domingo, 17 de febrero de 2013

Pequeñas Semillitas 1956


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1956 ~ Domingo 17 de Febrero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
El relato de las tentaciones de Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en un lugar determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, "el demonio se marchó hasta otra ocasión". Las tentaciones volverán en la vida de Jesús y en la de sus seguidores. Por eso, los evangelistas colocan el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus seguidores tienen que conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son las mismas que ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no quieren desviarse de Él.
En la primera tentación se habla de pan… También hoy nuestra tentación es pensar sólo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo, y olvidamos el drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo. 
En la segunda tentación se habla de poder y de gloria… También hoy se despierta en algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder que ha tenido la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al Reino de Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y solidario.
En la tercera tentación se le propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por los ángeles de Dios… Nos desviamos de Jesús cuando confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le respondió: «Esta escrito: ‘No sólo de pan vive el hombre’».
Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: «Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya». Jesús le respondió: «Está escrito: ‘Adorarás al Señor tu Dios y sólo a Él darás culto’».
Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: ‘A sus ángeles te encomendará para que te guarden’. Y: ‘En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna’». Jesús le respondió: «Está dicho: ‘No tentarás al Señor tu Dios’». Acabada toda tentación, el diablo se alejó de Él hasta un tiempo oportuno.
(Lc 4,1-13)

Comentario
Hoy, Jesús, «lleno de Espíritu Santo» (Lc 4,1), se adentra en el desierto, lejos de los hombres, para experimentar de forma inmediata y sensible su dependencia absoluta del Padre. Jesús se siente agredido por el hambre y este momento de desfallecimiento es aprovechado por el Maligno, que lo tienta con la intención de destruir el núcleo mismo de la identidad de Jesús como Hijo de Dios: su adhesión sustancial e incondicional al Padre. Con los ojos puestos en Cristo, vencedor del mal, los cristianos hoy nos sentimos estimulados a adentrarnos en el camino de la Cuaresma. Nos empuja a ello el deseo de autenticidad: ser plenamente aquello que somos, discípulos de Jesús y, con Él, hijos de Dios. Por esto queremos profundizar en nuestra adhesión honda a Jesucristo y a su programa de vida que es el Evangelio: «No sólo de pan vive el hombre» (Lc 4,4).
Como Jesús en el desierto, armados con la sabiduría de la Escritura, nos sentimos llamados a proclamar en nuestro mundo consumista que el hombre está diseñado a escala divina y que sólo puede colmar su hambre de felicidad cuando abre de par en par las puertas de su vida a Jesucristo Redentor del hombre. Esto comporta vencer multitud de tentaciones que quieren empequeñecer nuestra vocación humano-divina. Con el ejemplo y con la fuerza de Jesús tentado en el desierto, desenmascaremos las muchas mentiras sobre el hombre que nos son dichas sistemáticamente desde los medios de comunicación social y desde el medio ambiente pagano donde vivimos.
San Benito dedica el capítulo 49 de su Regla a “La observancia cuaresmal” y exhorta a «borrar en estos días santos las negligencias de otros tiempos (...), dándonos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia (...), a ofrecer a Dios alguna cosa por propia voluntad con el fin de dar gozo al Espíritu Santo (...) y a esperar con deseo espiritual la Santa Pascua».
P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Los 7 Fundadores de los Servitas
(Siervos de Santa María Virgen)


Según la tradición hubo siete hombres, muy respetables y honorables, a los que nuestra Señora unió, a manera de siete estrellas, para iniciar la Orden suya y de sus siervos. Los siete nacieron en Florencia; primero llevaron una vida eremítica en el monte Senario, dedicados en especial a la veneración de la Virgen María. Después predicaron por toda la región toscana y fundaron la Orden de los Siervos de Santa María Virgen, aprobada por la Santa Sede en 1304. Se celebra hoy su memoria, porque en este día, según se dice, murió San Alejo Falconieri, uno de los siete, el año 1310.

En la Monumenta Ordinis Servorum Beatae Maríae Virginis se lee lo siguiente respecto del estado de vida de los Siervos de Santa María Virgen: “Cuatro aspectos pueden considerarse por lo que toca al estado de vida de los siete santos fundadores antes que se congregaran para esta obra. En primer lugar, con respecto a la Iglesia. Algunos de ellos se habían comprometido a guardar virginidad o castidad perpetua, por lo que no se habían casado; otros estaban ya casados; otros habían enviudado.

