PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1891 ~ Sábado 8
de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
En este día de la Fiesta de la Inmaculada Concepción de María,
vamos a abrir la edición de “Pequeñas Semillitas” con palabras pronunciadas por
el Beato Juan Pablo II para esta misma solemnidad, pero del año 1983:
“La fiesta que
celebramos, queridísimos hermanos y hermanas, nos sitúa en presencia de la obra
maestra realizada por Dios con la Redención. María Inmaculada es la criatura
perfectamente rescatada: mientras todos los demás seres humanos son liberados
del pecado, Ella fue preservada de él, por la gracia redentora de Cristo. La
Inmaculada Concepción es un privilegio único que convenía a Aquella que estaba
destinada a convertirse en la Madre del Salvador… Por esto María fue hecha
Inmaculada: ni siquiera por un instante la rozó el pecado.
María no sólo
recibió gracias; en Ella todo está dominado y dirigido por la gracia, desde el
origen de su existencia. Ella no sólo ha sido preservada del pecado original,
sino que ha recibido una perfección admirable de santidad… Con la Inmaculada
Concepción fue decretada la victoria perfecta de la gracia divina en la mujer,
como reacción contra la derrota sufrida por Eva en el pecado de los orígenes.
En María se realizó
verdaderamente la obra de la reconciliación, porque recibió de Dios la plenitud
de la gracia en virtud del sacrificio redentor de Cristo. María Inmaculada es
la primera maravilla de la Redención”
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a
una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre
llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué
significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un
hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la
casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al
ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es
ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es
imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí
según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
(Lc 1,26-38)
Comentario
Hoy, el Evangelio toca un acorde compuesto por tres
notas. Tres notas no siempre bien afinadas en nuestra sociedad: la del hacer,
la de la amistad y la de la coherencia de vida. Hoy día hacemos muchas cosas,
pero, ¿tenemos un proyecto? Hoy, que navegamos en la sociedad de la comunicación,
¿tiene cabida en nuestros corazones la soledad? Hoy, en la era de la
información, ¿nos permite ésta dar forma a nuestra personalidad?
Un proyecto. María, una mujer «desposada con un hombre
llamado José, de la casa de David» (Lc 1,28). María tiene un proyecto.
Evidentemente, de proporciones humanas. Sin embargo, Dios irrumpe en su vida
para presentarle otro proyecto... de proporciones divinas. También hoy, quiere
entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas a nuestro quehacer humano.
Una presencia. «No temas, María» (Lc 1,30). ¡No
construyamos de cualquier manera! No fuera caso que la adicción al “hacer”
escondiera un vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la profesión no han de
ser una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc
1,28). Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de rebote—
nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que renueva la amistad
con los otros.
Formarnos. Hoy día, que recibimos tantos estímulos con
frecuencia contrapuestos, es necesario dar forma y unidad a nuestra vida.
María, dice san Luis María Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos
maneras de hacer una escultura, expone Grignion: una, más ardua, a base de
golpes de cincel. La otra, sirviéndose de un molde. Ésta segunda es más
sencilla. Pero el éxito está en que la materia sea maleable y que el molde
dibuje con perfección la imagen. María es el molde perfecto. ¿Acudimos a Ella
siendo nosotros materia maleable?
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer (Manlleu, Barcelona,
España)
Santoral Católico:
La Inmaculada Concepción
de la Bienaventurada Virgen
María
Solemnidad de la Concepción Inmaculada de la
bienaventurada Virgen María, que, realmente llena de gracia y bendita entre las
mujeres, en previsión del nacimiento y de la muerte salvífica del Hijo de Dios,
desde el mismo primer instante de su Concepción fue preservada de toda culpa
original, por singular privilegio de Dios. En este mismo día fue definida, por
el papa Pío IX, como verdad dogmática recibida por antigua tradición (1854).
Todo lo que se refiere a la Santísima Virgen María es un
maravilloso misterio. Como la primera y más importante de las prerrogativas
suyas es su condición de ser Madre de Dios, todo lo que deriva de ello -el caso
de ser Inmaculada, por ejemplo- es una consecuencia de su especialísima, impar
e irrepetible situación en medio de los hombres.
De hecho, en un tiempo concreto, justo en 1854, el papa
Pío IX, de modo solemne y con todo el peso de su autoridad suprema recibida de
Jesucristo, afirmó que pertenecía a la fe de la Iglesia Católica que María fue
concebida sin pecado original. Lo hizo mediante la bula definitoria Ineffabilis Deus donde se declaraba esa
verdad como dogma de fe.
Poco a poco fue descubriéndolo en el andar del tiempo y
atendiendo a los progresos de la investigación teológica, al mejor conocimiento
de las ciencias escriturísticas, a lo que era realidad viva en el espíritu y
vida de los católicos y después de consultado el sentir del episcopado
universal.
