PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1905 ~ Sábado
22 de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Un pastor se dirigía a Belén porque le habían dicho que
se encontraría a un niño recién nacido. Se llamaba Jesús y había nacido en un
pesebre porque no tenía donde venir al mundo. Sus padres, María y José, habían
ido a Belén a empadronarse pero nadie les había querido ayudar para que
pudiesen pasar la noche. Nació Jesús, el hijo de Dios, para enseñarnos como teníamos
que portarnos, para enseñarnos a conocer a Dios. Podía elegir un palacio para
nacer pero quiso hacerlo en un establo.
El pastor había escuchado a un ángel que se apareció a varios pastores
mientras cuidaban las ovejas. Sintieron miedo, pero los ángeles les dijeron que
Jesús había nacido en Belén y venía a salvarnos. Que era una gran alegría para
todos.
Se dirigieron a Belén, y por el camino, cuenta la leyenda
que a nuestro pastor le pasaron muchas cosas. Pensó que le llevaría una oveja
de regalo, así con la lana podría hacerle su madre una manta para abrigarle. Le
daría leche abundante y con el tiempo podría tener corderitos.
Cuando caminaba se encontró con unos mendigos que no
tenían nada. Vendió la oveja y con el dinero que le dieron compró comida para
ellos.
Se quedó con algunas monedas para comprarle al niño una
manta por si tenía frio. Al llegar al pueblo compró una manta de lana para
Jesús pero vio a una anciana que estaba helada de frio y se la regaló. Se quitó
su pelliza para dársela a la hija de la anciana que tiritaba a su lado.
Cuando llegó a Belén no tenía nada que regalarle al Niño
Jesús. Le vio en las pajas, tan pequeño, acostado al lado de su madre. Se dio
cuenta que sus padres le miraban con tanto cariño y ternura que se les veía
felices a pesar de que no tenían nada. El buey y la mula le daban su calor.
El pastor les miró, no podía regalarle nada al niño, lo había dado todo. Ni siquiera su
pelliza. Entonces recordó que su madre siempre le decía que cantaba muy bien y
con cualquier cosa podía hacer música. Cogió dos palos y en un pequeño taburete
donde se sentaban a ordeñar las vacas, empezó a tocar y a cantar una canción
dedicada al niño Jesús. Era el primer villancico.
El niño, al oírlo, sonrió. La alegría es un regalo que
podemos hacer a los que nos rodean.
María Luisa Martínez Robles (España)
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor
y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la
humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su
nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le
temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su
propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a
nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».
María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió
a su casa.
(Lc 1,46-56)
Comentario
Hoy, el Evangelio de la Misa nos presenta a nuestra
consideración el Magníficat, que María, llena de alegría, entonó en casa de su
pariente Elisabet, madre de Juan el Bautista. Las palabras de María nos traen
reminiscencias de otros cantos bíblicos que Ella conocía muy bien y que había
recitado y contemplado en tantas ocasiones. Pero ahora, en sus labios, aquellas
mismas palabras tienen un sentido mucho más profundo: el espíritu de la Madre
de Dios se transparenta tras ellas y nos muestran la pureza de su corazón. Cada
día, la Iglesia las hace suyas en la Liturgia de las Horas cuando, rezando las
Vísperas, dirige hacia el cielo aquel mismo canto con que María se alegraba,
bendecía y daba gracias a Dios por todas sus bondades.
María se ha beneficiado de la gracia más extraordinaria
que nunca ninguna otra mujer ha recibido y recibirá: ha sido elegida por Dios,
entre todas las mujeres de la historia, para ser la Madre de aquel Mesías
Redentor que la Humanidad estaba esperando desde hacía siglos. Es el honor más
alto nunca concedido a una persona humana, y Ella lo recibe con una total
sencillez y humildad, dándose cuenta de que todo es gracia, regalo, y que Ella
es nada ante la inmensidad del poder y de la grandeza de Dios, que ha obrado
maravillas en Ella (cf. Lc 1,49). Una gran lección de humildad para todos
nosotros, hijos de Adán y herederos de una naturaleza humana marcada
profundamente por aquel pecado original del que, día tras día, arrastramos las
consecuencias.
