jueves, 12 de marzo de 2009

Pequeñas Semillitas 0661

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0661 ~ Jueves 12 de Marzo de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
Al iniciar esta ediciónd de "Pequeñas Semillitas" simplemente se me ocurre invitarte a esta brevísima pero profunda reflexión:
En esta Cuaresma aprendamos a morir con Jesús para matar todo lo malo que hay en nosotros... y luego resucitemos con Él a la vida eterna...


La Palabra de Dios : Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.
»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.
»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».
(Lucas 16, 19-31)

Comentario
Hoy, el Evangelio es una parábola que nos descubre las realidades del hombre después de la muerte. Jesús nos habla del premio o del castigo que tendremos según cómo nos hayamos comportado.
El contraste entre el rico y el pobre es muy fuerte. El lujo y la indiferencia del rico; la situación patética de Lázaro, con los perros que le lamen las úlceras (cf. Lc 16,19-21). Todo tiene un gran realismo que hace que entremos en escena.
Podemos pensar, ¿dónde estaría yo si fuera uno de los dos protagonistas de la parábola? Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.
Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la vida.
Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características: la pena que sufren los sentidos —«que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama» (Lc 16,24)— y su eternidad —«entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo» (Lc 16,26).
San Gregorio Magno nos dice que «todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse a causa de su ignorancia». Hay que despojarse del hombre viejo y ser libre para poder amar al prójimo. Hay que responder al sufrimiento de los pobres, de los enfermos, o de los abandonados. Sería bueno que recordáramos esta parábola con frecuencia para que nos haga más responsables de nuestra vida. A todos nos llega el momento de la muerte. Y hay que estar siempre preparados, porque un día seremos juzgados.
Rev. D. Xavier Sobrevía i Vidal (Sant Boi de Llobregat-Barcelona, España)



Santoral Católico


San Luis Orione



Sacerdote italiano, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y de la Congregación de las Pequeñas Religiosas Misioneras de la Caridad

Luis Orione nació en Pontecurone, diócesis de Tortona, el 23 de junio de 1872. A los 13 años fue recibido en el convento franciscano de Voghera (Pavía) que abandonó después de un año por motivos de salud. De 1886 a 1889 fue alumno de San Juan Bosco en el Oratorio de Valdocco de Turín.

El 16 de octubre de 1889 entró en el seminario de Tortona. Siendo todavía un joven clérigo, se dedicó a vivir la solidaridad con el prójimo en la Sociedad de Mutuo Socorro San Marciano y en la Conferencia de San Vicente. El 3 de julio de 1892, abrió en Tortona el primer Oratorio para cuidar la educación cristiana de los jóvenes. Al año siguiente, el 15 de octubre de 1893, Luis Orione, un clérigo de 21 años, abrió un colegio para chicos pobres en el barrio San Bernardino.

El 13 de abril de 1895, Luis Orione fue ordenado sacerdote y, al mismo tiempo, el Obispo impuso el hábito clerical a seis alumnos de su colegio. En poco tiempo, Don Orione abrió nuevas casas en Mornico Losana (Pavía), en Noto (Sicilia), en San Remo, en Roma.

Alrededor del joven Fundador crecieron clérigos y sacerdotes que formaron el primer núcleo de la Pequeña Obra de la Divina Providencia. En 1899 inició la rama de los ermitaños de la Divina Providencia. El Obispo de Tortona, Mons. Igino Bandi, con Decreto del 21 de marzo de 1903, reconoció canónicamente a los Hijos de la Divina Providencia (sacerdotes, hermanos coadjutores y ermitaños), congregación religiosa masculina de la Pequeña Obra de la Divina providencia, dedicada a «colaborar para llevar a los pequeños, los pobres y el pueblo a la Iglesia y al Papa, mediante las obras de caridad», profesando un IV voto de especial «fidelidad al Papa».En las primeras Constituciones de 1904, entre los fines de la nueva Congregación aparece el de trabajar «para alcanzar la unión de las Iglesias separadas».

Animado por una gran pasión por la iglesia y por la salvación de las almas, se interesó activamente por los problemas emergentes en aquel tiempo, como la libertad y la unidad de la Iglesia, la «cuestión romana», el modernismo, el socialismo, la cristianización de las masas obreras.

