martes, 15 de septiembre de 2015

Pequeñas Semillitas 2792

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2792 ~ Martes 15 de Setiembre de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Celebramos hoy a Nuestra Señora de los Dolores. Es la más universal de todas las advocaciones de la Virgen, pues no está vinculada a una aparición, sino que recuerda los dolores que sufrió la Madre de Jesús.
Estos son: la profecía de Simeón, la huida de Egipto, el niño Jesús perdido en el Templo, el encuentro de Jesús y María camino al Calvario, la Crucifixión, el cuerpo de Jesús es bajado de la cruz, el entierro de Jesús.
Ella lo sufrió todo por nosotros para que disfrutemos de la gracia de redención, sufrió para demostrarnos su amor. Por ello, la devoción de los dolores de María es fuente de Gracias porque llega a lo profundo del corazón de Cristo.
La Iglesia nos exhorta a entregarnos sin reserva al amor de María y llevar con paciencia nuestra Cruz acompañados de la Madre Dolorosa.
La liturgia de la celebración de los Dolores de la Virgen es de origen Alemán. En 1423 el arzobispo de Colonia, Teodorico de Neurs la instituye para reparar las burlas que los herejes hacían a las imágenes de la Virgen Dolorosa y en 1727 el Papa Benedicto XIII la propago a toda la Iglesia. El hecho de que se celebre el 15 de septiembre se debió a que desde 1688 los religiosos Servitas celebraron en esa fecha la fiesta de los dolores de la Virgen, fiesta que Pío VII extendió a toda la cristiandad en 1814. Para lealmente a estas celebraciones, se desarrollaba en España el culto especial a "La Dolorosa", en torno a los "Pasos de Semana Santa". Entre las renovaciones litúrgicas promovidas por el Concilio Vaticano II, se estableció que se suspendieran las festividades duplicadas a lo largo dl año. Como, la festividad de Virgen de los Dolores, hasta entonces se celebraba el 8 días antes del viernes Santo y e 15 de septiembre se suspendió el viernes de Dolor y quedo el 15 de septiembre como única fecha de conmemoración.
Fuente: Iglesia.org

¡Buenos días!

Siembra esperanza
Había una vez una mujer joven que padecía neumonía y se moría lentamente. Desde la ventana, veía un gran árbol cuyas hojas eran arrancadas por el viento y el frío. Estaba resignada a morir y dijo a sus amigos que con la última hoja que cayese del árbol, también ella partiría. Pero la última hoja del otoño se resistía a caer. Se agarraba a la vida, se aferraba a su rama. Y la mujer seguía viviendo, esperando que cayera la última hoja para morir en paz, como si fuera la señal de Dios para ella. Pero la mujer no murió y pasó todo el invierno mirando a la última hoja, que, sin saberlo ella, un amigo había pintado en la ventana, mientras ella dormía, para que siempre tuviera viva la esperanza y siguiera viviendo.

Una vez, un hombre se presentó ante el juicio de Dios y le dijo: Señor, he cumplido todas tus leyes y he vivido de acuerdo a tus mandamientos. No he hecho nada malo. Mis manos están limpias. Sí, le dijo Dios, tus manos están limpias, pero están vacías. ¿Qué has hecho tú por los demás? No basta no haber hecho nada malo, hay que hacer muchas cosas buenas por ellos.

