PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2798
~ Lunes 21 de Setiembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Jesús siempre vive y aconseja una
inversión total de valores. A su clara recomendación (“El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el
servidor de todos”) se sigue respondiendo valorando y organizando
cargos, rangos, dignidades, órdenes,
honores, asientos reservados... Actitudes que indican una profunda perversión
de la actitud y del mensaje de Jesús.
Él sigue insistiendo. Se es grande y se
transforma el mundo, no cuando se ocupa un puesto relevante, sino cuando en la
vida se ayuda y se acoge a quien no tiene grandeza para los poderosos. Quien
sirve a quienes son “inservibles” para esta sociedad nunca se equivoca.
"Ser el último y servidor de todos" debiera ser la característica de
los seguidores y de las seguidoras de
Jesús. A. Gutiérrez
¡Buenos días!
Predicación muy especial
La
anécdota de san Francisco de Asís que te ofrezco hoy puede iluminarte mucho
acerca de cómo podemos influir poderosamente en nuestro ambiente por medio de
nuestras actitudes, gestos y acciones. Los que están a nuestro alrededor
receptan todo lo que hacemos y pueden recibir de nosotros invitaciones al bien
o al mal, a la alegría o a la tristeza, a la generosidad o al egoísmo.
En un día lleno de sol san Francisco de Asís
invitó a un fraile joven a que lo acompañara a la ciudad para predicar. Se
pusieron en camino y recorrieron las principales calles, devolviendo amistosamente
el saludo a quienes se acercaban. De vez en cuando se detenían para acariciar a
un niño o para hablar con alguno. Durante todo el paseo san Francisco y el
fraile mantuvieron entre ellos una animada conversación. Después de haber
caminado durante un largo rato, el fraile joven pareció inquieto y le preguntó
a san Francisco dónde y cuándo comenzarían su predicación. —Hemos estado
predicando desde que atravesamos las puertas del convento —le replicó el
santo—, ¿no has visto cómo la gente observaba nuestra alegría y se sentía
consolada con nuestros saludos y sonrisas? ¿No has advertido lo alegres que
conversábamos entre nosotros, durante todo el paseo? Si estos no son unos
pequeños sermones, ¿qué es lo que son?
Jesús
en el Evangelio nos invita a ser luz en nuestro ambiente: “Así debe brillar
ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean
sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mateo, 5, 17).
Te animo a introducir en tu vida estos “pequeños sermones” para volver más
luminoso nuestro mundo.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de
allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de
impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que
estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores,
y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a
los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y
pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes
sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de:
Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos,
sino a pecadores». (Mt 9,9-13)
Comentario
Hoy celebramos la fiesta del apóstol y
evangelista san Mateo. Él mismo nos cuenta en su Evangelio su conversión.
Estaba sentado en el lugar donde recaudaban los impuestos y Jesús le invitó a
seguirlo. Mateo —dice el Evangelio— «se levantó y le siguió» (Mt 9,9). Con
Mateo llega al grupo de los Doce un hombre totalmente diferente de los otros
apóstoles, tanto por su formación como por su posición social y riqueza. Su
padre le había hecho estudiar economía para poder fijar el precio del trigo y
del vino, de los peces que le traerían Pedro y Andrés y los hijos de Zebedeo y
el de las perlas preciosas de que habla el Evangelio.
Su oficio, el de recaudador de
impuestos, estaba mal visto. Quienes lo ejercían eran considerados publicanos y
pecadores. Estaba al servicio del rey Herodes, señor de Galilea, un rey odiado
por su pueblo y que el Nuevo Testamento nos lo presenta como un adúltero, el
asesino de Juan Bautista y el que escarneció a Jesús el Viernes Santo. ¿Qué
pensaría Mateo cuando iba a rendir cuentas al rey Herodes? La conversión de
Mateo debía suponer una verdadera liberación, como lo demuestra el banquete al
que invitó a los publicanos y pecadores. Fue su manera de demostrar el
agradecimiento al Maestro por haber podido salir de una situación miserable y
encontrar la verdadera felicidad. San Beda el Venerable, comentando la
conversión de Mateo, escribe: «La conversión de un cobrador de impuestos da
ejemplo de penitencia y de indulgencia a otros cobradores de impuestos y
pecadores (...). En el primer instante de su conversión, atrae hacia Él, que es
tanto como decir hacia la salvación, a todo un grupo de pecadores».
En su conversión se hace presente la
misericordia de Dios como lo manifiestan las palabras de Jesús ante la crítica
de los fariseos: «Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,13).
Rev. D. Joan PUJOL i Balcells (La Seu d'Urgell, Lleida,
España)
Santoral Católico:
San Mateo
Apóstol y
Evangelista
Nacido en Cafarnaún, era de profesión
publicano o recaudador de impuestos cuando Jesús lo llamó. Escribió en arameo
el primero de los evangelios, que relata así su vocación. Vio Jesús a un hombre
llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se
levantó y le siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y
pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los
fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro
come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de
médico los sanos, sino los enfermos. Que no he venido a llamar a los justos,
sino a los pecadores». Y a partir de entonces el nombre de Mateo figura entre
los Doce elegidos por el Señor. En su evangelio proclama principalmente que
Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán, llevó a plenitud el Antiguo
Testamento. Por lo demás, poco sabemos de su actividad apostólica y de las
circunstancias de su martirio. Se dice que predicó en el Oriente.
