PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 1942 ~ Domingo
3 de Febrero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Sabemos que históricamente la oposición a Jesús se fue
gestando poco a poco: el recelo de los escribas, la irritación de los maestros
de la ley y el rechazo de los dirigentes del templo fueron creciendo hasta
acabar en su ejecución en la cruz.
Lo sucedido en Nazaret no es un hecho aislado. Algo que
sucedió en el pasado. El rechazo a Jesús cuando se presenta como Profeta de los
pobres, liberador de los oprimidos y perdonador de los pecadores, se puede ir
produciendo entre los suyos a lo largo de los siglos.
A los seguidores de Jesús nos cuesta aceptar su dimensión
profética. Olvidamos casi por completo algo que tiene su importancia. Dios no
se ha encarnado en un sacerdote, consagrado a cuidar la religión del templo.
Tampoco en un letrado ocupado en defender el orden establecido por la ley. Se
ha encarnado y revelado en un Profeta enviado por el Espíritu a anunciar a los
pobres la Buena Noticia y a los oprimidos la liberación.
Los cristianos tenemos el riesgo de descuidar una y otra
vez la dimensión profética que nos ha de animar a los seguidores de Jesús… Hoy,
de nuevo, preocupados por restaurar "lo religioso" frente a la
secularización moderna, los cristianos corremos el peligro de caminar hacia el
futuro privados de espíritu profético. Si es así, nos puede suceder lo que a
los vecinos de Nazaret: Jesús se abrirá paso entre nosotros y "se
alejará" para proseguir su camino. Nada le impedirá seguir su tarea
liberadora. Otros, venidos de fuera, reconocerán su fuerza profética y acogerán
su acción salvadora.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga:
«Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban
testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que
salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo:
«Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo
que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria».
Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.
Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando
se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el
país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta
de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y
ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».
Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron
de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una
altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para
despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.
(Lc 4,21-30)
Comentario
Hoy, en este domingo cuarto del tiempo ordinario, la
liturgia continúa presentándonos a Jesús hablando en la sinagoga de Nazaret.
Empalma con el Evangelio del domingo pasado, en el que Jesús leía en la
sinagoga la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha
ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la
liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los
oprimidos (...)» (Lc 4,18-19). Jesús, al acabar la lectura, afirma sin tapujos
que esta profecía se cumple en Él.
El Evangelio comenta que los de Nazaret se extrañaban de
que de sus labios salieran aquellas palabras de gracia. El hecho de que Jesús
fuese bien conocido por los nazarenos, ya que había sido su vecino durante la
infancia y juventud, no facilitaba su predisposición para aceptar que era un
profeta. Recordemos la frase de Natanael: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
(Jn 1,46). Jesús les reprocha su incredulidad, recordando aquello: «Ningún
profeta es bien recibido en su patria» (Lc 4,24). Y les pone el ejemplo de
Elías y de Eliseo, que hicieron milagros para los forasteros, pero no para los
conciudadanos.
Por lo demás, la reacción de los nazarenos fue violenta.
Querían despeñarlo. ¡Cuántas veces pensamos que Dios tiene que realizar sus
acciones salvadoras acoplándose a nuestros grandilocuentes criterios! Nos
ofende que se valga de lo que nosotros consideramos poca cosa. Quisiéramos un
Dios espectacular. Pero esto es propio del tentador, desde el pináculo: «Si
eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo» (Lc 4,9). Jesucristo se ha revelado
como un Dios humilde: el Hijo del hombre «no ha venido a ser servido, sino a
servir» (Mc 10,45). Imitémosle. No es necesario, para salvar a las almas, ser
grande como san Javier. La humilde Teresa del Niño Jesús es su compañera, como
patrona de las misiones.
P. Pere SUÑER i Puig SJ (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Blas
Obispo y Mártir
"Blas, obispo de Sebaste de Armenia, es un personaje
bastante incierto desde el punto de vista histórico, pero todavía goza de mucha
popularidad por un milagro que se le atribuye y que ha perpetuado la conocida
bendición contra el mal de la garganta. En efecto, se conoce en su Pasión que
mientras llevaban al santo al martirio, una mujer se abrió paso entre la
muchedumbre y colocó a los pies del santo obispo a su hijo que estaba muriendo
sofocado por una espina de pescado que se le había atravesado en la garganta.
San Blas puso sus manos sobre la cabeza del niño y permaneció en oración. Un
instante después el niño estaba completamente sano. Este episodio lo hizo
famoso como taumaturgo en el transcurso de los siglos, y sobre todo para la
curación de las enfermedades de la garganta.
