lunes, 4 de diciembre de 2017

Pequeñas Semillitas 3521

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3521 ~ Lunes 4 de Diciembre de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Ven, Señor, a salvarnos. Ven a saciar nuestras hambres, ven a curar nuestras llagas, ven a aliviar nuestras cargas, ven, Señor, a salvarnos.
Ven a limpiar nuestro barro, ven a encender nuestras lámparas, ven a colmar la esperanza, ven, Señor, a salvarnos.
Ven a llenar el vacío, ven a alegrar la tristeza, ven a vestirnos de fuerza, ven, Señor, a salvarnos.
Ven a quitar el pecado, ven a romper las cadenas, ven a ahuyentar las tinieblas, ven, Señor, a salvarnos.
Ven, Señor, y salva a todos los que somos víctimas del pecado y de la debilidad humana. Ven, Señor, a salvarnos.
Sálvanos de tal manera que, con la medicina y el aceite de tu Espíritu, lleguemos a ser también nosotros salvadores.

¡Buenos días!

Extraño camino de fe
Fue Gilberto Keith Chesterton un gran escritor inglés, agudo polemista y amigo de las verdades aparentemente incompatibles. Pasó de la incredulidad a la fe. ¿Por qué? Hombre observador y perspicaz, notó que contra la Iglesia Católica se esgrimían los argumentos más contradictorios. Además veía que, a pesar de no tener nada bueno, en opinión de sus enemigos, la Iglesia seguía subsistiendo. Decidió examinar los argumentos que suelen traerse contra el cristianismo y a los hombres que los presentaban, y verificó con asombro que en todas las acusaciones y en todos los acusadores había algo de enfermizo y anormal.

Reaccionó, pues, razonando así: supongamos que conozco a un hombre respecto del cual oigo los pareceres más contradictorios. Los de estatura alta dicen de él que es demasiado bajo; los de baja estatura aseguran que es demasiado alto. Los gordos lo juzgan demasiado flaco, y los flacos lo tildan de excesivamente gordo. Los escandinavos rubios dicen que es demasiado moreno; los negros africanos afirman que es demasiado rubio.

¿Cuál puede ser el motivo de estas contradicciones? Probablemente que el aludido es un hombre completamente normal y admirable. Y el famoso escritor inglés, con este extraño raciocinio, se dirigió a un templo católico, llegó hasta el altar, se convirtió con su esposa y comenzaron a rezar: «Creemos... en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.»
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos». (Mt 8,5-11)

Comentario:
Hoy, Cafarnaúm es nuestra ciudad y nuestro pueblo, donde hay personas enfermas, conocidas unas, anónimas otras, frecuentemente olvidadas a causa del ritmo frenético que caracteriza a la vida actual: cargados de trabajo, vamos corriendo sin parar y sin pensar en aquellos que, por razón de su enfermedad o de otra circunstancia, quedan al margen y no pueden seguir este ritmo. Sin embargo, Jesús nos dirá un día: «Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). El gran pensador Blaise Pascal recoge esta idea cuando afirma que «Jesucristo, en sus fieles, se encuentra en la agonía de Getsemaní hasta el final de los tiempos».
El centurión de Cafarnaúm no se olvida de su criado postrado en el lecho, porque lo ama. A pesar de ser más poderoso y de tener más autoridad que su siervo, el centurión agradece todos sus años de servicio y le tiene un gran aprecio. Por esto, movido por el amor, se dirige a Jesús, y en la presencia del Salvador hace una extraordinaria confesión de fe, recogida por la liturgia Eucarística: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa: di una sola palabra y mi criado quedará curado» (cf. Mt 8,8). Esta confesión se fundamenta en la esperanza; brota de la confianza puesta en Jesucristo, y a la vez también de su sentimiento de indignidad personal, que le ayuda a reconocer su propia pobreza.
Sólo nos podemos acercar a Jesucristo con una actitud humilde, como la del centurión. Así podremos vivir la esperanza del Adviento: esperanza de salvación y de vida, de reconciliación y de paz. Solamente puede esperar aquel que reconoce su pobreza y es capaz de darse cuenta de que el sentido de su vida no está en él mismo, sino en Dios, poniéndose en las manos del Señor. Acerquémonos con confianza a Cristo y, a la vez, hagamos nuestra la oración del centurión.
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Juan Damasceno
Doctor de la Iglesia
Nació en Damasco (Siria) hacia el año 650, en el seno de una familia árabe cristiana. Sucedió a su padre en sus servicios al califa, y llegó a ser ministro de las finanzas de su corte. Al perder el favor del califa, se trasladó a Jerusalén e ingresó en la cercana «laura» o monasterio de San Sabas, donde fue ordenado de sacerdote. Escribió numerosos himnos sagrados y obras teológicas, en las que se recoge lo más valioso de los escritos patrísticos de la Iglesia oriental. Fue un gran defensor, de palabra y por escrito, del culto de las imágenes sagradas -que consideraba palabra de Dios que nos entra por los ojos- contra los iconoclastas capitaneados por el emperador León Isáurico, que pretendían su supresión. Murió en su monasterio a mediados del siglo VIII.
Oración: Te rogamos, Señor, que nos ayude en todo momento la intercesión de san Juan Damasceno, para que la fe verdadera que tan admirablemente enseñó sea siempre nuestra luz y nuestra fuerza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa    

Pensamiento del día

“A la Virgen María, que acogió al Hijo de Dios hecho hombre con su fe,
con su seno materno, con atenta solicitud,
con el acompañamiento solidario y vibrante de amor,
encomendamos en este Adviento
la oración y el empeño en favor de la vida naciente”

Tema del día:
La Corona de Adviento
La palabra Adviento es de origen latino y quiere decir Venida (o Advenimiento). Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de Adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad. Y una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es la corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.

