PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1889 ~ Jueves
6 de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Transitamos el tiempo de la espera. Esperamos a Jesús…
Vivimos en un mundo en el que la gente se angustia por
muchas cosas y anda desalentada, a los tumbos, viviendo sin vivir, arruinando
su vida con distintos tipos de “tóxicos” para saturar los sentidos y acallar la
mente; y así intentar olvidar las preocupaciones cotidianas por el dinero, por
las cosas materiales, por la moda, por la sensualidad desenfrenada.
Es tiempo de reaccionar, de despegarnos del mundo
material y mirar el horizonte con fe
renovada en el que va a venir…
Estemos atentos. Dios está cerca. Dejemos de lado lo
vano, lo estéril, lo material, la carne que corrompe y se corrompe. Exaltemos
el espíritu en constante oración esperanzada para tener más fuerzas en la
espera anhelada de Jesús…
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el
que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas
palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó
su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los
vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba
cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en
práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó
la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra
aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
(Mt 7,21.24-27)
Comentario
Hoy, el Señor pronuncia estas palabras al final de su
"sermón de la montaña" en el cual da un sentido nuevo y más profundo
a los Mandamientos del Antiguo Testamento, las "palabras" de Dios a
los hombres. Se expresa como Hijo de Dios, y como tal nos pide recibir lo que
yo os digo, como palabras de suma importancia: palabras de vida eterna que deben
ser puestas en práctica, y no sólo para ser escuchadas —con riesgo de
olvidarlas o de contentarse con admirarlas o admirar a su autor— pero sin
implicación personal.
«Edificar en la arena una casa» (cf. Mt 7,26) es una
imagen para describir un comportamiento insensato, que no lleva a ningún
resultado y acaba en el fracaso de una vida, después de un esfuerzo largo y
penoso para construir algo. "Bene curris, sed extra viam", decía san
Agustín: corres bien, pero fuera del trayecto homologado, podamos traducir.
¡Qué pena llegar sólo hasta ahí: el momento de la prueba, de las tempestades y
de las crecidas que necesariamente contiene nuestra vida!
El Señor quiere enseñarnos a poner un fundamento sólido,
cuyo cimiento proviene del esfuerzo por poner en práctica sus enseñanzas,
viviéndolas cada día en medio de los pequeños problemas que Él tratará de
dirigir. Nuestras resoluciones diarias de vivir la enseñanza del Cristo deben
así acabar en resultados concretos, a falta de ser definitivos, pero de los
cuales podamos obtener alegría y agradecimiento en el momento del examen de
nuestra conciencia, por la noche. La alegría de haber obtenido una pequeña
victoria sobre nosotros mismos es un entrenamiento para otras batallas, y la
fuerza no nos faltará —con la gracia de Dios— para perseverar hasta el fin.
Abbé Jean-Charles TISSOT (Friburgo, Suiza)
Santoral Católico:
San Nicolás de Mira
Obispo
De San Nicolás, obispo de Mira (Licia) en el siglo IV,
tenemos muchas noticias, pero es difícil distinguir las pocas auténticas del
gran número de leyendas tejidas alrededor de este popularísimo santo, cuya
imagen presentan todos los años los comerciantes vestido de "Papá
Noel" (Nikolaus en Alemania y Santa Claus en los países anglosajones), un
rubicundo anciano de barba larga y blanca, y con un costal lleno de regalos a
la espalda.
Su culto se difundió en Europa cuando sus presuntas
reliquias fueron llevadas de Mira por 62 soldados bareses y colocadas con
grande honor en la catedral de Bari, para evitar que fueran profanadas por los
turcos. Era el 9 de mayo de 1087. Las reliquias habían sido precedidas por la
fama de gran taumaturgo y por coloridas leyendas. En la leyenda áurea se lee:
"Nicolás nació de ricas y santas personas. Cuando lo bañaron el primer
día, se paró solito en la tina...". Era un niño de excelente salud y ya
inclinado a la ascética, pues, como añade la leyenda, el miércoles y el viernes
rechazaba la leche materna. Ya más grandecito "rehusaba las diversiones y
las vanidades y frecuentaba la iglesia".
