miércoles, 27 de diciembre de 2017

Pequeñas Semillitas 3544

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3544 ~ Miércoles 27 de Diciembre de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Señor Jesús, nacido en Belén, Tú eres fuente de vida, alegría para los tristes y estímulo para los desanimados. Eres incentivo de amor, de donación, de alegría y de victoria.
Señor Jesús, como tú y contigo, te pido que yo pueda ser camino para los sin rumbo, verdad para los que están en el error, aliento para los que desfallecen a mi lado.
¡La mies es grande, Señor! Como ruego especial para el nuevo año que vamos a iniciar, envíanos operarios: buenos sacerdotes, buenos religiosos, buenos laicos militantes. Confiamos en ti. Amén.

¡Buenos días!

Tarea de Navidad
Jesús aparece en medio de nosotros en Navidad. Quiere sacudir nuestro letargo y ayudarnos a tomar conciencia de las semillas que están dormidas en nuestro corazón. Ellas aguardan que tú les des oportunidad de desplegar su fuerza germinativa y producir abundantes frutos en tu vida. Jesús te visitó con su amor. Él espera que tú lo hagas con los que están a tu lado.

Cuando se termina el canto de los ángeles, cuando se apaga la estrella del firmamento, cuando los reyes vuelven a sus palacios, cuando los pastores se reúnen con sus rebaños, entonces empieza la tarea de Navidad: encontrar al perdido, curar al decaído, alimentar al hambriento, liberar al prisionero, reconstruir las naciones, llevar la paz a los hermanos, hacer música con el corazón.

Si Navidad es amor, la fuerza de esta celebración anual, te motiva y dinamiza para que intentes de nuevo ser, como Jesús, fuente de bondad, consuelo, alegría y paz. Vale la pena volver a intentarlo y permanecer firmes en la tarea asignada. Jesús te acompaña.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
El primer día de la semana, María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y a donde estaba el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó. (Jn 20,2-8)

Comentario:
Hoy, la liturgia celebra la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista. Al siguiente día de Navidad, la Iglesia celebra la fiesta del primer mártir de la fe cristiana, san Esteban. Y el día después, la fiesta de san Juan, aquel que mejor y más profundamente penetra en el misterio del Verbo encarnado, el primer “teólogo” y modelo de todo verdadero teólogo. El pasaje de su Evangelio que hoy se propone nos ayuda a contemplar la Navidad desde la perspectiva de la Resurrección del Señor. En efecto, Juan, llegado al sepulcro vacío, «vio y creyó» (Jn 20,8). Confiados en el testimonio de los Apóstoles, nosotros nos vemos movidos en cada Navidad a “ver” y “creer”.
Uno puede revivir estos mismos “ver” y “creer” a propósito del nacimiento de Jesús, el Verbo encarnado. Juan, movido por la intuición de su corazón —y, deberíamos añadir, por la “gracia”— “ve” más allá de lo que sus ojos en aquel momento pueden llegar a contemplar. En realidad, si él cree, lo hace sin “haber visto” todavía a Cristo, con lo cual ya hay ahí implícita la alabanza para aquellos que «creerán sin haber visto» (Jn 20,29), con la que culmina el vigésimo capítulo de su Evangelio.
Pedro y Juan “corren” juntos hacia el sepulcro, pero el texto nos dice que Juan «corrió más aprisa que Pedro, y llegó antes al sepulcro» (Jn 20,4). Parece como si a Juan le mueve más el deseo de estar de nuevo al lado de Aquel a quien amaba —Cristo— que no simplemente estar físicamente al lado de Pedro, ante el cual, sin embargo —con el gesto de esperarlo y de que sea él quien entre primero en el sepulcro— muestra que es Pedro quien tiene la primacía en el Colegio Apostólico. Con todo, el corazón ardiente, lleno de celo, rebosante de amor de Juan, es lo que le lleva a “correr” y a “avanzarse”, en una clara invitación a que nosotros vivamos igualmente nuestra fe con este deseo tan ardiente de encontrar al Resucitado.
Rev. D. Manel VALLS i Serra (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Juan
Apóstol y Evangelista
 
Nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades. Fue primero discípulo de Juan Bautista, quien orientó a él y a Andrés hacia Jesús. Era hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Santiago el Mayor. Pasando junto al lago de Galilea, Jesús vio a los dos hermanos, que estaban repasando las redes, y los llamó a su seguimiento. Fue el discípulo predilecto de Jesús y, junto con su hermano y con Pedro, uno de los tres apóstoles más cercanos a Jesús, que le acompañaron en la transfiguración y en la agonía de Getsemaní. Durante la última Cena, reclinó su cabeza sobre el pecho del Señor. Estando con María al pie de la cruz, oyó que Jesús les decía: «Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre». Según la tradición vivió mucho tiempo en Éfeso. Escribió el cuarto Evangelio, el Apocalipsis y tres cartas. Siendo ya mayor, fue deportado a Patmos, y murió de edad avanzada a finales del siglo I.
Oración: Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol san Juan el misterio de tu Palabra hecha carne, concédenos, te rogamos, llegar a comprender y a amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa    

Pensamiento del día
“Según la tradición, Juan es «el discípulo predilecto», que en el cuarto Evangelio coloca la cabeza sobre el pecho del Maestro durante la Última Cena (Cf. Juan 13, 21), se encuentra a los pies de la Cruz junto a la Madre de Jesús (Cf. Juan 19, 25) y, por último, es testigo tanto de la tumba vacía como de la misma presencia del Resucitado (Cf. Juan 20, 2; 21, 7) [...] El Señor desea hacer de cada uno de nosotros un discípulo que vive una amistad personal con Él. Para realizar esto no es suficiente seguirle y escucharle exteriormente; es necesario también vivir con Él y como Él. Esto sólo es posible en el contexto de una relación de gran familiaridad, penetrada por el calor de una confianza total” (Benedicto XVI)

Tema del día:
Entre Navidad y Año Nuevo
¡Todavía no se quita el árbol! Se trata de una semana para mantener el espíritu vivo. ¿Qué tienes planeado entre Navidad y Año Nuevo?

