domingo, 2 de diciembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1885


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1885 ~ Domingo 2 de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Este mundo que nos sostiene no es definitivo. Un día la creación entera dará "signos" de que ha llegado a su final para dar paso a una vida nueva y liberada que ninguno de nosotros puede imaginar ni comprender.
El final de la historia no es el caos, la destrucción de la vida, la muerte total. Lentamente, en medio de luces y tinieblas, escuchando las llamadas de nuestro corazón o desoyendo lo mejor que hay en nosotros, vamos caminando hacia el misterio último de la realidad que los creyentes llamamos "Dios".
No tenemos que vivir atrapados por el miedo o la ansiedad. El "último día" no es un día de ira y de venganza, sino de liberación. Lucas resume el pensamiento de Jesús con estas palabras admirables: "Levántense, alcen la cabeza; se acerca su liberación". Sólo entonces conoceremos de verdad cómo ama Dios al mundo.
Tenemos que reavivar nuestra confianza, levantar el ánimo y despertar la esperanza. Un día los poderes financieros se hundirán. La insensatez de los poderosos se acabará. Las víctimas de tantas guerras, crímenes y genocidios conocerán la vida. Nuestros esfuerzos por un mundo más humano no se perderán para siempre.
Jesús se esfuerza por sacudir las conciencias de sus seguidores. "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos". No vivan como imbéciles. No se dejen arrastrar por la frivolidad y los excesos. Mantengan viva la indignación. "Estén siempre despiertos". No se abandonen. Vivan con lucidez y responsabilidad. No se cansen. Mantengan siempre la atención y la tensión.
¿Cómo estamos viviendo estos tiempos difíciles para casi todos, angustiosos para muchos, y crueles para quienes se hunden en la impotencia? ¿Estamos despiertos? ¿Vivimos dormidos? Desde las Comunidades Cristianas tenemos que alentar la indignación y la esperanza. Y sólo hay un camino: estar junto a los que se están quedando sin nada, hundidos en la desesperanza, la rabia y la humillación.
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.
»Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre».
(Lc 21,25-28.34-36)

Comentario
Hoy, justo al comenzar un nuevo año litúrgico, hacemos el propósito de renovar nuestra ilusión y nuestra lucha personal con vista a la santidad, propia y de todos. Nos invita a ello la propia Iglesia, recordándonos en el Evangelio de hoy la necesidad de estar siempre preparados, siempre “enamorados” del Señor: «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida» (Lc 21,34).
Pero notemos un detalle que es importante entre enamorados: esta actitud de alerta —de preparación— no puede ser intermitente, sino que ha de ser permanente. Por esto, nos dice el Señor: «Estad en vela, pues, orando en todo tiempo» (Lc 21,36). ¡En todo tiempo!: ésta es la justa medida del amor. La fidelidad no se hace a base de un “ahora sí, ahora no”. Es, por tanto, muy conveniente que nuestro ritmo de piedad y de formación espiritual sea un ritmo habitual (día a día y semana a semana). Ojalá que cada jornada de nuestra vida la vivamos con mentalidad de estrenarnos; ojalá que cada mañana —al despertarnos— logremos decir: —Hoy vuelvo a nacer (¡gracias, Dios mío!); hoy vuelvo a recibir el Bautismo; hoy vuelvo a hacer la Primera Comunión; hoy me vuelvo a casar... Para perseverar con aire alegre hay que “re-estrenarse” y renovarse.
En esta vida no tenemos ciudad permanente. Llegará el día en que incluso «las fuerzas de los cielos serán sacudidas» (Lc 25,26). ¡Buen motivo para permanecer en estado de alerta! Pero, en este Adviento, la Iglesia añade un motivo muy bonito para nuestra gozosa preparación: ciertamente, un día los hombres «verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 25,27), pero ahora Dios llega a la tierra con mansedumbre y discreción; en forma de recién nacido, hasta el punto que «Cristo se vio envuelto en pañales dentro de un pesebre» (San Cirilo de Jerusalén). Sólo un espíritu atento descubre en este Niño la magnitud del amor de Dios y su salvación (cf. Sal 84,8).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Silverio, Papa


En la isla de Palmaria, en Italia, tránsito de san Silverio, papa y mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos (537). Más información: clic acá.

