sábado, 2 de febrero de 2013

Pequeñas Semillitas 1941


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1941 ~ Sábado 2 de Febrero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Hoy, 2 de febrero, al igual que todos los años, se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada con un triple objetivo:
- Promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y el aprecio de la vida consagrada.
- Dar gracias a Dios por el gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con sus múltiples carismas y con los frutos de tantas vidas consagradas totalmente a la causa del Reino.
- Invitar a las personas consagradas a celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor ha realizado en ellas y hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo.
Esta Jornada fue promovida por el Papa Juan Pablo II en 1996 y se celebró por primera  vez el 2 de febrero de 1997. Es una buena ocasión para saludar a todas las personas que generosamente han consagrado su vida al Señor y elevar una oración a Dios para que aumenten las vocaciones sacerdotales y religiosas, tan necesarias para su Iglesia.
“La mies es mucha, mas los obreros pocos, rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” Mt 9, 37-38.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor» y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
(Lc 2,22-40)

Comentario
Hoy, aguantando el frío del invierno, Simeón aguarda la llegada del Mesías. Hace quinientos años, cuando se comenzaba a levantar el Templo, hubo una penuria tan grande que los constructores se desanimaron. Fue entonces cuando Ageo profetizó: «La gloria de este templo será más grande que la del anterior, dice el Señor del universo, y en este lugar yo daré la paz» (Ag 2,9); y añadió que «los tesoros más preciados de todas las naciones vendrán aquí» (Ag 2,7). Frase que admite diversos significados: «el más preciado», dirán algunos, «el deseado de todas las naciones», afirmará san Jerónimo.
A Simeón «le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor» (Lc 2,26), y hoy, «movido por el Espíritu», ha subido al Templo. Él no es levita, ni escriba, ni doctor de la Ley, tan sólo es un hombre «justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel» (Lc 2,25). Pero el Espíritu sopla allí donde quiere (cf. Jn 3,8).
Ahora comprueba con extrañeza que no se ha hecho ningún preparativo, no se ven banderas, ni guirnaldas, ni escudos en ningún sitio. José y María cruzan la explanada llevando el Niño en brazos. «¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 24,7), clama el salmista.
Simeón se avanza a saludar a la Madre con los brazos extendidos, recibe al Niño y bendice a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32).
Después dice a María: «¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35). ¡Madre!, —le digo— cuando llegue el momento de ir a la casa del Padre, llévame en brazos como a Jesús, que también yo soy hijo tuyo y niño.
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)


Santoral Católico:
Fiesta de la Candelaria
Presentación de Jesús en el Templo


Para cumplir la ley, María fue al Templo de Jerusalén, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús. Esta fiesta ya se celebraba en Jerusalén en el siglo IV.

La festividad de hoy, de la que tenemos el primer testimonio en el siglo IV en Jerusalén, se llamaba hasta la última reforma del calendario, fiesta de la Purificación de la Virgen María, en recuerdo del episodio de la Sagrada Familia, que nos narra San Lucas en el capítulo 2 de su Evangelio. Para cumplir la ley, María fue al Templo de Jerusalén, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús, para ofrecer su primogénito y cumplir el rito legal de su purificación. La reforma litúrgica de 1960 y 1969 restituyó a la celebración el título de “presentación del Señor” que tenía al principio: la oferta de Jesús al Padre, en el Templo de Jerusalén, es un preludio de su oferta sacrificial sobre la cruz.

Este acto de obediencia a un rito legal, al que no estaban obligados ni Jesús ni María, constituye una lección de humildad, como coronación de la meditación anual sobre el gran misterio navideño, en el que el Hijo de Dios y su divina Madre se nos presentan en el cuadro conmovedor y doloroso del pesebre, esto es, en la extrema pobreza de los pobres, de los perseguidos, de los desterrados.

El encuentro del Señor con Simeón y Ana en el Templo acentúa el aspecto sacrificial de la celebración y la comunión personal de María con el sacrificio de Cristo, pues cuarenta días después de su divina maternidad la profecía de Simeón le hace vislumbrar las perspectivas de su sufrimiento: “Una espada te atravesará el alma”: María, gracias a su íntima unión con la persona de Cristo, queda asociada al sacrificio del Hijo. No maravilla, por tanto, que a la fiesta de hoy se le haya dada en otro tiempo mucha importancia, tanto que el emperador Justiniano decretó el 2 de febrero día festivo en todo el imperio de Oriente.