¡Qué tristeza, cuando en vez de ayudar y animar, dejamos morir a otros por nuestra comodidad o indiferencia!
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones». (Lc 2,33-35)

Comentario
Hoy, en la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, escuchamos unas palabras punzantes en boca del anciano Simeón: «¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35). Afirmación que, en su contexto, no apunta únicamente a la pasión de Jesucristo, sino a su ministerio, que provocará una división en el pueblo de Israel, y por lo tanto un dolor interno en María. A lo largo de la vida pública de Jesús, María experimentó el sufrimiento por el hecho de ver a Jesús rechazado por las autoridades del pueblo y amenazado de muerte.
María, como todo discípulo de Jesús, ha de aprender a situar las relaciones familiares en otro contexto. También Ella, por causa del Evangelio, tiene que dejar al Hijo (cf. Mt 19,29), y ha de aprender a no valorar a Cristo según la carne, aun cuando había nacido de Ella según la carne. También Ella ha de crucificar su carne (cf. Ga 5,24) para poder ir transformándose a imagen de Jesucristo. Pero el momento fuerte del sufrimiento de María, en el que Ella vive más intensamente la cruz es el momento de la crucifixión y la muerte de Jesús.
También en el dolor, María es el modelo de perseverancia en la doctrina evangélica al participar en los sufrimientos de Cristo con paciencia (cf. Regla de san Benito, Prólogo 50). Así ha sido durante toda su vida, y, sobre todo, en el momento del Calvario. De esta manera, María se convierte en figura y modelo para todo cristiano. Por haber estado estrechamente unida a la muerte de Cristo, también está unida a su resurrección (cf. Rm 6,5). La perseverancia de María en el dolor, realizando la voluntad del Padre, le proporciona una nueva irradiación en bien de la Iglesia y de la Humanidad. María nos precede en el camino de la fe y del seguimiento de Cristo. Y el Espíritu Santo nos conduce a nosotros a participar con Ella en esta gran aventura.
P. Abad Dom Josep Mª SOLER OSB Abad de Montserrat (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Nuestra Señora de los Dolores
Después de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, la Iglesia ha venido celebrando la participación de María en la pasión de su Hijo. En la actualidad, lo que celebramos es sobre todo el dolor de María en sentido global al compartir tan de cerca la suerte de Cristo. Tiempo hubo en que la mirada se centraba principalmente en la compasión de María al pie de la cruz, la Dolorosa, la Piedad. Esta visión se fue ampliando hasta abarcar los siete dolores de la Virgen o las siete espadas clavadas en su corazón: la espada de dolor anunciada por el anciano Simeón, la huida a Egipto, la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo, el camino del calvario, la crucifixión, el descendimiento de la cruz y la sepultura de Cristo y soledad de su Madre. Refiriéndose a esta celebración, escribía Pablo VI que es «ocasión propicia para revivir un momento decisivo de la historia de la salvación y para venerar junto con el Hijo exaltado en la Cruz a la Madre que comparte su dolor».
Oración: Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco

“Dios prefiere a los humildes.
Cuando vivimos con humildad,
Él transforma nuestros pequeños esfuerzos
y hace cosas grandes”

Tema del día:
"Test" para saber si me salvo
Lo único necesario, según Dios, es nuestra salvación eterna. Pero uno se puede preguntar, se debe preguntar: ¿Ese último día, el día en que se van a repartir los puestos del cielo, de la felicidad eterna o de la infelicidad eterna, ¿dónde estaré yo? ¿Estaré a la derecha? ¿Estaré a la izquierda?

Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas. Una vez que se responden, puede uno, de manera relativamente segura, adivinar si ese día estará a la derecha o estará a la izquierda.

- La primera pregunta es: ¿Qué me dice mi pasado? Por pasado se puede entender toda la vida desde el uso de razón: aproximadamente desde los siete u ocho años hasta el día de ayer. ¿Qué me dice esa vida? ¿Me deja tranquilo, no me preocupa? ¿Puedo seguir igual, o debería cambiar radicalmente, para lograr un día llegar a la puerta del cielo?. Esa sería la primera pregunta: ¿Qué me dice mi pasado? Para los más jóvenes este pasado es breve, para otros es el período quizá más largo; por lo tanto ese pasado tiene mucho que decirme.

- La segunda pregunta es: ¿Qué me dice mi presente? Por presente podemos tomar en cuenta lo que llevamos de este año. ¿Qué me dice ese presente? ¿Puedo decir que es el mejor año; puedo decir que está siendo ya un año muy malo, el peor incluso? ¿Puedo continuar igual y no habrá problemas, o realmente debo de dar un cambio radical?