No es en ningún momento un gesto debido al capricho de
los hombres ni a presiones ambientales o conveniencias económicas, políticas o
sociales por las que suelen regirse las conductas de los hombres. No; es más
bien la fase terminal y vinculante de un largo y complejo proceso en que se va
desarrollando desde lo más explicito y directo hasta lo implícito o escondido y
siempre al soplo del Espíritu Santo que asiste a la Iglesia por la promesa de
Cristo. Por tanto, la definición dogmática no es la creación de una verdad
nueva hasta entonces inexistente, sino la confirmación por parte de la
autoridad competente de que el dato corresponde al conjunto de la Revelación
sobrenatural. Por eso, al ser irreformable ya en adelante, asegura de manera
inequívoca las conciencias de los fieles que al profesarla no se equivocan en
su asentimiento, sino que están conforme a la verdad.
El libro del Génesis, la Anunciación de Gabriel
trasmitida en el tercer evangelio, Belén donde nace el único y universal
Redentor, El Calvario que es Redención doliente y el sepulcro vacío como
triunfante se hacen unidad para la Inmaculada Concepción.
Los Santos Padres y los teólogos profundizaron en el
significado de las palabras ‘pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu
descendencia y la suya’ reveladas y en los hechos; relacionaron las promesas
primeras sobre un futuro Salvador, descendencia de la mujer, que vencería en
plenitud al Maligno con aquellas palabras lucanas llena de gracia salidas del
ángel Gabriel. Compararon a la Eva, madre primera de humanidad pecadora y
necesitada de redención, con María, madre del redentor y de humanidad nueva y
redimida. Pensaron en la redención universal y no podían entender que alguien
-María- no la necesitara por no tener pecado. Con los datos revelados en la
mano se estrujaron sus cabezas para entender la verdad universal del pecado
original transmitido a todo humano por generación. Jugaron con las palabras Eva
-genesíaca-, y Ave -neotestamentaria-, ambas del único texto sagrado, viendo en
el juego maternidad analógica por lo común y lo dispar. Vinieron otros y otros
más hablando de la dignidad de María imposible de superar; el mismo pueblo fiel
enamorado profesaba la conveniencia en Ella de inmunidad, pero aún quedaban
flecos sin atar. Salió algún teólogo geniudo diciendo ¡imposible! y otro sutil,
que hilaba muy fino, afirmó que mejor es prevenir que curar la enfermedad para
afirmar que la redención sí era universal y María la mejor redimida.
Solucionadas las aparentes contradicciones de los datos
revelados que ataban todos los cabos sueltos y comprendido cuanto se puede
entender en la proximidad del misterio, sólo quedaba dar la razón de modo
solemne a la firme convicción de fieles y pastores en el pueblo de Dios que
intuía, bajo el sereno soplo del Espíritu, que por un singular privilegio la
omnipotencia, sabiduría y bondad infinitas de Dios habría aplicado, sin saber
cómo, los inagotables méritos del Hijo Redentor a su Santísima Madre,
haciéndola tan inocente desde el primer instante de su concepción, como lo fue
después y para siempre, por haberla amado más que a ninguna otra criatura y ser
ello lo más digno por ser la más bella de todo lo que creó. Así lo hizo, aquel
8 de diciembre, el papa Pío IX cuando clarificó para siempre el significado
completo de llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.
Mientras los teólogos estudiaban y discutían todos los
pormenores, los artistas les tomaron la delantera, sobre todo los españoles
Murillo, Ribera, Zurbarán, Valdés Leal y otros; también no españoles como
Rubens o Tiepolo. Ponían en sus impresionantes lienzos a la Inmaculada con
túnica blanca y manto azul, coronada de doce estrellas, que pisaba con total
potestad y triunfo la media luna y la humillada serpiente.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“En María se realizó verdaderamente la obra de la
reconciliación, porque recibió de Dios la plenitud de la gracia en virtud del
sacrificio redentor de Cristo. El privilegio único de su Inmaculada Concepción
la pone al servicio de todos y constituye una alegría para cuantos la
consideran como su Madre”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
María Inmaculada
Hoy nos alegramos con toda la Iglesia por ser una fiesta
muy especial de nuestra Madre, la Santísima Virgen María. Entre tantas fiestas
en honor de la Madre de Dios, hay dos más especiales para toda la Iglesia: el
comienzo de la vida de María, como Inmaculada o llena de gracia, y el final,
que fue su Asunción en cuerpo y alma al cielo.
Nos alegramos cuando tenemos algo bueno; pero nada mejor
podemos tener que la vida de gracia en nuestra alma, que es lo que nos dará la
plena felicidad para siempre. Por eso hoy celebramos el hecho de que la Virgen
María estuvo llena de gracia, limpia de todo pecado desde el primer instante de
su concepción. La concepción es el momento en que Dios crea el alma uniéndola a
la materia, que proviene de los padres: es el momento en que comienza la vida
humana.
