miércoles, 20 de febrero de 2013

Pequeñas Semillitas 1959


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1959 ~ Miércoles 20 de Febrero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
“Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”
Señor,  toca mi corazón con tu gracia y no permitas que sea indiferente a tu Palabra. Concédeme que acepte tu amor sin exigirte más signos que la misma hermosura que tu Presencia santa y cautivante.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».
(Lc 11,29-32)

Comentario
Hoy, Jesús nos dice que la señal que dará a la “generación malvada” será Él mismo, como la “señal de Jonás” (cf. Lc 11,30). De la misma manera que Jonás dejó que lo arrojaran por la borda para calmar la tempestad que amenazaba con hundirlos —y, así, salvar la vida de la tripulación—, de igual modo permitió Jesús que le arrojasen por la borda para calmar las tempestades del pecado que hacen peligrar nuestras vidas. Y, de igual forma que Jonás pasó tres días en el vientre de la ballena antes de que ésta lo vomitara sano y salvo a tierra, así Jesús pasaría tres días en el seno de la tierra antes de abandonar la tumba (cf. Mt 12,40).
La señal que Jesús dará a los “malvados” de cada generación es su muerte y resurrección. Su muerte, aceptada libremente, es la señal del increíble amor de Dios por nosotros: Jesús dio su vida para salvar la nuestra. Y su resurrección de entre los muertos es la señal de su divino poder. Se trata de la señal más poderosa y conmovedora jamás dada.
Pero, además, Jesús es también la señal de Jonás en otro sentido. Jonás fue un icono y un medio de conversión. Cuando en su predicación «dentro de cuarenta días Nínive será destruida» (Jon 3,4) advierte a los ninivitas paganos, éstos se convierten, pues todos ellos —desde el rey hasta niños y animales— se cubren con arpillera y cenizas. Durante estos cuarenta días de Cuaresma, tenemos a alguien “mucho más grande que Jonás” (cf. Lc 11,32) predicando la conversión a todos nosotros: el propio Jesús. Por tanto, nuestra conversión debiera ser igualmente exhaustiva.
«Pues Jonás era un sirviente», escribe san Juan Crisóstomo en la persona de Jesucristo, «pero yo soy el Maestro; y él fue arrojado por la ballena, pero yo resucité de entre los muertos; y él proclamaba la destrucción, pero yo he venido a predicar la Buena Nueva y el Reino».
La semana pasada, el Miércoles de Ceniza, nos cubrimos con ceniza, y cada uno escuchó las palabras de la primera homilía de Jesucristo, «Arrepiéntete y cree en el Evangelio» (cf. Mc 1,15). La pregunta que debemos hacernos es: —¿Hemos respondido ya con una profunda conversión como la de los ninivitas y abrazado aquel Evangelio?
Fr. Roger J. LANDRY (Hyannis, Massachusetts, Estados Unidos)


Santoral Católico:
San Eusquerio
Obispo de Orleans


Natural de Francia y nacido de familia noble alrededor del año 690, en Orleans.

Dice la leyenda que su madre era piadosísima y que poco antes de tener al hijo tuvo un sueño angelical. Sí, una criatura celeste le anunciaba que iba a ser madre de un futuro obispo muy santo. Y es que hubo un tiempo en que las biografías de santos tenían poco «gancho» si no se presentaba su figura con títulos de gran alcurnia y con abundancia de datos sobrenaturales.

Normalmente las cosas de Dios suelen ser más simples y sencillas y el santo se forja en el continuo juego de la correspondencia a la gracia, teniendo con frecuencia los altibajos que dependen tanto de los dones otorgados -y esto sólo lo puede medir el Espíritu Santo- como de la generosidad en la respuesta del que los recibe -siendo esto cosa muy difícil de calibrar.

El caso es que nació como todos los niños y con la acción de gracias de los padres, como es lo normal. De niño se inicia en el conocimiento de las letras y cuando joven le entusiasman los conocimientos propios del saber de la época; se adentra en las artes y en las ciencias; le gusta la filosofía y prefiere ante todo la teología. Al calor de la devoción sincera con la Virgen comienzan a señalarse rasgos de profundidad en la virtud.