Fuente: Catholic.net


Palabras del Beato Juan Pablo II

“Os deseo que el Adviento produzca en vosotros abundantes frutos de conversión, espíritu de vigilancia, empeño en la oración y atención a la palabra divina. Que el Señor os haga conocer sus caminos, os guíe en la verdad, se revele a quien lo busca y a quien lo teme y dé a conocer a todos su alianza”

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Vigilia esperanzada


Primer domingo de Adviento significa que comenzamos un nuevo año litúrgico, un año en que iremos recordando los principales sucesos y enseñanzas de Jesucristo. Al comenzar este nuevo año litúrgico nuestra actitud debe ser de entusiasmo por poder vivir el encuentro con Jesús cada día, para poder encontrarnos más llenos de su gracia y de obras buenas el día del encuentro definitivo, que será nuestra alegría.

Adviento significa venida. Recordamos muy vivamente la primera venida de Jesús en Navidad, esperamos su definitiva venida para juzgarnos y vivimos las continuas venidas que Jesús tiene en nuestra vida a través de los diferentes sucesos en los cuales está Dios presente, aunque no le sintamos. En este primer domingo de Adviento todos los años se acentúa un poco en las lecturas la última venida de Jesús, para la cual nos tenemos que preparar. Hoy Jesús nos habla de tres actitudes que debemos tener, como mejor preparación para su venida: vigilancia, lucha contra los vicios y oración. El tiempo de adviento nos habla mucho sobre la esperanza, que es señal de vida. Aquel que no tiene esperanza es como un cadáver ambulante.

Jesús acababa de hablar a los apóstoles sobre la destrucción de Jerusalén y del templo. Esto les llenó a ellos de angustia. Jesús no retira sus palabras anteriores, sino que acentúa más los signos del final de las cosas. Sin embargo estas palabras no son para atemorizar, sino para dar esperanza. Lo importante del evangelio de hoy no son las palabras escritas con símbolos apocalípticos, acomodándose al estilo oriental, sino las palabras de esperanza: “Ante todo esto cobrad ánimo y levantad vuestras cabezas, porque se acerca vuestra liberación”. Más que hablar del fin del mundo, Jesús quiere abrir las puertas a la esperanza. Las palabras de Jesús son de consuelo y esperanza frente a las tribulaciones y tristezas de la vida. Jesús nos quiere decir que los mismos acontecimientos que desorientan a la mayoría de los humanos, para los cristianos deben ser signos de que la salvación está cerca, nos deben acercar al Señor.

La última venida del Señor no está cerca, ya que la historia continúa hasta la consumación del Reino de Dios. Por eso es necesaria una actitud paciente y perseverante, vivir sin angustia ni sorpresa en la espera gozosa del Señor. Pero Jesús, el que será nuestro Juez, es ahora nuestro Maestro y el compañero en el camino. El viene constantemente a nuestro encuentro, a pesar de nuestros olvidos y rechazos.

Hay muchos obstáculos para este encuentro constante con el Señor. Por eso hoy nos dice Jesús que debemos remover los obstáculos, que suelen embotar la mente y la vida. En el evangelio de hoy cita tres: el vicio, la bebida y el dinero. Son como un pequeño resumen de lo que entorpece la mente, que son los demasiado cuidados de las cosas terrenas. Por ejemplo, si la mente está embotada, la Navidad será un tiempo dedicado un poco más al vicio, a la bebida y al culto del dinero, sin ver que es sobre todo el recuerdo de la primera venida de Jesús y la realidad del aumento de gracia.

La esperanza es la virtud característica del Adviento. Hoy en la 1ª lectura el profeta Jeremías anima diciendo: “Vendrán tiempos mejores”. Esos tiempos vendrían con el Mesías, ya que nos trae, para quien quiere recibirlo, la paz, la justicia y la salvación. Todo ello por medio del amor. En la 2ª lectura nos enseña san Pablo la mejor manera de esperar la venida del Señor: “Que vuestra vida rebose de amor mutuo”. No se trata de realizar grandes cosas humanas, sino de amar mucho, de modo que nuestra vida sea agradable a los ojos de Dios. Nos dice: “sed santos e irreprochables”.

En este tiempo rezamos: “Ven, Señor Jesús”. También puede ser una súplica para que al final de los tiempos estemos con Él; pero es sobre todo, el pedir para que esas venidas que Él quiere hacer constantemente, sean una realidad en nuestro corazón. Para ello nosotros debemos estar dispuestos a recibirle con fe y con amor, sabiendo que en esta vida de espera, debe estar todo envuelto en una santa esperanza.

