PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2083 ~ Domingo
14 de Julio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
“Sed compasivos
como vuestro Padre es compasivo”. Esta es la herencia que Jesús ha dejado a
la humanidad. Para comprender la revolución que quiere introducir en la
historia, hemos de leer con atención su relato del “buen samaritano”. En él se
nos describe la actitud que hemos de promover, más allá de nuestras creencias y
posiciones ideológicas o religiosas, para construir un mundo más humano.
Lo primero es no cerrar los ojos. Saber “mirar” de manera
atenta y responsable al que sufre. Esta mirada nos puede liberar del egoísmo y
la indiferencia que nos permiten vivir con la conciencia tranquila y la ilusión
de inocencia en medio de tantas víctimas inocentes. Al mismo tiempo,
“conmovernos” y dejar que su sufrimiento nos duela también a nosotros.
Lo decisivo es reaccionar y “acercarnos” al que sufre, no
para preguntarnos si tengo o no alguna obligación de ayudarle, sino para
descubrir de cerca que es un ser necesitado que nos está llamando. Nuestra
actuación concreta nos revelará nuestra calidad humana.
Todo esto no es teoría. El samaritano del relato no se
siente obligado a cumplir un determinado código religioso o moral.
Sencillamente, responde a la situación del herido inventando toda clase de
gestos prácticos orientados a aliviar su sufrimiento y restaurar su vida y su
dignidad. Jesús concluye con estas palabras. “Vete y haz tú lo mismo”.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y para
poner a prueba a Jesús, le preguntó: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en
herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo
lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién
es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y
cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron
dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al
verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio
y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al
verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas
aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada
y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y
dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’.
»¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que
cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia
con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».
(Lc 10,25-37)
Comentario
Hoy, nos preguntamos: «Y, ¿quién es mi prójimo?» (Lc
10,29). Cuentan de unos judíos que sentían curiosidad al ver desaparecer su
rabino en la vigilia del sábado. Sospecharon que tenía un secreto, quizá con
Dios, y confiaron a uno el encargo de seguirlo... Y así lo hizo, lleno de
emoción, hasta una barriada miserable, donde vio al rabino cuidando y barriendo
la casa de una mujer: era paralítica, y la servía y le preparaba una comida
especial para la fiesta. Cuando volvió, le preguntaron al espía: «¿Dónde ha
ido?; ¿al cielo, entre las nubes y las estrellas?». Y éste contestó: «¡No!, ha
subido mucho más arriba».
Amar a los otros con obras es lo más alto; es donde se
manifiesta el amor. ¡No pasar de largo!: «Es el propio Cristo quien alza su voz
en los pobres para despertar la caridad de sus discípulos», afirma el Concilio
Vaticano II en un documento.
Hacer de buen samaritano significa cambiar los planes
(«llegó junto a él»), dedicar tiempo («cuidó de él»)... Esto nos lleva a
contemplar también la figura del posadero, como dijo Juan Pablo II: «¡Qué
habría podido hacer sin él? De hecho, el posadero, permaneciendo en el
anonimato, realizó la mayor parte de la tarea. Todos podemos actuar como él
cumpliendo las propias tareas con espíritu de servicio. Toda ocupación ofrece
la oportunidad, más o menos directa, de ayudar a quien lo necesita (...). El
cumplimiento fiel de los propios deberes profesionales ya es practicar el amor
por las personas y la sociedad».
Dejarlo todo para acoger a quien lo necesita (el buen
samaritano) y hacer bien el trabajo por amor (el posadero), son las dos formas
de amar que nos corresponden: «‘¿Quién (...) te parece que fue prójimo?’. ‘El
que practicó la misericordia con él’. Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo’»
(Lc 10,36-37).
Acudamos a la Virgen María y Ella —que es modelo— nos
ayude a descubrir las necesidades de los otros, materiales y espirituales.
Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España)
Santoral Católico
En el Santoral de hoy, como sucede todos los días,
tenemos varios santos y beatos. Y aunque no existe un “ranking” entre los
santos, creo que hay dos santos en este día 14 de julio que son verdaderamente
enormes en su manifestación de amor a Dios y al prójimo: San Francisco Solano y San Camilo de Lelis. No dejen de leer sus
biografías en los links que siguen a continuación:
San Francisco Solano
Presbítero Franciscano
Evangelizador de América
Información amplia: hacer clic acá.
San
Camilo de Lelis
Fundador
de la Comunidad
Siervos
de los Enfermos
Información
amplia: hacer clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Esperando la futura gloria
El túnel más
largo y oscuro se hace un camino llevadero, cuando sabes que al final te
aguarda una salida hacia la luz. Las arenas ardientes del desierto se superan,
cuando peregrinas sobre ellas con la esperanza segura de alcanzar el oasis
reparador. La oración responsorial de hoy —de los salmos 31 y 36— reavivará tu
esperanza.
V. ¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas
para tus fieles!
R. ¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas
para tus fieles!
V. Se nutren de lo sabroso de tu casa, les
das a beber del torrente de tus delicias.
R. Lo reservas para tus fieles.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. ¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas
para tus fieles!