Cuando Leodoberdo es obispo abraza el estado clerical. Luego se hace monje en el monasterio de Jumièges, a orillas del Sena, cerca de Ruan; al parecer es uno de los lugares santos de más estricta observancia. A la oración y la penitencia propia del monasterio añade el estudio de los sagrados cánones y de los santos Padres. Recibe el Orden Sacerdotal y se adentra en la Eucaristía con lágrimas en los ojos.

Muerto Severo, obispo de Orleáns, es propuesto para obispo de la sede vacante. Tiene que ser Carlos Martel, el rey merovingio hijo bastardo de Pipino de Heristal, quien casi le obligue a aceptar, una vez vencida la resistencia personal a abandonar el silencio del claustro y la compañía de sus hermanos monjes. Pensaba en aquel momento que las «dignidades» bien podrían ser causa de condenación.

Parece que le va bien el oficio de obispo, un tanto extraño para un monje. Desempeña su ministerio con un celo poco usual. Cuentan los cronicones que entra de lleno en cuidar la disciplina eclesiástica ya que está convencido de que el buen ejemplo es la primera predicación al pueblo. Y así sucedió. Con un clero bien dispuesto, llegan tempranos los frutos que pudo recoger: hay reforma en las costumbres del pueblo; se da una vuelta a la piedad sincera. Incluso se traspasan los límites de la diócesis de Orleáns que agradece de modo ostensible el recibimiento a su obispo-padre hasta en los lugares más remotos.

No iba a estar exenta esta santa vida y labor de cruces que purifican ni de la acción de los que padecen el tic de la envidia que siempre y en todo lugar fueron muchos. Aquí también. Soliviantan los ánimos de Carlos Martel, cuando regresa de Aquitania, volviéndolos en contra de su protegido de otro tiempo porque tuvo el valor de enfrentarse el rey franco defendiendo los bienes de la Iglesia al utilizarlos como fondos para sus campañas guerreras. Los envidiosos supieron aprovechar bien el momento y echaron leña al fuego hasta levantar una hoguera de tamaño natural. El resultado fue el destierro del obispo Euquerio que muere el 20 de febrero del año 743 en la abadía de Tron donde pasó en humilde y escondida santidad sus últimos seis años.

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Camino diario a la felicidad

La vida se nos ha dado para ser felices y hacer felices a los demás. Haremos felices en la medida en que seamos felices. Dios nos puso en un jardín. Somos nosotros los que transformamos el jardín en un valle de lágrimas con nuestra falta de fe, de amor y sabiduría. (Ignacio Larrañaga).

Orar: Es el poder más grande sobre la Tierra.
Amar: Es el privilegio que Dios nos ha dado.
Leer: Es la fuente de la sabiduría.
Amistad: Es el camino de la felicidad.
Dar: Es la forma de recibir.
Divertirse: Es el secreto de la eterna juventud.
Reír: Es la música del alma.

El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.

Padre Natalio


La frase de hoy

"Cuando quieras emprender algo,
habrá un montón de gente que te dirá que no lo hagas;
cuando vean que no te pueden detener,
te dirán cómo lo tienes que hacer;
y cuando finalmente lo logres,
dirán que siempre han creído en ti"

Dante Gebel


Tema del día:
Con María, caminando la Cuaresma


"Convertíos, y creed en el Evangelio"... repite una y otra vez, el sacerdote en la imposición de las cenizas. "Convertíos".

- Pero ¿No se supone, Madre querida, que ya estamos convertidos? Digo, estamos aquí, en misa, creemos en tu Hijo, ¿Por qué nos dice esto?

Miro tu imagen, tu conocida y querida imagen, Señora de Luján, y te pido disculpas por mi ignorancia, pero mi amor a tu Hijo necesita respuestas...

