PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1896 ~ Jueves
13 de Diciembre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Los grandes testigos del Adviento son tres: El profeta
Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María.
Isaías anuncia
cómo será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en
él actitud de espera. Exige pureza de corazón.
Juan el Bautista
señala quién es el Mesías, que ya ha venido. Él mismo es modelo de austeridad y
de ardiente espera.
María es la
figura clave del Adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel
acogedora de la palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella
le prestó su vida y su sangre. María es Jesús comenzado. Ella hizo posible la
primera Navidad y es modelo y cauce para todas las venidas de Dios a los
hombres. María, por su fidelidad, es tipo y madre de la Iglesia.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os
digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el
Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que
él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos
sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo
mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es
Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga».
(Mt 11,11-15)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos habla de san Juan Bautista, el
Precursor del Mesías, aquel que ha venido a preparar los caminos del Señor.
También a nosotros nos acompañará desde hoy hasta el día dieciséis, día en el
que acaba la primera parte del Adviento.
Juan es un hombre firme, que sabe lo que cuestan las
cosas, es consciente de que hay que luchar para mejorar y para ser santo, y por
eso Jesús exclama: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de
los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mt 11,12). Los
“violentos” son los que se hacen violencia a sí mismos: —¿Me esfuerzo para
creerme que el Señor me ama? ¿Me sacrifico para ser “pequeño”? ¿Me esfuerzo
para ser consciente y vivir como un hijo del Padre?
Santa Teresita de Lisieux se refiere también a estas
palabras de Jesús diciendo algo que nos puede ayudar en nuestra conversación
personal e íntima con Jesús: «Eres tú, ¡oh Pobreza!, mi primer sacrificio, te
acompañaré hasta que me muera. Sé que el atleta, una vez en el estadio, se
desprende de todo para correr. ¡Saboread, mundanos, vuestra angustia y pena, y
los frutos amargos de vuestra vanidad; yo, feliz, obtendré de la pobreza las
palmas del triunfo». —Y yo, ¿por qué me quejo enseguida cuando noto que me
falta alguna cosa que considero necesaria? ¡Ojalá que en todos los aspectos de
mi vida lo viera todo tan claro como la Doctora!
De un modo enigmático Jesús nos dice también hoy: «Juan
es Elías (...). El que tenga oídos que oiga» (Mt 11,14-15). ¿Qué quiere decir?
Quiere aclararnos que Juan era verdaderamente su precursor, el que llevó a
término la misma misión que Elías, conforme a la creencia que existía en aquel
entonces de que el profeta Elías tenía que volver antes que el Mesías.
Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Lucía
Mártir
Con el descubrimiento, hecho en 1894, de la inscripción
sepulcral sobre el “loculus” o sepulcro de la santa en las catacumbas de
Siracusa, desaparecieron todas las dudas sobre la historicidad de la joven
mártir Lucía, cuya fama y devoción se deben en gran parte a su legendaria Pasión,
posterior al siglo V. La inscripción se remonta a comienzos del siglo V, cien
años después del glorioso testimonio que dio de Cristo la mártir de Siracusa.
Epígrafes, inscripciones y el mismo antiguo recuerdo
litúrgico (se debe probablemente al Papa Gregorio Magno la introducción del
nombre de Santa Lucía en el Canon de la Misa) demuestran la devoción desde
antiguo, que se difundió muy pronto no sólo en Occidente, sino también en
Oriente.
Lucía pertenecía a una rica familia de Siracusa. La
madre, Eutiquia, cuando quedó viuda, quería hacer casar a la hija con un joven
paisano. Lucía, que había hecho voto de virginidad por amor a Cristo, obtuvo
que se aplazara la boda, entre otras cosas porque la madre se enfermó
gravemente. Devota de Santa Águeda, la mártir de Catania, que había vivido
medio siglo antes, quiso llevar a la madre enferma a la tumba de la santa. De
esta peregrinación la madre regresó completamente curada y por eso le permitió
a la hija que siguiera el camino que deseaba, permitiéndole dar a los pobres de
la ciudad su rica dote.
El novio rechazado se vengó acusando a Lucía ante el
procónsul Pascasio por ser ella cristiana. Amenazada de ser llevada a un
prostíbulo para que saliera contaminada, Lucía le dio una sabia respuesta al
procónsul: “El cuerpo queda contaminado solamente si el alma es consciente”.