P. Silverio Velasco (España)


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Pensamientos sanadores


Pide al Señor la gracia de perseverar en la incomprensión

Para quienes nos hemos decidido a seguir a Jesús, las pruebas, las dificultades y la incomprensión forman parte de nuestro caminar.
Estas oposiciones pueden servirnos para humillarnos y poder, así, crecer en la virtud de la humildad. También pueden llevarnos a que nos examinemos, preguntándole al Señor qué nos pide cambiar. También suelen ser un medio para sacrificar, en el altar de las oraciones, nuestro ego y asemejarnos a Jesús lo más posible.
Recuerda que el mismo Jesús, al comenzar su misión y durante todo su ministerio público, fue poco comprendido por sus familiares, por eso, no te asombres si, cuando eres convocado por Dios para vivir en plenitud la vocación a la que él te llama, haya quienes te tengan por loco o no te comprendan.
En esos momentos, contempla a Jesús y a María, ellos te darán fortaleza y te consolarán.

Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Mateo 10, 22.


Mes de María


Desde el 7 de Noviembre al 7 de Diciembre, se desarrolla en Argentina y en varios países del hemisferio sur, el Mes de María, pues es el mes de las flores aquí en el sur, tal como Mayo lo es en el hemisferio norte.

Día veintiséis (2/DIC): Santificación del Domingo

CONSIDERACIÓN. – Dios nos ha ordenado consagrarle un día de cada semana y entregarnos al reposo, en memoria de Aquél que ha querido tomarlo, después de haber cumplido la obra de la Creación.
La Escritura Santa nos habla de la severidad con la cual los judíos guardaban el sábado, equivalente a nuestro domingo.
La Sagrada Familia fue en esto también un modelo de perfección cumplida.
¡Ay! en nuestra época, esta ley tan sabia, que tiene por objeto no solamente hacernos glorificar a Dios, sino también obligarnos a tomar un reposo necesario al cuerpo después de seis días de trabajo, es a menudo violada, aún entre los cristianos.
Si nos abstenemos de trabajar ¿hacemos del verdaderamente del domingo  un día de plegarias? ¿Asistimos siempre a Misa o a los oficios religiosos?
Sin duda, Dios nos permite algunas honestas diversiones, pero a condición de que no se vuelvan las únicas ocupaciones de un día que es el suyo: Nos quejamos durante la semana de no tener tiempo para pensar en las cosas de Dios, salvo para cumplir los actos de la mañana, oraciones de la noche, etc. Que al menos el domingo sea empleado en una sola ocupación: la ocupación esencial para nosotros: la de nuestra salvación.

EJEMPLO. – Diocleciano había prohibido a los cristianos, bajo pena de muerte, asistir los domingos a los oficios divinos. No obstante, San Saturnino, Santa Victoria y muchos otros santos de África, no se dejaron atemorizar con estas amenazas.
Cuando se apoderaron de sus personas, los torturaron, los desgarraron, pero en medio de estos suplicios declararon con firmeza que la asistencia a los oficios del domingo era un deber indispensable y que quien lo descuidase, se hacía culpable de un crimen enorme.
En cuanto a nosotros, hagamos lo posible por cumplirlos. Jamás faltemos a las asambleas religiosas. Seamos fieles al precepto divino. ¡Deba nuestra fidelidad costarnos la vida!
Estos santos murieron en prisión, de las heridas recibidas, el año 304.

PLEGARIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO. - ¡Oh Bienaventurada y dulcísima Virgen María, Madre de Dios, Reina de los Ángeles, he aquí que yo me acojo en el seno de vuestra bondad, recomendándoos este día y todos los días de mi vida, mi cuerpo, mi alma, todas mis acciones, mis pensamientos, mis deseos, toda mi vida y el fin de mis días, a fin de que, por vuestra intercesión, ellos tiendan todos al bien, según la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo. Así sea.

RESOLUCIÓN. – Santificaré el domingo asistiendo a los oficios y jamás bajo ningún pretexto me entregaré al trabajo.

JACULATORIA. – Oh María, vaso insigne de devoción, rogad por nosotros.



Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Buenos Aires, Argentina, nos agradecen las oraciones hechas en favor de Héctor M., a quien finalmente en los próximos días le van a realizar el tratamiento para su afección (blefaroespasmo). Damos gracias a Dios.