- Hija querida, puedes preguntarme todo, todo lo que no comprendas, porque cada pregunta tuya, cada búsqueda de la verdad es una caricia a mi corazón entristecido. Y nada me hace más feliz que contestarte, mostrarte los caminos a mi Hijo, tomarte de la mano y llevarte a Él, pues muchas veces veo que no te atreves a caminar sola.

Es cierto, María, muchas veces me quedo atrapada en mis miedos, mis dudas, mis ignorancias, pero me consuela saber que puedo extender mi mano en la plenísima seguridad de que siempre hallaré la tuya.

-Para aclarar tu duda te digo que ese "Convertíos" que tanto te descoloca es como una puerta para comenzar a caminar tu Cuaresma...

- ¿Mi Cuaresma, Señora?

- Sí, tu Cuaresma... como te hablé un día de tu propio camino hacia la Navidad, debo hablarte ahora de tu propio camino de Cuaresma....

- Explícame, Señora.

Me quedo mirando tu imagen fijamente, me abrazas el alma y me llevas de la mano a los lejanos parajes de Tierra Santa...

"Era invierno" (Jn 10,22). El viento helado cala hasta los huesos, caminamos entre la gente y te sigo, sin saber adónde. De repente nos encontramos frente a las escalinatas del Templo de Jerusalén. Allí "Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver cómo la gente echaba dinero para el tesoro"(Mc 12,41). Nos vamos acercando lentamente, yo temo de que alguien advierta mi presencia...

- No temas, nadie puede verte, solo Jesús y yo...- Recuerdo muchas veces en que creí que nadie podía verme, y siento vergüenza por todos mis pecados escondidos....

- Señora ¿qué hacemos aquí?

- Quiero que comiences a caminar tu Cuaresma, y que la vivas tan plenamente como te sea posible.

- Supongo que eso será muy bueno para mí.

- No sólo para ti. Verás, si todo el dolor de esta cuaresma de tu vida, lo depositas en mi corazón, si vives tu tristeza, tu angustia y tu soledad como un compartir la tristeza y soledad de mi Hijo, entonces, querida mía, no sólo será beneficioso para tu alma, sino que yo lo multiplicaré para otras almas.

Asombro, esa es la palabra que podría definir todos mis encuentros contigo... asombro; ante la magnitud de tu amor, ante la magnitud de la misericordia tuya y de tu Hijo... Asombro y alegría... una dulcísima alegría de saberme tan amada.

- Mira, hija, el rostro de Jesús....

Contemplo el amadísimo rostro. Su mirada está serena, aunque inmensamente triste.

- ¿Por qué está triste el Maestro, Madre?

- Pregúntaselo hija, vamos anda....

Confieso que me tiemblan las piernas y el corazón amenaza con salir de mi pecho pero, increíblemente, una serena paz me inunda el alma....

- Señor- y no encuentro palabras. Sí, todas las palabras que transito diariamente y cuyos rostros y voluntades creo conocer, todas las palabras con la que he justificado mis olvidos, parecen desvanecerse antes de que pueda atraparlas. Vuelan, como pájaros espantados, no se sienten dignas, comprendo entonces que sólo el amor es digno. Por fin, atrapo las más puras...

- Señor, déjame compartir tu tristeza...

Oh, Señora mía, tu Hijo vuelve sus ojos mansos hacia mí y su mano se apoya en mi hombro.... mi alma se estremece ¿Quién soy yo, para merecer tal detalle de amor?

-¿Por qué me pides eso?

- Porque te amo, y no tengo nada digno para darte que te alivie -mi voz es apenas un susurro- Porque me amas y sé que estás pasando todo esto para que yo tenga vida eterna. Tú nos pides que carguemos la cruz y te sigamos, Maestro. Pero yo... ¡yo no sé cómo se hace eso! -Y me deshago en llanto, y me siento pequeña, insignificante, tan pecadora e indigna que quisiera salir corriendo... pero ¿Adónde? ¿Adónde iré, Señor mío, si sólo tú tienes palabras de vida eterna?

