PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1900 ~ Lunes
17 de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
¿Es posible alegrarse “siempre”? Más bien pasamos la vida
preocupados, amargados, tristes… porque las cosas no nos salen como las
imaginamos.
Ayer fue el Domingo
de la Alegría: grita de alegría… alégrate y regocíjate de todo corazón… no
temas… que no desfallezcan tus manos… ¡Qué mensaje! Para remarcarlo, San Pablo
agrega. Alégrense siempre en el Señor.
La Palabra de Dios no es “dulzona e ingenua”. El
fundamento de la alegría cristiana no está en las cosas de este mundo, sino en
la fe, en el Señor que está cerca.
El Adviento nos alienta a tener esta experiencia de la
cercanía de Dios. ¿Cómo? Leyendo y reflexionando su Palabra; rezando; mejorando
nuestra vida; confesando nuestros pecados; preocupándonos más por ayudar a
quienes lo necesitan. Entonces nos dice San Pablo: la paz de Dios que supera
todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos
de ustedes en Cristo Jesús.
El Domingo
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo
de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a
Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares
engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab
engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a
Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey
David.
David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón,
Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf
engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías
engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías
engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías
engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró
a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró
a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a
Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a
Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María,
de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones
son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la
deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia
hasta Cristo, catorce generaciones.
(Mt 1,1-17)
Comentario
Hoy, en la liturgia de la misa leemos la genealogía de
Jesús, y viene al pensamiento una frase que se repite en los ambientes rurales
catalanes: «De Josés, burros y Juanes, los hay en todos los hogares». Por eso,
para distinguirlos, se usa como motivo el nombre de las casas. Así, se habla,
por ejemplo: José, el de la casa de Filomena; José, el de la casa de Soledad...
De esta manera, una persona queda fácilmente identificada. El problema es que
uno queda marcado por la buena o mala fama de sus antepasados. Es lo que sucede
con el «Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham»
(Mt 1,1).
San Mateo nos está diciendo que Jesús es verdadero
Hombre. Dicho de otro modo, que Jesús —como todo hombre y como toda mujer que
llega a este mundo— no parte de cero, sino que trae ya tras de sí toda una
historia. Esto quiere decir que la Encarnación va en serio, que cuando Dios se
hace hombre, lo hace con todas las consecuencias. El Hijo de Dios, al venir a
este mundo, asume también un pasado familiar.
Rastreando los personajes de la lista, podemos apreciar
que Jesús —por lo que se refiere a su genealogía familiar— no presenta un
“expediente inmaculado”. Como escribió el Cardenal Nguyen van Thuan, «en este
mundo, si un pueblo escribe su historia oficial, hablará de su grandeza... Es
un caso único, admirable y espléndido encontrar un pueblo cuya historia oficial
no esconde los pecados de sus antepasados». Aparecen pecados como el homicidio
(David), la idolatría (Salomón) o la prostitución (Rahab). Y junto con ello hay
momentos de gracia y de fidelidad a Dios, y sobre todo las figuras de José y
María, «de la que nació Jesús, llamado Cristo» (Mt 1,16).
En definitiva, la genealogía de Jesús nos ayuda a
contemplar el misterio que estamos próximos a celebrar: que Dios se hizo
Hombre, verdadero Hombre, que «habitó entre nosotros» (Jn 1,14).
Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez (Sitges, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Lázaro
Amigo de Jesús
Lázaro es un nombre significativo en el idioma de Israel.
Quiere decir: "Dios es mi auxilio". El santo de hoy se ha hecho
universalmente famoso porque tuvo la dicha de recibir uno de los milagros más
impresionantes de Jesucristo: su resurrección, después de llevar cuatro días
enterrado.
Lázaro era el jefe de un hogar donde Jesús se sentía
verdaderamente amado. A casa de Lázaro llegaba el Redentor como a la propia
casa, y esto era muy importante para Cristo, porque él no tenía casa propia. Él
no tenía ni siquiera una piedra para recostar la cabeza (Lc. 9, 58). En casa de
Lázaro había tres personas que amaban a Nuestro Salvador como un padre
amabilísimo, como el mejor amigo del mundo. La casa de Betania es amable para
todos los cristianos del universo porque nos recuerda el sitio donde Jesús
encontraba descanso y cariño, después de las tensiones y oposiciones de su
agitado apostolado.