En segundo lugar, con relación a la sociedad civil. Ellos comerciaban con las cosas de esta tierra, pero cuando descubrieron la piedra preciosa, es decir, nuestra Orden, no sólo distribuyeron entre los pobres todos sus bienes, sino que, con ánimo alegre, entregaron sus propias personas a Dios y a nuestra Señora, para servirlos con toda fidelidad.

El tercer aspecto que debemos tener en cuenta es su estado por lo que se refiere a su reverencia y honor para con nuestra Señora. En Florencia existía, ya desde muy antiguo, una sociedad en honor de la Virgen María, la cual, por su antigüedad y por la santidad y muchedumbre de hombres y mujeres que la formaban, había obtenido una cierta prioridad sobre las demás y, así, había llegado a llamarse “Sociedad mayor de nuestra Señora”. A ella pertenecían los siete hombres de que hablamos, antes de que llegaran a reunirse, como destacados devotos que eran de nuestra Señora.

Finalmente, veamos cual fuera su estado en lo que mira a su perfección espiritual. Amaban a Dios sobre todas las cosas y a él ordenaban todas sus acciones, como pide el recto orden honrándolo así con todos sus pensamientos, palabras y obras.

Cuando estaban ya decididos, por inspiración divina, a reunirse, a lo que los había impulsado de un modo especial nuestra Señora, arreglaron sus asuntos familiares y domésticos, dejando lo necesario para sus familias y distribuyendo entre los pobres lo que sobraba. Finalmente buscaron a unos hombres de consejo y de vida ejemplar, a los que manifestaron su propósito.

Así subieron al monte Senario, y en su cima erigieron una casa pequeña y adecuada, a la que se fueron a vivir en comunidad. Allí empezaron a pensar no sólo en su propia santificación, sino también en la posibilidad de agregarse nuevos miembros, con el fin de acrecentar la nueva Orden que nuestra Señora había comenzado valiéndose de ellos. Por lo tanto, comenzaron a recibir nuevos hermanos y, así, fundaron esta Orden. Su principal artífice fue nuestra Señora, que quiso que estuviera cimentada en la humildad, que fuese edificada por su concordia y conservada por su pobreza.

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

La cierva y los cazadores

Hay un refrán que dice: “Salir del sartén para caer en las brasas”. Cuántas veces, ansioso por liberarte de un problema desagradable y ofuscado por zafarte enseguida, tomas una mala decisión, que al poco tiempo lamentas. Algunos, por ejemplo, que buscaron trabajo en otro país, volvieron enseguida. Muchas veces es necesario un cambio, pero hay que pensarlo bien. Que no te suceda como a la cierva de la fábula.

Una cierva que huía de unos cazadores, llegó a una cueva donde no sabía que moraba un león. Entrando en ella para esconderse, cayó en las garras del león. Viéndose sin remedio perdida, exclamó:
—¡Desdichada de mí! Huyendo de los hombres, vengo a caer en las garras de un feroz animal.

Para tomar acertadas decisiones necesitas evaluar con lucidez y ponderación los aspectos positivos y negativos. Conviene también escuchar el parecer de personas prudentes. Este análisis podría llevarte a un nuevo enfoque para solucionar tu actual situación. Don Bosco aconsejaba: “no tomes decisiones cuando te sientas dominado por una pasión”.

Padre Natalio


Palabras del Beato Juan Pablo II

“Con la Cuaresma, la Iglesia empieza
un período de penitencia y reconciliación,
a fin de que todos los cristianos caminen,
a la luz del misterio pascual hacia la Vida,
con la esperanza feliz de la
resurrección en el Reino de los Cielos”

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Superar las tentaciones


Todos los años en el primer domingo de Cuaresma la Iglesia nos pone a considerar las tentaciones que Jesús tuvo en el desierto, donde se retiró a orar y hacer penitencia para prepararse a su inmediata predicación. El miércoles pasado, por medio del rito de la imposición de la ceniza, comenzábamos estos cuarenta días que deben ser para nosotros preparación también para vivir más santamente los misterios de la pasión de Cristo y sobre todo de su resurrección. Pero son también unos días como símbolo de toda nuestra vida, que es una preparación para vivir con Dios la vida eterna del cielo.

Mientras estamos en esta vida terrena tendremos dificultades y las fuerzas del mal, simbolizadas por el diablo, atentarán contra nuestra libertad para hacernos desviar del camino del bien. También Jesús, como verdadero hombre, estuvo expuesto a estas fuerzas del mal y durante toda su vida fue tentado o inducido para seguir otro camino diverso que el querido por su Padre celestial. Como símbolo o resumen de todas esas tentaciones de su vida se presentan estas tres en el desierto. Se ponen como algo real, pero también expresan otras que conocemos a través del evangelio.