Todo sufrimiento
se hace más soportable, si lo vives mirando hacia el futuro, con la seguridad
de que un día dejarás de padecer. Mejor aún si puedes vivir la esperanza mayor,
la que llega más allá del tiempo, y supera el dolor de la última pérdida, la
muerte, con la promesa de una Vida Plena. “Espera en el Señor, sé valiente, ten
ánimo, espera en el Señor”.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“El auténtico sentimiento religioso lleva a percibir de
algún modo el misterio de Dios, fuente de bondad, y esto constituye una fuente
de respeto y armonía… Vivir la caridad es, pues, un gozoso anuncio para todos,
haciendo visible el amor de Dios que no abandona a nadie… Actuad siempre con la
dulzura de la caridad y la valentía de la verdad.”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
El buen samaritano
Hoy nos habla Jesús de algo esencial y que muchas veces
hizo resaltar para diferenciar lo que entonces enseñaban los doctores de la ley
judía con lo principal de nuestra religión que es el amor. Los doctores se
preocupaban de enseñar leyes, y estaban persuadidos que quien mejor cumplía
esas leyes, en el sentido material o externo, más agradaba a Dios. Jesús
constantemente nos dice que Dios mira sobre todo el corazón y que es más
agradable a Dios quien más ama y sirve a los demás.
Un doctor de la ley se acerca a Jesús para hacerle una
pregunta. Dicho así podría ser algo muy bueno, porque es muy bueno que nos
preocupemos por preguntar nuestras dudas de religión a quienes creemos están
más preparados. Sólo con el hecho de preguntar, si lo hacemos porque queremos
mejor conseguir la vida eterna, ya estamos haciendo un mérito grande ante Dios.
Lo malo de entonces es que aquel doctor ya sabía lo que debía hacer, o por lo
menos se lo creía, y le pregunta a Jesús para tentarle, que es como tener la
pretensión de hacerle un examen y poderle poner una calificación. Jesús
aprovecha para darle, a él y a nosotros, una gran lección.
Como Jesús sabe que aquel hombre es un doctor en la Ley,
le pregunta qué es lo que está escrito y aquel doctor responde correctamente.
Jesús le dice que si lo cumple obtendrá lo que quiere, que es la vida eterna.
Aquel doctor ve que todo ha sido demasiado sencillo y le propone algo más a
Jesús: ¿Quién es mi prójimo?
Esto sí tenía ya más interés, porque para los judíos “el
amor al prójimo” creían que se refería sólo para ellos, los de su raza, que no
fuesen pecadores, no los extranjeros. Jesús quiere darle una lección de amor
universal. Pero no se queda en teorías, que son tan difíciles de permanecer en
la mente, sino que responde con una parábola hermosa: la del “buen samaritano”.
El amor no es sólo un enunciado bonito, sino que debe manifestarse en la
práctica: “Obras son amores y no buenas razones”.
Y como quiere decirle que el verdadero amor está por
encima de los actos de culto y de los intereses propios, le pone el ejemplo de
dos personas que no sólo conocen los actos de culto sino que parece que vienen
de cumplir con sus “obligaciones” para con Dios. Es lo que parece que quiere
indicar con eso de que “bajaban de Jerusalén”. Iban tranquilos porque habían
cumplido las leyes externas para con Dios; pero no se dignan atender al
necesitado que está medio muerto. Entonces pasa un samaritano, que para aquel
doctor era como un enemigo, o quizá como un “ilegal indocumentado” y actúa con
misericordia. Ayuda de forma que nos parece casi exagerada. Eso nos parece a
los que tenemos una misericordia muy pequeña. Jesús enseña una vez más lo que
había repetido, siguiendo palabras del Antiguo Testamento, que Dios quiere la
misericordia mucho más que todos los sacrificios. Es difícil a veces
“detenerse”, no por curiosidad, sino para hacer el bien, cuando se necesita
socorrer. Para ello lo primero es tener compasión, como decía san Pablo:
“sufrir con el que sufre y llorar con el que llora”.
Simbólicamente Jesús es el gran samaritano, que ha venido
del cielo para aliviarnos a nosotros que estamos caídos y con tantas
necesidades. A veces surgen “salvadores de la humanidad”, que lo único que
buscan es su propio provecho, faltándoles el amor. Cuando el evangelio dice del
samaritano: “se movió a compasión”, usa el evangelista los mismos términos que
cuando habla de la misericordia de Dios o de Jesucristo, quien siendo Dios, se
sacrificó por nosotros hasta la muerte de cruz. Esa misericordia sigue
derramándola hacia nosotros desde su presencia real en la Eucaristía.
Hoy también nos dice Jesús, como le dijo al doctor al
terminar la parábola: “Vete y haz tu lo mismo”. No basta con conocer lo que
debemos hacer, sino que lo tenemos que hacer. A veces cuando se habla de amar a
los demás, puede haber en el fondo un poco de diferencias entre superior e
inferior. Hoy se habla del “prójimo”, que da una idea de cercanía o de
igualdad, y sobre todo de universalidad.