Gracias a esta tradición, el nuevo calendario litúrgico
ha colocado en este día la memoria del santo, aunque se trata de un personaje
históricamente incierto. San Blas fue obispo de Sebaste a comienzos del siglo
IV, y sufrió la persecución de Licinio, el colega del emperador Constantino.
Puede, pues, considerarse como uno de los últimos mártires cristianos de esa
época. Era el año 316. Parece que San Blas, siguiendo la advertencia del
Evangelio, huyó de la persecución y se refugió en una gruta.
La leyenda, como de costumbre, abunda en particulares
amenos y nos presenta al anciano obispo rodeado de animales salvajes que lo
visitan y le llevan alimento; pero como los cazadores van detrás de estos
animales, el santo fue descubierto y llevado amarrado como un malhechor a la
cárcel de la ciudad. A pesar de los prodigios que el santo hacía en la cárcel,
lo llevaron a juicio y como no quiso renegar de Cristo y sacrificar a los
ídolos, fue condenado al martirio: primero lo torturaron y después le cortaron
la cabeza con una espada.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
En el campo de batalla
El Señor te ha
regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor, con el ejemplo y
con la palabra. Cada uno tiene posibilidades distintas, pero no menos
importantes aunque parezcan restringidas. Dios ha dispuesto que las almas vayan
iluminando otras almas, como si fueran antorchas.
El capellán se acercó al soldado herido, en
medio del fragor de la batalla, y le preguntó: —¿Quieres que te lea la Biblia?
—Primero dame agua, que tengo sed, dijo el herido. El capellán le convidó el último trago de su
cantimplora, aun sabiendo que el agua distaba kilómetros.
—¿Ahora, puedo leerte la palabra de Dios?,
preguntó de nuevo. —Antes dame de comer, suplicó el herido. El capellán le dio
el último mendrugo de pan que guardaba en su mochila.
—Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el
hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña, pese al frío que le calaba
los huesos, y cubrió al lesionado.
—Ahora
sí, le dijo al capellán. Habla de ese Dios que te hizo darme tu último trago de
agua, tu mendrugo y tu único abrigo. Quiero conocerlo.
Un refrán dice
“las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es
enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús
tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a
tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de
humildad y generosidad.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
"Es necesario vivir en la adhesión a la voluntad
divina,
ofrecer el pan a los hambrientos, visitar a los
prisioneros,
apoyar y consolar a los enfermos,
defender y acoger a los extranjeros,
dedicarse a los pobres y míseros"
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
No cerrarnos a Jesús
Hoy comienza el Evangelio con la frase con la que
terminaba el domingo anterior. Jesús ha ido a la sinagoga de Nazaret y comenta
unas palabras que ha leído del profeta Isaías. El profeta hablaba de las maravillas
que Dios haría en los tiempos mesiánicos con los enfermos, predicándose la
bondad de Dios a los pobres. Jesús comenta: “Hoy se están realizando estas
maravillas”. Seguramente que hablaría bastante de esto último: sobre la bondad
de Dios que se derrama sobre todos, pero muy especialmente con los pobres y
oprimidos. Él era un instrumento de Dios.
El Evangelio de hoy es para contarnos la reacción de la
gente a las palabras de Jesús. Parece que al principio hay una buena reacción
de la mayoría admirados por las palabras de Jesús, llenas de gracia. Pero poco
a poco viene la extrañeza, la envidia de algunos que no soportan que uno de los
suyos les venga a dar lecciones, sobre todo cuando Jesús llegase a las
conclusiones: de que todos debemos ser imitadores de la bondad de Dios, y
especialmente en un sentido universalista. A la envidia siguió el odio y al
odio las acciones violentas. La gente, como suele suceder muchas veces, como
sucedería el Viernes Santo, sigue a los principales del pueblo en la violencia.
Dicen algunos que quizá san Lucas resume diversas visitas
de Jesús a Nazaret. En una le admirarían entusiasmados, pero en otra dominarían
los envidiosos hasta llegar a querer matar a Jesús. Otros dicen que no hubo un
cambio tan grande de sentimientos, sino que, cuando dice el evangelista que “se
admiraron” era en sentido peyorativo: es decir que se extrañaron, con cierto
estupor, de que un paisano suyo, sin instrucción, hijo de José, que había sido
un hombre sencillo, ahora no sólo interpretase a Isaías, sino que se tomase la
libertad de cambiar en algo el mensaje. Esto es porque Jesús no leyó todo lo
que el profeta decía, que añadía: “proclamar el desquite de nuestro Dios”.