Jesús había recibido el bautismo de Juan y había sido lleno del Espíritu Santo: había sentido esa unción sagrada. Entonces ese Espíritu Santo le indujo a prepararse con una intensa y prolongada oración en el desierto. El “desierto”, en sentido real y figurado, es el lugar del silencio, de la soledad; es el alejarse del ruido para ponerse ante las cuestiones fundamentales de la vida, y para estar más dispuestos a conocer la voluntad de Dios sobre nosotros. Esto es lo que nos pide la Iglesia en este tiempo de Cuaresma: podernos retirar un poco más para hacer oración. A veces en el ajetreo de la vida es un poco difícil; pero debemos hacer el intento. Quizá, al ir a misa, podemos ir unos minutos antes o salir unos minutos después. Podemos cambiar unos minutos de ver televisión por unos minutos más de oración. Si así lo hacemos tendremos fuerzas para vencer la tentación, cuando nos venga, porque nos vendrá, como a Jesús.

El evangelista nos pone tres tentaciones, como símbolo de otras varias. Las tres se podrían simplificar en la gran tentación constante de querer desviar a Jesús de su mesianismo como “Siervo sufriente” a un mesianismo político o materialista, como pensaba la mayoría de los judíos y los mismos apóstoles. Por eso durante aquellos años de predicación muchas veces Jesús tuvo que vencer, aun con gran energía, las diferentes tentaciones: cuando la gente le quería hacer rey, cuando el mismo san Pedro le quería apartar del sufrimiento. Veamos brevemente estas tres tentaciones.

En la 1ª se aprovecha el diablo de la necesidad o debilidad de Jesús y quiere que use el poder de hacer milagros para su propio provecho. Se trata de querer evitar las dificultades utilizando el nombre de Dios. Es la tentación de aquellos que toman la religión sólo en sentido de liberación materialista. Para estos Dios acaba por ser superfluo para la salvación humana, ya que les basta el desarrollo técnico y económico. Es la tentación que tuvo Jesús cuando le querían hacer rey para asegurar la comida.

En la 2ª tentación le ofrece el diablo lo que no tiene. Es la tentación del poder y el dominio. Es una invitación para utilizar medios ilícitos e injustos para obtener el poder.

La 3ª es la tentación de la vanagloria. Es querer obligar a Dios a hacer un milagro para el propio provecho. Es querer disponer de Dios, cuando la verdadera religión es que Dios disponga de nosotros. El diablo será vencido cuando nos arrojemos en las manos de Dios y estemos siempre dispuestos a hacer lo que sea más agradable a Dios, cumplir su voluntad. Ello será nuestra mayor felicidad y lo mejor para “su Reino”.

En las tentaciones de Jesús encontramos un diálogo con el diablo por medio de palabras de la Sagrada Escritura. Esto nos enseña que, según sea la interpretación que se tenga de la Biblia, sus palabras pueden servir para unirse más con Dios o para sentirse hipócritamente haciendo la propia voluntad apartados de Cristo.

P. Silverio Velasco (España)


Cuaresma día por día:
Día 5°. Domingo Primero


Confesión.

Papá y mamá están ocupados trabajando en el jardín y ruegan a la pequeña Sofía, su hija, que ponga la mesa. Sofía, que está viendo su programa favorito de televisión, dice que sí, pero continúa ante el televisor, de tal forma que cuando sus padres entran en casa, la mesa no está puesta. Aquello desagrada a los padres, pero no les ofende, porque en la desobediencia de Sofía ha habido poco interés, descuido, poca malicia, ir a lo suyo en algo pequeño.

Una noche, sin embargo, Vanesa, la hija mayor, ya en la puerta, se enfrenta a sus padres y les dice: "¡Ya estoy harta de que me digáis a qué hora tengo que regresar. Volveré cuando me apetezca, os guste o no!". Y, dando un portazo, desaparece. En este caso, está claro que hay mayor malicia, una desobediencia buscada y querida, que lleva consigo desprecio a los padres y rechazo de su autoridad. Entre la desobediencia de Sofía y la de Vanesa, hay una diferencia. Pues bien, tal es la diferencia que existe, desde el punto de vista de Dios, entre el pecado mortal y el pecado venial; una diferencia inconmensurable. El pecado mortal mata la presencia de Dios en mí; rompe y destruye mi relación con Dios: le doy un portazo y desaparezco.

Señor, te pido que me ayudes a darme cada vez más cuenta de que mis pecados, son actos míos que te duelen a ti, momentos en los que paso de ti, elijo lo que a mí me viene bien, dejándote a ti o a otros de lado; y por lo tanto mis pecados te duelen. Dame dolor de mis pecados, dolor de amor.