La Biblia no menciona explícitamente este dogma o
creencia de fe. Lo creemos y sabemos por la Tradición, es decir, por la
autoridad que les dio Jesús a los apóstoles y a sus sucesores para interpretar
dignamente mensajes que nos da la Sagrada Escritura. Con el tiempo algunos
mensajes se clarifican, como este dogma de la Inmaculada. Así, después de
ponerse de acuerdo todos los obispos, siguiendo la devoción del pueblo
cristiano, el papa lo proclamó como una verdad que debemos creer y tomar en
consideración para nuestra vida cristiana. Era el 8 de Diciembre del año 1854
cuando el papa Pío IX proclamó solemnemente esta verdad.
Se basaba en algunas palabras de la Biblia. El primer
pasaje importante es el que nos narra la primera lectura de la misa de este
día. Es el capítulo 3 del Génesis. Allí aparece una lucha entre la serpiente,
que simboliza el demonio o fuerzas del mal con el Redentor de la humanidad. Y
unida con el Redentor aparece una mujer que “aplastará la cabeza de la
serpiente”. Esto quiere decir que habrá una mujer, unida al Redentor, que no
tendrá que ver nada con el pecado. Para que el triunfo sea total debe estar sin
mancha de pecado “desde el primer momento de su concepción”.
En el evangelio de este día aparece el ángel Gabriel
saludando a María con esa expresión de “llena de Gracia”. Es como el nombre
propio de la Virgen. Significa una singular abundancia de gracia, un estado
sobrenatural del alma en unión con Dios. Y no se trata de algo conseguido
entonces, sino como si fuese algo propio e innato en el alma de María. Por eso
aquello de “el Señor está contigo”. Esta es una expresión que aparece en otros
lugares de la Biblia; pero aquí se realiza con pleno sentido, porque Dios está
más presente cuanto mayor sea el grado de gracia que hay en el alma.
Estos no son argumentos definitivos; pero la Iglesia
reflexiona con la gracia de Dios. Y ya desde los primeros siglos de la Iglesia
había teólogos que reflexionaban sobre la conveniencia de que Dios diera esta
inmensa gracia a la que iba a ser su madre. En el día de nuestra Madre en algunos
sitios se celebra a las otras madres. Pero podemos ponernos a pensar: si
nosotros hubiéramos podido hacer a nuestra madre, es decir, darle las
cualidades que nos hubieran parecido mejores ¿Qué no hubiéramos hecho para
nuestra madre? Pues como Dios lo que más estima son los valores espirituales,
la grandeza de alma, no escatimó nada para embellecer espiritualmente a su
Madre, sin que el pecado pudiera dañarla ni en el primer momento de su
concepción.
Por eso hoy nos alegramos al considerar la belleza de la
Madre celestial. Pero también es un mensaje para que busquemos la mayor
purificación para nuestra alma. María es nuestra madre, pero es también el
modelo a seguir. Ella también fue redimida por Jesucristo, aunque de modo
adelantado. Nosotros, aunque somos pecadores, fuimos hechos limpios por el
bautismo. Sin embargo ¡Cuántos pecados hemos ido acumulando! En este día
pidamos fortaleza a Nuestro Señor para limpiar nuestra alma y, fijándonos en el
modelo de limpieza, que es la Inmaculada, caminemos por el camino de la gracia
y santidad para que un día podamos ver y gozar con María en el cielo.
P. Silverio Velasco (España)
Pensamientos sanadores
Que la Inmaculada Concepción bendiga tu concepción
María nos predica, no con palabras, sino con el ejemplo
de su vida, con el desprendimiento, incluso de las personas a quienes más
amamos.
Así como el valor del desprendimiento de las cosas
materiales consiste en saber utilizar correctamente nuestros bienes y recursos,
evitando apegarse a ellos y poniéndolos al servicio de los demás; del mismo
modo, el desprendimiento de las personas que amamos significa reconocer que no
nos pertenecen, sino que le pertenecen a Dios, y actuar en consonancia con
ello.
Sin embargo, es posible que, cuando nosotros fuimos
concebidos, no sólo recibimos el pecado original de Adán y Eva, sino también un
caudal de temores e inseguridades que proceden de nuestros padres y que nos
llevan a atarnos a las cosas materiales y a los afectos.
Para desarrollar una libertad crística, pídele a la Virgen,
que fue concebida sin pecado original, que te indique que los apegos que hay en
ti y que te ayude por medio de su intercesión.
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros y me colmas con la alegría de la salvación. Salmo
23, 7.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos una oración especial por una querida amiga de
esta página, Viviana F., de Paraná, Argentina, que se está preparando para
consagrarse a Jesús y a María Reina de la Paz. La encomendamos a la María
Inmaculada en su día, para que Ella la ayude a llegar al momento tan anhelado.