- Hermanita del alma -y tu voz mansa calma y disipa mis tempestades -si quieres seguirme, niégate a ti misma, carga con tu cruz de cada día y sígueme.

Jesús me mira y su mirada traspasa todas las corazas con las que intento cada día disfrazar mi corazón. Quisiera que viese el paisaje que Él espera, no el que mi tibieza y olvidos construyeron neciamente. Pero ya es tarde para pretender eso… o no. Tu misericordia, Señor, es un torrente inagotable que puede sanar el corazón más destruido, el más olvidado, el más solitario.

Unos hombres se acercan. Probablemente sus apóstoles. Jesús se retira y María, que está a pocos pasos escuchando cada palabra, se acerca a mí. Tomándome por los hombros, me lleva a las afueras de la ciudad. Allí, en un reparo tibio doy rienda suelta a mi llanto....

Ella nada dice, sólo me mira con infinita ternura.

- Ay, Madre, Madre, ¡Cómo puedo ser tan torpe! El Maestro es tan sencillo y claro para hablarme, que se supone debo entender ¡Pero no, no entiendo! ¡No sé cómo llevar a mi vida de cada día sus preciosísimos consejos! ¡Ayúdame, por piedad!

Colocas delicadamente mi cabeza en tu hombro... ¡Qué remanso para mi alma dolorida!

- Hija, intentaré explicarte más detalladamente, no sólo para que comprendas sino para que te determines a caminar.

- Te escucho, Madre, mi corazón tiene tanta sed de tus palabras.

- Bien, comenzaremos por lo primero que te dijo Jesús: "¿Por qué me pides eso?". Él sabe que tú no le pedirías caminos si no fuese que el Espíritu te ha creado esa necesidad. Tú no amaste a Jesús y Él te escuchó, sino que Él te amó primero. ¿Comprendes la diferencia? Que tú le busques, le necesites, es una clara señal de que Él te ama. Luego te dijo las condiciones para seguirlo. Veamos esto parte por partes: "Si quieres seguirme". No se trata de que te acerques por interés de conseguir algo que deseas, porque te sientes sola y no encuentras nada mejor o porque se supone que debes hacerlo. Nada de eso. Se trata de que "quieras" y ese querer parte de una gracia del Espíritu que tu corazón escucha y acepta. Luego te dijo: "Niégate a ti misma". Allí te está pidiendo que cultives, en lo más profundo de ti, la humildad y que la dejes crecer sin ahogarla con tu orgullo y vanidad.

- Para ello necesitaré mucha oración, supongo...

- Por cierto. Oración, pero oración que no es mera repetición de palabras. Puedes comenzar analizando tu actitud en la oración. ¿Cómo rezas? ¿Como el fariseo: "Te doy gracias porque no soy como los demás", creyendo que tu fe es mejor o más valiosa a los ojos de Dios que la de una simple mujer que reza cada día el Rosario en la soledad de la parroquia, con una voluntad y constancia que tú no posees. Hija, intenta rezar como el publicano, que se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo: "Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador". Renunciar a la tentación del aplauso, del halago. Renunciar a la vanidad de sentirse mejor que otros es difícil hija, más no imposible. Cuando lo logras, las alas de tu alma se despliegan en vuelo límpido hacia cielos más altos.

- Madre, madre... cuánto he lastimado el Sagrado Corazón de tu Hijo, cuánto necesito de su misericordia. Continúa, que en este punto ya no quiero el retorno...

- "Toma tu cruz y sígueme". Así, tal cual, hija. "Tu" cruz, no la ajena, no la que te gustaría, sino la tuya, la conocida, la que crees no merecer y que, sin embargo, te lleva a la eternidad. "Sígueme" pero ¿Cómo piensas seguirle? ¿Rezongando y protestando por el peso de tu cruz, quejándote de que otros tienen cruces más livianas? ¡Cómo si pudieras tú ver el corazón sangrante o el alma doliente de tu hermano! ¿Le seguirás arrastrando la cruz para que deje marcas en la arena buscando la compasión de los demás?... Hija, debes abrazar tu cruz y amarla...