¿Esperas más de un día para confesarte si has cometido algún pecado mortal? ¿Te duelen de verdad los pecados veniales? ¡Madre mía, antes morir que pecar!

Continúa hablándole a Dios con tus palabras.

P. José Pedro Manglano Castellary


Nuevo video y artículo

Hay un nuevo video subido a este blog.
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"Juan Pablo II inolvidable"
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Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Costa Rica, Michael B. R. quiere expresar su agradecimiento a Dios y a los que rezaron por él ya que después de un año sin empleo y de puertas cerradas, el Señor le ha abierto las puertas y hace un mes ha encontrado un empleo. Demos gracias a Dios…!!!

Desde la ciudad de Esperanza, Argentina, nos escriben para agradecer las oraciones hechas por la niñita Salomé que había nacido con problemas respiratorios y estuvo con respirador, pero ahora –gracias a Dios– está bien y en su casa con su familia.

Desde Guatemala llega un agradecimiento porque María Victoria cerró pensum de la carrera de Médico y Cirujano.  Gracias por todo el apoyo y por todas las personas que oraron por ella durante todos estos años.


“Intimidad Divina”

Domingo 1 de Cuaresma

En el primer domingo de Cuaresma los cristianos son trasladados para vivir un momento de intensa oración, al desierto (Lc 4, 1-13), a donde Jesús “fue llevado por el Espíritu”. El desierto, en la Sagrada Escritura, es el lugar privilegiado para encontrarse con Dios; así fue para Israel que habitó en él durante cuarenta años, para Elías que en él transcurrió cuarenta días, para el Bautista que se retiró a él desde la adolescencia. Jesús consagra esta costumbre y vive en la soledad durante cuarenta días. Para Jesús, sin embargo, el desierto no es sólo el lugar del retiro y de la intimidad con Dios, sino también el campo de la lucha suprema “donde fue tentado por el diablo” (ib. 2)… Las tentaciones del desierto enseñan que donde se fomentan intenciones ambiciosas, ansias de poder, de triunfo, de gloria, allí se esconde la intriga de Satanás. Y para destruir éstas y otras posibles incitaciones al mal es necesario mantener la palabra de Jesús: “Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto” (Lc 4, 8); es decir, es indispensable estar decididos  a rechazar cualquier proposición que obstaculice reconocer y servir a Dios como el único Señor.

El concepto de fidelidad a Dios se desarrolla en las dos primeras lecturas del día, e las cuales una (Dt 26, 4-10) presenta la profesión de fe del antiguo pueblo de Dios, y otra (Rm 10, 8-13) la del nuevo. Llegado a la tierra prometida, todo hebreo debía presenta a Dios las primicias de su cosecha pronunciando una fórmula que sintetizaba la historia de Israel en tres puntos: la elección de los patriarcas y jefes de familia de un pueblo numeroso, el desarrollo del pueblo en Egipto y su éxodo a través del desierto, y finalmente el regalo de la tierra prometida. De esta manera el israelita piadoso reavivaba su fe en el Dios de los padres, le manifestaba su propio reconocimiento por los beneficios recibidos, su adhesión personal y la voluntad de servirle. Diríamos que era una forma de “credo”, expresado con la palabra y con la vida.

Igualmente, aunque en otro contexto, San Pablo invita al cristiano a hacer profesión de su fe: “Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salo” (Rm 10, 9). Sobre dos puntos el Apóstol centra la atención: creer que Jesús es el Señor y creer en su resurrección. La fe después exige un doble acto: el interior –adhesión de la mente y del corazón a Cristo–, que es lo que justifica al hombre; y el exterior –profesión pública de la fe, sea en la oración litúrgica, sea delante del mundo confesando a Cristo como lo hicieron los mártires–. Quien se apoye en Jesús no ha de temer, porque “todo el que crea en él no será confundido” (ib. 11), y en su nombre vencerá toda batalla.

¡Oh Señor!, no permitas que acudamos a los aljibes agrietados (Jer 2, 13), ni que imitemos al siervo infiel, ni a la virgen necia; ni permitas que el goce de los bienes de la tierra torne insensible nuestro corazón al lamento de los pobres, de los enfermos, de los niños huérfanos, y de los innumerables hermanos nuestros a quienes todavía falta el mínimo necesario para comer, para cubrir sus miembros desnudos, para reunir y cobijar a la propia familia bajo un solo y mismo techo. (Juan XXIII, Breviario)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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