Estamos llegando ya al final del tiempo de Adviento, un
tiempo de conversión y de purificación. Hoy es María quien nos enseña el mejor
camino. Meditar la oración de nuestra Madre —queriendo hacerla nuestra— nos
ayudará a ser más humildes. Santa María nos ayudará si se lo pedimos con
confianza.
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)
Santoral Católico:
Santa Francisca Javier
Cabrini
Fundadora de las Misioneras
del Sagrado Corazón
Entre el 1901 y el 1913 emigraron a Estados Unidos
4.711.000 italianos. A pesar de los innumerables dramas que suscita la
emigración hay que recordar todavía hoy a una frágil maestra del S. Angelo
Lodigiano, Francisca Cabrini, nacida en 1850, la menor de 13 hijos. Se
distinguió, por no mirar la emigración con los ojos del político ni del
sociólogo, sino con esos humanísimos de mujer cristiana, mereciendo el título
de madre de los emigrantes.
Huérfana de padre y de madre, Francisca hubiera querido
encerrarse en un convento, pero no fue aceptada por su delicada salud. Entonces
aceptó el cargo que le confió el párroco de Codogno para que ayudara en un
orfanatorio. La joven, graduada de maestra hacia poco tempo, hizo mucho más:
reunió a algunas compañeras y formó el primer núcleo de las Hermanas Misioneras
del Sagrado Corazón, orientadas por el espíritu de un intrépido misionero, San
Francisco Javier. Cuando Francisca hizo los votos religiosos tomó el nombre del
santo. Como él, hubiera querido partir también para China, pero cuando tuvo
noticia del descuido y del drama de desesperación de los miles y miles de
emigrantes italianos que descargaban en el puerto de Nueva York sin ninguna
ayuda material ni espiritual, Francisca Javier no dudó un instante.
También ella, en la primera de sus 24 travesías
oceánicas, compartió las incomodidades y las incertidumbres de sus
compatriotas; pero se destacó por su extraordinaria valentía con la que afrontó
las grandes necesidades que se le presentaron y supo desenvolverse para
establecer un punto de encuentro y de ayuda para los emigrantes. Ante todo se
preocupó por los huérfanos y los enfermos, construyendo casas, escuelas y un
grande hospital en Nueva York, luego en Chicago, después en California, y así
siguió extendiendo su obra en toda América, hasta Argentina.
A quien le manifestaba admiración por el éxito de tantas
obras, la Madre Cabrini le contestaba con sincera humildad “¿Acaso todo esto no
lo ha hecho el Señor?”. Murió en el surco, durante uno de sus tantos viajes a
Chicago, en 1917. Su cuerpo fue llevado triunfalmente a Nueva York y enterrado
en la iglesia contigua a la “Mother Cabrini High School”, para que estuviera
cerca de los emigrados.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
"Navidad es el más humano y cordial de todos los
tiempos,
impregnado e inspirado por el sentimiento de la
fraternidad humana,
espíritu esencial del cristianismo
y aliento embalsamado de las rosas"
George William Crutis
Tema del día:
Cómo deberíamos celebrar la
Navidad
Hace dos mil años que nació el Salvador del mundo. Su
venida fue un evento histórico de tal magnitud que el mundo moderno inició su
calendario el año de su nacimiento.
No solo fue este evento importante porque ningún hombre
como Él había existido, lleno de Poder, Sabiduría y Amor, sino porque Él era el
Hijo de Dios, el Mesías esperado, el Redentor, el Ungido de Dios.
Su venida al mundo atrajo seguidores, quienes son
aquellos destinados a ser salvados. Para los humildes, los pobres y los
marginalizados, ¡Jesús es el hombre!
Gentes de todos los caminos de la vida son invitadas a
seguir a Jesús en su camino a nuestra casa celestial.