- ¿Cómo se ama la cruz, Señora?

- Se ama en aquél que te lastima con su indiferencia, en el que no te escucha, en la que te difama. Se ama construyendo cada día en tu familia aunque sientas que predicas en el desierto. Se ama sembrando, aunque sientas que el viento de la indiferencia arrastra la semilla. Tú nunca sabes si alguna quedó plantada y la misericordia de Dios hará que dé fruto, a su tiempo, cuando menos lo esperes. No temas la dureza del tiempo de siembra, piensa en la alegría de la cosecha... que llega, hija, llega, siempre.

Tu voz dulce, segura y pura riega la aridez de mi alma, abre puertas cerradas por tanto tiempo y el sol de la luz de Cristo entra a raudales en los más recónditos espacios de mi interior. Caminar la cuaresma, vencerme, cargar la cruz. ¿Podré? ¿Cuánto tiempo durará en mí este deseo de caminar tras Jesús?

- Tanto tiempo como lo alimentes. La Eucaristía, Jesús mismo, te dará la fuerza, la constancia, la paz. Y yo estaré siempre contigo, para secar tu frente, para enjugar tus lágrimas, aun cuando no me veas, an cuando me creas lejos. Siempre...

Cae la tarde y el sol se esconde en el horizonte mientras yo me escondo en tu pecho en apretado abrazo. Cuando abro los ojos el sacerdote está por comenzar la ofrenda del pan y del vino. Miro tu imagen. Me sonríes desde ella. Un viento fresco entra por la ventana, el sol se termina de esconder en el horizonte y, por un exquisito regalo tuyo, siento que me continúas abrazando. Siempre.

Amigo que lees estas líneas. No temas recorrer tu propia Cuaresma, no reniegues de tu cruz. Cuando sientas que caes bajo su peso, levanta los ojos y verás la mano de tu madre, extendida. No le reproches nada, sólo tómala, y verás que tus heridas cicatrizan en medio del más profundo amor.

Nota de la autora:
"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."

Ma. Susana Ratero


Cuaresma día por día:
Día 8º. Miércoles primero.


Dios no se asusta de mí.

Quizá hayas visto la película "Tarzán en Nueva York". Describe las divertidas aventuras de Tarzán y Chita cuando son trasladados en avión desde la selva a la ciudad de los rascacielos, donde todo les llena de asombro y les ocurren mil peripecias.

Chita protagoniza una de las sorpresas: al llegar a la habitación del hotel ve reflejada su fea cara sobre el gran espejo del armario. El susto fue tan descomunal que, lanzando un terrible bramido presa de pavor, salió corriendo: no se imaginaba que aquel feísimo "monstruo" que ha visto en la habitación es su propia imagen reflejada en el espejo.

La escena acaba bien: Chita se refugió en los brazos de Tarzán, que la abrazó con afecto, calmándola con sus caricias. Y es que Tarzán quería a Chita como era: con sus pelos negros y largos, su rostro de irracional y su mirada extraviada.

Dios nos quiere a cada uno de nosotros infinitamente más: sabe mejor que nadie cómo somos; conoce nuestros fallos; no ignora que somos miserables y que tenemos muchos defectos. Nos conoce mucho mejor que podemos conocernos a nosotros mismos, y tiene en cuenta nuestras cosas buenas y nuestros deseos de mejorar.

Dios no se asusta de nuestras fealdades.

Gracias, Dios mío, porque me quieres a mí y a cada uno más que todas las madres del mundo puedan querer a sus hijos; no te asustas ante nuestras torpezas, ni ante nuestras miserias, y nos acoges con un cariño infinitamente mayor que el que tenía Tarzán a Chita. El problema es que cuando yo voy descubriendo lo feo que soy (mis limitaciones, fallos, miserias, etc) me puedo "medio asustar" y pensar que no me es posible ser santo, que no puedo estar cerca de ti, entonces puedo desanimarme, olvidarme de que Tú me quieres como soy, y alejarme de Ti. Que no me pase esto, Señor. Si alguna vez me alejo de Ti, volveré corriendo a tu lado contándote lo que me pasa.