En la tumba de un gran benefactor escribieron esta frase:
"Para los pies fatigados tuvo siempre listo un descanso en su hogar".
Esto se puede decir de San Lázaro y de sus dos hermanas, Martha y María. La
resurrección de Lázaro es una de las historias más interesantes que se han
escrito. Es un famoso milagro que llena de admiración.
Un día se enferma Lázaro y sus dos hermanas envían con
urgencia un mensajero a un sitio lejano donde se encuentra Jesús. Solamente le
lleva este mensaje: "Aquél a quien Tú amas, está enfermo". Bellísimo
modo de decir con pocas palabras muchas cosas. Si lo amas, estamos seguros de
que vendrás, y si vienes, se librará de la muerte.
Y sucedió que Jesús no llegó y el enfermo seguía
agravándose cada día más y más. Las dos hermanas se asoman a la orilla del
camino y... Jesús no aparece. Sigue la enfermedad más grave cada día y los
médicos dicen que la muerte ya va a llegar. Mandan a los amigos a que se asomen
a las colinas cercanas y atisben a lo lejos, pero Jesús no se ve venir. Y al
fin el pobre Lázaro se muere. Pasan dos y tres días y el amigo Jesús no llega.
De Jerusalén vienen muchos amigos al entierro porque Lázaro y sus hermanas
gozan de gran estimación entre la gente, pero en el entierro falta el mejor de
los amigos: Jesús. Él que es uno de esos amigos que siempre están presentes
cuando los demás necesitan de su ayuda, ¿por qué no habrá llegado en esta
ocasión?
Al fin al cuarto día llega Jesús. Pero ya es demasiado
tarde. Las dos hermanas salen a encontrarlo llorando: -"Oh, ¡si hubieras
estado aquí! ¡Si hubieras oído cómo te llamaba Lázaro! Sólo una palabra tenía
en sus labios: ‘Jesús’. No tenía otra palabra en su boca. Te llamaba en su
agonía. ¡Deseaba tanto verte! Oh Señor: sí hubieras estado aquí no se habría
muerto nuestro hermano".
Jesús responde: -"Yo soy la resurrección y la Vida.
Los que creen en Mí, no morirán para siempre". Y al verlas llorar se
estremeció y se conmovió. Verdaderamente de Él se puede repetir lo que decía el
poeta: "en cada pena que sufra el corazón, el Varón de Dolores lo sigue
acompañando".
Y Jesús se echó a llorar. Porque nuestro Redentor es
perfectamente humano, y ante la muerte de un ser querido, hasta el más fuerte
de los hombres tiene que echarse a llorar. Dichoso tú Lázaro, que fuiste tan
amado de Jesús que con tu muerte lo hiciste llorar. Los judíos que estaban allí
en gran número, pronunciaron una exclamación que se ha divulgado por todos los
países para causar admiración y emoción: "¡Miren cuánto lo amaba!".
¡Lázaro: yo te mando: sal fuera! Es una de las más
poderosas frases salidas de los labios de Jesús. Un muerto con cuatro días de
enterrado, maloliente y en descomposición, que recobra la vida y sale
totalmente sano del sepulcro, por una sola frase del Salvador. ¡Que milagrazo
de primera clase! Con razón se alarmaron los fariseos y Sumos sacerdotes
diciendo: "Si este hombre sigue haciendo milagros como éste, todo el
pueblo se irá con Él".
¡Cómo nos deben brillar los ojos al ver lo poderoso que
es Nuestro jefe, Cristo! ¡Cómo deberían llenarse de sonrisas nuestros labios al
recordar lo grande y amable que es el gran amigo Jesús! Sin tocar siquiera el
cadáver. Sin masajes, sin remedios, con sólo su palabra resucita a un muerto de
4 días de enterrado.
¡Que se reúnan todos los médicos de la tierra a ver si
son capaces de resucitar a un piojo muerto!