Pedimos oración por los proyectos de vida de Gladys V.,
de Ecuador. Por su salud física y espiritual. También por sus hijas y su
familia toda.
Pedimos oración por la familia González, de Misiones,
Argentina, que atraviesa momentos difíciles de índole laboral. Por medio de la
misericordiosa intercesión de nuestra madre María, seguramente los problemas se
han de solucionar.
Pedimos oración por la salud del señor Rigoberto D. M.,
de México, al que probablemente hoy internarán. Que el Señor le conceda la
gracia de recuperarse.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
La Inmaculada Concepción
La fiesta de la Inmaculada entona perfectamente con el
espíritu del Adviento: mientras la Iglesia se prepara a la venida del Redentor,
es muy justo acordarse de aquella mujer –“la Purísima”– que fue concebida sin
pecado porque debía ser su madre. La misma promesa del Salvador está unida, más
aún incluida en la promesa de esta Virgen singular. Después de haber maldecido
a la serpiente tentadora, dijo el Señor: “Pongo perpetua enemistad entre ti y
la mujer, y entre tu linaje y el suyo: éste te aplastará la cabeza” (Gn 3, 15).
Con María comienza la lucha entre el linaje de la mujer y el linaje de la
serpiente; lucha desde el primer origen de la Virgen, habiendo sido ella
concebida sin mancha alguna de pecado y por lo tanto en completa oposición a
Satanás. De esta manera la Virgen comenzó su existencia con una riqueza de
gracia mucho más abundante y perfecta que la que los más grandes santos
alcanzan al final de su vida. Si consideramos luego su absoluta fidelidad y su
total disponibilidad para con Dios, se podrá intuir a cuáles alturas de amor y
de comunión con el Altísimo haya llegado, precediendo “con mucho a todas las
criaturas celestiales y terrenales” (LG 53).
La Virgen ocupa el primer puesto en la bendición y en la
elección de Dios, ya que es la única criatura santa e inmaculada en sentido
pleno y absoluto. En María la bendición divina ha producido el fruto más
hermoso y perfecto. Y esto no sólo porque fue bendecida y elegida “en Cristo”,
en previsión de sus méritos, sino también en función de Cristo, para que fuese
su madre. Hoy la Iglesia invita a sus hijos a alabar a Dios por las maravillas
realizadas en esta humilde Virgen: “Cantad
al Señor un cántico nuevo porque ha obrado maravillas” (Salmo responsorial): la maravilla de haber roto la cadena del
pecado de origen que tiene atados a todos los hijos de Adán, aplicando a María,
antes que se llevase a efecto históricamente la obra de salvación de Jesús,
naciendo de ella, habría de realizar.
La Virgen de Nazaret encabeza así las filas de los
redimidos; con ella comienza la historia de la salvación, a la cual ella misma
colabora dando al mundo Aquel por quien los hombres serán salvados. Cuantos
creen en el Salvador no hacen más que seguir a María, y tras ella y no sin su
mediación han sido bendecidos y elegidos por Dios “en Cristo para ser santos e
inmaculados… en caridad”. Este maravilloso plan divino que se cumplió en María
con una plenitud singular y privilegiada, debe realizarse también en cada uno
de los creyentes según la medida establecida por el Altísimo. Para ello no
tiene más que seguir cada uno en su vida el modelo de María, imitándola en su
fidelidad a la gracia y en su incesante apertura y entrega a Dios. Y así como
la plenitud de la gracia de María floreció en plenitud de amor a Dios y a los
hombres, también en los creyentes la gracia debe madurar en frutos de caridad
hacia Dios y hacia los hombres, para gloria del Altísimo y aumento de la
Iglesia.
Es muy justo y
conveniente, Dios todopoderoso, que te demos gracias y que con la ayuda de tu
poder celebremos la fiesta de la Bienaventurada Virgen María. Pues de su
sacrificio floreció la espiga que luego nos alimentó con el Pan de los ángeles.
Eva devoró la manzana del pecado, pero María nos restituyó el dulce fruto del
Salvador. ¡Cuán diferentes son las empresas de la serpiente y las de la Virgen!
De aquélla provino el veneno que nos separó de Dios; en María se iniciaron los
misterios de nuestra redención. Por causa de Eva prevaleció la maldad del
tentador; en María encontró el Salvador una cooperadora. Eva con el pecado mató
a su propia prole; pero ésta resucitó en María por gracia del Creador que sacó
a la humana naturaleza de la esclavitud devolviéndola a la antigua libertad.
Cuanto perdimos en nuestro común padre Adán, lo hemos recobrado en Cristo.
(Prefacio ambrosiano).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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