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

P. José Pedro Manglano Castellary


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de María Lidia Ofelia P. de D., fallecida el 12 de enero último, y de Socorro D. que partió a la casa del Padre celestial hace ya 7 años. Ambos vivían en El Salvador. Que el Señor los reciba en su Reino.

Pedimos oración por Celeste, que es una niña próxima a cumplir un año de vida, radica en la provincia de Buenos Aires, Argentina, y tiene un problema de divertículos intestinales por el cual tal vez deba ser operada. Actualmente está con anemia y toda su familia vive esta situación con preocupación y angustia. Rogamos a María, que acompañó a Jesús en su Pasión, que ahora acompañe a Celeste hasta su completa recuperación por los méritos de Jesús.

Pedimos oración por Yanliet E. C., de 35 años, que vive en Cuba, madre de un niño de 10 años, padeciendo desde el 2006 de un craniofaringioma suprasellar. Ha tenido 3 cirugías de cerebro y ahora el tumor volvió a crecer lo cual plantea una situación muy delicada. Unamos nuestras oraciones para que se pueda encontrar, con la ayuda de Dios, una solución favorable para ella.

Pedimos oración para que Melissa y Huberth Antonio, ambos de San José, Costa Rica, consigan pronto un trabajo estable y digno.

Pedimos oración por Pablo V., de Argentina, que está cumpliendo una misión laboral fuera del país en estos momentos, para que su alma, encuentre la paz del Señor que está buscando y que tanto necesita, y que Dios en su infinito Amor y Misericordia lo colme de la gracia necesaria para reencauzar su vida.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


El rincón de los lectores


Desde hace años hemos tenido esta sección llamada “El rincón de los lectores” destinada a dar cabida a los mensajes, opiniones y comentarios de las personas que leen Pequeñas Semillitas, que han podido expresarse libre y respetuosamente. Ahora, con nuestra presencia en Facebook, la posibilidad de manifestarse es mucho más abierta, directa y permanente.
Igual vamos a mantener esta sección para los que deseen expresarse por esta vía. Para que tu mensaje se publique debes dirigirlo por mail a pequesemillitas@gmail.com con el título "El rincón de los lectores" y deberá ser muy breve y no contener conceptos agraviantes para nada ni para nadie.
Los mensajes serán moderados por el propietario de esta página y se publicarán a medida que el tiempo y el espacio en la misma lo permitan, y no se admitirán réplicas o respuestas públicas a mensajes anteriores de otros lectores.

# Alma Islas - 19 de Febrero de 2013 – Monterrey - México

Doy gracias a Dios por haber puesto en mi camino la página de Pequeñas Semillitas, que de hecho no recuerdo cómo llegué a inscribirme en esta publicación que alimenta mi alma, mi espíritu y me fortalece día a día.  Lo mejor de este encuentro, la distribución que hago a otros cristianos, que en su momento agradecen recibir mensajes positivos y edificantes;  incluso me han considerado un instrumento de Dios, lo que para mí es un honor. Dios les Bendice.

# Nota del autor:
Te agradezco tus palabras y sobre todo te agradezco que tú también ayudes a sembrar estas Semillitas, reenviándoselas a otras personas, para que la Palabra de Jesús llegue también a sus corazones…
Saludos y bendiciones.
Felipe


“Intimidad Divina”