Fuente: EWTN
La frase de hoy
“Viene cada año y vendrá para siempre.
Y con la Navidad vienen los recuerdos y las costumbres.
Esos recuerdos cotidianos humildes
a los que todas las madres nos agarramos.
Como la Virgen María,
en los rincones secretos de su corazón”
Marjorie Holmes
Tema del día: Juan Bautista,
el gran
mensajero de Jesús de Nazaret
En este tiempo de Adviento que significa espera y
esperanza, la liturgia cristiana de la Iglesia nos recuerda y nos pone de
ejemplo a san Juan Bautista como el gran precursor y mensajero que nos anuncia
y nos enseña el modo de prepararnos para celebrar y conmemorar, un año más, el
nacimiento o natividad de Jesús de Nazaret en Belén de Judá como el Mesías,
Salvador de la Humanidad, en este mundo tan materialista, injusto y egoísta que
sufrimos.
Pues bien, en el año 28 de nuestra era, siendo Poncio
Pilato gobernador de Judea, Herodes Antipas tetrarca de Galilea, y Anas y
Caifás, pontífices judíos, Juan, hijo de Isabel y del sacerdote Zacarías,
aparece en el desierto: “Bautizando y predicando un bautismo para el perdón de
los pecados” (Mc. 1,4). Era un joven y apasionado asceta que vestía de pieles
de camello y comía las langostas y miel silvestre. Mucha gente de buena fe de
Judea y toda la de Jerusalén acudían a verle, confesaban sus pecados y les
bautiza en el río Jordán.
Sin embargo a muchos fariseos y saduceos que venían a que
los bautizara, les llamaba: “Raza de víboras, dad frutos que pide la
conversión, (Mt. 3, 7). El pueblo judío que esperaba la venida del Mesías
anunciada por los profetas, le pregunta, si él es el Mesías, respondiéndole:
“Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para
desatarle la correa de sus sandalias. Yo os bautizó con agua, pero él os
bautizará con el Espíritu Santo” (Lc. 3, 15-17).
Difundida su fama por Galilea, “Jesús de Nazaret se
presenta ante Juan para que lo bautice, pero Juan Bautista intenta disuadirlo
diciéndole: “El que necesita ser bautizado soy yo por ti”. Jesús insiste: Es
necesario que así sea para que se cumpla toda justicia. Entonces, accede a
bautizarlo y apenas Jesús es bautizado, se abrieron los cielos y vieron al
Espíritu Santo en forma de paloma que venía sobre él y oyendo una voz que
decía: “Éste es mi Hijo amado en quien yo me complazco” (Mt. 3.16 -17). El
bautismo que Juan Bautista practicaba era el de inmersión en el agua del río
Jordán, en el lugar de Betania.
Tanto que creció su fama entre el pueblo judío que llegó
a ser una de las personas de mayor más prestigio e influencia en Judea. El
pueblo le consideraba un profeta. Varías personas se imaginaban que era el
profeta Elias resucitado y otras creían que era el mismo Mesías. Para Juan
Bautista la penitencia consistía en recibir el bautismo, dar limosna y enmendar
las costumbres y tradiciones malas judías. Llevaba una vida de un riguroso
asceta en el comer, beber y vestir. El tono de sus predicaciones era severo y
áspero y en las que aparecen los pobres como personas bien dispuestas para
entrar en el Reino de Dios. Sus discípulos hacían una vida muy austera,
ayunaban frecuentemente y tenían un aire de tristeza y melancolía.
Los fariseos, saduceos y sacerdotes judíos de Jerusalén,
al ver la multitud de gentes de Judea y Galilea que venían a verle y a ser
bautizados, mandan una comisión a preguntarle: “Quién era? Les contesta: “Yo no
soy el Mesías”. Ellos le replicaron: ¿“Eres acaso Elías o un profeta igual a
Moisés”?. Le responde: “No”. Pues, dinos: “¿Quién eres?, para darles respuesta
a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo”? Juan les manifiesta: “Yo
soy la voz que clama en el desierto, enderezar el camino del Señor, como enseña
el profeta Isaías”. Le preguntan: “¿Por qué, pues bautizas, si no eres ni el
Cristo ni Elías ni uno de los profetas”? Les responde: “Yo bautizo con agua,
pero en medio de vosotros está uno que no conocéis, que viene detrás de mí a
quine yo soy digno de desatarle las correas de sus sandalias” (Jn. 1,19- 28).
