viernes, 25 de septiembre de 2015

Pequeñas Semillitas 2802

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2802 ~ Viernes 25 de Setiembre de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
“Buenos Días… Yo soy Dios. El día de hoy me encargaré de todos tus problemas. Por favor recuerda que no necesito de tu ayuda.
Si el diablo de casualidad te puso en una situación que no puedes manejar NO intentes resolverla. Ponla amablemente en la caja CPHD (Cosas para hacer DIOS).
Esto se arreglará en MI tiempo, no en el tuyo. Ya que aferrarte o sacarlo solo demoraría la solución del problema.
Si es una situación que tú piensas que eres capaz de manejar, por favor consúltame en una oración, para asegurarte que es la solución correcta.
Debido a que no duermo, ni dormito, no es necesario que pierdas tu sueño, yo me encargaré de velarlo.  Descansa hijo.
Si necesitas contactarme, estoy solo a una oración de distancia”. (RDP)

¡Buenos días!

La confesión
El sacramento de la confesión puede ser una experiencia profundamente liberadora que nos ayude a crecer y a vivir mejor. Sin embargo, nuestras confesiones no siempre son un momento intensamente vivido. A veces las sentimos como una molestia necesaria, o como un ejercicio de rutina. Bien preparada y recibida con frecuencia, la confesión ayuda a conocerse mejor.

Que un hombre en vida sea visitado en peregrinación, que las multitudes acudan a venerarlo como a una reliquia, es un hecho más único que raro. Durante 30 años, la humilde aldea de Ars fue testigo de una tal maravilla: multitudes, que sin cesar se iban renovando, se postraban de rodillas para confesarse. Desde 1827 a 1859, la iglesia no estuvo ni un momento vacía. Un día de 1829, después de la oración de la tarde, el Cura de Ars acababa de subir a su habitación. De repente, un recio puñetazo conmueve la puerta del patio. Después de dos o tres sacudidas a cuál más violenta, el Cura se decide a bajar y abrir. Un carretero le está aguardando. Ha dejado los animales delante de la iglesia. “Venga, le dice, es un asunto delicado; quiero confesarme y enseguida”.

La confesión tranquiliza la conciencia, consuela el corazón, ayuda a superar la fuerza del mal y del pecado en nosotros, es una respuesta coherente al llamado a la conversión que nos hace la Palabra de Dios y es ocasión para experimentar el amor infinitamente paciente y misericordioso de Dios. Anímate a recibirlo, al menos una vez año, durante el tiempo pascual.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado». Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contestó: «El Cristo de Dios». Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». (Lc 9,18-22)

Comentario
Hoy, en el Evangelio, hay dos interrogantes que el mismo Maestro formula a todos. El primer interrogante pide una respuesta estadística, aproximada: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (Lc 9,18). Hace que nos giremos alrededor y contemplemos cómo resuelven la cuestión los otros: los vecinos, los compañeros de trabajo, los amigos, los familiares más cercanos... Miramos al entorno y nos sentimos más o menos responsables o cercanos —depende de los casos— de algunas de estas respuestas que formulan quienes tienen que ver con nosotros y con nuestro ámbito, “la gente”... Y la respuesta nos dice mucho, nos informa, nos sitúa y hace que nos percatemos de aquello que desean, necesitan, buscan los que viven a nuestro lado. Nos ayuda a sintonizar, a descubrir un punto de encuentro con el otro para ir más allá...
Hay una segunda interrogación que pide por nosotros: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Lc 9,20). Es una cuestión fundamental que llama a la puerta, que mendiga a cada uno de nosotros: una adhesión o un rechazo; una veneración o una indiferencia; caminar con Él y en Él o finalizar en un acercamiento de simple simpatía... Esta cuestión es delicada, es determinante porque nos afecta. ¿Qué dicen nuestros labios y nuestras actitudes? ¿Queremos ser fieles a Aquel que es y da sentido a nuestro ser? ¿Hay en nosotros una sincera disposición a seguirlo en los caminos de la vida? ¿Estamos dispuestos a acompañarlo a la Jerusalén de la cruz y de la gloria?
«Es un camino de cruz y resurrección (...). La cruz es exaltación de Cristo. Lo dijo Él mismo: ‘Cuando sea levantado, atraeré a todos hacia mí’. (...) La cruz, pues, es gloria y exaltación de Cristo» (San Andrés de Creta). ¿Dispuestos para avanzar hacia Jerusalén? Solamente con Él y en Él, ¿verdad?
Rev. D. Pere OLIVA i March (Sant Feliu de Torelló, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Cleofás
Discípulo del Señor
La Iglesia conmemora hoy a este discípulo del Señor, a quien se refiere el Evangelio de san Lucas al hablar de «los discípulos de Emaús». La tarde del día de Pascua, Cleofás y el otro discípulo de Jesús iban a Emaús. En el camino se les apareció Cristo que les fue explicando las Escrituras. Sus corazones ardían. Al llegar al pueblo, Jesús hizo además de seguir adelante, pero ellos lo detuvieron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece». Puestos a la mesa, el Señor tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo fue dando. Ellos entonces lo reconocieron, volvieron a Jerusalén y contaron a los Apóstoles lo que les había pasado (Lc 24,13-35).
© Directorio Franciscano    

Francisco en USA
“No he venido para juzgarlos o para impartir lecciones… Permítanme tan sólo, con la libertad del amor, que les hable como un hermano entre hermanos […] Sé cuánto les ha hecho sufrir la herida (de la pedofilia) en los últimos años y he seguido de cerca su generoso esfuerzo por curar a las víctimas, consciente de que cuando curamos, también somos curados, y por seguir trabajando para que esos crímenes no se repitan nunca más”
(Del discurso a obispos y sacerdotes)

Tema del día:
San Junípero Serra
El papa Francisco ofició este miércoles su primera misa en suelo estadounidense en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington D.C., donde canonizó al misionero Junípero Serra, quien inició la construcción de las icónicas misiones de California, y se convirtió así en el primer santo hispano canonizado en Estados Unidos

¿Quién es Junípero Serra?
Junípero Serra fue un sacerdote franciscano que fundó las primeras misiones de California en el siglo XVIII y es el primer santo de la Iglesia Católica de la historia que se produce en suelo estadounidense.