Estas últimas palabras acentuaban un sentimiento nacionalista e incitaban a los
violentos a vengarse de los enemigos y de los extranjeros. Jesús
conscientemente no habló de este sentimiento, sino que acentuó más la
misericordia de Dios.
Como Jesús se vio atacado, se defendió acentuando la
misericordia de Dios con algunos extranjeros, como aparecía en el Antiguo
Testamento. Así recordó la misericordia de Dios con una mujer libanesa y un
general sirio. Este recuerdo hoy mismo en Israel sería como una bomba. Es lo
que pasó con aquellos nazaretanos que, como la mayoría de los galileos, eran
muy nacionalistas y fanáticos de su Dios, como si sólo fuese bueno para ellos y
fuese extraño y hostil para los extranjeros. Al anunciar este año de gracia de
parte de Dios para todos, los nazaretanos creían que Jesús fuese un traidor.
Esta frase: “¿No es éste hijo de José?”, es como una
excusa para no seguir las palabras de Jesús. Nosotros también ponemos excusas a
Dios, cuando nos habla por medio del Papa y de algún buen predicador. Ponemos
excusas pensando que es una persona como nosotros. Las buscamos con tal de no
seguir la bondad del Señor.
También hoy se nos propone a Jesucristo como modelo a
seguir. Dios quiere hablar a través de nosotros. Nos escoge para que seamos
profetas, dando testimonio de la bondad de Dios con nuestras obras y a veces
con nuestras palabras. Pero nos da miedo, nos dan ganas de dimitir para no
complicarnos la vida. Esto le pasó al profeta Jeremías. Hoy leemos en la 1ª
lectura cómo Dios le manda ir a predicar y le tiene que dar ánimo, como si
tuviera que ir a una batalla. En realidad para predicar el Reino de Dios en
este mundo, donde domina la comodidad, se necesita ser valiente.
También Jesús tuvo que ser valiente. No busca halagar a
nadie, sino que descubre las actitudes falsas, como tantas veces lo haría con
los fariseos. Aquellos nazaretanos creían conocer a Jesús y cerraron su corazón
a la palabra de Dios. Nosotros a veces cerramos nuestro corazón, porque nos
dejamos llevar por prejuicios. Dios no tiene acepción de personas, sino que
acepta al que hace el bien, sea de donde sea.
P. Silverio Velasco (España)
Meditación breve
Un alma recién llegada al cielo se encontró con San
Pedro. El santo llevó al alma a un recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso
a paso por unos grandes talleres llenos de ángeles. San Pedro se detuvo frente
a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo. Aquí, todas
las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas." El alma
miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando
peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.
Siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente
sección y San Pedro le dijo: "Esta es la sección de empaque y entrega.
Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a
las personas que las solicitaron." El alma vio cuan ocupados estaban los
ángeles trabajando en empacar y enviar a la tierra tantas bendiciones.
Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, San
Pedro se detuvo en la última sección. Para sorpresa del recién llegado, sólo un
ángel permanecía en ella ocioso silbando melodías y haciendo muy poca cosa.
"Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro. "¿Cómo
es que hay tan poco trabajo aquí?" - preguntó el alma. "Esto es lo
peor"- contestó San Pedro. "Después que las personas reciben las
bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento."
"¿Cómo puede uno agradecer a las bendiciones de
Dios?"
"Simple" - contestó San Pedro, "Sólo
tienes que decir: ¡Gracias Señor!".
Catholic.net
Mensaje de María Reina de la
Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de Febrero de 2013
Queridos hijos, el amor me conduce a ustedes -el amor que
también deseo enseñarles- el verdadero amor. El amor que mi Hijo les mostró
cuando murió en la cruz por amor hacia ustedes. El amor que está siempre listo
a perdonar y a pedir perdón. ¿Cuán grande es el amor de ustedes? Mi Corazón
materno se entristece cuando busca el amor en sus corazones. No están
dispuestos a someter por amor vuestra voluntad a la voluntad de Dios. No pueden
ayudarme a hacer que aquellos que no han conocido el amor de Dios lo conozcan,
porque no tienen el amor verdadero. Conságrenme sus corazones y yo los guiaré.
Les enseñaré a perdonar, a amar al enemigo y a vivir según mi Hijo. No teman
por ustedes. Mi Hijo no olvida en la aflicción a los que aman. Estaré junto a
ustedes. Rezaré al Padre Celestial para que la luz de la eterna verdad y del
amor los ilumine. Recen por sus pastores para que, a través de vuestro ayuno y
vuestra oración, puedan guiarles en el amor. Gracias.
