miércoles, 17 de julio de 2013

Pequeñas Semillitas 2086

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2086 ~ Miércoles 17 de Julio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
Dios mío, te abro las puertas de mi hogar. Entra, para que estemos juntos. Protege mi hogar de todo mal con tu presencia poderosa y llénalo de armonía con tu divina luz. Señor, te pido que liberes mi hogar de todo rencor, de toda agresividad, de todo espíritu de envidia, de tristeza o negatividad. Derrama alegría, paciencia, respeto, cariño. Te proclamo Señor y salvador de mi hogar y de todos mis seres queridos y que tu paz reine en todos los que entren en mi casa. Amén.
Víctor Fernández.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
(Mt 11,25-27)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos ofrece la oportunidad de penetrar, por así decir, en la estructura de la misma divina sabiduría. ¿A quien entre nosotros no le apetece conocer desvelados los misterios de esta vida? Pero hay enigmas que ni el mejor equipo de investigadores del mundo nunca llegará siquiera a detectar. Sin embargo, hay Uno ante el cual «nada hay oculto (...); nada ha sucedido en secreto» (Mc 4,22). Éste es el que se da a sí mismo el nombre de “Hijo del hombre”, pues afirma de sí mismo: «Todo me ha sido entregado por mi Padre» (Mt 11,27). Su naturaleza humana —por medio de la unión hipostática— ha sido asumida por la Persona del Verbo de Dios: es, en una palabra, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, delante la cual no hay tinieblas y por la cual la noche es más luminosa que el pleno día.
Un proverbio árabe reza así: «Si en una noche negra una hormiga negra sube por una negra pared, Dios la está viendo». Para Dios no hay secretos ni misterios. Hay misterios para nosotros, pero no para Dios, ante el cual el pasado, el presente y el futuro están abiertos y escudriñados hasta la última coma.
Dice, complacido, hoy el Señor: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños» (Mt 11,25). Sí, porque nadie puede pretender conocer esos o parecidos secretos escondidos ni sacándolos de la obscuridad con el estudio más intenso, ni como debido por parte de la sabiduría. De los secretos profundos de la vida sabrá siempre más la ancianita sin experiencia escolar que el pretencioso científico que ha gastado años en prestigiosas universidades. Hay ciencia que se gana con fe, simplicidad y pobreza interiores. Ha dicho muy bien Clemente Alejandrino: «La noche es propicia para los misterios; es entonces cuando el alma —atenta y humilde— se vuelve hacia sí misma reflexionando sobre su condición; es entonces cuando encuentra a Dios».
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP (San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)

Santoral Católico:
San Alejo
Laico y Mendigo
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

La vieja y el médico

La sinceridad es una virtud exigente, ya que puedes faltar a la verdad de distintas y sutiles maneras. Por ejemplo, con la simulación, que es mentir con los hechos, o con la hipocresía pasando por lo que no se es, o con jactancias atribuyéndose uno excelencias que no posee, o con adulaciones cuando se engaña para sacar algún provecho de los otros.

Una vieja enferma de la vista llamó con la promesa de pagarle, a un médico. Éste se presentó en su casa, y cada vez que le aplicaba el ungüento no dejaba, mientras la vieja tenía los ojos cerrados, de robarle todo lo que podía llevarse un poco por vez. Cuando ya no quedaba nada, terminó también la cura, y el médico reclamó el salario convenido. Se negó a pagar la vieja, y aquél la llevó ante los jueces. La vieja declaró que, en efecto, le había prometido el pago si le curaba la vista, pero que su estado, después de la cura del médico había empeorado. –Porque antes –dijo– veía todos los muebles que había en mi casa, y ahora no veo ninguno. (Esopo).

Es lamentable que en Argentina muchas faltas de sinceridad sean celebradas como “viveza criolla”, feo vicio antisocial que ha vulnerado tristemente nuestra imagen en el exterior. Y lo peor es que perdura entre nosotros cuando aplaudimos al canchero, al piola, al madrugador, que son los “avivatos” y “ventajitas” de las historietas cómicas. Sólo la verdad nos hará libres.
Padre Natalio

La frase de hoy

“¿Qué es la verdad? Pregunta difícil,
pero la he resuelto en lo que a mi concierne
diciendo que es lo que te dice tu voz interior” 
Mahatma Gandhi

Tema del día:
La muerte es el comienzo de la vida
Comencemos por decir hoy que hay muertes preciosas. Es una muerte maravillosa la de quien puede decir en ese momento: "He cumplido mi misión". Una muerte así es el comienzo de la vida verdadera. Es propiamente entonces cuando se nace. Por eso en el Martirologio, el libro donde se narra la vida de los santos y mártires, no se hace constar el día de su nacimiento, sino el de su muerte, como el verdadero día de su nacimiento, su "dies natalis".

