miércoles, 5 de diciembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1888


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1888 ~ Miércoles 5 de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Alabado sea Jesucristo…
Que te vea venir Señor
Que te vea venir, Señor pese a los acontecimientos que, en el mundo, son presagio de destrucción y desolación aún a sabiendas de que, Tú siempre apareces sin demasiado ruido y con el cortejo de la humildad.
Que te vea venir, Señor porque, a veces siento, que mis ojos buscan lo efímero, que mis manos acarician el gusto por las cosas, que mis pies, prefieren los caminos fáciles.
Que te vea venir, Señor porque, muchas veces, estoy dormido y siento el cansancio de la espera. Me pregunto si, tu venida, ya nunca ocurrirá. Miro al mundo, y me asusto de lo que acontece en él.
Que te vea venir, Señor. Necesito un soplo de tu presencia. La esperanza de tu Palabra. La seguridad de tus promesas. La justicia, frente a tanta mediocridad.
Tu verdad, ante tanta mentira. Tu nacimiento, ante tanta muerte.
Que te vea venir, Señor y sólo así, mi Señor la angustia se convertirá en paz,  la tristeza en alegría o, el llanto, en gozo por tu venida al mundo.
Padre Javier Leoz


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y Él los curó. De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?». Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». El mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.
(Mt 15,29-37)

Comentario
Hoy contemplamos en el Evangelio la multiplicación de los panes y peces. Mucha gente —comenta el evangelista Mateo— «se le acercó» (Mt 15,30) al Señor. Hombres y mujeres que necesitan de Cristo, ciegos, cojos y enfermos de todo tipo, así como otros que los acompañan. Todos nosotros también tenemos necesidad de Cristo, de su ternura, de su perdón, de su luz, de su misericordia... En Él se encuentra la plenitud de lo humano.
El Evangelio de hoy nos hace caer en la cuenta, a la vez, de la necesidad de hombres que conduzcan a otros hacia Jesucristo. Los que llevan a los enfermos a Jesús para que los cure son imagen de todos aquellos que saben que el acto más grande de caridad para con el prójimo es acercarlo a Cristo, fuente de toda Vida. La vida de fe exige, pues, la santidad y el apostolado.
San Pablo exhorta a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús (cf. Fl 2,5). Nuestro relato muestra cómo es el corazón: «Siento compasión de la gente» (Mt 15,32). No puede dejarlos porque están hambrientos y fatigados. Cristo busca al hombre en toda necesidad y se hace el encontradizo. ¡Cuán bueno es el Señor con nosotros!; y ¡cuán importantes somos las personas a sus ojos! Sólo con pensarlo se dilata el corazón humano lleno de agradecimiento, admiración y deseo sincero de conversión.
Este Dios hecho hombre, que todo lo puede y que nos ama apasionadamente, y a quien necesitamos en todo y para todo —«sin mi no podéis nada» (Jn 15,5)— necesita, paradójicamente, también de nosotros: éste es el significado de los siete panes y los pocos peces que usará para alimentar a una multitud del pueblo. Si nos diéramos cuenta de cómo Jesús se apoya en nosotros, y del valor que tiene todo lo que hacemos para Él, por pequeño que sea, nos esforzaríamos más y más en corresponderle con todo nuestro ser.
Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Sabas
Abad


Sabas es el fundador de la llamada Grande Laura al lado del valle de Cedrón, a las puertas de Jerusalén. Había nacido en Mutalasca, cerca de Cesarea de Capadocia, en el 439, y después de pasar algún tiempo en el monasterio de su pueblo, en el 457 se trasladó al de Jerusalén fundado por Pasarión, pero éste no satisfizo sus aspiraciones. Y al contrario de muchos monjes que abandonaban su convento para correr a las grandes ciudades a llevar una vida poco edificante, Sabas, deseoso de soledad, durante una permanencia en Alejandría pidió y obtuvo el permiso para retirarse a una gruta, con el compromiso de regresar todos los sábados y domingos a hacer vida común en el monasterio.

Cinco años después, de regreso en Jerusalén, fijó su domicilio en el valle de Cedrón en una gruta solitaria, a donde entraba por una pequeña escalera hecha con lazos. Por lo visto, esa escalera reveló su escondite a otros monjes deseosos como él de soledad, y en poco tiempo, como en un gran panal, esas grutas inhóspitas en la pared rocosa se poblaron de solitarios pero no ociosos habitantes.

