lunes, 24 de diciembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1907


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1907 ~ Lunes 24 de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Va llegando la hora, y se acaban las palabras… Jesús está naciendo: en Belén –como hace dos mil años–, y en nosotros hoy, si es que estamos dispuestos a recibirlo con el corazón abierto para que haga morada en él y permanezca para siempre.
En estas semanas de Adviento hemos tratado de prepararnos espiritualmente de la mejor manera para tan excepcional acontecimiento. Ya no queda más tiempo… sólo esperar y darle el mejor recibimiento a Él que viene a nosotros, por nosotros y para nosotros.
Jesús está tocando a nuestra puerta. ¡Vayamos presurosos al encuentro del Señor!

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
(de la noche)


Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace».
(Lc 2,1-14)

Comentario
Hoy, con la sencillez de niños, consideramos el gran misterio de nuestra fe. El nacimiento de Jesús señala la llegada de la "plenitud de los tiempos". Desde el pecado de nuestros primeros padres, el linaje humano se había apartado del Creador. Pero Dios, compadecido de nuestra triste situación, envió a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado.
El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1,1). Juan llama "Palabra" al Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y añade: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14).
Esto es lo que celebramos hoy, por eso hacemos fiesta. Maravillados, contemplamos a Jesús acabado de nacer. Es un recién nacido… y, a la vez, Dios omnipotente; sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros.
Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece. Tal como explica san Juan, «a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios» (San Juan Crisóstomo).
Acojamos a Jesús, busquémosle: solamente en Él encontraremos la salvación, la verdadera solución para nuestros problemas; sólo Él da el sentido último de la vida y de las contrariedades y del dolor. Por esto, hoy os propongo: leamos el Evangelio, meditémoslo; procuremos vivir verdaderamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a nosotros. Y entonces veremos cómo será verdad que, entre todos, haremos un mundo mejor.
Mons. Jaume PUJOL i Balcells Arzobispo de Tarragona y Primado de Cataluña (Tarragona, España) 


La frase de hoy

“Cuando sean las doce y todos se den el abrazo de Navidad
acuérdate del niño Dios y dale gracias
por hacer posible este momento inolvidable.
¡Feliz Navidad!”


Palabras del Beato Juan Pablo II

“En la Noche Santa se proclama la victoria del Amor sobre el odio, de la vida sobre la muerte. Lo que resulta imposible para las fuerzas humanas, Dios mismo, en su amor infinito, lo realiza mediante la encarnación de su Hijo unigénito”

Beato Juan Palblo II


Tema del día:
Navidad… una vez más Señor


Una vez más hemos limpiado la casa. Hemos pulido los metales, hemos abrillantado las maderas.

Una vez más hemos sacudido el polvo, hemos encendido las luces...

Una vez más hemos hecho estrellas de papel plateado, hemos colgado guirnaldas, una vez más está engalanado el árbol de Navidad, una vez más, Señor, tienen nuestra casa ambiente de fiesta navideña.

Una vez más hemos andado con el vértigo del tráfico, de acá para allá buscando regalos y una vez más, Señor, hemos dispuesto la mesa y preparado la cena con esmero... una vez más, Señor...

Y una vez más todo esto pasará y será como fuego de artificio que se pierde en la noche de nuestras vidas, si todo esto ha sido meramente exterior. Si no hemos encendido la luz de Tu amor en nuestro corazón. Si nuestra voluntad no se inclina ante ti y te adora incondicionalmente.

Tú no quieres tibios, ya lo dijiste cuando siendo hombre habitabas entre nosotros, no quieres "medias tintas", a ratos si y a ratos no. Trajiste la paz pero también la guerra. La guerra dentro de nosotros mismos para vencer nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestra envidia, nuestra gran pereza para la entrega total.

La Navidad no es solo para esta noche y de esta noche un ratito y tal vez mañana otro poquito. Es mucho más que eso, es todos los días, todos los meses y todos los segundos del año en que tenemos que vivir la autenticidad de nuestro Credo.