A continuación recomendamos cinco cosas para hacer esta semana.

1. Desarrolla una tradición después de Navidad
Los días después de Navidad piden tiempo de reposo, pero también podemos conseguir que sea un poco más especial. En países como Inglaterra, Canadá, Australia y Ghana, el día después de Navidad se celebra el Boxing Day. A pesar de su nombre, no tiene nada que ver con golpear a alguien si no te ha gustado su regalo.

Existen numerosas historias que explican esta tradición, una de ellas se remonta a cuando los miembros más ricos de la sociedad británica regalaban “cajas de Navidad” con regalos y dinero a los sirvientes y comerciantes como recompensa por sus servicios. Según otra historia, tiene su origen en la práctica por parte de las iglesias de recaudar después de Navidad dinero en cajas para repartirlo entre los más pobres.

En cualquier caso, estos días puede ser una celebración en sí mismos: visita a familiares o vecinos, haz una comida especial, canta villancicos alrededor del piano, planifica una noche de juegos o películas… lo que tú quieras. Incluso si no quieres llamarlo Boxing Day, haz que el día después de Navidad sea una festividad por sí sola.

2. Piensa en los propósitos de Año Nuevo
Esta es una semana para pensar en los propósitos para el nuevo año. Si piensas que es una tontería porque nunca te han funcionado en el pasado, intenta hacer algo nuevo este año: elige solo una cosa que deseas alcanzar o mejorar en 2018, o elige un tema, una cita o un pasaje de las Sagradas Escrituras para guiar tus objetivos. Hagas lo que hagas, haz que el nuevo año sea una oportunidad para empezar de nuevo.

3. Escribe cartas de agradecimiento (o, lo que es lo mismo, envía postales de Navidad)
Esta semana suele ser más tranquila que el resto, por lo que es un buen momento para sentarse a escribir algunas cartas de agradecimiento por aquellos regalos tan especiales que has recibido, y para que tus hijos hagan lo mismo.

Puede hacerlo de forma sencilla comprando tarjetas o creando tú mismo algunas sencillas. No hay nada mejor que una nota de agradecimiento escrita a mano que da las gracias por un regalo y desea al receptor un feliz Año Nuevo.

4. Planifica algo especial para Año Nuevo
La mayoría de personas hacen planes para Nochevieja y consideran que Año Nuevo es un día para recuperarse. Pero este día se merece su propio lugar en la mesa.

En el calendario cristiano es un día especial para celebrar a la Virgen María. Así que, es un día perfecto para ir a Misa, cocinar alguna comida diferente, hacer una excursión, visitar o llamar a mamá, o simplemente pasar tiempo en casa relajado junto al árbol y disfrutar de la compañía de los seres más queridos.

5. ¡Que continúe la celebración!
Esta no es la semana para recoger el árbol, guardar la decoración y volver a la vida normal. ¡La Navidad dura más de un día!

En función del calendario que se siga, la Navidad dura al menos hasta la Epifanía, que este año 2018 será el sábado día 6 de enero. Además, seguro que has escuchado hablar de los 12 días de Navidad, ¿verdad?

Aunque tengas que volver a trabajar justo después de Navidad, y el resto del mundo vuelva a la vida normal rápidamente, mantén el espíritu navideño preparando comidas especiales y obsequios, poniendo música navideña en el coche y guardando algunos regalos para abrirlos durante la semana de Navidad. ¡Que continúe la celebración!
© Zoe Romanovsky

Meditaciones
“Celebrar a María es, en primer lugar, hacer memoria de la Madre, hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano.” Declaró el Papa Francisco durante la misa por los pueblos de América Latina en la Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe (México), en la Basílica de San Pedro (Roma), el 12 de diciembre de 2016. El Santo Padre nos ha invitado a “aprender de esa fe recia y servicial que ha caracterizado y caracteriza a nuestra Madre” y a dejarse contemplar por ella.
El Papa Francisco meditó particularmente en la mirada de María (alusión al hecho que la imagen del vidente de Nuestra Señora de Guadalupe, san Juan Diego y de los personajes que lo rodean se estampó en los ojos de la Virgen de Guadalupe): “No tengamos miedo de salir a mirar a los demás con su misma mirada. Una mirada que nos hace hermanos. Lo hacemos porque, al igual que Juan Diego, sabemos que aquí está nuestra madre, sabemos que estamos bajo su sombra y su resguardo, que es la fuente de nuestra alegría, que estamos en el cruce de sus brazos”.
“¡Tenemos Madre! Y donde está la madre hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos se podrán pelear pero siempre triunfará el sentido de unidad.”

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Los cinco minutos de María
Diciembre 27
Juan Evangelista recibió a María por Madre. Jesús no podía otorgarle título más tierno y embellecedor que el de “Hijo de María”.
Como dice la liturgia, nosotros compartimos su honor, pues también nosotros somos hijos de María, Su honor y su responsabilidad.
Amemos a María y hagamos siempre cuanto le agrada a tan buena Madre. ¡La Madre de Dios es mi Madre!
María, quiero ser buen hijo tuyo, amarte con todas mis fuerzas y todo tu corazón.
* P. Alfonso Milagro 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.