lunes, 8 de julio de 2013

Pequeñas Semillitas 2077

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2077 ~ Lunes 8 de Julio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Es un gran honor ser embajador. Esa persona es elegida y enviada por el gobierno de su país para representarlo ante otras naciones. Todo cristiano es “embajador” de Dios. Jesús lo elige y lo envía para que lo represente ante todos los hombres. Jesús nos regala a todos el “honor” (y la responsabilidad) de ser sus embajadores: anunciar, con nuestra palabra y nuestras obras, el amor y el perdón de Dios, su paz, su consuelo, su preferencia por los hijos más necesitados.
Hay mucho trabajo –dice Jesús– pero los trabajadores son pocos. ¿Qué le contestamos? No hay honor más grande que ser “embajador de Dios”. No hay alegría mayor que trabajar junto a Jesús. No hay felicidad comparable a saber que nuestros nombres estén escritos en el cielo.
El Domingo

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se salvó la mujer desde aquel momento.
Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.
(Mt 9,18-26)

Comentario
Hoy, la liturgia de la Palabra nos invita a admirar dos magníficas manifestaciones de fe. Tan magníficas que merecieron conmover el corazón de Jesucristo y provocar —inmediatamente— su respuesta. ¡El Señor no se deja ganar en generosidad!
«Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá» (Mt 9,18). Casi podríamos decir que con fe firme “obligamos” a Dios. A Él le gusta esta especie de obligación. El otro testimonio de fe del Evangelio de hoy también es impresionante: «Con sólo tocar su manto, me salvaré» (Mt 9,22).
Se podría afirmar que Dios, incluso, se deja “manipular” de buen grado por nuestra buena fe. Lo que no admite es que le tentemos por desconfianza. Éste fue el caso de Zacarías, quien pidió una prueba al arcángel Gabriel: «Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré?’» (Lc 1,18). El Arcángel no se arredró ni un pelo: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios (...). Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo» (Lc 1,19-20). Y así fue.
Es Él mismo quien quiere “obligarse” y “atarse” con nuestra fe: «Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Lc 11,9). Él es nuestro Padre y no quiere negar nada de lo que conviene a sus hijos.
Pero es necesario manifestarle confiadamente nuestras peticiones; la confianza y connaturalidad con Dios requieren trato: para confiar en alguien le hemos de conocer; y para conocerle hay que tratarle. Así, «la fe hace brotar la oración, y la oración —en cuanto brota— alcanza la firmeza de la fe» (San Agustín). No olvidemos la alabanza que mereció Santa María: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico


San Procopio de Cesarea
Mártir 
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Beato Eugenio III
Papa 
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Fuente: Catholic.net    
  
¡Buenos días!

Noticia buena y noticia mala

Es conocido el sabio refrán: “grano no hace granero, pero ayuda al compañero”. Esto significa que la unión de lo pequeño e insignificante genera gran fuerza para lograr hermosos objetivos. Una comunidad es fuerte y sana cuando todos están unidos por vínculos de amistad y cada uno siente como propio los objetivos comunes y aporta solidariamente su colaboración.

El cura en la misa, justo antes de hacer la colecta, dijo: —Hermanos, tenemos un problema. El tejado de la iglesia está en mal estado y tenemos que arreglarlo. Tengo dos noticias al respecto, una buena y otra mala. ¿Cuál quieren conocer primero? —¡La buena! —Sea, pues, resulta que tenemos el dinero. —¡Bien! ¿Y cuál es la mala? —¡Que está en los bolsillos de ustedes!

“Si el grano de arena no forma duna, se lo lleva el viento. Si la gota de agua no se confunde con el torrente, la evapora el calor. Si tú no te unes a la comunidad, viviendo en ella y para ella, fácilmente te puedes perder”, (A. Milagro). Que pases un hermoso día.
Padre Natalio


La frase de hoy

"Casi todo lo que realice será insignificante,
pero es muy importante que lo haga"
M. Gandhi
  
Tema del día:
La luz de la Fe

1)  Para saber

El pasado viernes 5 de julio se ha publicado la primera encíclica del Papa Francisco titulada: "Lumen fidei", o "La luz de la fe". El santo padre mencionó que ha querido mantener la continuidad de su predecesor, Benedicto XVI, asumiendo su "valioso trabajo" y que ya había "prácticamente completado". A este "primera redacción" el Santo Padre Francisco agrega ahora "algunas aportaciones".

Como recordamos, el Papa Benedicto XVI había escrito una encíclica sobre la caridad y otra sobre la esperanza, faltando la de la fe para completar las tres virtudes teologales.

En la carta se nos presenta la fe como una luz capaz de iluminar toda la existencia del hombre, de ayudarlo a distinguir el bien del mal, sobre todo en una época como la moderna, en la que la fe es vista erróneamente como una ilusión, como un salto al vacío que impide la libertad del hombre. La fe es un don de Dios que debe ser alimentado y fortalecido. Y a la vez que viene de la memoria de la vida de Jesús, tiene también que ver con el futuro porque nos abre vastos horizontes.

2) Para pensar

Un texto atribuido a Ernest Hemingway sobre los temores en la vida y cómo enfrentarlos, nos puede ayudar a pensar cómo es nuestra fe. Así dice el escrito:

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.
Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.

3) Para vivir

Con la fe, como dice el Papa, tenemos una luz más poderosa que nos hace ver las realidades tanto positivas como aparentemente negativas en su verdadera realidad.

Al darnos la fe un conocimiento real de lo que somos, de que somos hijos de Dios, que nos presenta a Dios que nos llama, que no es un Dios extraño, sino que es Dios Padre, la fuente de bondad que es el origen de todo y sostiene todo, dice el Papa.