Elevado a la dignidad episcopal por sobrenatural
inspiración de los obispos reunidos en concilio, el santo pastor se dedicó a su
grey, distinguiéndose sobre todo por su gran caridad. "Un vecino suyo,
encontrándose en grandísima pobreza, ordenó exponer al pecado a sus tres hijas vírgenes
para sacar de ese vil mercado el sustento para él y para sus hijas...”. Para
evitar ese despiadado lenocinio, San Nicolás, pasando en la noche por frente de
la casa de ese pobre, tres veces echó una bolsa de monedas de oro, y las tres
hijas con la dote consiguieron un buen marido. Su patrocinio sobre muchachos y
muchachas parece que se debe a otro hecho legendario: el obispo habría
inclusive resucitado a tres niños, asesinados por un carnicero para hacer
salchichas.
Se narra también que, invocado por algunos marineros
durante una furiosa tempestad en el mar, él se les apareció y la tempestad cesó
inmediatamente. En efecto, parece que con los marineros tenían cuenta abierta:
durante una carestía había obtenido de una nave llena de trigo una buena porción
para sus fieles; después, cuando los dueños controlaron el contenido de la
nave, encontraron que todo el trigo estaba completo. Tras su muerte se
convirtió en el primer santo, no mártir, en gozar de una especial devoción en
el Oriente y Occidente. Multitud de relatos milagrosos aparecieron sobre él,
desfigurando, a veces, su inminente carácter práctico y sencillo.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Que tus pensamientos, tus amores,
tu vivir, y tu paso por la vida
sean siempre bendecidos
por aquél amor que ama sin
nombre.
Aquél amor que no se explica, solo se siente.
Que ese amor sea tu rumbo secreto,
viajando eternamente en el centro de tu ser.
Que ese amor transforme
tus dramas en luz,
tu tristeza en celebración,
y tus pasos cansados
en alegres pasos de danza renovadora”
Tema del día:
Vive el Adviento con Jesús
Se acaba el año… Esta es una de las frases que escuchamos
constantemente a lo largo de estos días. Y nos toca correr al ritmo que lo hace
mucha gente en la calle. Diciembre es un mes de fiestas. El día 8, les rendimos
honor a la Inmaculada Concepción. El día 25, celebramos el nacimiento del Niño
Jesús, y el día 31, le damos un adiós definitivo a este año y celebramos por el
que ha de venir. Pero este tiempo es un momento oportuno para reflexionar sobre
lo que hemos hecho y lo que no, sobre el sentido de nuestro ser y quehacer.
Puede ser oportuno hacerlo desde lo que empezamos a celebrar este domingo 2 de
diciembre, cuando iniciamos el Adviento…
Llegó el tiempo de la espera y la esperanza. El tiempo de
preparar caminos… ¿En qué consiste esa esperanza, que unos años nos encuentra
felices, y otros con ánimo bajo? ¿De qué está hecha esa confianza en que Dios
sigue viniendo? ¿Cómo se enciende esa luz que rompe tinieblas, noches, sombras
y que ilumina los rincones más oscuros? Y es tan humano el esperar y ponerse en
camino, el desear y luchar por algo, el creer cuando todo parece invitar al
descreimiento… ¿Qué ingredientes tiene esa esperanza poderosa que provoca
escalofríos a los infames y hace sonreír a los heridos?
Esperamos porque sabemos de quién nos hemos fiado. Porque
preparamos los caminos para una venida que ya comenzó hace mucho. Porque en la
vida es fundamental mantener una memoria agradecida por todo lo recibido.
Aprender de una historia muchas veces trenzada en golpe y dicha... En los
momentos de dicha recordamos que todo es don. Y en las noches oscuras, en los
momentos en que parece que algo falta, en las épocas de dolor o sufrimiento,
recordamos las bendiciones que en otros momentos han llenado nuestras vidas de
pasión. Y la entrega de un Dios cuya salvación ya comenzó de manera inexorable.
La sorpresa del Dios del pesebre y la historia de una salvación extraña.
Recordamos con gratitud, y nos vivimos como partes de una historia.