Oración: Oh Dios, que en tu infinita
misericordia te dignaste elegir a san Mateo para convertirlo de publicano en
apóstol, concédenos que, fortalecidos con su ejemplo y su intercesión, podamos
seguirte siempre y permanecer unidos a ti con fidelidad. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Francisco en Cuba
"Si quieres 'ser grande'
sirve a los demás,
no te sirvas de ellos"
Historias:
El misterio de
Dios
Frente al misterio del pecado, muchas
veces sube en nosotros esa pregunta: ¿Por qué Dios lo abandonó? Y si la experiencia de pecado se ha dado en
nosotros, entonces se hace mucho más quemante la pregunta: Señor, ¿por qué me
abandonaste? ¿Por qué dejas que mi corazón se extravíe lejos de vos? como dice
Isaías hablando de su pueblo en el capítulo 63, 17.
Pienso que nuestro corazón es mucho más
ancho de lo que nosotros pensamos. Nosotros hemos alambrado un retazo de
nuestro corazón y pretendemos allí vivir nuestra fidelidad a Dios. Nos hemos
decidido a cultivar sólo un trozo de nuestra tierra fértil. Y hemos dejado sin
recorrer lo cañadones de nuestra entera realidad humana, el campo bruto que
sólo es pastizal de guarida para nuestros bichos silvestres. Hemos trabajado
con cariño y con imaginación ese trozo alambrado. Tal vez hemos logrado un
jardín con flores y todo; y para ellos hemos rodeado con un tejido que lo hacía
inaccesible a toda nuestra fauna silvestre. Y nos ha dolido la sorpresa de ver
una mañana que alguno de los bichos (nuestros pero no reconocidos) ha invadido
nuestro jardín y ha hecho destrozos. Y la dolorosa experiencia de la presencia
de ese bicho nuestro, introducido en nuestra geografía cultivada, llegó incluso
a desanimarnos y a quitarnos las ganas de continuar. Es la experiencia del
corazón sorprendido y dolorido.
Y no pensamos que a lo mejor a Dios
también le dolía el corazón, viendo que tanta tierra que él nos había regalado
para vivir en ella un encuentro con él, había quedado sin cultivar. Que
nosotros le habíamos cerrado el acceso a gran parte de nuestra tierra fértil.
A veces, por ahí, uno de esos salmos
(gritador y polvoriento) sacude alguno de los pajones de nuestro inconsciente,
y se despiertan allí sentimientos que buscan llegar a oración. Pero nosotros
enseguida los espantamos. No queremos que en nuestro diálogo con Dios se mezcle
el canto agreste nuestra fauna lagunera. Quisiéramos mantener a Dios en la
ignorancia de todo aquello que está en nosotros pero que nosotros no aceptamos.
Y es entonces cuando Dios nos obliga a
reconocer nuestro corazón. Dios nos abandona para probarnos y descubrirnos todo
lo que hay en nuestro corazón. Para que urgido por la dura experiencia de
nuestro pecado hagamos llegar hasta sus oídos ese grito pleno de nuestro corazón.
Y en esa dolorosa experiencia empieza a morir nuestra dificultad psicológica de
rezar ciertos salmos. Nosotros no los aceptábamos porque nos sentíamos
plenamente inmunes, puros, totalmente cristianos. Nos parecía que esos salmos
eran "precristianos". Gritos de una geografía dejada atrás. Pero
nuestro pecado nos llama a la dolorosa realidad de tener que comprobar que la
mayor parte de nuestro corazón debe aún ser evangelizado. Que hasta ahí aún no
ha llegado la buena noticia de que Cristo se hizo hombre, que murió asumiendo
nuestro pecado y que con ellos descendió a los infiernos, para vencer en su
propia guarida la raíz venenosa del pecado y de su compañera la muerte.
Dios podría impedir la quemazón de
nuestros pajonales. Y sin embargo prefiere sembrar más allá de las cenizas, en
la tierra fértil que hay debajo. Dios no impide nuestra muerte; en el surco de
nuestra muerte siembra la resurrección para el más allá.
Porque Dios se ha comprometido con todo
nuestro corazón. Porque nuestro corazón se salva en plenitud, o no se salva
nada. Pero Dios es poderoso. Y lo salvará.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por José Luis V., de Buenos Aires, Argentina, internado hace unos diez
días en coma inducido y sin diagnóstico claro por el momento, rogando a la
Santísima Virgen que interceda antes Jesús por su salud y su recuperación.
Pedimos oración para Sofía, una bebita de Buenos Aires, Argentina, de tan sólo 8 meses de vida, actualmente internada por tercera vez, ahora en terapia intensiva. Han diagnosticado neumonía y convulsiones pero la situación no es muy clara. Rogamos al Niño Jesús que asista, acompañe y sane a este angelito.
Pedimos oración para Sofía, una bebita de Buenos Aires, Argentina, de tan sólo 8 meses de vida, actualmente internada por tercera vez, ahora en terapia intensiva. Han diagnosticado neumonía y convulsiones pero la situación no es muy clara. Rogamos al Niño Jesús que asista, acompañe y sane a este angelito.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
Sin
esperanza no se puede vivir, porque la vida es desesperación. Cuando pecamos y
caemos en la cuenta de que hemos pecado y mucho, no nos desesperemos. Aunque
parezca que lo que hicimos no puede tener perdón de Dios, y aunque el demonio
nos diga que somos incorregibles y que ya estamos condenados… ¡A no desesperar,
porque tenemos una Madre en el Cielo que es poderosa como Dios! No porque Ella
sea semejante a Dios, sino que Dios le ha dado todo su poder, y lo que Dios es
por naturaleza, María lo es por gracia. ¡Qué buen apostolado haríamos avisando
a los pecadores que tiene semejante Madre en el Cielo que los quiere
reconciliar con Dios y que los ama tanto! Hagamos el propósito de difundir el
amor a la Virgen, puesto que Ella es Ancla de salvación para los más
desesperados. Confiemos en María y hagamos que otros muchos confíen en Ella, y
así estaremos trabajando por la gloria de Dios y la salvación de los pecadores.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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