Cuando recordamos la venida de Nuestro Señor en la
estación de Adviento o Navidad, estamos celebrando nuestra liberación de la
esclavitud del pecado, puesto que Jesús es Nuestro Salvador. También celebramos
su futura venida en Gloria como Él lo ha prometido.
El día de Navidad es el día del cumpleaños de Nuestro
Señor Jesucristo, un día para alabar a Dios por haber amado tanto al mundo que
le dio su Único Hijo engendrado para que todo el que crea en Él sea salvado
[Juan 3:16]
El día de Navidad es realmente un "día santo, un
festival religioso" [holiday], desafortunadamente el mundo lo ha
reemplazado por un día de fiesta del mundo
La palabra Navidad en ingles [Christmas] ha sido
reemplazada por la palabra Xmas, o sea que no honramos el nombre de Cristo en
la Navidad, pues lo hemos extraído de la palabra. Y así también se ha borrado
en muchas otras formas.
Deberíamos de recolectarnos especialmente durante los
días de Navidad y celebrar el regalo que hemos recibido agradeciéndole a Dios
por el regalo de Su Hijo, amándonos los unos a los otros y compartiendo nuestra
caridad con los demás.
Otro punto que tenemos que aclarar es que Santa Claus o
San Nicolás no son el evento principal de la Navidad, este día santo ha sido
reemplazado por una oportunidad para vender, esta estación santa ha sido
comercializada y usa a Santa Claus para distribuir regalos olvidándose en
muchos casos del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. "Pongamos
cuidado"… Cristo viene pronto.
Algunos podrían insistir que está muy tarde para cambiar
la tradición, puede ser. ¿Para dónde va este mundo? Estamos olvidándonos de dar
a Dios lo que es de Dios porque estamos tan contentos haciendo cosas para
nosotros.
Mucha gente por todo el mundo se ha olvidado del
verdadero significado de la Navidad por causa de nuevas tradiciones. El
Nacimiento de Cristo ha sido reemplazado por la Nueva Navidad [Xmas],
celebraciones paganas que no tienen que ver nada con el Señor.
Incluyamos a Jesús en nuestras vidas en esta Navidad y
descubramos para qué hemos sido creados. Démosle gracias a Dios por haber
enviado a su Hijo a salvarnos, celebremos no solamente su Nacimiento sino
también su muerte, la cual nos salva verdaderamente de la muerte del pecado.
Meditemos la venida del Salvador del mundo y vivamos para siempre.
Hagamos cada día de nuestras vidas una verdadera Navidad
donde Jesús nace no en una cueva fría de Belén sino en nuestro corazón. Démosle
la bienvenida y amémosle con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con
toda nuestra fortaleza.
Dejemos que Cristo nazca de nuevo en nuestra vida y
nazcamos de nuevo a la vida eterna.
Jesús te ama
Pensamientos sanadores
Abre las puertas al Redentor
En algunas ocasiones, habrás sentido que en tu vida se
cerraba alguna puerta y que no podías seguir adelante o que no se producían los
cambios que tanto anhelabas.
Ten presente que eso mismo le sucedió a Dios, cuando José
y María llamaban a las puertas de las casas de Belén y recibían siempre la
misma respuesta: “no hay lugar”.
Casi puedo imaginar a la Virgen María poniendo suavemente
su pequeña mano sobre el hombro de José y transmitiendo, con ese gesto simple y
confiado, la paz y la confianza que brota de su corazón y del Corazón del
pequeño Niño que latía en su interior.
Quizás hemos estado buscando refugio en lugares
equivocados. Quizá las puertas a las cuales llamamos no eran las correctas.
Dispongámonos, en este tiempo, a un mayor silencio
interior para escuchar lo que el Señor tiene que decirnos y pidámosle que nos
ayude a abrirle nosotros las puertas del pesebre del propio corazón, para que
él pueda entrar en las habitaciones más profundas de nuestra vida y abrirnos
nuevas puertas de bendición.
Yo estoy junto a la
puerta y llamo (…) Apocalipsis 3, 20.