Esperamos porque sabemos lo que puede llegar. A veces lo
intuimos. Otras lo soñamos. En ocasiones sencillamente queremos que las cosas
sean diferentes. Imaginamos futuros mejores, para nosotros, pero sobre todo
para aquellos cuyos presentes son sombríos; hasta ahí, nada distinto de los
"buenos deseos" con los que se reciben estas fechas en las teles y
los mercados, en las promociones navideñas y las declaraciones institucionales.
Pero entonces se enciende una luz en nuestra entraña, se escucha una voz que,
muy hondo, muy dentro, muy suave, susurra: "¿Por qué no? Y el deseo se
convierte en urgencia, en anhelo, y quema y aquieta a un tiempo. El deseo es
también llamada, y algo me dice: "lucha por lo que deseas", y eso es
Adviento…
Adviento, Navidad, fin de año. Seguirá siendo un momento
oportuno para reflexionar si de verdad hemos vivido todo profundamente y si
ello nos ha llevado a Dios. Porque todo
en la vida, vivido hondamente, nos puede llevar a Dios.
Padre José Domingo Cuesta S.J.
Para Sujeto Apostólico -
Panamá
Imagen: Google
Mensaje de María Reina de la
Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de Diciembre de
2012
¡Queridos hijos!
Con amor maternal y con maternal paciencia los invito
nuevamente a vivir de acuerdo a mi Hijo, a difundir su paz y su amor, y así,
como apóstoles míos, puedan acoger con todo el corazón la verdad de Dios y orar
para que el Espíritu Santo los guíe. Entonces, podrán fielmente servir a mi
Hijo y mostrar a los otros Su amor con sus vidas. Por el amor de mi Hijo y mi
amor, como Madre, lucho para llevar todos mis hijos extraviados en mi abrazo
maternal y para mostrarles el camino de la fe. Hijos míos, ayúdenme en mi lucha
maternal y oren conmigo para que los pecadores puedan volverse conscientes de
sus pecados y sinceramente se arrepientan. Oren también por aquellos que mi
Hijo ha elegido y consagrado en su Nombre. Gracias.
Nuevo video
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Pensamientos sanadores
Jesús, Maestro del camino
La vida se asemeja a un camino, cuya finalidad es
fortalecer las piernas del caminante. Del mismo modo, el sendero de la vida se
vale de todos los medios para ir purificando, transformando y elevando todos
los niveles de nuestra vida, a fin de que nos vayamos asemejando cada día más a
Jesús, anhelando, por amor a él, la verdadera perfección y construyéndola desde
las pequeñas situaciones diarias que nos presenta este camino.
Cuando aceptamos de buen grado las enseñanzas de este
camino, nos aceptamos también a nosotros mismos y aceptamos al Señor, quien
habita en nosotros, aun con mayor fuerza que con la que nació en la gruta de
Belén. Así como transformó y dignificó esa pobre gruta, también lo hace con
cada uno de nosotros.
Pídele que te conceda una conciencia más profunda de lo
que significa tener al Señor como Maestro del camino y Dulce huésped de tu
vida.
…saben aprovechar
bien el momento presente… Efesios 5, 16
Mes de María
Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se
desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María,
pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el
hemisferio norte.
Día treinta
(6/DIC): El Cielo
CONSIDERACIÓN. – Somos, aquí abajo, nada más que pobres
desterrados; gemimos, sufrimos en este valle de lágrimas; nuestra verdadera
patria es el Cielo donde gozaremos de la presencia de Dios y de una felicidad
tal, que nuestras débiles inteligencias no pueden alcanzar a comprender.
El apóstol San Pablo, que fue arrebatado al tercer cielo,
confiesa su imposibilidad de contarnos las maravillas de las que ha sido, por
un instante, feliz testigo. “Los ojos no han visto, el oído no ha escuchado y
el corazón del hombre no sabría comprender lo que Dios reserva a aquellos que
ama”.
A medida que avanzamos en edad, el vacío se va haciendo a
nuestro alrededor; perdemos a los seres queridos y dejándonos Dios mucho tiempo
sobre la tierra, la tristeza, consecuencia inevitable de las crueles
separaciones, invadirá nuestra alma.
Tendremos sed de reposo, de calma, de consuelo y de luz.