P. Silverio Velasco (España)
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las
gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Ana L., de
Argentina, agradece a Dios por su bondad que le permitió salvar su vista,
proteger la salud de su hija y la operación de su hermano Ernesto. Nos sumamos en la plegaria.
Nos escribe Diana
para informar que hace varias semanas pidió oraciones en esta página para su
hermano Hari, que vive en Miami
(USA), a quien habían detectado una masa tumoral en el páncreas. Los últimos
estudios han resultado negativos y no hay enfermedad. Agradece la familia a
Jesús Misericordioso y a la Virgen de Lourdes por esta gracia tan grande.
También agradecen a todos quienes rezaron por esta intención.
Desde Tegucigalpa, Honduras, Marta Mercedes C. M.
desea dar gracias al Divino Niño Jesús y a la Santísima Virgen por favores
recibidos por sus hijos y por ella misma.
Desde ciudad de Guatemala, Armando A. agradece a Dios por haberlo bendecido con un trabajo.
Desde Costa Rica, Irene M. nos escribe para decirnos que
hace un par de semanas escribió pidiendo por su hija Mafer que pasaba una difícil situación económica que la tenía muy
deprimida… y por la gracia de Dios ahora ha conseguido dos trabajos muy buenos.
También agradece las oraciones hechas por Judy
que estaba con un embarazo de riesgo y ahora tanto ella como su hijita Antonella están muy bien. Nos sumamos a
la oración de agradecimiento a Dios.
También hemos recibido noticias de Giuliana Antonella P. que luego de ocho meses de tratamiento en
Buenos Aires, ya está en su casa, bien, y con indicación de realizar controles
periódicos. En nombre de su familia va el agradecimiento a Dios y a todas las
personas que rezaron por su recuperación.
“Intimidad Divina”
Domingo 15 del
Tiempo Ordinario
La ley de Dios es el gozne sobre el que gira la Liturgia
de hoy. “Escucha la voz del Señor tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos”
(Dt 30, 10). Dios no se ha quedado extraño a la vida del hombre, sino se ha
inclinado sobre él, ha pactado con él una alianza y le ha manifestado su
voluntad por la ley. No es una ley abstracta, impuesta sólo desde fuera, sino
escrita en el corazón del hombre desde el primer momento de la creación; una
ley, por lo tanto, acorde con su naturaleza, coincidente con sus exigencias
esenciales y apta para conducirlo a la plena realización de sí según el fin que
Dios le ha asignado “El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda
ni inalcanzable –dice el sagrado texto–. Está muy cerca de ti; en tu corazón y
en tu boca. Cúmplelo” (ib. 11, 14). Esa palabra se hizo luego inefablemente
cercana al hombre cuando la Palabra eterna de Dios, su Verbo, se hizo carne y
vino a plantar su tienda en medio de los hombres, revelándoles del modo más
pleno la voluntad divina expresada en los mandamientos y enseñándoles a
practicarlos con perfección.
El Evangelio del día (Lc 10, 25-37) presenta justamente a
Jesús al habla con un doctor de la ley acerca del mandamiento primero: el amor
a Dios y al prójimo… La conclusión es clara: no hay que hacer distinciones de
religión, ni de raza, ni de amigo o enemigo; todo hombre necesitado de ayude es
“prójimo” y debe ser amado como se ama cada uno a sí mismo. Más aún; la
parábola obliga al doctor de la ley a reconocer que quien ha cumplido la ley ha
sido no un hombre instruido especialmente en ella –como el sacerdote o el
levita–, sino por un samaritano, tenido por los judíos como incrédulo y
pecador; y éste precisamente es propuesto como modelo al que, con mentalidad
farisaica, se considera justo, impecable y observante de la ley. “Anda, haz tú
lo mismo” (ib. 37), le dice Jesús. Poco importa, en efecto, conocer la moral a
la perfección, discutir y filosofar en torno a ella, cuando no se sabe cumplir
los deberes más elementales en casos tan claros y urgentes como el propuesto
por la parábola. El que tiene el corazón duro y es egoísta, siempre hallará mil
excusas para eximirse de la ayuda al prójimo, sobre todo cuando al hacerlo le
sea incómodo y le exija sacrificio.
La segunda lectura (Cl 1, 15-20) trata un argumento del
todo diferente; celebra las grandezas de Cristo; su primado absoluto sobre
todas las criaturas, creadas “por él y para él” (ib. 16), y su soberanía sobre
los hombres, reconciliados con Dios “por medio de él” y redimidos “por la
sangre de su cruz” (ib. 20). Con todo es posible ponerlo en relación con el
Evangelio del día: Jesús, que es “imagen del Dios invisible, primogénito de
toda criatura, quiere ser reconocido y amado por los hombres en una imagen tan
humilde y tan visible como el prójimo. “Lo que hicisteis a uno de estos
hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40); es como decir
que el cristiano tiene que amar al prójimo no sólo como a sí mismo, sino como
está obligado a amar a su Señor.
Oh Dios, que
muestras a los errantes la luz de tu verdad para que puedan volver al camino
recto; concede a todos los que se profesan cristianos rechazar lo que es
contrario a este nombre y seguir lo que le es conforme. (Misal Romano,
Colecta).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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