La fe es confiarse al amor misericordioso de Dios, que siempre acoge y perdona, que endereza "lo torcido de nuestra historia", es disponibilidad a dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios, "es un don gratuito de Dios que exige la humildad y el valor de fiarse y confiarse, para poder ver el camino luminoso del encuentro entre Dios y los hombres" (Lumen Fidei, n. 14).
Pbro. José Martínez Colín

Para leer completa la Encíclica Lumen Fidei hacer clic acá

Meditación breve

Las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente.
Las palabras curan o hieren, animan o desmotivan, reconcilian o enfrentan, iluminan o ensombrecen, dan vida o dan muerte.
Con pocas palabras podemos alegrar a alguien y con pocas palabras podemos llevarlo al desaliento y desespero.
¡Ah, cuánta falta nos hacer tomar conciencia del tremendo poder las palabras!
Ellas moldean nuestra vida y la de los demás. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos porque ellos se convierten en palabras y cuida tus palabras porque ellas marcan tu destino.
Hay que comunicarse y hacer silencio cuando es el mejor regalo para ti y los que amas. Eres sabio si sabes cuándo hablar y cuando callar.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuanto estés airado y resentido y habla sólo cuando estás en paz y que el viento nunca se las lleve.
Las palabras encierran una energía creadora transformante.

Pedidos de oración

Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio. 

Desde la fe, pedimos oración por todas las personas que durante la semana en que "Pequeñas Semillitas" no se publicó han solicitado que rezáramos por ellas. El Señor Jesús conoce sus nombres y sus necesidades, y en Él confiamos para que las atienda con su infinita misericordia.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.

“Intimidad Divina”

Dios, suma simplicidad

Dios es el Ser simplicísimo  porque es uno en su esencia y en todas sus perfecciones. Sto. Tomás cuando habla de la simplicidad de Dios, no hace sino presentarla como exclusión de toda suerte de composición. En Dios no hay partes cuantitativas como en el hombre, que está compuesto de cuerpo y espíritu; Dios es simple porque en él no hay materia, sino espíritu purísimo. Dios es simplicidad suma porque en él esencia y subsistencia no son distintas; es el Ser que existe por sí mismo, eternamente subsistente. Ni siquiera sus innumerables perfecciones crean en él multiplicidad: Dios no está compuesto de bondad, verdad, sabiduría y justicia, sino que es al mismo tiempo bondad, verdad, sabiduría y justicia por excelencia. Dios es rico de innumerables perfecciones y todas las posee en el mismo grado. El hombre, en cambio, es extremadamente pobre de virtudes y si alguna tiene, es siempre limitada, estrecha y mezclada de defectos… Dios es simple; el hombre, en cambio, es complicado. Para simplificarse, tiene que contemplar la simplicidad divina esforzándose en trasuntarla mediante una verdadera sencillez de espíritu. A Dios no se le escapa ninguna tortuosidad y le es conocido todo sentimiento. “Bien sé, Dios mío, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud” (1 Cr 29, 17).

En Dios el ser no es distinto del obrar y la potencia no se distingue del acto. Es acto purísimo, acto de inteligencia infinita que siempre subsiste y abraza toda verdad, y al mismo tiempo, acto de voluntad que siempre subsiste y quiere el bien. En el pensamiento eterno de Dios no hay mezcla de error; en la voluntad eterna de Dios no hay desviación alguna hacia el mal. En Dios no hay una sucesión de pensamientos, sino un pensamiento único, eterno, inmutable, subsistente y que comprende toda verdad. En Dios no hay muchos actos sucesivos de voluntad, sino una voluntad única, perfectísima, inmutable, que siempre quiere el bien con purísima intención, y si permite el mal, lo permite sólo en vista de un bien mayor.

El que quiera acercarse de alguna manera a la simplicidad divina, debe evitar toda especie de doblez. La doblez de la mente, con la búsqueda apasionada de la verdad amando y aceptando la verdad, aun cuando exija sacrificios o desagrade porque pone al desnudo los errores y defectos. Cultivará también la más franca sinceridad huyendo de toda forma de mentira. Antes que en las palabras debe resplandecer esta sencillez en el pensamiento y en la mente, porque “si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras” (Mt 6, 23). El pensamiento es el ojo que guía la acción; si los pensamientos son sencillos, rectos y sinceros, lo serán también las acciones. Y por fin, es preciso evitar la doblez de la voluntad con la rectitud de intención que mueve a obrar únicamente por agradar a Dios; entonces la multiplicidad de las acciones no impedirá la sencillez y unidad profundas. Entonces el hombre no fluctuará entre dos extremos: el amor propio y el amor de Dios, entre la criatura y el Creador; sino que avanzará por un camino único, el camino del amor, de la voluntad de Dios y de su beneplácito.

Dios mío, en tu único y simple ser, eres todas las virtudes y grandezas de tus atributos: porque eres omnipotente, sabio y bueno, eres misericordioso y eres justo, fuerte y amoroso… y otros infinitos atributos que no conocemos. Eres todas estas cosas en tu simple ser. ¡Oh abismo de deleites!, que tanto más abundante eres cuanto están tus riquezas más recogidas en unidad y simplicidad infinita de tu único ser, donde de tal manera se conoce y gusta lo uno, que no impide el conocimiento y gusto perfecto de lo otro; antes cada cual gracia y virtud que hay en ti, es luz que hay de cualquiera otra grandeza tuya, porque, por tu limpieza, ¡oh Sabiduría divina!, muchas cosas se ven en ti, viéndose uno; porque tú eres el depósito de los tesoros del Padre, el resplandor de la luz eterna, espejo sin mancha e imagen de su bondad. (San Juan de la Cruz)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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