La muerte para los buenos brilla como una estrella de esperanza. Sus frutos son la paz, el descanso, la vida. Con esta paz y serenidad murió Juan XXIII: "¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!", decía en su lecho de muerte. Un muchacho decía a la hora de su muerte: "¡Qué bueno ha sido Dios conmigo, por haberme concedido vivir 17 años!"; y moría ofreciendo su vida por sus padres y por los que lo habían formado.

Otro decía: "No sé por qué lloran". Aquel joven moría pidiendo perdón a todos, incluso a su novia, pero la novia tuvo un gesto y unas palabras muy oportunas: "No tengo de qué perdonarte, y te lo digo delante del sacerdote, porque desde que te conocí soy más buena". ¿Lo podrías decir tú de tu novio o de tu novia?

Preguntémonos ahora la cosa más importante: ¿Cómo será mi muerte? He aquí lo importante, no el cuándo sino el cómo voy a morir. Es decir, en qué disposiciones. Aunque no podemos fijar el día, el lugar, la forma externa de morir, sí podemos fijar el cómo. Podemos preverlo: se muere según se vive. Si se vive bien, lo normal es que se muera bien; si se vive mal, lo normal es que se muera mal, si Dios no pone remedio. Si vivo bien, con su ayuda moriré bien; si vivo mediocremente, moriré como un mediocre; si vives santamente, no lo dudes, morirás como un santo.

Si desde hoy te decides a ser un buen hombre, seguro que morirás como un buen hombre, y nunca te arrepentirás; pero, si dejas ese asunto para más adelante, lo dejas para nunca. No se puede improvisar la hora de la muerte. Los dos ladrones que iban a morir, estaban al lado del Redentor, pero sólo uno de los dos compañeros de suplicio de Jesús se convirtió.

Comenta San Agustín: "Hubo un buen ladrón, para que nadie desespere; pero sólo uno, para que nadie presuma y se confíe". Hay que ser lógicos y aprovechar el tiempo. El que pasó, ya pasó, pero el que queda por delante hay que aprovecharlo con avaricia. Si muriera esta noche, ¿estaría preparado?; ¿tendría mis manos llenas, vacías o medio vacías? ¿Estaré preparado el día de mí muerte? Esta es la gran pregunta.

Podríamos terminar estas reflexiones con las palabras de un gran hombre, que todos los días medita sobre la muerte como maestra de vida: "Yo sé que toda la vida humana se gasta y se consume bien o mal, y no hay posible ahorro: los años son esos, y no más. Y la eternidad es lo que sigue a esta vida. Gastarnos por Dios y por amor a nuestros hermanos en Dios es lo razonable y seguro."

Según se vive, así se muere. Si esto es así: de los que viven santamente estamos seguros que morirán santamente. Pero de los que viven en pecado podemos estar seguros que morirán impenitentes.
P Mariano de Blas
Fuente: Catholic.net

Nuevo video

Hay un nuevo video subido a este blog.
(Y de verdad te recomiendo que no dejes de verlo)
Para verlo tienes que ir al final de la página.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pido oraciones por Emilio, mi tío del corazón. Él vive en Buenos Aires, Argentina, y luego de una larga serie de complicaciones, ha sido operado por una infección a nivel cardiológico. Está mal, con muchos dolores, con oxígeno, en terapia intensiva. Ruego que recemos por él, que es un gran hombre y amado esposo de mi tía María Rosa. Y también oremos por ella que la está pasando muy mal a estas horas.

Pedimos oración por Jorge Marco T., de Córdoba, Argentina, que ha sido sometido a una compleja operación de la vista, para que por la intercesión de Santa Lucía, se recupere en plenitud. Marco es un excelente cristiano intensamente preacticanta a pesar de múltiples problemas de salud que padece. Que el Señor y la Virgen lo protejan.

Pedimos oración por Luz Amparo, de Medellín, Colombia, a quien el próximo viernes le practicaran una colonoscopia. Para que la Santísima Trinidad le conceda un buen resultado y pronto alivio. 

Pedimos oración por la estabilidad de la familia de Silvana M., de Buenos Aires, Argentina.

