miércoles, 25 de marzo de 2009

Pequeñas Semillitas 0674

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0674 ~ Miércoles 25 de Marzo de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)




Hola !!!
Hoy, coincidentemente con la festividad de la Anunciación del Señor, se celebra el Día Internacional del Niño por Nacer.
Llega esta conmemoración precisamente en un momento en que vemos con profunda tristeza cómo a diario se incrementa el número de abortos que se realizan en todo el mundo, y para peor, muchos países están incorporando leyes que autorizan, facilitan y promueven esta práctica criminal.
Por eso, en este jornada especial, reflexionemos sobre la sagrada importancia que cada vida tiene desde el mismo momento de la concepción, y elevemos una oración a la Santísima Virgen, Madre de las Madres, para que definitivamente el mundo comprenda y respete la vida y se deje de lado algo tan espantoso como es al aborto.
Me vienen ahora a la memoria aquellas palabras del Papa Paulo VI que decía "Si quieres la paz, defiende la vida"



La Palabra de Dios : Evangelio del día



Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
(Lucas 1, 26-38)

Comentario
Hoy celebramos la fiesta de la Anunciación del Señor. Dios, con el anuncio del ángel Gabriel y la aceptación de María de la expresa voluntad divina de encarnarse en sus entrañas, asume la naturaleza humana —«compartió en todo nuestra condición humana, menos en el pecado»— para elevarnos como hijos de Dios y hacernos así partícipes de su naturaleza divina. El misterio de fe es tan grande que María, ante este anuncio, se queda como asustada. Gabriel le dice: «No temas, María» (Lc 1,30): el Todopoderoso te ha mirado con predilección, te ha escogido como Madre del Salvador del mundo. Las iniciativas divinas rompen los débiles razonamientos humanos.
«¡No temas!». Palabras que leeremos frecuentemente en el Evangelio; el mismo Señor las tendrá que repetir a los Apóstoles cuando éstos sientan de cerca la fuerza sobrenatural y también el miedo o el susto ante las obras prodigiosas de Dios. Nos podemos preguntar el porqué de este miedo. ¿Es un miedo malo, un temor irracional? ¡No!; es un temor lógico en aquellos que se ven pequeños y pobres ante Dios, que sienten claramente su flaqueza, la debilidad ante la grandeza divina y experimentan su poquedad frente a la riqueza del Omnipotente. Es el papa san León quien se pregunta: «¿Quién no verá en Cristo mismo la propia debilidad?». María, la humilde doncella del pueblo, se ve tan poca cosa... ¡pero en Cristo se siente fuerte y desaparece el miedo!
Entonces comprendemos bien que Dios «ha escogido lo débil del mundo, para confundir lo fuerte» (1Cor 1,26). El Señor mira a María viendo la pequeñez de su esclava y obrando en Ella la más grande maravilla de la historia: la Encarnación del Verbo eterno como Cabeza de una renovada Humanidad. Qué bien se aplican a María aquellas palabras que Bernanos dijo a la protagonista de La alegría: «Un sentido exquisito de su propia flaqueza la reconfortaba y la consolaba maravillosamente, porque era como si fuera el signo inefable de la presencia de Dios en Ella; Dios mismo resplandecía en su corazón».
Rev. D. Josep Vall i Mundó (Barcelona, España)



Santoral Católico


Solemnidad de la Anunciación del Señor



Como culmen del amor por nosotros, envió Dios a su Unigénito, que se hizo hombre, para salvarnos y darnos la incomparable dignidad de hijos. Con su venida podemos afirmar que llegó la plenitud de los tiempos. San Pablo dice literalmente que fue hecho de mujer. Jesús no apareció en la tierra como una visión fulgurante, sino que se hizo realmente hombre, como nosotros, tomando la naturaleza humana en las entrañas purísimas de la Virgen María. La fiesta de hoy es propiamente de Jesús y de su Madre. Por eso, “ante todas las cosas -señala fray Luis de Granada- es razón poner los ojos en la pureza y santidad de esta Señora que Dios ab aeterno escogió para tomar carne de ella”.

“Porque así como, cuando determinó crear al primer hombre, le aparejó primero la casa en que le había de aposentar, que fue el Paraíso terrenal, así cuando quiso enviar al mundo el segundo, que fue Cristo, primero le aparejó lugar para lo hospedar: que fue el cuerpo y alma de la Sacratísima Virgen”. Dios preparó la morada de su Hijo, Santa María, con la mayor dignidad creada, con todos los dones posibles y llena de gracia.

