PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3021 ~ Sábado 28 de Mayo de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
1959, el padre redentorista Luis Larrauri confesó a un mudo. Dice así: Después
de haber dirigido una misión popular, el hijo de un caballero me suplicó que
fuera a confesar a su padre, que llevaba tres meses mudo y estaba gravísimo por
efectos de una embolia. Fui a su casa y entré en la habitación del enfermo. Le
dije:
-Esté
usted tranquilo, yo le haré preguntas y usted me responde sí o no con la
cabeza. Entonces, el caballero rompió a llorar. Y con voz alta y distinta se
confesó. ¡Yo no salía de mi asombro! Y él me dijo:
-Padre,
usted va a comprender inmediatamente por qué hablo en estos momentos. Desde los
diez años tomé la costumbre de rezar por la mañana y por la tarde las tres
avemarías, que me aconsejaron los misioneros. Desde los catorce años, perdí
toda práctica religiosa, menos las tres avemarías. Ningún día las omití,
pidiendo también la gracia de no morir sin hacer una buena confesión, porque
necesitaba confesarme bien desde mi primera comunión a los ocho años…
Al
terminar la confesión, quedó mudo otra vez. A las doce de la noche, de ese mismo
día, había muerto en la paz de Dios.
¡Buenos días!
Los buenos modales
La
cortesía es como la crema de la caridad: su manifestación más agradable. Y se
manifiesta en las diversas situaciones de la convivencia humana. Es un código
que responde a la regla de oro “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan
a ti”. Aquí te presento unas simples sugerencias, pero su conjunto es un cúmulo
de delicadas atenciones.
Escucha con interés y amable atención. Respeta los
horarios fijados: es respeto a las personas. Trata de agradar y ser gentil al
hablar. Mostrar gratuitamente hostilidad es buscarte disgustos. No discutas por
ningún motivo, sencillamente, opina. Trata de estar siempre dispuesto a
sonreír. Mantente jovial, voluntarioso y dinámico. Guarda con prudencia tus
propias dificultades. Trata a los demás como quisiera que te traten a ti. Al
solicitar algo, di siempre "'Por
favor" y no olvides el “Gracias”. Promete sólo cuando puedas cumplir y sé
fiel al compromiso asumido.
Estas
líneas de elemental cortesía te darán un aura de distinción y serás siempre
bien recibido, porque la gente se siente cómoda con quien es sociable, atento y
delicado en su trato. Te auguro pases una agradable jornada con tus familiares
y amigos.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba
por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad
para hacerlo?». Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os
diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los
hombres? Respondedme».
Ellos
discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del cielo’, dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le
creísteis?’. Pero, ¿vamos a decir: ‘De los hombres’?». Tenían miedo a la gente;
pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a Jesús:
«No sabemos». Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad
hago esto». (Mc
11,27-33)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio nos pide que pensemos con qué intención vamos a ver a Jesús. Hay
quien va sin fe, sin reconocer su autoridad: por eso, «se le acercan los sumos
sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: ‘¿Con qué autoridad haces
esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?’» (Mc 11,27-28).
Si
no tratamos a Dios en la oración, no tendremos fe. Pero, como dice san Gregorio
Magno, «cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en
nuestro corazón y recobramos la vista perdida». Si tenemos buena disposición,
aunque estemos en un error, viendo que la otra persona tiene razón, acogeremos
sus palabras. Si tenemos buena intención, aunque arrastremos el peso del
pecado, cuando hagamos oración Dios nos hará comprender nuestra miseria, para
que nos reconciliemos con Él, pidiendo perdón de todo corazón y por medio del
sacramento de la penitencia.
La
fe y la oración van juntas. Nos dice san Agustín que, «si la fe falta, la
oración es inútil. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la
fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la
fe». Si tenemos buena intención, y acudimos a Jesús, descubriremos quién es y
entenderemos su palabra, cuando nos pregunte: «El bautismo de Juan, ¿era del
cielo o de los hombres?» (Mc 11,30). Por la fe, sabemos que era del cielo, y
que su autoridad le viene de su Padre, que es Dios, y de Él mismo porque es la
segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Porque
sabemos que Jesús es el único salvador del mundo, acudimos a su Madre que
también es Madre nuestra, para que deseando acoger la palabra y la vida de
Jesús, con buena intención y buena voluntad, tengamos la paz y la alegría de
los hijos de Dios.