Ser auténticos con nuestra Fe no solo es: no robar, no matar, no hacer mal a nadie. Busquemos en nuestro interior y veamos esos pecados de omisión: el no hacer el bien, el no preocuparnos de los que están a nuestro lado, del hermano que nos tiende la mano y hacemos como que no lo vemos, como que no lo oímos... Veamos si en nuestra vida hay desprendimiento y generosidad o vivimos solo para atesorar y cuando nos parece que tenemos las manos llenas, las tenemos vacías ante los ojos de Dios.

Que esta Noche sea Nochebuena de verdad en nuestro corazón. Vamos a limpiar y quitar el polvo del olvido para las buenas obras. Vamos a colgar para siempre la estrella de la humildad donde antes había soberbia, vamos a poner una guirnalda de caridad donde antes había desamor.

Vamos a cambiar nuestra vida interior fría y apática, por una valiente y plena de autenticidad. Vamos a darte, Señor, lo que viniste a buscar en los hombres una noche como esta hace ya muchos años: limpieza de corazón y buena voluntad.

Empezamos esta pequeña reflexión con: Una vez más Señor... pues bien, ya no será una vez más, será: Siempre más, Señor.

Y como es una Noche muy especial, en nuestra primera oración, en nuestra primera conversación contigo te pedimos: Por los enfermos, por los que nada tienen y nada esperan, por la paz en el mundo, por los que tienen hambre, por los que tienen el vacío de no ser queridos, por los que ya no están a nuestro lado, por los niños y los jóvenes, por los matrimonios, por el Papa Benedicto XVI, por la Iglesia, por los sacerdotes… A todos danos Tu Bendición y para todos los que leen una muy feliz Navidad!!!

María Esther de Ariño
Catholic.net


La Noche Buena


¿Alguna vez se preguntaron por qué llamamos BUENA a una noche del año?
Esa noche es BUENA porque en ella ha nacido Dios, porque se ha hecho "como nosotros";  porque desde entonces Dios "es uno de nosotros".

"Es noche BUENA porque, desde entonces:
- Dios tiene nombre: Jesús
- Desde aquella Noche Dios tiene hermanos: Nosotros
- Desde aquella noche Dios tiene preferencias: los pobres, los pequeñas, los sencillos, los limpios de internet, los pecadores".

"Llamamos BUENA a esa Noche porque desde entonces todo cambió de valor; nada quedó en pie; la paradoja se hizo ley y la apariencia perdió su fuerza".

"Desde aquella Noche la juventud sigue siendo energía, pero no es mito. La ancianidad no es decrepitud, sino serenidad. Desde aquella noche todos los caminos son rutas de Dios: la cárcel, el cáncer, el dolor, la soledad, la muerte. Desde aquella Noche no tienen ciudadanía los que odian, los que matan, los que oprimen, los vengativos, los orgullosos, los egoístas. Desde aquella Noche no tienen derechos unos y obligaciones otros. Todos tienen derecho a ser hijos de Dios y obligación de vivir como hijos de Dios".

"Es la Noche Buena, porque es la noche del amor que nace, del amor que llama, del amor que exige."

"La novedad de la Navidad no está en el pesebre, los animales, las pajas, los pastores, los ángeles, sino en los valores de esa pobreza, de esos pobres, de ese pesebre y en el misterio de ese Niño sobre las pajas y de esa Madre virginal".

Ese nacimiento es salvación y ese Niño es el Salvador.

¡Feliz Navidad! Es decir ¡Feliz Salvación!!


Pensamientos sanadores


Adora al Niño Dios

En esa sagrada noche, en la que toda la creación mantenía un expectante silencio en la espera del nacimiento de Nuestro Salvador, sobre una pobre y lejana cueva, se detuvo la estrella más hermosa de todo el firmamento, como si ésta estuviese siendo guiada por los ángeles del Señor, o más aún, por la mano invisible de Dios Padre.
Una vez que el Niño nació, la creación prorrumpió en cánticos de gozo. Los grillos comenzaron a alabar a Dios con su canto y todas las aves del cielo, aunque era de noche, regalaron al Niño Dios sus mejores trinos.
Sólo los hombres, tan aturdidos y preocupados por las cosas materiales, desconocían lo que estaba sucediendo.
Pero no fue así con los humildes pastores, quienes, invitados por los Ángeles de Dios, llegaron hasta esa cueva para adorar al Niño, llevando sus humildes dones.