En esta Solemnidad aparece Jesús más unido que nunca a María. Cuando Nuestra Señora dio su consentimiento, "el Verbo divino asumió la naturaleza humana: el alma racional y el cuerpo formado en el seno purísimo de María. La naturaleza divina y la humana se unían en una única Persona: Jesucristo, verdadero Dios y, desde entonces, verdadero Hombre; Unigénito eterno del Padre y, a partir de aquel momento, como Hombre, hijo verdadero de María: por eso Nuestra Señora es Madre del Verbo encarnado, de la segunda Persona de la Santísima Trinidad que ha unido a sí para siempre -sin confusión- la naturaleza humana. Podemos decir bien alto a la Virgen Santa, como la mejor alabanza, esas palabras que expresan su más alta dignidad: Madre de Dios".

¡Tantas veces le hemos repetido: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros... ! ¡Tantas veces las hemos meditado al considerar el primer misterio gozoso del Santo Rosario!

Padre Francisco Fernández Carvajal
Artículo completo en:
http://www.mariologia.org/solemnidadesanunciacion71.htm




Pensamiento



"No tiene el mundo flor en la tierra alguna, ni el mar en ninguna bahía perla tal, como un niño en el regazo de su madre"
Oscar Wilde



Tema del día :
¿Cómo íbamos a abortar?



Somos una pareja joven, nos casamos hace poco más de dos años y ya tenemos un hijo en el cielo. Ésta es la historia de nuestra experiencia.

Nada más volver de la luna de miel nos enteramos de que estaba embarazada; nos llevamos una sorpresa enorme y una gran alegría, pero a los pocos meses, en una ecografía rutinaria, se vio que algo no iba bien. La ginecóloga, aunque no me quería decir nada, según me hacía la ecografía, lo decía todo con su actitud; me quitó el sonido del corazón del bebé y no hacía más que mirar la pantalla sin darme ninguna explicación, pese a mi insistencia. Pasado un interminable cuarto de hora, dictaminó: El niño está muy mal, te aconsejo que abortes. Parecía, y digo parecía, que el niño tenía un problema cromosómico importante y no tenía piernas, aunque, pasado un tiempo, se vio que no acertó ni una, pero en ese momento, cuando te lo dicen con la frialdad que me lo dijeron a mí, no entiendes que alguien así pueda ejercer una profesión en la que está tratando con mujeres embarazadas.

Esa misma tarde fuimos a que me hicieran una ecografía más detallada, y cambió el diagnóstico: Tiene un onfalocele gigante; parece que al niño le faltaba la cubierta abdominal, y debido a eso tenía casi todos los órganos abdominales fuera. La médico nos comentó que estas cosas pasan, que es cuestión de azar y que nos había tocado. Nos insistió en que lo normal sería que el bebé no pasara del tercer mes de gestación y que, como no iba a poder vivir en el momento que naciera, lo mejor sería abortar. ¡Pero cómo íbamos a abortar, si durante esas interminables ecografías no parábamos de ver cómo se movía nuestro hijo! Le contestamos rápidamente que este niño llegaría hasta donde Dios quisiera.

Cambiamos de médico y encontramos a una persona excepcional, que nos trató con una delicadeza y un cariño que ya habíamos olvidado. Menos mal, ya que las visitas al ginecólogo se repitieron semanalmente, porque, como el niño estaba tan enfermo, se suponía que el corazón le fallaría en cualquier momento y habría que sacarlo. Me hicieron la amniocentesis, porque, como habían supuesto un problema cromosómico serio, nos habían aconsejado que, aunque hubiéramos decidido seguir adelante con el embarazo (lo cual les pareció un acto de irresponsabilidad), el resultado de la prueba podría evitar posibles problemas en embarazos posteriores, y, como ya empezaba a ser habitual, se equivocaron: el niño era cromosómicamente normal.

A todo esto, en el momento en que dije en la empresa que el niño estaba enfermo, como no sabían cuándo iban a poder contar conmigo, porque lo normal sería que no llegara hasta el final del embarazo, tardaron 15 días en echarme. Al incorporarme en otra empresa, ya había aprendido a callarme, porque otra cosa que hemos sacado en claro es que, en cuanto le confías a alguien que el niño está enfermo, todo el mundo opina, y claro, en estos momentos en que lo políticamente correcto es abortar, nadie consigue entender cómo vas a pasar por eso para nada, ese nada para nosotros se ha trasformado en un ángel mucho más grande que cualquier hijo normal.