- Tercera pregunta: ¿Qué me dice mi futuro? Ciertamente el futuro no se puede adivinar fácilmente; sin embargo, hay una manera de auscultarlo, una manera de adivinarlo y es el preguntarme si, a medida que pasa el tiempo, voy mejorando o voy empeorando; porque la línea tiende a seguir en la misma dirección. Si voy mejorando, lo normal es que continúe mejorando. Si voy cada vez peor, lo normal es que la línea siga bajando, que siga empeorando. Por eso uno puede adivinar el futuro de su propia vida, viendo cómo va esa línea. Va hacia arriba, va hacia abajo: así tenderá a seguir.

- La cuarta pregunta puede ser ésta: ¿Qué me dice mi ambiente? Por ambiente tomo todo el entorno social en que me muevo, comenzando por mi familia, mi esposo, esposa, mis hijos, mis otros parientes, lecturas que tengo, lugares de diversión, lugares de esparcimiento, viajes, trabajo profesional, amistades y todo lo que me rodea. ¿Qué me dice ese ambiente?, o dicho de otra manera, si sigo con ese ambiente, yendo a esos lugares, leyendo lo que leo, viendo lo que veo, teniendo los amigos que tengo, ¿qué va a ser de mí? Muchas veces sucede aquello de :"dime con quién andas, y te diré quién eres”. Muchas veces ocurre que un buen ambiente mejora a las personas, pero también se da el caso de que personas muy buenas y muy sanas se van corrompiendo, cada vez más, con un ambiente adverso.

¿Qué me dice mi pasado, mi presente, mi futuro? ¿Qué me dice mi ambiente? Cada uno puede responder a esas cuatro preguntas, y adivinar, de una manera más o menos convincente, dónde se encontrará ese día: a la derecha o a la izquierda.

Recordemos, para concluir, que Dios no dice: "Hay una cosa muy importante”, sino: "hay una sola cosa necesaria, que es nuestra salvación”. El que logra arreglar este punto, ha logrado arreglar todo; pero el que arregla todo menos esto, su propia salvación, podría recordar aquella frase del mismo Maestro, ¿"De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma"?

¿Qué te dice tu pasado, tu presente, tu futuro, tu ambiente? Tú lo sabes. Sabes ahora que lo más probable es que te salves... o que no te salves.
Autor: P. Mariano de Blas LC / Fuente: Catholic.net / Imagen: Google

Nuevo artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
Tema: La Cruz y la Dolorosa
Puedes acceder en la dirección:

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

Unidos a María
Estamos acostumbrados a decir que María nos ama, que nos ama tanto como a su mismo Hijo Jesucristo. Entonces no nos quedemos solo con esta definición fría sino caldeémonos en el amor de esta Madre, recostemos nuestra cabeza sobre el pecho de la Virgen, y estémonos allí disfrutando del cariño y dulzura de nuestra Mamá del Cielo.
¡Cuántas veces buscamos el consuelo a nuestras penas en las criaturas, y nos olvidamos del Consuelo de los Afligidos que es María! Somos como viajeros errantes que buscan un espejo de agua para apagar su sed ardiente, y teniendo a mano un manantial de agua pura, que es María, morimos de sed en el desierto del mundo, entre desprecios y tristezas.
¡Vayamos a María! ¡Disfrutemos de su amor!, porque Ella nos ama de verdad, y es una Mujer de carne y huesos, tiene un Corazón de carne que palpita, tiene un cuerpo glorificado pero verdadero cuerpo, y con ese cuerpo está constantemente al lado nuestro, para defendernos y, sobre todo, para consolarnos y darnos todo su amor y su cariño. ¡Qué desdichados seríamos si no aprovecháramos esta maravilla que es María con nosotros!

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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