El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobe los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se la da por nombre “Consejero maravilloso”, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz. Isaías 9, 1 y 5.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de la señora Irma María B. de D., de 89 años de edad, que está internada en terapia intensiva en la ciudad de Escobar, Argentina.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


"Intimidad Divina"

Dios con nosotros

De todas las obras que Dios ha realizado en el tiempo y fuera de sí, la más grande es la Encarnación redentiva del Verbo, porque tiene por término no una simple criatura, por sublime que sea, sino a Dios mismo, el Verbo eterno, que toma en el tiempo una naturaleza humana; la más grande, porque siendo la suprema manifestación del amor misericordioso de Dios, es, entre todas, la obra que más le glorifica, y le glorifica precisamente en relación con la caridad que es la esencia misma de Dios; la más grande, finalmente, por el bien inmenso que trae a los hombres, pues la salvación, la santificación, la felicidad eterna de todo el género humano dependen por completo de la Encarnación del Verbo, de Jesucristo Verbo encarnado. Jesús, el Verbo encarnado, es la fuente única de nuestra salvación y de nuestra santidad. Sin Cristo el hombre no podría llamar a Dios con el dulce nombre de Padre, ni amarlo como un hijo ama a su padre, ni esperar ser admitido nunca en su intimidad; sin él no habría ni gracia ni visión beatífica de Dios. Sin Jesús quedaría el hombre prisionero dentro de los límites de una vida puramente humana, privado de todo horizonte sobrenatural para el tiempo y para la eternidad.

La Encarnación del Verbo, la obra más grande de Dios, destinada a iluminar y salvar al mundo entero, se lleva a cabo en la oscuridad, en el silencio, en medio de las circunstancias más humildes y más humanas. El edicto del César obliga a María y a José a dejar su casita de Nazaret; y he aquí  que se ponen en camino, a pie, como los más pobres, no obstante la incomodidad de María, que está en trance de ser madre. No se han creído autorizados a retrasar el viaje, no han puesto dificultad alguna, han obedecido con prontitud y sencillez. Quien se lo manda es un hombre, pero en la orden del emperador su profundo espíritu de fe descubre la voluntad de Dios. Nada sucede por pura casualidad: aun el lugar del nacimiento del Salvador ha sido indicado por el profeta: “Y tú, Belén de Efratá, pequeño entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel” (Mq 5, 1).

En Belén no hay albergue para ellos (Lc 2, 7) y tienen que cobijarse en una gruta de las afueras. La miseria de aquel aposento de animales no les inquieta, ni les escandaliza: saben que el Niño que ha de nacer es el Hijo de Dios, pero saben también que las obras de Dios son tan distintas de las de los hombres…! Y si Dios quiere que su obra más grande se realice precisamente allí, en aquella miserable cueva, en la más extrema pobreza, María y José nada tienen que objetar. Hubiera bastado una brizna de espíritu humano para turbarse, para desconcertarse… María y José son profundamente humildes, por eso son dóciles y están llenos de fe en los designios de Dios. Y Dios, conforme a su estilo, se sirve de todo esto que es humilde y despreciable a los ojos del mundo, para llevar a feliz término su obra más grande: la Encarnación del Verbo. En el silencio y en la oscuridad de la noche María dará a luz un Hijo: “el Hijo del Altísimo” (Lc 1, 32).

Jesús, te espero; los malos te rehúsan; afuera sopla un viento glacial… ven a mi corazón, soy pobrecillo, pero te calentaré todo lo que pueda; a lo menos, quiero que te complazcas de los buenos deseos que tengo de hacerte una buena acogida, de amarte, de sacrificarme por ti. Por tu parte, tú eres rico y ves mis necesidades; tú eres llama de caridad y purificas mi corazón de todo lo que no es tu Corazón sacratísimo; eres la santidad increada, y me colmarás de gracias fecundantes de verdadero progreso espiritual. Ven, Jesús, tengo tantas cosas que decirte… ¡tantas penas que confiarte! Tantos deseos, tantas promesas, tantas esperanzas. Deseo adorarte, besar tu frente, oh pequeño Jesús, darme a ti de nuevo, para siempre. Ven, oh Jesús, no tardes más, acepta mi invitación y ven. (Juan XXIII, Diario del alma)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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