¡Paciencia! Llegará el momento en que un día nuevo se
levantará sobre nosotros; las puertas de la Jerusalén celeste se abrirán y
contemplaremos a nuestro Dios cara a cara. Veremos también a María, nuestra
Madre bienamada.
Para nosotros, sus hijos, ¡qué felicidad, qué gloria,
rodear su trono, cantar sus alabanzas, contemplar sus rasgos, oír su voz!
Después, en el Cielo, volveremos a ver a nuestros padres,
a nuestros amigos que nos han precedido en la Patria y esta beatitud no dejará
lugar a ningún deseo; tan completa será. Nadie podrá arrebatárnosla; los días
sucederán a los días, los años a los años, los siglos a los siglos y la
eternidad no hará más que comenzar.
EJEMPLOS. – San Agustín había hablado tan frecuentemente
a su pueblo de Hipona del reino de los cielos, que habiéndosele dicho, a este
pueblo: “Supongamos que Dios os prometiera vivir cien años, mil años aun, en la
abundancia de todos los bienes de la tierra, mas a condición de no reinar jamás
con Él”... un grito se elevó en toda la asamblea: ¡que todo perezca y nos quede
Dios!
Tales son los sentimientos que deberían animar a todos
los cristianos y nosotros los encontramos en el alma simple y recta de un pobre
obrero que hemos conocido: Esteban Carrete perdió a su esposa cuando sus hijos
se hallaban en la primera infancia. Después de largos años de penosa labor para
educar a su numerosa familia, llegó a una extrema vejez sin ningún recurso. No
podía trabajar más y sus hijos no lo ayudaban sino en forma insuficiente.
Casi continuamente enfermo, solo, abandonado, parecía no
obstante, verdaderamente feliz, sus rasgos denotaban calma, alegría y cuando le
preguntaban qué necesitaba, respondía invariablemente:
“Aquí abajo, nada, pues no deseo más que el Cielo”. Y ese
hombre sin instrucción hablaba entonces de la felicidad que le esperaba después
de su muerte, con un ardor, una fe y, ¿por qué no decirlo? , con una elocuencia
que sorprendía a las personas que lo visitaban.
“El Cielo, decía, es la patria, el gozo de Dios, es allí
donde reinaremos durante la eternidad. Yo, tan pequeño, tan pobre, tan
desconocido, entraré pronto en posesión de esa felicidad, de esa gloria de la
cual no podemos siquiera formarnos una idea”.
“¡Oh, cómo Dios es bueno, repetía frecuentemente, de
haber preparado tan magnífica recompensa a los elegidos!”
PLEGARIA DEL BIENAVENTURADO LUIS DE GRANADA. – Os
suplicamos, ¡oh Madre nuestra! tomarnos bajo vuestra protección y defender
nuestra causa ante el tribunal de vuestro Hijo bien amado, a fin de que cuando
Él juzgue a los vivos y a los muertos, seamos libertados por vuestra
intercesión, de la muerte eterna y colocados a su diestra, en compañía de
aquellos que deben reinar con Él por los siglos de los siglos. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Me consolaré de las penas y tristezas de
esta vida, con el pensamiento del Cielo.
JACULATORIA. – María, Puerta del Cielo, rogad por
nosotros.
Fuente: www.santisimavirgen.com.ar
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por María Elena, de Wasco, California, USA,
para que el Señor le conceda la gracia de calmar sus dolores corporales.
Pedimos oración por Fernando, de Córdoba, Argentina, para
que en este Adviento, Dios ilumine su camino.
Pedimos oración por Soledad C., de 32 años, madre de una
criatura, a quien hoy realizan un trasplante de páncreas y riñón en la ciudad
de Rosario, Argentina, rogando a Dios que ilumine y guíe a los médicos en esta
tan complicada cirugía.
Pedimos oración por dos personas de Buenos Aires,
Argentina, que son: Raúl Daniel, afectado de una enfermedad crónica
respiratoria y especialmente por su salud espiritual, por su fe. Oramos también
por Julián, que está sin trabajo, por su familia y también por su salud espiritual.