Así nació la Grande Laura, esto es, uno de los más originales monasterios de la antigüedad cristiana. Sabas, con mucha paciencia y al mismo tiempo con indiscutible autoridad, gobernó ese creciente ejército de ermitaños organizándolos según las reglas de vida eremítica ya establecidas un siglo antes por San Pacomio. Para que la guía del santo abad tuviera un punto de referencia en la autoridad del obispo, el patriarca de Jerusalén lo ordenó sacerdote en el 491.

Sabas, a pesar de su predilección por el total aislamiento del mundo, no rehuyó sus compromisos sacerdotales. Fundó otros monasterios, entre ellos uno en Emaús, y tomó parte activa en la lucha contra la herejía de los monofisitas, llegando al punto de movilizar a todos sus monjes en una expedición para oponerse a la toma de posesión de un obispo hereje, enviado a Jerusalén por el emperador Anastasio.

Ante el emperador de Constantinopla, San Sabas puso en escena una representación de mímicas para demostrar con la evidencia de las imágenes coreográficas la triste condición del pueblo palestino agobiado por pesados impuestos y uno en particular, que perjudicaba a los comerciantes, pero sobre todo al pueblo.

Cuando murió, el 5 de diciembre del 532, toda la región quiso honrarlo con espléndidos funerales. En Roma, en el siglo VII, por obra de los monjes griegos surgieron sobre el monte Aventino un monasterio y una basílica dedicados a su memoria, del que toma el nombre el barrio. Fue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

"Antiguamente los carteles en las calles
con rostros de delincuentes,
ofrecían recompensas;
hoy en día, piden votos"

Anónimo
(y lamentable)


Tema del día:
Una poderosa intercesión


1)   Para saber

Cada año la Iglesia celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción y la prepara con nueve días de anticipación, es la llamada “Novena a la Inmaculada”.

El Papa Benedicto XVI nos invita a ofrecer a la Virgen nuestra oración, invocaciones de agradecimiento y de súplica: agradecimiento por el don de la fe y por todo el bien que diariamente recibimos de Dios; y súplica por las diferentes necesidades, por la familia, la salud, el trabajo, por todas las dificultades que la vida nos lleva a encontrar.

Hemos de saber que siempre es mucho más importante lo que recibimos de María, respecto a lo que le ofrecemos. Su «mensaje» no es otro sino Jesús. Gracias a él y por él ella es la Inmaculada. Y como el Hijo de Dios se hizo hombre por nosotros, también ella, su Madre, fue preservada del pecado por nosotros, como anticipación de la salvación de Dios para cada hombre. Así María nos dice que todos estamos llamados a abrirnos a la acción del Espíritu Santo para poder llegar a ser, en nuestro destino final, inmaculados, plena y definitivamente libres del mal.

2) Para pensar

Don Pedro Montserrat era el párroco de una iglesia, y contaba la eficacia de rezar tres Avemarías todos los días. Sucedió que un día fue una señorita a pedirle que fuera a atender a su padre que estaba enfermo. Le indicó la dirección y se marchó. El sacerdote llegó al edificio y subió al segundo piso donde llamó a la puerta. Le abrió una señora a quien le preguntó por el enfermo. La señora le indicó con extrañeza la habitación en la que estaba su marido. Al entrar el sacerdote, el anciano enfermo se alegró y le pidió: “Ayúdeme, padre. No me he confesado desde mi primera comunión”.

Después de confesarlo y administrarle los Santos Óleos, don Pedro volvió tranquilo a su parroquia. Pero al día siguiente volvió la misma joven para pedirle que fuera a ver a su padre. El sacerdote le explicó que ya había ido a atenderlo, pero ella insistía en que no había ido. Hasta que se aclaró todo: en lugar del piso tercero, el sacerdote había ido al segundo. Así que volvió al edificio. Aprovechó para visitar al que había atendido por equivocación, quien le dijo: “Padre, yo he sido muy malo. Pero mi madre me enseñó a rezar tres Avemarías a la Virgen todos los días. Y siempre las he rezado. Usted no se equivocó, lo trajo la Virgen. Todos los hombres me han abandonado, pero la Virgen no me ha dejado”.

3) Para vivir

Estos días también podemos preparar la fiesta de la Virgen fomentando el trato con ella por medio de algún acto de piedad mariano como puede ser el Rosario o alguna otra invocación mariana.

