jueves, 10 de septiembre de 2015

Pequeñas Semillitas 2787

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2787 ~ Jueves 10 de Setiembre de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
“Hijo mío: Hoy al levantarte esperé tu saludo, pero tenías mucha prisa y te olvidaste. Te acompañé a desayunar y también me ignoraste. Buscaste tu abrigo y te fuiste golpeando la puerta. Igual decidí seguirte. Yo sabía que te esperaba un día duro, pero no advertiste que yo estaba allí para ayudarte. Así transcurrió tu trabajo, sin embargo anhelaba que te decidieras a hablarme. Volviste a tu casa muy cansado y lo único que pensabas era irte a dormir. Mis lágrimas se tradujeron en forma de lluvia, y tampoco lo notaste.
Hijo mío, ahora que te veo dormido e indefenso quisiera regalarte una llave valiosa: es la oración. Abre con ella la puerta de la mañana y cierra la puerta de la noche. Yo sé que tus días son muy pesados y difíciles, pero quiero que sepas que te acompaño para hacerlos más suaves y fáciles. Hijo, no olvides que te amo…” (Jesús).

¡Buenos días!

Al comenzar la jornada
Comenzar bien el día es importante: para darle una justa orientación, suscitar en tu corazón los sentimientos favorables, animarte a poner lo mejor de ti mismo, conectarte con los ideales y propósitos fundamentales de tu vida, implorar de Dios salud y protección, fuerza y constancia, alegría y paz. Con una oración el P. Víctor Fernández te ayuda a un buen inicio de tus tareas.

Te doy gracias, Señor, porque me diste capacidades y creatividad para hacer cosas. Te doy gracias porque puedo hacer algo por este mundo. Siempre puedo aportar algo con mis pequeños esfuerzos de cada día y con mi sencilla oración. Porque me has llamado a ser un instrumento de tu luz, de tu fuerza y de tu amor. Te ofrezco todos mis trabajos y mis tareas, Señor. Quiero que sean para tu gloria. Que todo lo bueno que pueda hacer sea para adorarte a ti, mi Señor amado, ya que todo lo he recibido de tu amor inmenso. Enséñame a convertir cada tarea en un acto de amor y de adoración, para que pueda vivirla con profundidad y gozo. Amén.

Que el hábito de comenzar bien cada jornada llegue a ser para ti una práctica ineludible: porque los buenos hábitos son la clave de todo éxito, mientras que los malos hábitos son la puerta abierta al fracaso. Por lo tanto adquiere este excelente hábito de comenzar cada jornada con una oración y reflexión que te conecten con lo mejor de ti mismo.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos.
»Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá». (Lc 6,27-38)

Comentario
Hoy, en el Evangelio, el Señor nos pide por dos veces que amemos a los enemigos. Y seguidamente da tres concreciones positivas de este mandato: haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Es un mandato que parece difícil de cumplir: ¿cómo podemos amar a quienes no nos aman? Es más, ¿cómo podemos amar a quienes sabemos cierto que nos quieren mal? Llegar a amar de este modo es un don de Dios, pero es preciso que estemos abiertos a él. Bien mirado, amar a los enemigos es lo más sabio humanamente hablando: el enemigo amado se verá desarmado; amarlo puede ser la condición de posibilidad para que deje de ser enemigo. En la misma línea, Jesús continúa diciendo: «Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra» (Lc 6,29). Podría parecer un exceso de mansedumbre. Ahora bien, ¿qué hizo Jesús al ser abofeteado en su pasión? Ciertamente no contraatacó, pero respondió con una firmeza tal, llena de caridad, que debió hacer reflexionar a aquel siervo airado: «Si he hablado mal, di en qué, pero si he hablado como es debido, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,22-23).
En todas las religiones hay una máxima de oro: «No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti». Jesús es el único que la formula en positivo: «Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente» (Lc 6,31). Esta regla de oro es el fundamento de toda la moral. Comentando este versículo, nos alecciona san Juan Crisóstomo: «Todavía hay más, porque Jesús no dijo únicamente: ‘desead todo bien para los demás’, sino ‘haced el bien a los demás’»; por eso, la máxima de oro propuesta por Jesús no se puede quedar en un mero deseo, sino que debe traducirse en obras.
Rev. D. Jaume AYMAR i Ragolta (Badalona, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Nicolás de Tolentino
Predicador
Nació en Sant'Angelo in Pontano (Marcas, Italia) el año 1245. A los 14 años entró en los Ermitaños de San Agustín como oblato, más tarde profesó como religioso y en 1269 se ordenó de sacerdote. Tuvo varios destinos y desde 1275 estuvo destinado en Tolentino. Dedicaba una buena parte de su jornada a la oración y a la penitencia. Severo consigo mismo, era comprensivo con los demás, y se imponía a sí mismo las penitencias de los otros. Era un asceta que difundía sonrisas, un penitente que trasmitía alegría. Después de horas de oración y ayuno a pan y agua, se entregaba al apostolado predicando por los pueblos de las Marcas y atendiendo el confesonario. Muchos fieles se convertían a Dios al escucharle, y acudían, incluso desde lejos, a confesarse con él quedando llenos de su confianza gozosa. Visitaba a los enfermos en sus casas y los socorría. Dios le concedió experiencias místicas y tuvo fama de milagros. Murió el 10 de septiembre de 1305 en Tolentino.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco

“La queja más frecuente de los cristianos consiste precisamente en el tiempo: ‘Debería rezar más…: quisiera hacerlo, pero a menudo me falta el tiempo’. Lo escuchamos continuamente. La pena es sincera, ciertamente, porque el corazón humano busca siempre la oración, incluso sin saberlo; y si no la encuentra, no tiene paz. Pero para que se encuentren, es necesario cultivar en el corazón un amor ‘cálido’ por Dios, un amor afectivo […] Si el afecto por Dios no enciende el fuego, el espíritu de la oración no calienta el tiempo […] Un corazón habitado por el afecto por Dios convierte en oración incluso un pensamiento sin palabras, o una invocación ante una imagen sagrada, o un beso enviado hacia la iglesia. Es bello cuando las madres enseñan a los hijos pequeños a mandar un beso a Jesús o a la Virgen. ¡Cuánta ternura hay en eso!...”

Tema del día:
Prohibido quejarse
Pensaba que mi vida no iba bien. Sentía que algo siempre me faltaba. Entonces hablé con Dios.

- Me quejé de lo que me salió mal en el trabajo, pero no agradecí las manos que tengo para trabajar y el hecho de poder tener un trabajo que sustenta mi vida.

- Me quejé de tener que soportar el ruido de mis hermanos, pero no agradecí el hecho de tener una familia.

- Me quejé cuando no tenía lo que más me gustaba para comer, pero olvidé agradecer el hecho de tener qué comer.

- Me quejé de mi salario, cuando millones ni siquiera tienen uno por estar desocupados.

- Me quejé porque no apagaban la luz de mi cuarto al salir, pero no pensé en que muchos no tienen hogar donde tener alguna luz encendida.

- Me quejé de no poder dormir un poquito más, olvidando a quienes darían todo por tener su cuerpo sano para poder levantarse.

- Me quejé porque mi madre me reprendía, cuando millones desearían tenerla viva para poder honrarla y abrazarla.

- Me quejé porque no tenía tiempo, cuando me solicitaron dar una charla sobre Jesucristo, olvidando el privilegio que es poder hablar a otros de Su infinito Amor.

- Me quejé porque mi tren llegó tarde. Olvidé que hay millones de personas que han tenido que abandonar su casa y sus pertenencias, por sufrir persecución religiosa o por huir de la guerra, que viajan en tren buscando refugiarse en países más prósperos.

Dios me iluminó en esa conversación y entonces comprendí mi egoísmo y lo ingrato que he sido con Él. Fue cuando entonces comencé a agradecerle todas las cosas que había olvidado, y aún más de aquellas por las que tanto me quejaba.

Recuerda este proverbio: "Pobre del que, al final del día, no sepa qué agradecer ni a Quien".

¡Que Dios bendiga tu día! Y ya sabes... ¡no te quejes!

Tomado del Web Católico de Javier   

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el descanso eterno del alma de Mirta Laly, que ha sido llamada por Dios a su presencia.

Pedimos oración para Arian, un niño de cinco años de la provincia de Buenos Aires, Argentina, que resultó herido en una balacera, y ahora se encuentra en grave estado pues el proyectil afectó la médula a la altura del cuello. Que el Señor Jesús, con su infinita misericordia, lo tome en sus manos y lo cure.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
María Santísima es nuestra buena Consejera, que siempre nos está inspirando cosas buenas para hacer, decir y pensar. Si el mundo oyera a María, si le hiciera caso, entonces el mundo estaría salvado, los hombres conoceríamos una era de felicidad, en que el Paraíso se uniría con la tierra.
Aprendamos de los servidores de Caná, que siguieron el Buen Consejo de María, y tuvieron la dicha de ser protagonistas del primer milagro de Jesús.
También nosotros oigamos a la Virgen y llevemos a la práctica lo que nos ordena, sabiendo que si Ella lo pide, no es para su propio bien, sino, sobre todo, es para nuestro propio provecho, porque María busca nuestra salvación y bienestar, incluso material, porque es una Madre, y una madre busca y quiere lo mejor para sus hijos.
Recordemos que María es más que una criatura, pues está unida al mismo Dios, a la Santísima Trinidad, siendo Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo. Por ello María es por gracia lo que Dios es por naturaleza, así que si le obedecemos, estamos obedeciendo a la misma Sabiduría, de quien se habla en el Libro sagrado. Y quien halle y siga a María, habrá hallado la Vida, la salvación.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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