El procónsul quiso pasar de las amenazas a los hechos,
pero el cuerpo de Lucía se puso tan pesado que más de diez hombres no lograron
moverla ni un palmo. Un golpe de espada hirió a Lucía, pero aun con la garganta
cortada la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los
deberes para con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de
fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la
palabra Amén.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
"Quien tiene paz en su conciencia, lo tiene todo.
Ser bueno no consiste en no cometer ninguna falta,
sino en saber enmendarse"
Don Bosco
Tema del día:
Actitudes del Adviento
1. Actitud de
espera
El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada
y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de
comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El Adviento nos ayuda a
comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.
2. El retorno a
Dios
La experiencia de frustración, de contingencia, de
ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los
hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a
Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La
infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia
e identidad. El Adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo.
Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace
pobre.
3. La conversión
Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La
voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que
lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de
Dios...» (Is 40,3-5). El Adviento nos enseña a hacernos presentes en la
historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de
nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.
4. Jesús es el
Mesías
Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo
el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una
victimización de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo.
5. Gozo y alegría
El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino
interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo
para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando el
pecador se arrepiente. El Adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su
pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.
Meditación
Alzad la vista, restregaos los
ojos, otead el horizonte. Daos cuenta del momento. Aguzad el oído. Captad los
gritos y susurros, el viento, la vida... Empezamos el Adviento, y una vez más
renace la esperanza en el horizonte.
Al fondo, clareando ya, la Navidad. Una Navidad sosegada, íntima,
pacífica, fraternal, solidaria, encarnada, también superficial, desgarrada,
violenta...; más siempre esposada con la esperanza.
Es Adviento esa niña esperanza
que todos llevamos, sin saber cómo, en las entrañas; una llama temblorosa,
imposible de apagar, que atraviesa el espesor de los tiempos; un camino de solidaridad
bien recorrido; la alegría contenida en cada trayecto; unas huellas que no
engañan; una gestación llena de vida; anuncio contenido de buena nueva; una
ternura que se desborda... Estad alerta y escuchad.
Lleno de esperanza grita
Isaías: "Caminemos a la luz del Señor".
Con esperanza pregona Juan
Bautista: "Convertíos, porque ya llega el reino de Dios".
Con la esperanza de todos los
pobres de Israel, de todos los pobres del mundo, susurra María su palabra de
acogida: "Hágase en mí según tu palabra".
Alegraos, saltad de júbilo.
Poneos vuestro mejor traje. Perfumaos con perfumes caros. ¡Que se note!
Viene Dios. Avivad alegría,
paz y esperanza. Preparad el camino. Ya llega nuestro Salvador. Viene Dios... y
está a la puerta. ¡Despertad a la vida!
Ulibarri, Fl
Imágen: Aciprensa
Pensamientos sanadores
Sé un torbellino
de amor
Seguramente, alguna vez habrás visto, personalmente o en
un documental, las trombas marinas o los torbellinos y cómo, a su paso,
levantan todo lo que encuentran desbastándolo todo en su camino.
Tú puedes ser el centro de un torbellino, pero que sea un
torbellino de amor, en el cual se sientan atraídos y entren todos aquellos que
están necesitando una palabra de consuelo, un gesto de ternura, una acción
solidaria.
Mientras que los huracanes de la naturaleza destruyen,
los huracanes de amor construyen, están llenos de creatividad y fuerza
positiva.
He conocido y conozco una multitud de “hombres y mujeres
torbellinos de amor”. Ellos marcan la diferencia en sus familias, en sus
comunidades, en el trabajo y en todos los ámbitos de la sociedad.
El amor es
paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se
envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no
tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se
regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta. 1 Corintios 13, 4-7.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por J. Roberto R., de Distrito Federal, México, quien se encuentra postrado en cama con fuertes dolores estomacales,
altas temperaturas y mucha debilidad; lamentablemente los médicos no han
logrado determinar su padecimiento. Que por la intercesión de la amada Virgen
de Guadalupe, el Señor le conceda la gracia de un pronto restablecimiento.
Pedimos oración por las siguientes personas de Buenos
Aires, Argentina: Lorena D., 45 años, con cáncer de mama invasivo pronta a ser
operada; Martha P., 63 años, con cáncer desde hace años y nuevo tratamiento de
quimioterapia; Marta G., de 61 años, con células malignas en el hígado;
Marisol, 33 años, le han realizado una biopsia por un posible linfoma; y Eloísa
B., de 68 años de edad, con parkinson y fragilidad ósea. Rogamos por todas
estas personas para que el Niño que está por llegar, traiga para ellas alivio
en sus dolencias y fortaleza en sus espíritus.