Hacerle un sitio
Una de las escenas más tiernas del Evangelio es la de
María embarazada, montada en un burrito, y a su lado José, en silencio,
golpeando las puertas del pueblito de Belén, buscando un sitio digno para que
nazca el Niño. Tierna y dramática. Dios, hecho carne, buscando sitio entre los
hombres. Y no lo encuentra. Pensar que un niño, ocupa tan poquito lugar, y para
él no lo hubo, sino en una cueva de animales, en suma pobreza.
Esto que imaginamos del relato histórico, también se
repite, espiritualmente hoy, en esta Navidad, en mi propio corazón. Adviento es
este tiempo en que Dios anda pasando, buscando sitio para nacer, para
manifestarse, y esta vez, así como entonces lo buscaba en la posada y en las casas de Belén, lo anda buscando en mi propio corazón. Yo tengo
que hacerle sitio en mi alma, en mi vida, en este momento de mi historia, sea
el mejor o el peor, con mis gracias y mis pecados. ¿Por qué nos resistimos?,
¿por qué esta sordera cada vez que nos tocan la puerta?, ¿por qué este hacernos
los zonzos para que pase de largo?
Y es que "hacerle sitio" al Niño, significa que
tengo que disponer la "casa", y tirar todo el cachivacherío que le
está robando el sitio al Niño. El cachivacherío de mi orgullo, mi soberbia, mi
sensualidad, mi pereza, mi falta de caridad, mi apego desmedido a las
seguridades o a la angustia por falta de ella, mis frivolidades, mis ansiedades
y urgencias que han conseguido que haga ya mucho tiempo que no recemos como
debemos, o simplemente no recemos.
Pero tampoco podemos pretender de mi corazón el Pesebre
ideal. Ni Dios lo pretende. Lo que pretende es un "lugarcito", es la
buena intención, es el anhelo de que su presencia nos cure, es el deseo
renovado de ser buenos. Nosotros quitaremos algunas cosas, y el resto lo va a
hacer Él. Si justamente para eso viene,
para eso se encarna, para eso anda buscando mi corazón, porque sabe que no podemos
con todo, porque sabe que somos débiles y perezosos.
No pide una casa donde todo esté perfectamente en orden y
prolijo. Pide un rinconcito para nacer y así ayudarnos con nuestros desórdenes
e improlijidades: viene a devolvernos, con su mirada, ese brillo en los ojos
que el tiempo opacó, o que nos hemos dejado robar. Viene con sus manitas, a
poner calor en las zonas del alma que se nos han entumecido de frío y que
necesitan ser abrazadas. Viene a abrir espacios empecinadamente cerrados por
nosotros a tantos hermanos nuestros a los que le seguimos diciendo: "sigan
adelante, no hay sitio en esta posada", para quedarnos encastillados y
estancados en la ciudadela de nuestras mezquinas seguridades.
¡Viene! ¡Está viniendo! Eso significa
"Adviento". "Estoy a la
puerta y llamo -dice el Apocalipsis-. Si
me abres, entraré en tu casa y cenaremos juntos".
Padre Angel Rossi s.j.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de
libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la
fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Ignacio, un bebé de Córdoba,
Argentina, que tiene una miocardiopatía grave, que pone en peligro su vida. Lo
encomendamos al Beato Cura Brochero para que interceda por él ante el Niño
Jesús y reciba la gracia de sanarse.