Desde Guayaquil, Ecuador, nos llega el siguiente pedido de oraciones: por los sacerdotes de la Congregación de Misioneros Oblatos de los Corazones Santísimos de Jesús y de María, en especial por el P. Marcos Cuenca, el P. Gilberth Ruiz, el P. Juan Carlos, los novicios y las vocaciones.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail:  Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com  
Solo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

“Intimidad Divina”

Todo lo gobierna con bondad

La sabiduría de Dios “se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo, y gobierna con bondad todo el universo” (Sb 8, 1). La sabiduría divina se identifica así con la providencia que lo ordena, dispone y guía todo al conseguimiento de un fin bien determinado; fin último y supremo: la gloria de Dios; fin próximo y secundario: el bien, la felicidad de las criaturas. Nada existe sin motivo y nada sucede al acaso en el mundo, sino todo, absolutamente todo, entra en el grandioso plan de la providencia divina, pues Dios lo dispone todo “con medida, número y peso” (Sb 11, 20). Si tal vez no alcanzamos a comprender la razón de ser de circunstancias y criaturas que nos hacen sufrir, es porque no sabemos descubrir el puesto que tienen en el plan de la divina providencia. Sin embargo, es seguro: todo acaecimiento, aunque sea triste y doloroso, está guiado por la providencia amorosa de Dios… Justamente porque nada se sustrae al sabio y paternal gobierno de Dios,, nada hay que temer; hasta las situaciones más difíciles y oscuras que destruyen los proyectos y obstaculizan los planes mejores, y que a una luz humana no presentan solución alguna, serán infaliblemente encaminados por Dios para bien.

Dios, una vez creado el universo, no lo deja a merced de sí mismo; sino cuida de todos los seres. “De todas las cosas cuida” (Sb 12, 13), pues a todas las ha creado pero su providencia se extiende sobre todo a los  hombres, a los cuales ama como a hijos: “Como uno a quien su madre le consuela”, así os consolaré yo –dice el Señor a Israel–. Desde los cabos de la tierra y desde lo más remoto te llamé… No temas, que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios” (Is 66, 13; 41, 9-10). Cada uno de los hombres puede con toda verdad tomar estas palabras como dirigidas a él; porque la providencia de Dios es tan grande, que, al mismo tiempo que abarca el universo entero, se ocupa de modo especial de cada criatura. Justamente bajo este aspecto nos ha presentado Jesús la providencia del Padre celestial: “Ni un pajarillo caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre… No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos” (Mt 10, 29-31).

Así como Dios no ha creado a los hombres en serie, sino individualmente a cada alma, del mismo modo, su divina providencia no se limita a asistir a la humanidad en bloque, sino atiende a los hombres uno por uno, conociendo todas las necesidades, las dificultades y hasta los deseos de cada uno, y sabiendo lo que más le conviene. La madre más amorosa puede ignorar una necesidad de su hijo, olvidarla, equivocarse en el modo de proveerla y verse en la imposibilidad de hacerlo; pero nada de esto sucederá jamás a Dios, cuya providencia lo sabe, lo ve y lo puede todo. “Aprended de los lirios del campo, cómo crecen, no se fatigan ni hilan. Pero yo os digo –afirma Jesús– que ni Salomón en toda su gloria se pudo vestir como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana va a ser echada al honro, Dios así la vista, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? (Mt 6, 28-30). La providencia de Dios nos rodea por todas partes; de ella vivimos, por ella nos movemos y somos, y, sin embargo, ¡qué tardos y desconfiados somos para creer en ella! ¡Cuánta necesidad tenemos de ensanchar el corazón en una confianza mayor, o más bien ilimitada, porque ilimitada es la divina providencia!

Tú y sólo tú, Dios mío, eres infinitamente sabio. En tu sabiduría has determinado todos los acontecimientos de mi vida, del primero al último. Todo lo has determinado del modo más perfecto. Tú sabes lo que me acaecerá, año tras año, hasta el fin, tú conoces la duración de mi vida y cómo será mi muerte. Todo lo has previsto y todo lo has querido, fuera del pecado. Todo suceso de mi vida es lo mejor que me puede suceder porque procede de ti. Tú me llevas adelante, año tras año, en tu maravillosa providencia, desde la juventud  hasta la madurez, con la ciencia más perfecta y con el más profundo amor... No me envíes, mi amoroso Señor, no me envíes, si es lícito suplicarte así, las pruebas que sólo los santos pueden soportar. Ten compasión de mi debilidad… Todo lo dejo en tus manos, amable Salvador mío, porque no quiero andar en estipulaciones contigo. Si quieres enviarme pruebas más duras, dame también más gracia, inúndame con la plenitud d tu fuerza y de tus consolaciones, para que esas pruebas no me sean ocasión de muerte, sino de vida y salvación. (J. H. Newman, Madurez cristiana).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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