Roma adoptó la festividad a mediados del siglo VII, y el Papa Sergio I (687-701) instituyó la más antigua de las procesiones penitenciales romanas, que salía de la iglesia de San Adriano y terminaba en Santa María Mayor. El rito de la bendición de los cirios, del que ya se tiene testimonio en el siglo X, se inspire en las palabras de Simeón: “Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones”. Y de este rito significativo viene también el nombre popular de esta fiesta: la así llamada fiesta de la “candelaria”.

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Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

La paz del corazón

La paz del corazón es un tesoro tan grande que debemos cuidarla y defenderla. La ambición desmedida puede entregarnos de tal manera a una vida inquieta y agitada que, por lograr objetivos imprudentes, acabamos destruidos por dentro. Aquí tienes una oración responsorial que, con sus reiteraciones, te invita a entrar en un sueño apacible al amparo de Dios.

- En paz me acuesto y enseguida me duermo.
- Porque tu sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
- Enseguida me duermo.
- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
- En paz me acuesto y enseguida me duermo.

La agitación y el ritmo descontrolado de las ocupaciones pueden hacerte olvidar las cosas esenciales de la vida. No te dejes perturbar por excesos o las preocupaciones cotidianas. La serenidad de tu espíritu es un valor tan grande que no merece canjearse por las cosas materiales.

Padre Natalio


La frase de hoy

"La Misa es Cristo en la Cruz,
con María y Juan a los pies de la misma
y los ángeles en adoración.
Lloremos de amor y adoración
en esta contemplación"

San Pio de Pietrelcina


Tema del día:
La soberbia y cómo tratarla


Después de leer la definición de soberbia seguro que reconoceremos a alguna persona muy soberbia o situaciones en las que hemos actuado de ese modo. La soberbia es una emoción que se caracteriza por alimentar la propia vanidad y la satisfacción del ego. Una persona soberbia nunca se rebajaría pidiendo ayuda o perdón.

Definición de soberbia

Existen tres términos relacionados: amor propio, orgullo y soberbia. Para distinguirlos podemos tener en cuenta que la soberbia es más grave que el orgullo y el orgullo que el amor propio, aunque bien pudieran ser sinónimos, ya que la soberbia, el orgullo y el amor propio se manifiestan normalmente bien compenetrados. En el lenguaje coloquial, se diferencian por pequeños matices, incluso el orgullo es valorado cuando se trata de defender causas o virtudes nobles.

La soberbia es una emoción que exagera, agranda y magnifica. Necesita situarse superior a los demás, por encima de los demás. Y desde esa perspectiva ver a los otros allí abajo... como seres inferiores. La principal forma de la soberbia consiste en achicar a los demás para agrandarse el soberbio/a desde su pedestal, perdiendo los límites.

Las personas soberbias manipulan, critican sin piedad, son arrogantes, siempre presumen de tener la razón única, les cuesta controlar su ira y tanto pedir como ofrecer afecto.

En realidad, la soberbia supone un gran desgaste para la persona soberbia que emplea mucha energía en aparentar lo que no es. Como un soberbio/a tiene su ego muy inflado, necesita tratar de conservar esa presión para mantener su imagen y no desinflarse.

La persona soberbia necesita a los otros

La persona soberbia necesita a sus súbditos a quienes mostrar lo superior que es, y necesita de los halagos. Cuando no los tienen se enfadan con el resto del mundo y si los halagos aumentan, se infla su ego hasta que termina por estallar y deja ver los pequeños seres que son en realidad.

Las personas soberbias saben que es muy fácil desenmascararlos, por eso están siempre a la defensiva. Basta con conocer cuál es el motivo de su orgullo y halagarlos al máximo. Insistiendo en este aspecto, con el tiempo se consigue que el soberbio/a se derrumbe.

Señales que delatan a una persona soberbia

- Elevado grado de orgullo y exhibición de poder y méritos.
- Desconsiderar y menospreciar a los que les rodean.
- Tendencia a sentirse por encima de los demás.
- Ego muy elevado, baja autocrítica.
- Se priorizan a sí mismos y sus necesidades, los demás sólo interesan para autoafirmarse.
- Viven en una competencia constante.
- Suelen humillar y ser cínicos, con aires de superioridad.
- Necesitan reconocimiento general y así generan muchos enemigos.
- Generalmente están siempre de malhumor y nunca aceptan sus errores.