Pedimos oración por Andrea Esperanza, de Miami, Florida,
USA, para que el Señor la fortalezca y le conceda la salud que necesita.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
¡Si conocieseis el Don de Dios!
“He aquí al Señor,
Yahvé de los ejércitos, que viene con fortaleza… Él apacentará su rebaño como
pastor. Él llevará en su seno a los corderos y cuidará dulcemente de las
madres” (Is 40, 10-11). La figura majestuosa de Dios que con su fortaleza viene
a salvar a Israel, es seguida por la figura mansa y suave del Señor que guía a
su pueblo con la solicitud amorosa del pastor para con su rebaño. Imagen ésta
tan querida de los antiguos profetas, que se sirvieron de ella para expresar el
amor de Dios para con Israel, y que Cristo recogió aplicándola a sí mismo, buen
Pastor que teniendo cien ovejas “deja en el monte las noventa y nueve y va en
busca de la extraviada”, porque quiere que “no se pierda ni uno solo de estos
pequeñuelos” (Mt 18, 12-14). Ni uno solo de estos pequeñuelos es olvidado: el
Señor quiere juntar en torno a sí a todos los hombres no sólo para salvarlos,
sino para ofrecerles su amistad y admitirlos a la comunión íntima consigo. A
todos dirige la gran promesa: “Si alguno me ama… mi Padre le amará y vendremos
a él y en él haremos morada” (Jn 14, 23).
Dios está necesariamente presente en todas sus criaturas.
En efecto, para que éstas existan, no sólo es necesario que sean creadas por
Dios, sino también que sean conservadas por él en la existencia; y de hecho
Dios las conserva obrando en ellas, esto es, comunicándoles continuamente el
ser; y como Dios obra mediante su sustancia, está presente dondequiera que obra
y, por lo tanto, en todas sus criaturas. Dios está presente de esta manera en
todas las partes, aun en los incrédulos y en los pecadores. Pero en los fieles
que viven en gracia y en caridad, Dios se hace presente de un modo
peculiarísimo, que es precisamente el prometido por Jesús, o sea, la presencia
de inhabitación: “Se dice que las
divinas personas habitan en el alma
porque están presentes de un modo inescrutable en las criaturas dotadas de
inteligencia y pueden ser poseídas por éstas mediante el conocimiento y el
amor, aunque de un modo que trasciende toda la naturaleza criada y es del todo
íntimo y singular” (Pío XII, Enc. Mystici
Corporis).
Es decir, las tres divinas personas se hacen presentes en
el alma que está en gracia, para que las conozca por la fe, las ame por la
caridad, a fin de que viva en unión, en amistad íntima con el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. Es de nuevo Jesús quien lo afirma: “Permaneces en mí y yo en
vosotros” (Jn 15, 4). “Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos
sean uno, como nosotros somos uno” (ib 17, 21). Pero donde está el Padre y el
Hijo no puede faltar el Espíritu Santo y Jesús lo ha dicho expresamente: “El
Espíritu de verdad… permanece con vosotros y está en vosotros” (ib 14, 17). “La
razón más alta de la dignidad humana –enseña el Vaticano II– consiste en la
vocación del hombre a la unión con Dios” (GS 19), unión que se lleva a efecto
precisamente por el misterio de la inhabitación de la Trinidad en los que aman
a Dios. A cada uno de ellos puede repetirse con entera verdad la gran palabra
que tanto impresionaba a Isabel de la Trinidad: “El Padre está en ti, el Hijo
está en ti, el Espíritu Santo está en ti” ¡Oh don inmenso! “¡Si conocieses el
don de Dios!” (Jn 4, 10).
Dios mío, estoy
espantado, quisiera decir: “Aléjate de mí ¡oh Señor!, porque soy un hombre
pecador”, pero no lo digo, no, sino más bien lo contrario: “Quédate con
nosotros, Señor, porque anochece” Yo estoy en la noche del pecado, y la luz de
la salvación no puede venir sino de ti: quédate, ¡oh Señor! porque soy pecador
y estoy asustado viendo las innumerables imperfecciones que en cualquier hora y
en cualquier instante cometo delante de ti… Tú estas dentro de mí, y delante de
ti y en ti yo cometo desde la mañana hasta la noche, a cada momento,
imperfecciones, faltas sin cuento, de pensamiento, palabra y obra… Esta ha sido
una de las cosas que me han impedido por tanto buscarte en mí para adorarte y
postrarme a tus pies; estaba asustado de sentirte tan dentro de mí, tan cerca
de mis miserias y de mis innumerables imperfecciones. (Carlos de Foucauld)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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