* Mn. Antoni BALLESTER i Díaz (Camarasa, Lleida,
España)
Santoral Católico:
San Germán de Paris
Obispo
Germán
nació en el año 469 en Autun, en la región de la Borgoña (Francia). Recibió una
sólida formación y se ordenó de sacerdote; después se hizo monje y llegó a Abad
del monasterio de San Sinforiano, cercano a su ciudad. Fue hábil administrador
de los bienes, promotor de la observancia de la Regla y de la austeridad,
protector de los pobres. En el año 554 es nombrado obispo de París. Este
ascenso no alteró sus austeridades y siguió viviendo con la misma simplicidad y
frugalidad que cuando era monje. En su mesa no faltaban nunca los más
desfavorecidos y atendía en todo lo que podía a los pobres. Su testimonio hizo
que el rey de París, Childebert, abandonase su ambición, y se entregase enteramente
a la piedad, reformando toda su corte. Este rey, entregó a nuestro santo,
tierras en las que se construyó una iglesia y fundó el monasterio que llevaría
su nombre: Saint-Germain-des-Prés. El sucesor de este rey también abandonó su
vida licenciosa por la acción de Germán. Sin embargo, a la muerte de ese rey,
París se dividió en tres partes, tantas como sucesores, y eran continuas las
luchas entre unas y otras. Germán hizo todo lo que pudo para preservar la paz,
pero eran demasiado enquistados los resentimientos. No obstante, el no dejó su
actividad, que cumplía con asombroso vigor, hasta su muerte con 80 años en mayo
del 576
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa Francisco
“El Señor quiere tomar sobre sí nuestras debilidades, nuestros
pecados, nuestros cansancios (…) La palabra «misericordia» está compuesta por
dos palabras: miseria y corazón. El corazón indica la capacidad de amar; la
misericordia es el amor que abraza la miseria de la persona humana. Tal es el
abismo de su compasión y misericordia: un anonadarse para convertirse en
compañía y servicio a la humanidad herida. Ningún pecado puede cancelar su
cercanía misericordiosa, ni impedirle poner en acto su gracia de conversión,
con tal de que la invoquemos”
Tema del día:
“El amor no hace alarde”
1) Para saber
Nos
dice San Pablo en su Carta a los Corintios que “la caridad no hace alarde” y el
Papa Francisco en su Exhortación Apostólica, capítulo cuatro, se detiene en
esta característica para reflexionar sobre el amor que ha de dirigir nuestros
actos, especialmente en la familia.
Al
vivir la caridad se puede presentar la tentación de querer hacer notar ante los
demás esas buenas obras para sentirnos superiores ante quien no las hace. Es un
deseo desordenado de querer impresionar, incluso, en ocasiones, de manera
pedante. Se trata de quien le anda diciendo a todos las cosas buenas que ha
hecho para que noten que es una buena persona y buscando su reconocimiento.
Dice
el Papa Francisco que quien ama “no sólo evita hablar demasiado de sí mismo,
sino que además está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin
pretender ser el centro.”
2) Para pensar
Comentaba
San Gregorio Magno las observaciones que le hacía un Profeta al Rey Ezequías
que solía ser muy rico y mostraba sus riquezas: “Llegará el día en que todo
cuanto poseas, todos tus tesoros, tus caudales y bienes, te serán despojados
por tus enemigos y llevados a Babilonia, quedándote sin nada”.
De
esa misma manera, dice el santo, nuestros tesoros, que son nuestras virtudes y
nuestras buenas obras, al darlas a conocer con el fin de sentirnos superiores
hacemos que caigan en manos de los enemigos y seamos despojadas de ellas,
quedándonos con las manos vacías. Al hablar de nuestras buenas obras por
soberbia es como dar ocasión a los ladrones para que nos roben nuestras
riquezas.