¿Qué podemos hacer para combatir la soberbia?

# Dejar de criticar: una persona que critica es probable que en su infancia fuera criticado/a. Aunque es un proceso inconsciente no impide que el soberbio/a se cargue de negatividad y falta de amor. Antes de criticar a alguien se debe de analizar ese mismo defecto en uno mismo. El consejo sería: hablar de los propios defectos antes de criticar a los demás.

# Reír: la risa puede ser un remedio para alejar los pensamientos negativos y las críticas. Sonreír crea un clima positivo y las relaciones personales mejoran.

# Perdonar: para perdonar hay que empezar practicando la empatía, ponerse en el lugar de la otra persona. Perdonando de forma sincera se consigue aumentar la satisfacción personal y aporta tranquilidad espiritual.

# Dominar la vida: no permitir que la vida nos domine. Ser dueño de nuestras propias decisiones, de nuestro tiempo, priorizando lo que consideramos más importante y pensar en positivo.

# Sacarle provecho a la energía mental: estudios científicos afirman que solo empleamos un porcentaje mínimo del cerebro. La rutina y los pensamientos negativos agotan la energía mental. Para no desperdiciar esta energía debemos de controlar nuestras emociones y desarrollar la inteligencia emocional.

# Desarrollar la inteligencia emocional: como defiende Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional”, tenemos que tomar el control de nuestros impulsos emocionales. Hay que aprender a automotivarse y a fomentar la empatía para no desperdiciar energía mental.

Beatriz Lores


Meditación breve


El fin de semana pasado, durante mi clase de catecismo, uno de mis niños me sorprendió. Sabes sólo tenía 5 niños inscritos y compré 6 regalos por si llegaba uno más. Pero cuál fue mi sorpresa, llegaron 2. ¿Qué iba a hacer para que los obsequios alcanzaran para todos?
Les traté de explicar que lo que les había llevado no alcanzaría para todos y que mejor se los entregaría el siguiente sábado. Una de las niñas, sin más ni más, me ve directamente a los ojos (cosa que a los adultos se nos olvida cuando hemos comenzado a crecer y tenemos que dar solución a un problema), y me dice: "No importa, déles a mis compañeros, a mí me lo entregará la próxima semana". Me dejó helado. Por un momento no supe qué hacer ni qué decir.
En tan sólo un instante pasaron por mi mente esos años en los que yo no era igual de desprendido que esa niña. Qué vergüenza sentí. Cuantas veces me he encontrado en la misma situación y me ha importado más mi persona que quien me rodea.
¡Qué lección tan grande se encerraba en una personita tan pequeña! En ese momento mi Dios me recordó cuan valiosos son los más pequeños para Él. Y que cuanto más procuremos parecer como ellos más cerca estaremos de nuestro Dios.
Gracias Señor por amarme tanto y permitirme estar cerca de esos pequeñitos.
Reflexión: "Todo cambia y se desvanece, sólo Dios permanece".


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Elisardo Raúl L., de Buenos Aires, Argentina, que este domingo 3 de febrero hubiera cumplido 51 años, para que esté lleno de la Paz y Amor junto al Padre, a casi cinco años de su partida al encuentro del Señor. Su familia entera lo recuerda siempre, en especial su hermana Cecilia, que siente muy mucho su ausencia y que con la ayuda de María y los ángeles están unidos para siempre. Feliz cumple querido Tati…!!!

Pedimos oración por el joven Facundo, de 27 años, actualmente internado en Buenos Aires, Argentina, dando batalla contra el Mal de Hodking que lo afecta. Le pedimos al Señor que lo proteja y ponga sobre él sus manos de amor y sanación.

Pedimos oración por  Victorio, 25 años de edad, padre de 2 hijos, domiciliado en Villa de Merlo, San Luis, Argentina, que ha tenido un accidente y su estado es bastante desesperante. Que la Santísima Virgen de Lourdes lo cubra con su manto de amor y protección y el Buen Jesús le conceda la gracia de recuperarse sin secuelas.