Al día siguiente, Juan Bautista al ver a Jesús que venía
hacia él, exclama: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Este es de quien yo dije, detrás de mí viene un hombre que está puesto delante
de mí porque existía antes que yo. Yo no le conocía, pero el que me envió a
bautizar con agua, me dijo: Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu Santo y
posarse sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le he visto
y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios” (Jn 1, 29-34).
Los discípulos de Juan Bautista al oírle esto, se acercan
a Jesús y le siguen. Entonces, les presunta: “¿Que buscáis”? Ellos le
responden: “Rabí, donde vives”. Les dice: “Venid y lo veréis”. Fueron con él,
vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día. Uno de estos era Andrés,
hermano de Simón, que al verle le dice: “Hemos encontrado al Mesías”. Le lleva
junto a Jesús, quien al verle, le dice: “Tú eres Simón, hijo de Jonás, te
llamarás Pedro, que significa piedra” (Jn. 1, 37-42). El otro discípulo era
Juan, hermano de Santiago, hijos de Zebedeo, que contaba a la sazón 21 años de
edad.
Juan Bautista solía decirle a Herodes Antipas, tetrarca
de Galilea y de Perea y casado con la hija de Hareth, rey de Petra: “No te está
permitido tener a Herodías, la mujer de tu hermano”, por lo que ella le
aborrecía y quería matarle, pero no podía, porque Herodes Antipas respetaba a
Juan Bautista al saber que era un hombre justo y santo. Sin embargo, para complacer
a la ambiciosa y apasionada a Herodías, también, estaba casada con su hermano
Filipo, le encierra en la fortaleza de Mechero, edificada por Alejandro Janeo y
reconstruida por Herodes, el Grande, en uno de los lugares más abruptos al Este
del Mar Muerto.
Sus discípulos le visitan en la cárcel de Macaronte y le
cuentan el milagro que Jesús hizo resucitando al hijo de la viuda de Naím, y
cómo las gentes daban gloria a Dios diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre
nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo”. Juan Bautista al oírles esto, manda
a dos discípulos para que le pregunten: “¿Eres tú el que has de venir, o
debemos esperar a otro?”. Jesús les responde: “Id y contad a Juan Bautista lo
que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos
quedan limpios, los sordos oyen y se anuncia a los pobres la Buena Nueva”.
Cuando los discípulos de Juan se marcharon, Jesús se puso
a hablar a la gente sobre la personalidad de Juan Bautista, diciéndoles: “¿Qué
salisteis a ver en el desierto?, ¿Una caña agitada por el viento? ¿Un hombre
elegantemente vestido? ¡No!. Los que visten elegantemente viven con molicie en
los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, es más que un
profeta, pues de él se escribió, he aquí que yo envío delante de ti a mi
mensajero que preparará delante de ti tu camino. En verdad os digo, que no ha
surgido entre los hombres ninguno más grande que Juan Bautista, con todo el más
pequeño en el Reino de los cielos es mayor que él”. (Lc. 7, 18-28)
Herodes Antipas celebra una fiesta con motivo de sus
cumpleaños a la que invita a una serie notable de invitados. Entonces, la hija
de Herodías, llamada Salomé, ambiciosa y disoluta como su madre, que ella había
tenido de su primer marido Filipo, entra en la sala del banquete, baila y
ejecuta admirablemente danzas ante los comensales, que había aprendido estando
en Roma, siendo el delirio de todos ellos, especialmente de Herodes Antipas,
quien le dice: “Pídeme lo que quieras que yo te lo daré”. Es más, le jura: “Te
daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino”.
Salomé sale de la sala del banquete y pregunta a su madre
Herodías: “¿Qué voy a pedirle?”. Ella le dice: “La cabeza de Juan Bautista”.