La corona de Adviento encuentra sus raíces en las costumbres paganas (pre-cristianas) de algunos pueblos europeos, como los germanos. Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. Él vino para hacer nuevas todas las cosas.

Así pues la corona de Adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» Juan 8,12

En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el Adviento. Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.

La corona de Adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas: tres velas son violeta. El color violeta o morado representa el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio que debemos tener para prepararnos adecuadamente para la llegada de Cristo. El tercer domingo se enciende una vela rosada (color que es mezcla de violeta con blanco). Este color representa el gozo que sentimos ante la cercanía del nacimiento del Señor.  El primer domingo de Adviento encendemos la primera vela y cada domingo encendemos una vela más hasta llegar a la Navidad. Finalmente, en algunas coronas de Adviento se pone una quinta vela, más grande y de color blanco, que se enciende el día de Navidad. El blanco en liturgia simboliza pureza y tiempo de júbilo, y es usado en los momentos principales del calendario litúrgico: Navidad y Pascua.

Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de Adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de esos colores aún se puede hacer la corona ya que lo más importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote.

La corona de Adviento encierra varios simbolismos

- La forma circular: el círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

- Las ramas verdes: verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

- Las cuatro velas: nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de Adviento al hacer la oración en familia.

- Las manzanas rojas que adornan la corona: representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

- El listón rojo: representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

Finalmente, digamos que la Corona de Adviento se bendice por parte de un sacerdote el primer domingo de Adviento o cualquier día posterior para las que tenemos en nuestra casa.

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de Diciembre de 2017

“Queridos hijos, os hablo como vuestra Madre, Madre de los justos, Madre de aquellos que aman y sufren, Madre de los santos. Hijos míos, también vosotros podéis ser santos, eso depende de vosotros. Santos son aquellos que aman sin medida al Padre Celestial, aquellos que lo aman sobre todas las cosas. Por eso, hijos míos, procurad siempre ser mejores. Si procuráis ser buenos, podéis ser santos, sin pensar que lo sois. Si pensáis que sois buenos, no sois humildes y la soberbia os aleja de la santidad. En este mundo inquieto, lleno de amenazas, vuestras manos, apóstoles de mi amor, deberían estar extendidas en oración y misericordia. A mí, hijos míos, regaladme el Rosario, esas rosas que tanto amo. Mis rosas son vuestras oraciones dichas con el corazón y no solo recitadas con los labios. Mis rosas son vuestras obras de oración, de fe y de amor. Cuando mi Hijo era pequeño, me decía que mis hijos serían numerosos y me traerían muchas rosas. Yo no lo comprendía. Ahora sé que esos hijos sois vosotros, que me traéis rosas cuando amáis a mi Hijo sobre todas las cosas, cuando oráis con el corazón, cuando ayudáis a los más pobres. Esas son mis rosas. Esa es la fe que hace que todo en la vida se haga por amor, que no se conozca la soberbia, que se esté pronto a perdonar; nunca juzgar y tratar siempre de comprender al propio hermano. Por eso, apóstoles de mi amor, orad por aquellos que no saben amar, por aquellos que no os aman, por aquellos que os han hecho mal, por aquellos que no han conocido el amor de mi Hijo. Hijos míos, esto es lo que pido de vosotros, porque recordad: orar significa amar y perdonar. Os doy las gracias”.

Meditaciones
Considera como el Eterno Padre, dándonos al Hijo por Redentor, por víctima, por precio de nuestro rescate; no podía darnos motivos más poderosos de esperanza, de amor para inspirarnos confianza, para obligarnos a amarle.
Dándonos el Padre al Hijo, dice San Agustín, quiere que nosotros apreciemos este inmenso don, a fin de adquirirnos la salvación eterna y toda gracia que nos sea necesaria para conseguirla, mientras que en Jesús hallamos cuanto podemos desear: luces, fortaleza, paz, confianza, amor y gloria eterna.
Siendo cierto que Jesucristo es un don que contiene todos los otros dones, ¿qué podemos buscar y desear? Habiéndonos Dios dado a su amado Hijo, que es la fuente y tesoro de todos los bienes, ¿quién puede temer que quiera negarnos alguna gracia que le pidamos? Jesucristo, dice San Pablo, ha sido hecho por Dios, sabiduría, y justificación,  santificación, y redención.
En suma, concluye el Apóstol, con Jesucristo nosotros somos enriquecidos en todas cosas, de manera que no nos falte cosa alguna en ninguna gracia. Y este don que nos ha hecho Dios de su Hijo, es un don hecho a cada uno de nosotros; pues que él le ha dado todo a cada uno, como si a él solo fuese donado; así es que cada uno de nosotros puede decir: Jesús es todo mío; mío es su cuerpo y su sangre: mía es su vida, sus dolores, su muerte: míos son sus méritos.
Por esto decía san Pablo: ‘Me amó y se entregó a sí mismo por mí’. Y lo mismo puede decir cada uno: Mi Redentor me ha amado, y por el amor que me ha tenido, se ha entregado todo a mí.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Los cinco minutos de María 
Diciembre 4
Nada malo agrada a Dios ni a la Santísima Virgen: los devotos de María siempre tuvieron como meta agradar en todo a la celestial Señora y, por su intermedio, a Nuestro Señor.
La devoción a la Virgen ha sido siempre un verdadero y poderoso estímulo para la purificación de la propia vida y para el progreso en el camino de la perfección. No la abandonemos nunca, de modo que podamos llegar a la santidad a la que estamos llamados.
María, que te consagraste sin titubeos a tu vocación, con todos sus riesgos, anima la realización de nuestra auténtica vocación.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.