Socorrió heroicamente a las poblaciones damnificadas por los terremotos de Reggio y de Messina (1908) y por el de la Marsica (1915). Por deseo de Pío X fue Vicario General de la diócesis de Messina durante tres años.

A los veinte años de la fundación de los Hijos de la Divina Providencia, como en «una única planta con muchas ramas», el 29 de junio de 1915 dio inicio a la Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, animadas por el mismo carisma fundacional y, en el 1927, las Hermanas adoratrices Sacramentinas invidentes, a las que se añadirán después las Contemplativas de Jesús Crucificado.

Organizó a los laicos en las asociaciones de las «Damas de la Divina Providencia», los «Ex Alumnos» y los «Amigos». Después tomará cuerpo el Instituto Secular Orionino y el Movimiento Laical Orionino.

Después de la primera guerra mundial (1914-1918) se multiplicaron las escuelas, colegios, colonias agrícolas, obras caritativas y asistenciales. Entre las obras más características, creó los «Pequeños Cottolengos», para los que sufren y los abandonados, surgidos en la periferia de las grandes ciudades como «nuevos púlpitos» desde los que hablar de Cristo y de la Iglesia, «faros de fe y de humanidad»

El celo misionero de Don Orione, que ya se había manifestado con el envío a Brasil en 1913 de sus primeros religiosos, se extendió después a Argentina y Uruguay (1921), Inglaterra (1935) y Albania (1936). En 1921-1922 y en 1934-1937, él mismo realizó dos viajes a América Latina, Argentina, Brasil y Uruguay, llegando hasta Chile.

Gozó de la estima personal de los Papas y de las autoridades de la Santa Sede, que le confiaron numerosos y delicados encargos para resolver problemas y curar heridas tanto dentro de la Iglesia como en las relaciones con el mundo civil. Fue predicador, confesor y organizador infatigable de peregrinaciones, misiones, procesiones, «belenes vivientes» y otras manifestaciones populares de la fe. Muy devoto de la Virgen, promovió su devoción por todos los medios y, con el trabajo manual de sus clérigos, construyó los santuarios de la Virgen de la Guardia en Tortona y de la Virgen de Caravaggio en Fumo.

En el invierno de 1940, intentando aliviar los problemas de corazón y pulmones que sufría, fue a la casa de Sanremo, aunque, como decía, «no es entre las palmeras donde deseo vivir y morir, sino entre los pobres que son Jesucristo». Después de tan sólo tres días, rodeado del afecto de sus hermanos, Don Orione falleció el 12 de marzo de 1940, suspirando «¡Jesús! ¡Jesús! Voy».

Su cuerpo, intacto en el momento de la primera exhumación en 1965, fue puesto en un lugar de honor en el santuario de la Virgen de la Guardia de Tortona, después de que, el 26 de octubre de 1980, Juan Pablo II inscribiera su nombre en el elenco de los Beatos.

Su Santidad Juan Pablo II lo canonizó el 16 de Mayo de 2004.



Pensamiento


"Da tu primer paso con fe, no es necesario que veas toda la escalera completa... solo da tu primer paso"
Martin Luther King Jr.



Tema del día : Sentido de la Cuaresma



Lo primero que debemos decir al respecto es que la finalidad de la Cuaresma es ser un tiempo de preparación a la Pascua. Por ello se suele definir a la Cuaresma, “como camino hacia la Pascua”. La Cuaresma no es por tanto un tiempo cerrado en sí mismo, o un tiempo “fuerte” o importante en sí mismo.

Es más bien un tiempo de preparación, y un tiempo “fuerte”, en cuanto prepara para un tiempo “más fuerte” aún, que es la Pascua. El tiempo de Cuaresma como preparación a la Pascua se basa en dos pilares: por una parte, la contemplación de la Pascua de Jesús; y por otra parte, la participación personal en la Pascua del Señor a través de la penitencia y de la celebración o preparación de los sacramentos pascuales –bautismo, confirmación, reconciliación, eucaristía-, con los que incorporamos nuestra vida a la Pascua del Señor Jesús.