Otro trago por el que tuvimos que pasar fue el redactar un testamento vital para que, en el caso de que el niño no muriera al nacer, y si realmente alcanzaba una situación crítica irrecuperable, no se le mantuviera con vida por medio de tratamientos desproporcionados; que no se le aplicara la eutanasia activa ni se le prolongara abusiva e irracionalmente su proceso de muerte. Hecho que sorprendió nuevamente a los médicos, que no entendieron ni nuestra negativa al aborto ni al ensañamiento terapéutico.

Al final, llegué hasta las 29 semanas de gestación (casi siete meses), di a luz en La Paz, donde siempre estaré agradecida a todo el equipo médico que me atendió, ya que me encontré con unos grandes profesionales que me trataron con una gran delicadeza y humanidad. El pequeño murió nada más nacer, eso sí, bautizado, y -como no podía ser de otra manera- se llama Ángel. A nosotros nos ha hecho los padres más felices del mundo, porque, aunque esperamos que Dios nos envíe más hijos, como éste no habrá otro.

De toda esta experiencia aprendimos que la Medicina no es una ciencia exacta. Me habían dicho que, como tenía muy poco líquido amniótico, nunca le podría sentir, y me daba unos golpes que me dejaban doblada. Otra lección que hemos aprendido es que no sabes cómo va a responder la gente que te rodea. Nuestros amigos más cercanos se desvivieron ante la situación, pero ha habido personas que nos han dejado de hablar por seguir adelante con el embarazo. Ahora la gente nos dice que lo llevamos muy bien. La verdad es que hemos tenido mucho tiempo para mentalizarnos, pero, aun así, estamos bien porque Ángel ha dejado de vivir cuando Dios ha querido, pero por lo que psicológicamente no habríamos podido pasar es por la otra solución, que mi hijo hubiera dejado de vivir porque yo, un buen día, lo hubiera decidido.

Tomado del Web Católico de Javier
http://webcatolicodejavier.org:80/noalaborto.html



Familia y aborto



¿Quiénes y cuántos son los afectados tras la realización de un aborto? No todos aciertan a la respuesta. Los más piensan en la criatura, otro tanto recuerda a la madre, pero pocos piensan en el hombre y en los hijos ya nacidos o por nacer.

Es todo el núcleo familiar el que se ve afectado. ¿Por qué? Porque el aborto, por un lado es un síntoma de que la pareja no anda bien. De hecho es la manifestación más dramática del divorcio espiritual entre los cónyuges, divorcio que precede al divorcio "de hecho" en un enorme porcentaje de casos. Dicho en otros términos, la mujer que aborta, está afectivamente abandonada. Dicho en palabras de mujer: "¿hijos sin amor?, ¡ni loca!"; así me lo confesaba una paciente. En otras ocasiones, se refieren al divorcio espiritual anteriormente mencionado en términos de: "otro hijo con ése ("ése" es su esposo), ¡ni atada!". Con esta primera aproximación a la problemática del aborto, ya podemos ir intuyendo en el clima familiar en el que se realiza. Tengamos presente que me estoy refiriendo a mujeres casadas, y por lo tanto el embarazo no es fruto de relaciones extra-conyugales. En éstas, los motivos en juego, ciertamente son otros.

Pero no sólo es síntoma de una situación, sino que además la agrava, la acentúa. Al referido abandono afectivo, se le suma la culpa, la angustia, la depresión, la vivencia de una pérdida que no la comparte con nadie, un duelo oculto que termina por transformarse en un "secreto patógeno". ¿Qué mujer podrá desarrollar toda su potencialidad de madre en ese estado psicológico? En esto radica precisamente la afectación de los hijos. La madre es clave en el desarrollo emocional de los hijos, y el padre a su vez consolida con su presencia firme y cálida la autoestima de la mujer. Pero poco de esto existe en las familias a las que nos referimos. En suma tenemos una mujer sin apoyo, desprotegida, sintiéndose sola para afrontar la responsabilidad de los hijos, se siente abrumada. En este estado de cosas, los hijos "respiran" aquel ambiente patógeno, ambiente del cual saldrán "heridos" sin encontrar la respuesta cierta a su conflicto.

Valga aclarar que no estoy improvisando sobre las posibles consecuencias del aborto en la familia. Todo lo que he descrito, lo he visto en el consultorio.