El Papa recodaba que Ella nos mira con el amor mismo del Padre y nos bendice. Se comporta como nuestra «abogada», y aunque todos hablaran mal de nosotros, ella hablaría bien, porque su corazón inmaculado está sintonizado con la misericordia de Dios.

Terminaba el Papa por pedirle a la Virgen que nos infunda la fuerza para rechazar el mal y elegir el bien, incluso cuando cuesta e implica ir contracorriente, y que nos de la alegría de sentirnos amados por Dios, bendecidos por él, predestinados a ser sus hijos inmaculados.

Pbro. José Martínez Colín


Nuevo video

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pensamientos sanadores


Eleva todo tu ser a Dios

A lo largo del día, mantente cerca del Señor, elevando serenamente tu pensamiento hacia él, con la mayor frecuencia posible.
Cada vez que sientas que la paz de Dios huye de tu alma a causa de la dispersión o de las dificultades que puedan presentarse durante la jornada, piensa en él, vuelve a él, concéntrate en su Divina Presencia, habitando en ti.
Lo más importante, en este día, aun más que todas las actividades que debes realizar es que mantengas una estrecha relación con el Dulce Huésped de tu alma, pues cuanto más tiempo pases centrado en su presencia, más fácil será mantener el curso y la buena consecución de las actividades diarias.
De este modo, teniendo como centro la presencia de Dios Amor, gradualmente tu vida espiritual se irá elevando, y, con ella, se elevarán todas las otras dimensiones de tu vida.

El Señor da su amistad a los que lo temen y les hace conocer su alianza. Mis ojos están siempre fijos en el Señor, porque él sacará mis pies de la trampa. Salmo 25, 14-15.


Mes de María


Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María, pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el hemisferio norte.

Día veintinueve (5/DIC): La muerte

CONSIDERACIÓN. – Jesús es el autor de la vida y por redimir nuestras faltas, por resucitarnos a la gracia que habíamos perdido por le pecado, ha querido pasar por la muerte y por el sepulcro.
La Santísima Virgen, su Madre, ha seguido también la ley común y para cada uno de nosotros llegará el momento en que Dios permitirá a la muerte llamarnos; no obstante, no pensamos en ello. “Insensato, nos dice el autor de La Imitación, ¿por qué pensar vivir mucho, cuando no tenéis ni un día seguro? ¡Cuántos han sido equivocados y súbitamente arrancados de la vida! ¡Cuántas veces habéis oído decir: Este hombre ha sido muerto con una espada; ese otro, se ha ahogado; aquél se ha roto la cabeza cayéndose; aquel otro, murió comiendo; otro, jugando; tal, ha perecido por el fuego; tal, por un arma; uno, por la peste; otro, en manos de ladrones! El fin de todos es la muerte y la vida del hombre pasa tan rápida como una sombra”.
La muerte es el castigo del pecado; pero, para el cristiano que ha vivido bien, es el comienzo de la vida. Todos nuestros esfuerzos deben, pues, tender a prepararnos para ese paso del tiempo a la eternidad. Debemos siempre estar dispuestos, porque ignoramos el momento en que Dios nos llamará a su juicio; si lo hemos amado y servido ¿qué podemos temer de Él?
El más hermoso día de la vida de la Santísima Virgen fue el de su muerte, porque la reunió con su Hijo para la eternidad y los santos suspiraban por ese trance, que llamaban su liberación.

EJEMPLO. – Como le preguntaran un día, a un santo, cuál era el mejor medio de preparación para la muerte, él respondió: “Pensad cada mañana, que es ese vuestro último día y cada noche, que podéis morir antes de que ésta termine; vos no pecaréis jamás”.
Así, debemos prepararnos a morir cristianamente y no ser sorprendidos por el llamado de Dios.
Los últimos momentos de los que han servido al Señor, no tienen, por lo demás, nada de espantoso.
Suárez, religioso de la Compañía de Jesús, decía, cuando estaba por expirar: “No sabía que fuera tan dulce, morir”.
Pudiéramos nosotros, en esta hora suprema, exclamar como San Luis muriendo: “Señor, entraré en vuestra casa. os adoraré en vuestro templo, glorificaré vuestro santo nombre”.

PLEGARIA DE SAN BUENAVENTURA. – Virgen santa, cuando mi alma salga de mi cuerpo, dignaos venir a su encuentro para recibirla, os lo suplico por la gloria de vuestro santo Nombre ¡oh María! no le rehuséis entonces la gracia de sostenerla con vuestra dulce presencia; sed su escala y su vía para subir al Cielo. Así sea.

