. Damos gracias al Señor.
Nos escribe Berkis para agradecer a Jesús Misericordioso
y a la Virgen María, porque su sobrina Sorlanda,
de Venezuela, por la que habíamos estado rezando, ha superado la fase crítica
de su enfermedad (linfoma) y ha sido dada de alta.
Desde Buenos Aires, nuestra amiga Liliana Z. nos escribe y dice: “doy infinitas gracias a Dios
Nuestro Señor en la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, a Nuestra Señora
de Fátima y a las Semillitas que todas juntas rezamos por todos. Gracias!!!!!
El miércoles me operaron de un tumor mamario maligno que quitaron, los ganglios
no estaban comprometidos, y ya estoy en mi casa. No tengo palabras. En 20 días
comienzo radioterapia y si hace falta, quimioterapia.
Desde Nicaragua, agradecen a Dios y a los lectores que
rezaron por Violeta, que a pesar de
tener el cáncer en varias partes del cuerpo, con las oraciones y la voluntad de
Nuestro Señor Jesucristo, no ha padecido de los dolores intensos que se padecen
con esta enfermedad.
“Intimidad Divina”
Domingo 17 del Tiempo Ordinario
La plegaria del hombre y la misericordia condescendiente
de Dios son los temas que se entrelazan en las lecturas de este día. En primer
lugar se presenta la conmovedora y atrevida oración de Abrahán en favor de las
ciudades pecadoras (Gn 18, 20-23; 1ª lectura), magnífica expresión de su
confianza en Dios y de su solicitud por la salvación de los demás. Dios le ha
revelado su designio de destruir a Sodoma y Gomorra pervertidas hasta el colmo,
y el patriarca busca detener el castigo en consideración a los justos que
podría haber entre los pecadores. Pero desde la propuesta de cincuenta justos
se ve obligado a bajar gradualmente hasta el exiguo número de diez. ”Que no se
enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez justos?” (ib.
32). Ni la benévola condescendencia de Dios que va aceptando la reducción del
número, ni la cordial súplica de Abrahán consiguen salvar la ciudad por culpa
de la general corrupción; sólo la familia de Lot será salva para testimoniar a
misericordia divina y el poder de la intercesión de Abrahán. El episodio
quedará como un documento de las terribles consecuencias de la obstinación en
el mal y de la fuerza reparadora del bien, por la cual diez justos –si los
hubiese habido– habrían podido impedir la ruina de la ciudad.
Pero en el Nuevo Testamento se abre una nueva y
maravillosa página de la misericordia de Dios: un solo justo, “el siervo de
Yahvé” anunciado por los profetas, basta para salvar no dos ciudades ni una
nación, sino a la humanidad entera… El Evangelio del día (Lc 11, 1-13) vuelve a
tomar de lleno el tema de la oración. Jesús, interrogado por sus discípulos,
les enseña a orar: “Cuando oréis decid: Padre, santificado sea tu nombre, vena
tu reino” (ib. 2). Abrahán, el amigo de Dios, lo llamaba “mi Señor”; el
cristiano, autorizado por Jesús, lo llama “Padre”, nombre que da a su plegaria
un tono completamente nuevo: filial, por el que puede derramar libremente su corazón en el corazón de Dios,
exponiéndole sus necesidades en la forma sencilla y espontánea que indica el
“Padre nuestro”. Además, con la parábola del amigo importuno, que sigue
inmediatamente, enseña Jesús a ora con perseverancia e insistencia –como lo
hizo Abrahán–, sin miedo a ser indiscretos: “pedid, buscad, llamad”.
Para Dios no hay horas inoportunas; nunca siente fastidio
por la oración humilde y confiada de sus hijos, antes bien se complace en ella:
“Quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre” (ib. 10).
Y si no siempre obtiene el hombre lo que desea, es seguro que su oración nunca
es vana, pues el Padre celestial responde siempre a ella con su amor y su
favor, aunque tal vez del modo oculto y diferente a lo que el hombre espera. Lo
importante no es obtener esto o aquello, sino que nunca le falte la gracia de
ser fiel a Dios cada día. Esta gracia está asegurada al que ora sin cansarse:
“Si vosotros que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (ib.
13). En el don del Espíritu Santo se incluyen todos los bienes sobrenaturales
que Dios quiere conceder a sus hijos.
Oh Jesús, creemos
que lo puedes todo y que nos concederás todo lo que te pidamos con fe; nos lo
concederás porque eres infinitamente bueno y omnipotente; nos otorgarás más
aún, pues lo has prometido formalmente. Nos lo concederás sea dándonos la cosa
perdida, sea dándonos otra mejor. Si nos faces esperar, si recibimos tarde o
tal vez nunca, estamos seguros de que la espera es lo mejor para nosotros, de
que el recibir tarde o tal vez nunca es mejor para nosotros que recibir
enseguida. (C de Foucauld, Meditaciones sobre el Evangelio)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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