"Junípero Serra trajo la fe al nuevo mundo, y este santo padre es el primer Papa del nuevo mundo. Parte del mensaje del Papa ha sido el compromiso con la comunidad, la nueva evangelización, y Junípero Serra es el modelo de ese compromiso", aseguró el cardenal de Washington Donald Wuerl.

Además, uno de los mosaicos que decoran el pórtico este de la Basílica de la Inmaculada Concepción está dedicado a Serra, nacido en la isla española de Mallorca, por lo que ese templo parece "el lugar lógico" para su canonización, según el cardenal.

Breve biografía
Fray Junípero Serra Ferrer encabezó varias misiones que hoy se han convertido en grandes ciudades en Estados Unidos. Nació el 24 de noviembre de 1713 en Petra, Mallorca. A los 16 años se convirtió en fraile y cambió su nombre por el de Junípero. En 1749, y motivado por su celo evangelizador, partió junto con 20 misioneros franciscanos hacia el Virreinato de la Nueva España, nombre colonial de México, de acuerdo al sitio ACI Prensa.

Allí impulsó su labor en el Colegio de Misioneros de San Fernando. Luego de seis meses, recibió la aprobación del Virrey para iniciar su misión en Sierra Gorda, un territorio montañoso donde ya habían fracasado algunos franciscanos. En este lugar permaneció 9 años.

En 1767, Carlos III decretó la expulsión de todos los miembros jesuitas de los dominios de la Corona, incluyendo al Virreinato de Nueva España. Los jesuitas, a cargo de las poblaciones indígena y europea de las Californias, fueron sustituidos por 16 misioneros de la orden de los franciscanos encabezados por fray Junípero.

La primera misión
La comitiva salió de la ciudad de México el 14 de julio de 1767 y embarcó por el puerto de San Blas rumbo a la península de Baja California. Tras una corta travesía, arribaron a Loreto, sede de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, que es considerada la madre de las misiones de la Alta y Baja California.
Una vez allí, determinaron seguir explorando la Alta California para llevar el evangelio a la población indígena.

El 3 de julio se erigió la Misión de San Carlos de Borromeo. En julio de 1771 se estableció la Misión de San Antonio de Padua y en agosto la de San Gabriel, que se encuentra en la actual área metropolitana de Los Ángeles. El 1 de septiembre de 1772 fundó la misión de San Luis Obispo de Tolosa.

El trabajo religioso
Los misioneros catequizaban a los indígenas, les enseñaban nociones de agricultura, ganadería y albañilería; les proporcionaban semillas y animales, y les asesoraban en el trabajo de la tierra.

Junípero Serra falleció en la Misión de San Carlos Borromeo (Monterrey, California), el 28 de agosto de 1784. Sus restos se encuentran en la basílica de esta misma misión.

San Juan Pablo II lo beatificó en 1988 y ahora Francisco lo ha canonizado. Serra es el único español que tiene una estatua en el Salón Nacional de las Estatuas en el Capitolio, lugar donde están representados los personajes más ilustres de esa nación.
(Material de Internet)

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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Acompañamos con nuestras oraciones el viaje apostólico del Papa Francisco por Estados Unidos de América. Fue muy lindo verlo y escucharlo desde los balcones del Capitolio dirigiéndose a la multitud que lo esperaba pidiéndoles que recen por él, y a aquellos que no son religiosos, "que al menos le deseen cosas buenas".

Pedimos oración por la salud de algunos amigos de “Pequeñas Semillitas” de la ciudad de Córdoba, Argentina, que por diversos motivos atraviesan momentos difíciles, en particular por el Padre José Cuesta, querido sacerdote salesiano, y por Pepe, un hombre bueno y cristiano que últimamente ha sufrido varias circunstancias que lo ponen a prueba. Que el Buen Jesús los asista y los fortalezca, y que María Auxiliadora los acompañe siempre.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
La fortaleza es una gracia de Dios para nosotros que estamos inmersos en esta lucha contra todos los enemigos del alma. Y como es una gracia, siempre pasa por las manos de María, Mediadora de todas las gracias. Entonces acudamos a María en busca de fortaleza para enfrentar las batallas de cada día en este mundo. Los mártires han podido sobrellevar sus tormentos gracias a la fortaleza que les infundió María con su sonrisa y su presencia a su lado. Nosotros también tenemos de continuo a nuestro lado a María Santísima. Esta es una verdad que deberíamos tener siempre presente, pues María tiene un cuerpo glorioso y puede estar en muchas partes al mismo tiempo y por eso está siempre a nuestro lado en cuerpo y alma y así podremos sentir la fortaleza que emana de su persona y que nos transmite a manos llenas. Esto no es fruto de la imaginación, sino que María, la Virgen Reina del Cielo y de la tierra, Reina de todo lo creado, solo inferior a Dios, está siempre al lado nuestro. ¡Qué consuelo! ¡Qué felicidad! ¡Qué valentía, ánimo y fortaleza nos debe infundir esta gran verdad!

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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