Pedimos oración por Filoteo S., de 84 años de edad, que
vive en Quito, Ecuador, y padece varias enfermedades en estado terminal y está
en una prolongada agonía que ya lleva más de seis meses. Que el Señor tenga
misericordia de él y alivie sus sufrimientos y dándole su paz.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
Buscar a Dios en las criaturas
Hoy resuena en la liturgia la primera de las grandes
antífonas del Adviento sacada de los libros sapienciales. “Yo salí de la boca
del Altísimo” (Ec 24, 3), dice de sí la misma Sabiduría presentándose como una
persona; y el autor sagrado, elogiándola, añade: “Se extiende poderosa del uno
al otro extremo y lo gobierna todo con suavidad” (Sb 8, 1). El hombre tiene necesidad
inmensa de comprender que todas las cosas, todas las criaturas, vienen de Dios
y son guiadas por su Sabiduría infinita. Toda la creación lleva el sello de la
Sabiduría increada, todo ser revela algunos de sus aspectos y ninguna criatura
o acontecimiento escapa a su gobierno. Reconocer la marca de Dios en todas las
criaturas y descubrir en las vicisitudes humanas el plan de la Sabiduría, es
suma sabiduría y suma prudencia.
Cuando la sabiduría eterna de Dios se encarnó
presentándose al mundo en forma humana y con el nombre de Jesús, el Salvador
anunciado desde hacía siglos, la mayor parte de los hombres no le reconocieron.
“Las tinieblas no acogieron la luz. Vino a los suyos, pero los suyos no le
recibieron” (Jn 1, 5, 11). De manera análoga el hombre que no tiene el corazón
puro ni limpia la mirada, no es capaz de ver a Dios ni de reconocer a Cristo en
sus hermanos. “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios” (Mt 5, 8); lo verán sin velos en la patria eterna, pero ya lo comienzan a
ver a través de la fe en esta vida, y no sólo en sí mismo y en sus misterios,
sino también en sus obras y en sus criaturas. “Solamente con la luz de la fe
–enseña el Concilio– y con la meditación de la palabra divina puede uno conocer
siempre y en todo lugar a Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos;
buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos
los hombres, deudos o extraños” (AA 4).
En vez de detenernos en el lado puramente humano de las
criaturas y en los inevitables límites y defectos más o menos hirientes, la
mirada se fija únicamente en lo que en ellos nos revela a Dios. De esta manera
se sobrepasan todas las diferencias de raza o de nación, de partido o de clase
social, todas las distinciones entre simpáticos o antipáticos, amigos o no,
creyentes o incrédulos, y en cada hombre se ve, se respeta y ama la imagen de
Dios, y se busca y se reconoce la faz de Cristo. También los que viven lejos de
Dios y quizá en rebelión contra él son criaturas suyas e hijos suyos, sino por
la gracia, sí al menos por la vocación a la gracia; siempre son hermanos de
Cristo, si no de hecho, sí de derecho, porque también por ellos Cristo se
encarnó, murió y resucitó. De esta manera las relaciones con los hombres se
convierten en relaciones con Dios, tratar con ellos es tratar con Cristo y
servir a los hermanos es servir a Cristo.
Dios mío, dame la
gracia de verte sólo a ti en las criaturas, de no detenerme nunca en ellas, de
no considerar su belleza material o espiritual como algo de su propiedad, sino
sólo como un reflejo tuyo. Haz que yo atraviese los velos… y que más allá de
las apariencias te vea a ti, ser por esencia, que posees el ser en toda su
plenitud y has comunicado una partecita de él a la criatura que me agrada…
Detenerme en las criaturas sería una falta de delicadeza, una ingratitud y un
abuso de confianza, porque tú no das a las criaturas la belleza ni me haces
sentir su encanto sino para dejarte entender en ellas, para atraerme a ti y
para despertar mi reconocimiento hacia tu bondad y mi amor hacia tu belleza. De
esta manera me invitas a subir hasta tu trono y a establecer allí mi alma en la
adoración, en la contemplación extasiada, y en la gratitud… Sea, pues, mi
conversación únicamente en el cielo, porque la vista de la tierra no acaba de
descubrirme tus bellezas y tus ternuras. Las criaturas, en las cuales admiro un
reflejo de tus perfecciones, y sobre las cuales brilla un rayo de tu luz, ¡oh
Sol infinito!, están fuera de mí, separadas y lejos de mí; pero tú, Dios mío,
perfección, bondad, verdad, amor infinito y esencial, tú estás en mí, me
envuelves y me llenas por completo. (Carlos de Foucauld)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
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