Salomé entra apresuradamente en la sala del banquete donde estaba Herodes
Antipas con sus invitados, y le dice: “Quiero que ahora mismo me des en una
bandeja la cabeza de Juan Bautista”. Herodes Antipas se llena de tristeza, pero
no queriendo desairarla a causa de su juramento dado a Salomé en presencia de
los comensales, ordena al instante a uno de sus guardias le traiga la cabeza de
Juan Bautista. El guardia le corta la cabeza en la cárcel, trae en una bandeja
y se la da Salomé, la cual, a su vez, se la entrega a su madre Herodías.
Enterados sus discípulos de tan cruel e injusto asesinato, recogen su cadáver y
le dan sepultura (Mc. 6,14-29).
Juan Bautista muere vilmente asesinado aproximadamente el
mes septiembre del año 29 o 30 de la Era cristiana, después de haber
permanecido en la cárcel durante cinco meses. Sus discípulos no se extinguirán
con su muerte, sino que pervivirán durante varios siglos formando la escuela
juanista, distinta al cristianismo, que practicaba el bautismo de inmersión en
el agua y las enseñanzas del Juan Bautista. Según cuenta san Jerónimo la odiosa
y cruel Herodías perforó la lengua de Juan Bautista con un puñal como lo
hiciera Fulvia con la cabeza de Cicerón.
Seis años más tarde, el rey Hareth de Petra derrota y
venga el repudio de su hija con la que Herodes Antipas estaba casado. El pueblo
judío consideró esta derrota como un castigo merecido por el asesinato de Juan
Bautista. Los evangelistas no dan el nombre de la hija de Herodías ni el lugar
del martirio de Juan Bautista.
Según Flavio Josefo la hija de Herodías se llamaba Salomé
(A. I. 18, 5.4), y el lugar de su martirio fue en la fortaleza de Macaronte,
donde también se celebró el dicho banquete, (Ant. Jud., XVIII, 119). Dicha
fortaleza era una casa regia, suntuosa y con hermosas habitaciones. Según
Plinio (Natur. Hist., 16,72), era la más aguerrida de Palestina, después de la
de Jerusalén, que servía para controlar a los árabes nabateos junto al Mar
Muerto en la comarca de Sodoma. Salomé casará con el etnarca Filipo, que muere
en el año 34, y volverá a casar con Aristóbulo.
Informado Herodes Antipas del éxito popular de Jesús por
su predicación evangélica y por sus milagros que arrastraban a muchedumbre de
gentes galileas a seguirle y escucharle, y perplejo ante unos que decían que
era Juan Bautista que había resucitado, otros que era Elías que había
aparecido, y otros que había resucitado uno de los antiguos profetas, dice: “A
Juan le decapité yo. ¿Quién es, pues, este de quien oigo tantas cosas?, pues
quería verle” (Mt. 9, 1-9).
José Barros Guede
Revista Ecclesia digital Madrid
Pensamientos sanadores
Déjate renovar en cada momento
El Señor no remienda, sino que hace nuevas todas las
cosas, aunque, en el proceso podamos experimentar dolor y atravesar momentos de
oscuridad.
También nuestras comunidades deberían vivir sumergidos en
el río del Espíritu que hace nuevas todas las cosas, especialmente las
relaciones interpersonales.
En estas comunidades, se encuentra comprensión y se
construye la unidad, aun con sacrificios y esfuerzo de todas las partes. Allí
caen las barreras y las máscaras con las cuales llegamos.
Sin embargo, este proceso de transformación que se
asemeja al de la mariposa, quien deja de ser gusano para poder desarrollar sus
bellas alas y volar, comienza por una decisión y un proceso personal. Esto los
otros no lo pueden hacer por ti. Tampoco puedes justificarte en los defectos
ajenos. Sólo el amor tiende puentes entre lo viejo y lo nuevo.
De él aprendieron
que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo…
Efesios 4, 22.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Héctor G. L., médico abnegado,
siempre entregado por amor a los demás, que vive en San Pedro, Jujuy,
Argentina, que está atravesando un difícil momento en su propia salud. Que el
Señor lo proteja, lo bendiga y fortalezca a su familia en estos momentos duros.