De Córdoba, Argentina, llega un agradecimiento con mucha alegría, porque el Señor –una vez más– ha escuchado las oraciones hechas por el niño Santi, al que dieron de alta y ya está en su casa.

Desde Rosario, Argentina, nos agradecen por las oraciones hechas para Mercedes, que ha conseguido trabajo. Y a la vez sus padres: Silvia y Omar, elevan una plegaria de acción de gracias al Señor porque ayer han cumplido 28 años de bendecido y feliz matrimonio.


"Intimidad Divina"

Domingo 1 de Adviento

Jeremías anuncia la intención de Dios de cumplir la “buena palabra” o sea la promesa del Salvador que deberá nacer de la descendencia de David, figurando en un “renuevo de justicia”. Él restablecerá “la justicia y el derecho sobre la tierra”, es decir, salvará a los hombres y los conducirá de nuevo a Dios. La realización de este gran acontecimiento que se llevó a cabo con el nacimiento del Salvador, de la Virgen María, es uno de los puntos focales del Adviento. La Iglesia quiere que el pueblo cristiano no se limite a hacer en él sólo una conmemoración tradicional, sino que se prepare a vivir en profundidad el inefable misterio del Verbo de Dios hecho hombre “por nuestra salvación” (Credo). Y como esta salvación será completa, es decir, se extenderá a toda la humanidad sólo al fin de los tiempos, cuando “verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y majestad grandes” (Lc 21, 27).

El recuerdo de la Navidad del Señor debe ser vivido “en la espera de que se cumpla la bienaventurada esperanza y venga nuestro Salvador Jesucristo” (Misal Romano). El Señor ha venido, viene y vendrá; hay que darle gracias, acogerlo y esperarlo. Si la vida del cristiano se sale de esta órbita, fracasará rotundamente. Al iniciar el tiempo del Adviento con la lectura del Evangelio que habla del fin del mundo y de la última venida del Señor, la Iglesia no intenta asustar a sus hijos, sino más bien amonestarlos, advertirlos de que el tiempo pasa, que la vida terrena es tan sólo provisional, y que la meta de las esperanzas y de los deseos no puede ser la ciudad terrena, sino la celestial. Si el mundo actual está sacudido por guerras y desórdenes y se desbanda con ideas falsas y costumbres depravadas, todo esto debe servirnos de aviso: el hombre que repudia a Dios perece, ya que sólo de él puede ser salvado. Pues entonces “cobrad ánimo y levantad vuestras cabezas, porque se acerca vuestra redención” (Lc 21, 28).

La Iglesia sólo mira a suscitar en los corazones el deseo y el ansia de la salvación y el anhelo hacia el Salvador. En vez de dejarse sumergir y arrastrar por las vicisitudes terrenas, hay que dominarlas y vivirlas con la vista puesta en la venida del Señor. “Estad atentos, no sea que se emboten vuestros corazones por la crápula, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y de repente venga sobre nosotros aquel día” (ib 34). Por el contrario, es necesario “velar en todo tiempo y orar” (ib 36) y valerse del tiempo para progresar en el amor de Dios y del prójimo. Esto desea de nosotros y a esto nos exhorta San Pablo: “El Señor os acreciente y haga abundar en caridad de unos con otros y con todos… a fin de fortalecer vuestros corazones y hacerlos irreprensibles en la santidad… en la venida de nuestro Señor Jesús” (1 Ts 3, 12-13). La justicia y santidad que el Salvador ha venido a traer a la tierra, deben germinar y crecer en el corazón del cristiano y de él desbordarse sobre el mundo.

Puesto que tengo conciencia de tantos pecados, ¿de qué me aprovechará, Señor, que tú vengas si no vienes a mi alma ni a mi espíritu; si tú, ¡oh Cristo!, no vives en mí ni hablas en mí? Por esta razón, ¡oh Cristo!, debes venir a mí, y tu venida tiene que llevarse a cabo en mi persona. Tu segunda venida, ¡oh Señor!, tendrá lugar al fin del mundo, cuando podamos decir: “El mundo está crucificado para mí y yo para el mundo”. Haz, ¡oh Señor!, que el fin de este mundo me encuentre… de manera que sea ciudadano del cielo por anticipado… Entonces se realizará en mí la presencia de la sabiduría, de la virtud y de la justicia, así como la redención: pues tú, ¡oh Cristo!, efectivamente has muerto una sola vez por los pecados del mundo, pero con la intención de perdonar diariamente los pecados del pueblo. (San Ambrosio)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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