Aquí
en la tierra vamos por un camino expuesto a las emboscadas de infinitos
salteadores: “por lo que es preciso tener un grande cuidado de llevar oculto en
nuestro corazón todo el bien que hacemos, si queremos recibir el premio del
eterno Juez que ve lo más profundo de los corazones. Es absolutamente necesario
ocultar nuestra virtud, porque no suceda que exponiéndola a la vista en el
camino de la vida presente, nos la quiten y roben los ladrones espirituales que
nos están continuamente observando”. (S. Gregorio Magno, Libro 8, Sent. 38).
3) Para vivir
En
la vida familiar, dice el Papa Francisco, no puede imperar la competencia “para
ver quién es más inteligente o poderoso, porque esa lógica acaba con el amor”.
Es
común que los bienes estén repartidos y que uno tenga lo que otro no tiene. Por
ejemplo, si alguien sabe cantar muy bien, no es soberbia pensar que se canta
bien y otros no, pues eso es verdad. La soberbia es hacer alarde de ello, sin
agradecerle a Dios por tener ese don. Además, ese don ha de ser puesto para el
bien de los demás. Si se canta bien, se ha de cantar para agradar a Dios y a
los demás.
Nuestro
Señor nunca hizo alarde de su bondad: la lógica del amor cristiano no es la de
quien se siente más que otros y necesita hacerles sentir su poder, sino que «el
que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro servidor» (Mt 20,
27).
Es
una tarea ardua y difícil que dura toda la vida. Por ello, con su gracia
proverbial, el arzobispo de México Luis María Martínez (1881-1956) solía decir:
«Para llegar a la unión con Dios es indispensable matar a Don Yo, que es el
peor bandido que se conoce».
* Pbro. José Martínez Colín
Mes de María
Flor del 28 de mayo:
María, Reina de los apóstoles
- Meditación:
“Pondré enemistad entre ti (satanás) y la Mujer (María), entre tu linaje y el
suyo; y Ella te aplastará la cabeza” (Génesis 13,15). El apostolado ha de
hacerse en lucha contra el diablo y los suyos, lo que origina persecuciones a
toda la Iglesia, tanto en su cuerpo como en cada familia o individualmente.
Somos los apóstoles que San Luis de Montfort señaló para este tiempo, que sólo
dispone el Eterno. Sin embargo, la Reina y Capitana del pueblo de Dios dará la
victoria a sus seguidores leales que la obedezcan y perseveren en el combate.
- Oración:
¡Oh María Reina de los apóstoles! Tú que has enseñado, protegido y alentado a
los apóstoles de todos los siglos, has que seamos soldados leales y valientes
de tu ejército, siendo apóstoles de tu Divino Hijo y propagando los mensajes
del Reino, para que todos lleguemos al Cielo, con el Triunfo de tu Corazón
Inmaculado y la vuelta de Cristo Resucitado. Amén.
- Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
- Florecilla para este día: Comprometerse a ser un fiel soldado de María, Capitana del
ejercito de Jesús. Colocar los deseos de Dios por encima de las necesidades
propias, con María como puente seguro y firme frente a las preocupaciones de
cada día.
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Los cinco minutos de Dios
Mayo 28
Te
revelas ante este mundo dividido y enfrentado en el que circulan la droga de la
indiferencia, el opio del placer, de la comodidad, la fiebre del dinero o del
poder.
Ideologías
irreconciliables, ambiciones encontradas.
Te
asquean la mentira, el cinismo, los manejos turbios, la hipocresía; te
atormenta la angustia de este mundo, historia tan sucia, tan cubierta de sangre
y de odio, tan gastada en violencia y guerras cruentas.
Te
sublevan la injusticia de los "justos", la estupidez de los
"prudentes", la inoperancia de los "declamadores", la
tiranía de los "liberadores".
¿Y
qué haces? ¿Comentarlo en el café, en las reuniones, en la calle, en la
oficina? El mundo seguirá igual. Seguirá peor.
Al
mundo no lo cambian los que lo critican, sino los que obran en él, los que se
esfuerzan en volcar en él su generosidad, su entusiasmo, su entrega, su
sacrificio.
“Traten de convencer a los que tienen dudas, traten
de salvar a todos y muéstrenle misericordia con cuidado” (Jds 22). A todos hay
que tratarlos con el máximo de caridad y comprensión.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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