Pedimos oración por Rosario R., de Lima, Perú quien fue operada de un tumor en el seno. Para que el Señor de la Divina Misericordia y la Virgen Santísima le devuelvan la salud y que con esta operación quede libre de todo lo malo y pueda seguir adelante por su hijo y familia que tanto la necesitan.

Pido una oración por el alma de mi padre, Felipe Luis, al cumplirse mañana seis años de su pascua a la Patria Celestial.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


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Felipe de Urca


“Intimidad Divina”

Para gloria del Padre

“Yo… honro a mi Padre… yo no busco mi gloria. No recibo de los hombres gloria” (Jn 8, 49-50; 5, 41). Evidentemente Jesús busca sólo la gloria del Padre y, para glorificar al Padre, ha tomado para sí la humillación más profunda, hasta hacerse “vergüenza de lo humano y asco del pueblo” (Sal 22, 7). Belén, Nazaret, el Calvario son las tres grandes etapas de la vida humilde y escondida de Jesús, el cual vela a las miradas de los hombres su gloria de Hijo de Dios. Pero en su misma vida pública, que es donde más se manifiesta su divinidad, procura lo más posible esquivar la gloria de los hombres. La gloria de Jesús es ser Hijo de Dios; no quiere otra. Aceptar otra sería mermar esa gloria esencial, y por eso declara: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica” (Jn 8, 54). Como el Padre encuentra todas sus complacencias en su Hijo amado, así el Hijo se complace sólo en el Padre y en la gloria que el Padre le da, y aun ésta la acepta no tanto por sí cuanto porque redunda en honor del mismo Padre. Jesús sabe que después de su muerte resucitará, para ser glorificado y reconocido como Hijo de Dios y Salvador del mundo, pero quiere que su gloria sirva a la glorificación del Padre: “Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti” (Jn 17, 1).

El cristiano que quiere vivir siguiendo a Cristo, busca únicamente la gloria de Dios y no quiere para sí otra gloria que la de hijo de Dios, hermano de Cristo y miembro de su Cuerpo místico. Es siempre necesario guardarse cuidadosamente de la inclinación del orgullo que con frecuencia lleva al hombre a buscar algo de satisfacción, alabanza o gloria personal en las acciones más espirituales y santas. Si alguno mira, aunque sea en cosas pequeñas, a glorificarse a sí mismo, su gloria es nada: lo levantará delante de los hombres, pero lo abaja delante de Dios, lo disminuye y hasta puede poner en peligro su gloria de hijo de Dios. La complacencia en la gloria humana y su búsqueda estorban y enceguecen en el camino del espíritu. Con más frecuencia de lo que se cree algunas crisis de fe tienen su raíz en el orgullo.

Sólo una profunda humildad unida a una gran rectitud de intención permite al hombre descubrir las insidias y enredos de la soberbia, dar de lado resueltamente a las pretensiones del yo, hacer callar las voces internas de la jactancia y vana complacencia de sí y obrar sin preocuparse de la aprobación ajena, sino buscando únicamente la gloria de Dios. Volviendo la mirada a la actitud interior de Jesús, invita San Juan de la Cruz a renunciar a cualquier cosa que “no sea puramente para honra y gloria de Dios… por amor de Jesucristo, el cual en esta vida no tuvo otro gusto ni le quiso que hacer la voluntad de su Padre” (S I, 13, 4).

Como un gigante, oh Jesús, te lanzas a tu misión: la de buscar la gloria del Padre. A eso tiendes. Lo dices tú mismo: “No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”…, “no busco mi gloria, sino la del que me ha enviado”. Tanto la buscas que no te cuidas de la tuya. Siempre tienes en la boca estas palabras: “mi Padre…” Para ti todo se reduce a buscar la voluntad y la gloria del Padre. Y ¡qué constancia en esta búsqueda! Tú mismo declaras que no te desvías nunca de ella; “Yo hago siempre lo que agrada al Padre”… El sentimiento primero y habitual de tu alma es éste: Yo vivo para mi Padre, amo a mi Padre. Y porque lo amas, te abandonas a todas las manifestaciones de su voluntad. Agradar al Padre de los cielos para que sea glorificado, para que venga su reino, para que se haga su voluntad de modo permanente y total: esta es, oh Jesús, la perfección que me enseñas. (C. Marmión, Consagración a la Santísima Trinidad)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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