Que María Inmaculada ponga estos pedidos en las manos de Jesús.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
La casa sobre la roca
El camino que conduce a la santidad, y, por consiguiente,
a Dios, no puede ser trazado sino por el mismo Dios, por su voluntad. Ya lo
proclamó Jesús: “No todo el que dice ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése
entrará en el reino de los cielos” (Mt 7, 21). Y para dar a entender que las
almas más unidas a él y de él más amadas son precisamente aquellas que cumplen
la voluntad de Dios, añadió: “Quienquiera que hiciera la voluntad de mi Padre
que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mt 12, 50).
El verdadero amor de Dios consiste en conformarnos perfectamente con su santa
voluntad, no queriendo hacer ni ser en la vida sino lo que el Señor quiere de
cada uno de nosotros, llegando de esta manera a convertirnos, por decirlo así,
en “una voluntad viviente de Dios”. Considerada bajo esta luz, la santidad es
posible a cualquier alma de buena voluntad; y hasta puede muy bien darse el
caso de que un alma que lleva una vida humilde y oculta, se conforme con la
voluntad divina con tanta y quizá mayor perfección que el “grande” santo que ha
recibido de Dios una misión externa y ha sido enriquecido con gracias místicas.
La voluntad de Dios revelada en la Sagrada Escritura y
especialmente en los mandamientos divinos, y manifestada en las disposiciones
concretas de la Providencia que rige y gobierna toda la vida del hombre, es la
roca firme y segura sobre la cual debe alzarse el edificio de la santidad
cristiana. Sobre esta única base podrá levantarse alto y seguro sin peligro de
derrumbarse, no obstante el furor de las tempestades. Quien aspira a la
santidad debe guardarse siempre de la tentación de hacerse santo a su propio
modo, según sus planes, gustos y modos de ver personales. Esto sería un
contrasentido. Solamente Dios, que es el único santo y el solo santo que puede
santificar al hombre, es quien conoce lo que más conviene a nuestra
santificación. El único camino que lleva infaliblemente a la santidad es el
marcado por Dios. Por eso, para no trabajar en vano, la condición primera e
indispensable es abandonarse completamente a la voluntad de Dios y dejarse
llevar por él con absoluta docilidad.
San Juan de la Cruz enseña que la unión perfecta con
Dios, y por lo tanto la santidad, “consiste en tener el alma según la voluntad
con total transformación en la voluntad de Dios, de manera que no haya en ella
cosa contraria a la voluntad de Dios, sino que en todo y por todo su movimiento
sea voluntad solamente de Dios” (Subida
1, 11, 2). Se trata de una transformación en virtud del amor, de modo que el
hombre ya no quiere ni busca ni desea ni obra sino la voluntad de Dios, amado
por encima de todas las cosas y de sí mismo… Y cuando el cristiano procura, con
la gracia de Dios conformarse del todo con la voluntad divina, esta misma
voluntad lo santifica haciéndolo capaz de una adhesión a ella cada vez más
completa, que se irá convirtiendo en total conformidad al divino querer. Estos
son los hombres en que Dios se complace y que Isaías preconizaba como los
únicos dignos de entrar en la Jerusalén renovada: “Entre un pueblo justo, que
se mantiene fiel” (Is 26, 2).
Enséñame, ¡oh
Señor!, no sólo lo que quieres de mí, sino también lo que tú eres, porque
cuanto más te conoceré, tanto más te amaré, y amarte es mi primer deber, lo que
tú sobre todo exiges de mí, y mi mayor necesidad… Y con la luz dame también la
fuerza para seguirla, ¡oh Dios mío!, porque no basta amarte y conocer tu
voluntad, sino que es necesario tener la fuerza de servirte con las obras y
cumplir todo lo que quieres de mí… ¡Oh Dios mío!, ayúdame y dame la fuerza de
llevar tu cruz y de seguirte, cumpliendo todo lo que quieres de mí… Y luego haz
que yo te adore con todas las fuerzas de mi corazón… haz que yo me consuma, y me
sumerja en tu adoración, ¡oh mi amado Señor! Estas son las gracias que derramas
a manos llenas en torno tuyo; haz que yo participe abundantemente de ellas.
Bien conoces tú, ¡oh Dios mío!, cuánta necesidad tiene de ellas este pobre
siervo tuyo, tan ciego, tan impedido para caminar y tan frío. (Carlos de
Foucauld)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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