RESOLUCIÓN. – Ejecutaré cada una de mis acciones, como si debiera morir al punto.

JACULATORIA. - ¡Oh María! protectora de la buena muerte, rogad por nosotros.



Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Antonio, 80 años de edad, de Argentina, internado en cuidados intensivos con neumonía, con la fe puesta en Jesús que puede curarlo.

Pedimos oración para encontrar a Juan Carlos P. G., que vive en Jalisco, México, y falta de su casa desde el 29 de noviembre sin que se tengan noticias de él hasta el momento.

Pedimos oración por Yamila C., de Quilmes, Buenos Aires, Argentina, profesora de educación física que tuvo un accidente tremendo y está internada muy grave, por lo que rogamos a María Inmaculada que interceda por ella ante Jesús para conseguir su restablecimiento.

Pedimos oración por el Padre Joaquín Guardiola, de Wilde, provincia de Buenos Aires, Argentina, a quien sus múltiples compromisos pastorales y docentes han comprometido su salud. Que el Señor lo sostenga y el Espíritu de Dios lo fortalezca.

Pedimos oración por Marta Alejandra M., de la ciudad de Córdoba, Argentina, cristiana practicante que está pasando por momentos de dificultad en su salud por lo que la encomendamos a Jesús Sacramentado para su protección.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


"Intimidad Divina"

Santos en la caridad

“El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros” (Is 25, 8), dice Isaías aludiendo a la obra de salvación que había de cumplir Dios un día en favor de su pueblo. Es lo que se ha realizado con la venida de Jesús: “Se le acercó una gran muchedumbre –narra San Mateo– en la que había cojos, mancos, ciegos, mudos y muchos otros, que se echaron a sus pies, y los curó” (Mt 15, 30). La misión de Cristo se presentó en seguida como una misión de bondad y de caridad infinita para alivio de todas las miserias humanas. De esta manera revelaba Cristo a los hombres la naturaleza íntima de Dios: el amor. “Dios es amor” dirá más tarde el apóstol San Juan (1 Jn 4, 16)… El significado de esta breve frase es sumamente profundo. Dios es amor, o sea, todo lo que hay en Dios, todo el ser de Dios es amor; Dios es esencialmente amor… y no encierra en sí solo su amor, sino que lo derrama fuera de sí llamando a la existencia a innumerables criaturas para comunicarle sus bienes y su felicidad. Dios, que es amor, crea a los hombres por un acto de amor, y por amor también los conserva y los va dirigiendo para que obtengan su propia felicidad, orientándolos a sí, sumo Bien, y haciéndolos capaces de amarle.

A semejanza de la de Dios, la vida del cristiano debe ser esencialmente amor: en primer lugar para con Dios y luego amor para con todos los hombres. Eso es posible porque Dios ha infundido en el corazón de los creyentes una centella de su amor infinito. Quien fomenta ese amor y vive en él “mora en Dios y Dios en él”, porque participa de la vida de Dios. Pero quien con el pecado se opone al amor extingue en sí la vida divina y se precipita en la muerte. La caridad y la gracia son absolutamente inseparables; es imposible vivir en gracia de Dios si se rehusa su amor, como es imposible ser “partícipes de la divina naturaleza” (2 Pe 1, 4) si el corazón se cierra a la caridad, pues Dios es caridad. Por el contrario, cuanto más crece en el amor el creyente, tanto más profunda e íntimamente unido vive con Dios, de tal manera que ya no vive para sí mismo, sino para Dios.

Al hacer al hombre partícipe del amor que es Dios, la caridad lo hace semejante a Dios como verdadero hijo y lo une a él. Y así la caridad es la más excelente de todas las virtudes no sólo en esta vida sino también en la otra, ya que permanecerá para siempre y de su intensidad dependerá la felicidad eterna de cada uno de los elegidos. Todo cristiano es santo, es decir participa de la santidad de Dios, en la medida en que participa de su amor. De aquí se sigue que la caridad es el “primero y más necesario don” que Dios ha hecho al hombre, y al mismo tiempo el primero y más importante de sus mandamientos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37-39). El amor es la esencia de la santidad y el dinamismo de la vida de gracia.

“Amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil y obraremos muy en breve y muy sin trabajo. Dénosle Su Majestad, pues sabe lo mucho que nos conviene, por el que él nos tuvo y por su glorioso Hijo, a quien tan a su costa nos le mostró. Amén. (Santa Teres de Jesús)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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