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca nos olvidemos de
agradecer
Desde Canadá, Elena agradece a Dios y a la Santísima
Virgen los favores recibidos: A su hija Kati le salió limpia la mamografía; su propia
biopsia de seno sólo dio calcificaciones; y luego de la operación de mama de su
hermana Esperanza, el estudio arrojó que está limpia de cáncer.
Desde Madrid, España, escribe María Luisa M. y dice: “Leo
todos los días Pequeñas Semillitas. En varias ocasiones han rezado por mi
recuperación. He estado a punto de quedarme ciega, pero gracias a Dios que
escuchó esas oraciones y al cariño de toda mi familia, ahora veo. Gracias por
darnos la oportunidad de constatar que los milagros existen, como ha sido mi
caso. El mismo día que escuchaba el Evangelio de la curación del ciego, me
operaron por cuarta vez de desprendimiento de retina… Gracias por hacernos
reflexionar sobre el Evangelio todos los días, por hacernos meditar y recopilar
para nosotros los lectores, fragmentos de libros que nos animan a mantener viva
nuestra fe”
Desde Guatemala, María Victoria M. agradece a Dios y a la
Santísima Virgen por el nacimiento de su primer nieto (Stefano Antonio)
acaecido el 14 de enero en Houston, Texas y a todas las personas que oraron
durante todo el embarazo.
Desde Buenos Aires, Cecilia Claudia expresa su
agradecimiento a Dios porque el pasado 29 de enero ha cumplido 54 años de esta
vida que Él le ha regalado.
“Intimidad Divina”
Domingo 4 del
Tiempo Ordinario
En la sinagoga de Nazaret el primer discurso de Jesús
tuvo un resultado semejante al conseguido en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1,
22-27). “Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras
llenas de gracia que salían de su boca” (Lc 4, 22). Pero los nazaretanos se
dejaron pronto envolver por consideraciones demasiado humanas: ¿No era acaso
Cristo un hombre como ellos, hijo de José? Y si de veras era el Mesías, ¿por
qué no hacía en su patria los milagros que en otras partes? ¿No tenían sus
paisanos derecho especial a ello? Jesús intuye tales protestas y responde:
“Ningún profeta es bien recibido en su tierra” (ib 24)… Jesúa quiere hacer
comprender a sus paisanos que ha venido para traer la salvación no a una ciudad
o a un solo pueblo, sino a todos los hombres, y que la gracia divina no está
ligada a patria, raza o méritos personales, sino que es totalmente gratuita.
La reacción de los nazaretanos es violenta; cegados por
su estrechez de mente y despechados por no haber obtenido su pretensión, “le
arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte
sobre el cual estaba edificada su ciudad para despeñarle (ib 29). Esta es la
suerte que reserva el mundo a los que, como Cristo, tienen la misión de anunciar
la verdad. Lo recuerda la narración bíblica de la vocación de Jeremías, que tan
bien se relaciona con el trozo de Lucas meditado hasta aquí. Dios había elegido
a Jeremías como profeta aun antes de nacer, mas cuando el joven se sabe por
revelación elegido, tiembla y presagiando la vida azarosa que le espera quiere
rehusar. Pero Dios le anima: “No temas… porque yo estoy contigo para librarte”
(Jer 1, 8).
El hombre elegido por Dios para portador de su palabra,
puede contar con la gracia divina que le ha prevenido y que le acompañará en
toda circunstancia. Las contradicciones, los peligros y riesgos no le faltarán,
como no han faltado a los profetas y a Jesús mismo, pero a él le repite Dios,
como a Jeremías: “Te harán la guerra mas no podrán contigo, pues contigo estoy
yo… para salvarte” (ib 19). Si los profetas y los apóstoles tienen el deber de
afrontar con ánimo el riesgo, los fieles tienen el de escucharles y seguirles
con espíritu de fe sin dejarse desviar por miras humanas.
Con todo el corazón
te rogamos, Señor, nos concedas luchar con todas las fuerzas del alma y del
cuerpo hasta el fin por la verdad. Si llega tiempo en que sea puesta a prueba
nuestra fe –porque como el oro se prueba en el crisol, así nuestra fe en el
peligro y en las persecuciones–, si estalla una persecución, haz que nos
encuentre preparados, para que no se hunda en el invierno nuestra casa y
nuestra morada no sea destruida por las tempestades como si estuviese
construida sobre la arena. Y cuando soplen los vientos del demonio, esto es,
del peor de los espíritus, resistan nuestras obras como han resistido hasta
hoy, si no están minadas por dentro; y haz que preparados para todas las
pruebas, manifestemos el amor que te tenemos a ti, oh Dios, de quien es la
gloria y el poder por los siglos de los siglos. (Orígenes, Plegarias de los
primeros crisitanos).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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