El pecado

El pecado (…) impide creer en Dios, aceptar su palabra, seguir su ley. El pecado invade todo el mundo y es la raíz de todos los males que aquejan a la humanidad  y despedazan a la Iglesia. Y sin embargo, mientras el hombre, abusando de su libertad, se aleja voluntariamente de Dios, el Señor no cesa de llamarlo de nuevo, de invitarlo al retorno. Los caminos del Señor son caminos de amor infinito: él llama al hombre a participar de su vida divina, a vivir en comunión íntima y personal con él. Los caminos del hombre pecador van en dirección completamente opuesta: rechazan el amor, rompen las relaciones de amistad con Dios. Estas son las consecuencias del pecado mortal. Dios, que es la causa de todo ser, ha de estar presente también en el pecador, pero no está presente en él como Padre, como Huésped, como Trinidad que se ofrece al hombre para ser objeto de conocimiento y de amor. Por ese camino el hombre, creado para ser el templo vivo de la Trinidad, se hace incapaz de vivir en sociedad con las tres Personas divinas, se cierra el camino de la unión con Dios y obliga a Dios a romper toda relación de amistad. Ahí está la malicia del pecado: repudiar el don de Dios, traicionar al Creador, al Padre y al Amigo.

La historia en todas sus páginas documenta los desastrosos efectos del pecado. Un solo pecado transformó en un instante a Lucifer de ángel de luz en ángel de las tinieblas y en eterno enemigo de Dios. Un solo pecado desposeyó a Adán y Eva del estado de amistad con Dios, privándoles de todo don sobrenatural y preternatural, condenándoles a la muerte y arrastrando en su desgracia a toda la humanidad. Pero más fuertemente aún que estos hechos, es la Pasión de Jesús lo que nos revela la enorme malicia y la fuerza destructora del pecado. Los miembros desgarrados de Cristo, su dolorosísima muerte en la cruz, proclaman que el pecado es una especie de deicidio. El Hijo de Dios, por causa del pecado, se ha convertido en “varón de dolores”… herido de Dios y humillado… herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas” (Is 53, 3-5). Y como respuesta a esa malicia, Cristo ha abrazado voluntariamente la muerte por la salvación del hombre pecador.

Jesús no ha excluida a nadie de los beneficios de su obra redentora. Dirigiéndose a la misma generación que le rechazaba, Jesús decía: “Esta generación… busca una señal y no se le dará otra señal que la señal de Jonás” (Lc 11, 29). Como Jonás que después de pasar tres días en el vientre del pez, fue devuelto a la tierra y mandado a predicar a Nínive, así Jesús después de estar tres días en el sepulcro, resucitará de la muerte para dar vida a todos los que crean en él. La muerte y la resurrección de Cristo son la señal más espléndida de su amor para con los hombres pecadores y al mismo tiempo la máxima prueba de su divinidad. Quien acepte a Cristo se salvará, podrá lavar los pecados en su sangre redentora y resucitar en él a una vida nueva. Hay sin embargo muchos que siguen rechazando esta señal y buscando otras, y por eso permanecen en sus propios pecados. Fiel a la ley de la solidaridad, todo cristiano está obligado no sólo a convertirse personalmente de su pecado, sino también a luchar, a sufrir y a pagar por los pecados de los hermanos, apresurando con la oración y con el amor su conversión.

Angosta es la casa de mi alma para que vengas a ella: sea ensanchada por ti. Ruinosa está: repárala. Hay en ella cosas que ofenden tus ojos: lo confieso y lo sé; pero ¿quién la limpiará o a quién otro clamaré fuera de ti: “De los pecados ocultos líbrame Señor, y de los ajenos perdona tu siervo”? Creo, por eso hablo. Tú lo sabes, Señor. ¿Acaso no he confesado ante ti mis delitos contra ti, ¡oh Dios mío!, y tú has remitido la impiedad de mi corazón? No quiero contender en juicio contigo, que eres la verdad, y no quiero engañarme a mí mismo, para que no se engañe a sí misma mi iniquidad. No quiero contender en juicio contigo, porque si miras a las iniquidades, Señor, ¿quién, Señor subsistirá? Con todo, permíteme que hable en presencia de tu misericordia, a mí, tierra y ceniza; permíteme que hable, porque es a tu misericordia, no al hombre, mi burlador, a quien hablo. Tal vez también tú te reirás de mí; más vuelto hacia mí, tendrás compasión de mí. (San Agustín, Confesiones)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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