Si a lo anteriormente dicho le agregamos el agravante de que los hijos se enteren del aborto de su madre, toda una nueva constelación de actitudes se apoderan de esa familia. Recuerdo el caso de una paciente que al enterarse del aborto de su madre, afectadamente reflexionaba: "Me podría haber tocado a mí, ella (su madre) realmente no me quiere, ¿quién se cree que es para venirme a dar órdenes?; ya no se puede ni confiar en mi madre". No hay que ser ni psicólogo ni psiquiatra para imaginarse las consecuencias que tales reflexiones podrán tener sobre la paciente, y sobre la relación madre-hija. La desconfianza, el descreimiento, el despecho, la rebeldía, el descenso de la autoestima y otros tantos sentimientos serán quienes terminen de fracturar la frágil relación existente entre la madre y la hija. Si a todo esto no se ha dado el divorcio de "hecho" entre los cónyuges, el varón casi habitualmente se transforma en un "ente" en el hogar. Su rol de padre ha perdido todo crédito, él mismo se siente desconcertado y perplejo ante su familia. Se siente desautorizado, en cierto sentido relegado. Si en un arranque pretende recuperar su status de jefe del hogar, lo hará con agresividad, en un intento de autoafirmación estéril. De hecho se agravan las cosas. Nuevamente le recuerdo al lector que todo esto no son hipótesis que estoy desarrollando, muy por el contrario, son datos de la realidad vividos en el consultorio.

La afectación de los hijos no es la misma para los hijos previos al aborto que para los posteriores al aborto. En mi experiencia, la diferencia radica en que la actitud de la madre para con los hijos previos al aborto es de sobreprotección, dicho en palabras de mujer: "son todo lo que tengo", actitud que los sofoca psicológicamente. Para los hijos posteriores, como bien lo ha descrito el Dr. Ney (psiquiatra canadiense), la actitud de la madre es de hostilidad y agresividad, configurando un verdadero cuadro de maltrato del menor. Ambas situaciones las he verificado en el consultorio.

Volvamos sobre la pregunta del comienzo: ¿quiénes y cuántos son afectados por el aborto? En mi experiencia, la respuesta es clara: todos los miembros de la familia, cada cual acorde a sus rasgos de personalidad, y a su rol dentro del núcleo familiar.

Dr. Pablo Verdier
Psiquiatra especializado en el síndrome post aborto.



Meditación breve



- El aborto empobrece a la gente desde el punto de vista espiritual; es la peor pobreza y la más difícil de superar.
- El aborto es el acto más diabólico que puede cometer el hombre. No entiendo el aborto.
- El aborto es un homicidio en el vientre de la madre. Una criatura es un regalo de Dios. Si no quieren a los niños, dénmelos a mí.
- El aborto mata la paz del mundo...Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento.
- El aborto va en contra del mandamiento del amor.
- Jesús dijo: "El que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe." Al adoptar un niño, esas parejas reciben a Jesús; por el contrario, al abortar, rechazan a Jesús.
- Muchos se manifiestan preocupadísimos por los niños de la India o por los de África, donde tantos mueren, sea por desnutrición, hambre o lo que fuera. Pero hay millones deliberadamente eliminados por el aborto.
- Creo que si los países ricos permiten el aborto, son los más pobres y necesitan que recemos por ellos porque han legalizado el homicidio.
- Por favor no matéis a los niños, yo los quiero. Con mucho gusto acepto todos los niños que morirían a causa del aborto.
- Toda vida es la vida de Dios que se hace presente entre nosotros, aún en un niño que todavía no ha nacido. Nadie tiene derecho a levantar su mano para segarla.
- Yo imagino que el grito de esos pobrecitos que son asesinados antes de nacer debe llegar hasta Dios.
Beata Teresa de Calcuta


Reflexión Mariana



Si nos sucede que perdemos la esperanza y el demonio nos hace creer que ya estamos perdidos y condenados al Infierno eterno, y aunque de verdad estemos ya con un pie en el Infierno, no desesperemos y acudamos a María. Ella no rechaza a nadie y nos volverá a la senda del bien, de la esperanza y de la alegría.
Un verdadero devoto de María jamás se puede condenar, es imposible que eso suceda, puesto que la Virgen lo defiende en persona y lo coloca bajo su manto protector. Ojalá acudamos siempre a María, hasta en las cosas más mínimas y comunes, pues Ella es nuestra Madre y se preocupa hasta de los detalles más insignificantes de nuestra vida.



Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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