Pedimos nuevamente oración por la salud del Padre Joaquín
Guardiola, de Wilde, provincia de Buenos Aires, Argentina. Su salud desmejora y
no le encuentran lo que tiene. Que Dios ilumine a los médicos y al padre para
que pueda mejorar su salud.
Seguimos rezando también por la salud de Milena, de Córdoba, Argentina.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
El desierto
Toda forma de vida cristiana exige, por lo menos en una
cierta medida, el desierto, es decir, la mortificación, la penitencia y la
renuncia a las comodidades. Por eso el Adviento, en que tanto destaca la figura
del Bautista, es una fuerte llamada a este deber, presentado como medio
indispensable para disponerse a la venida del Señor. Sin duda que la principal
penitencia es la interior, o sea la conversión del corazón; pero la sinceridad
de ésta debe manifestarse también por medio de la penitencia exterior. La
civilización moderna ofrece muchas comodidades y placeres sensibles a poco
precio; aceptarlos sin ningún límite expondría al hombre al enflaquecimiento de
su voluntad y al aburguesamiento de la propia vida. Es necesario resistir a las
tendencias de querer ver, gozar y experimentarlo todo. Entonces “el espíritu
humano, menos esclavo de las cosas, puede ir más fácilmente al culto mismo y a
la contemplación del creador” (Gs 57).
La espiritualidad del desierto no es sólo mortificación y
renuncia, sino también recogimiento y silencio que hacen al hombre apto para
servir a Dios, para escuchar sus palabras y contemplar sus misterios. Profeta
es “quien oye palabras de Dios” (Nm 24, 4) y tras haberlas escuchado las
anuncia. Así eran los antiguos profetas, así fue el Bautista enviado para
anunciar al Mesías. Todo cristiano posee una vocación profética, siendo llamado
a escuchar interiormente la palabra de Dios para encarnarla en su vida y luego
transmitirla a los hermanos, Esto supone silencio y recogimiento; callar a las
criaturas para escuchar a Dios y ahondar en su palabra. No hay escucha sin
silencio; quien charla no puede escuchar ni las palabras de los hombres ni
tanto menos la voz de Dios que es a su vez silenciosa y se hace oír sólo en el
silencio.
Si las relaciones entre los hombres exigen el diálogo y
la comunicación, esto no debe hacernos incapaces para callar y para escuchar.
No son las conversaciones inútiles ni la locuacidad desenfrenada las que abren
el camino al diálogo inteligente, persuasivo y apto para llevar a los hermanos
la palabra del Señor. Y luego las relaciones con Dios y la intimidad con él
exigen de una manera especial el silencio, y no tan sólo exterior, sino también
el interior. Sor Isabel de la Trinidad
escribe: “Para oír es necesario olvidar la casa paterna, es decir, todo cuento
pertenece a la vida natural… Olvidar a su pueblo me parece más difícil, porque
ese pueblo es todo este mundo que forma parte integrante, por así decirlo, de
nosotros mismos. Es la sensibilidad, los recuerdos, las impresiones, etc., en
una palabra, nuestro yo. Necesitamos olvidarle, renunciar a él” (Últimos ejercicios espirituales, 10: Obras
completas, p. 230). Entonces la criatura entra en el silencio interior y en
aquel silencio Dios se le comunica y se le da a conocer.
Señor, ¿dónde
moras? –Yo no moro, hijo, lejos de ti, sino infinitamente más cerca de ti de lo
que piensas: yo me llamo el Huésped ignorado, yo habito dentro de ti; búscame
en pureza de espíritu y me hallarás.
Señor, y ¿cómo puedo yo entrar dentro de mí en pureza, pues me hallo
todo abierto a los sentido y volcado al exterior? –Sígueme, ven tras de mí…
hacia la oración que no desfallece, hacia el desierto donde no hay ni
madriguera ni nido, hacia el bautismo de la cruz, y hallarás la morada interior
donde yo vivo escondido en ti; porque sólo siguiéndome puedes entrar dentro de
ti. (G. Canovai)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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