Incorporarnos al “misterio pascual” de Cristo supone participar en el misterio de su muerte y resurrección. No olvidemos que el Bautismo nos configura con la muerte y resurrección del Señor. La Cuaresma busca que esa dinámica bautismal (muerte para la vida) sea vivida más profundamente. Se trata entonces de morir a nuestro pecado para resucitar con Cristo a la verdadera vida: “Yo les aseguro que si el grano de trigo muere dará mucho fruto” (Jn 20,24).

A estos dos aspectos hay que añadir finalmente otro matiz más eclesial: la Cuaresma es tiempo apropiado para cuidar la catequesis y oración de los niños y jóvenes que se preparan a la confirmación y a la primera comunión; y para que toda la Iglesia ore por la conversión de los pecadores.

Con relación al lugar de la celebración se debe buscar la mayor austeridad posible, tanto para el altar, el presbiterio, y los demás lugares y elementos celebrativos. Únicamente se debe conservar lo que sea necesario para que el lugar resulte acogedor y ordenado. La austeridad de los elementos con que se presenta en estos días la iglesia (el templo), contrapuesta a la manera festiva con que se celebrará la Pascua y el tiempo pascual, ayudará a captar el sentido de “paso” (pascua = paso) que tienen las celebraciones de este ciclo.

Durante la Cuaresma hay que suprimir, pues, las flores (las que pueden ser sustituidas por plantas ornamentales), las alfombras no necesarias, la música instrumental, a no ser que sea del todo imprescindible para un buen canto. Una práctica que en algunas iglesias podría ser expresiva es la de recubrir el altar, fuera de la celebración eucarística, con un paño de tela morada.

Finalmente hay que recordar, que la misma austeridad en flores y adornos debe también aplicarse al lugar de la reserva eucarística y a la bendición con el Santísimo, pues debe haber una gran coherencia entre el culto que se da al Santísimo y la celebración de la misa. La misma coherencia debe manifestarse entre la liturgia y las expresiones de la piedad popular. Así, pues, tampoco caben elementos festivos, durante los días cuaresmales y de Semana Santa, ni en el altar de la reserva ni en la exposición del Santísimo.

http://mx.geocities.com/corosanmarcos/especialcuaresma/tiempocuaresmal.htm



Meditación breve



En cualquier situación hay una Presencia y un Poder que borran el miedo y la duda. Saber que la presencia y el poder de Dios están dentro de mí me llena de esperanza. Porque tengo esperanza, ayudo a abrir el camino para que sucedan cosas milagrosas.
La esperanza puede ser un suave empujón que me guíe en la dirección a tomar. Ya sea que la situación requiera curación, mayor abundancia o armonía en una relación atribulada, la esperanza me eleva por sobre las apariencias exteriores de las cosas, haciéndome comprender que "para Dios todo es posible".
Nada puede extinguir la presencia y el poder de Dios, que refulgen dentro de mí. Mediante la oración positiva y la afirmación, formo parte del plan de Dios para las grandes posibilidades.
Me siento llena de esperanza, pues dentro de mí están la presencia y el poder de Dios.
Gra Baq


Pedidos de oración



Pedimos oración por el niño Felipe C. que vive en Santiago de Chile, tiene once años, y se encuentra internado gravemente enfermo y a la epera de un transplante de corazón. Que la intercesión de Fray Andresito (que espera su canonozación) le permita obtener pronto la recuperación plena de su salud.



Nuestra lectora Elena C. B., que vive en Virgini (USA), nos pide oraciones por su familia, que compone con su esposo y sus hijos. Que el Buen Jesús colme de paz y amor a esta familia.



Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.



Reflexión Mariana



Nuestra confianza en María tiene que ser muy grande, porque Ella es la Madre de la Misericordia y quiere que nos salvemos y hará todo por salvarnos. No dudemos nunca de acudir a los brazos de esta Madre amorosísima, aunque nuestros pecados sean rojos como la grana y numerosos como las arenas del mar, Ella encontrará la forma de reconciliarnos con Dios, con su Hijo, y cantaremos felices a su lado por toda la eternidad, alabándola y agradeciéndole por siempre la merced que nos ha hecho al salvarnos de las fauces del Infierno que quería devorarnos. Recordemos que María en bondad es sólo inferior a Dios y, en cierto modo, Ella tiene dulzuras que Dios no tiene, pues por algo ha arrebatado el Corazón de Dios y es la obra maestra de la Santísima Trinidad.



Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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