PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2579 ~
Viernes 23 de Enero de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Ha dicho San Alfonso María de Ligorio:
"Toda la santidad y
perfección del alma consiste en amar a Jesucristo, Dios nuestro, sumo Bien y
Salvador. El Padre –dice el propio Jesús- os ama porque vosotros me habéis
amado. “Algunos –expone San Francisco de Sales- cifran la perfección en la
austeridad de la vida, otros en la oración, quiénes en la frecuencia de
sacramentos y quiénes en el reparto de limosnas; mas todos se engañan, porque
la perfección estriba en amar a Dios de todo corazón.” Ya lo decía el Apóstol:
Y sobre todas estas cosas, revestíos de la caridad, que es el vínculo de la
perfección. La caridad es la que une y conserva todas las virtudes que
perfeccionan al hombre; por eso decía san Agustín: “Ama, y haz lo que quieras”,
porque el mismo amor enseña al alma enamorada de Dios a no hacer cosa que le
desagrade y a hacer cuanto sea de su agrado"
Pensemos entonces... ¡Qué fácil es ir al Cielo! ¡Basta
que amemos a Jesús, porque amándolo trataremos de agradarle en todo y así
cumpliremos sus mandamientos, y entonces obtendremos la salvación! Ya lo dice
el Señor que el que lo ama guarda su palabra, y aquel que no cumple sus
mandamientos, su palabra, no lo ama en realidad. Las ceremonias, ritos y
oraciones nos deben llevar a este amor a Cristo, pues de lo contrario se
convierten en cosas inútiles.
¡Buenos días!
Santa Faustina y Satanás
Aprecia la virtud
de la laboriosidad. Laboriosa es la persona que ama el trabajo y trata de
hacerlo bien. La laboriosidad lleva consigo la decisión de aprovechar el
tiempo, de concentrarte en el trabajo y de no abandonar actividades a medio
hacer. Haz hoy tu trabajo con entusiasmo y de buena gana; así crecerás en esta
virtud con traje de faena.
“En cierta ocasión vi a Satanás que tenía
prisa y estaba buscando a alguien entre las hermanas, pero no la encontraba.
Sentí en el alma la inspiración de ordenarle en nombre de Dios que me dijera a
quién buscaba entre las hermanas. Y confesó, aunque de mala gana: "Busco
las almas perezosas". Cuando volví a ordenarle en nombre de Dios que me
dijera a qué almas del convento tenía el acceso más fácil, me confesó otra vez
de mala gana que: "A las almas perezosas y ociosas". Noté que
actualmente no hay tales almas en el convento. Que se alegren las almas
fatigadas y abrumadas por el trabajo”. (Diario de santa Faustina).
Don Bosco solía
decir: “La vida es demasiado corta. Los ociosos, al final de la vida,
experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido. Las espinas de la
vida serán las flores de la eternidad. A la hora de la muerte se ven las cosas
desde otro punto de vista. Un rinconcito de paraíso lo arregla todo”. Que lo
pienses y tomes tus decisiones.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que
Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y
para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los
Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el
hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del
trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo,
Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó. (Mc 3,13-19)
Comentario
Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación
cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser
apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación
del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en
Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la
vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha
dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi
existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.
¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta
llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu
corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano
corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al
mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte
seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste
entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente,
porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a
Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te
apartas de El» (San Josemaría).
Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración
y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier
estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y
a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena,
promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).
Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo
a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la
llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.
Rev. D. Llucià POU i Sabater (Granada, España)
Santoral Católico:
San Ildefonso
Obispo de Toledo
Nació en Toledo, de noble familia, sobre el año 606. De
joven estuvo en Sevilla estudiando junto a san Isidoro. Vuelto a su ciudad
natal, profesó pronto en el monasterio de Agalí, en las afueras de Toledo, uno
de los más insignes de la España visigoda, del que llegó a ser abad. El año
657, a la muerte de su tío san Eugenio, lo eligieron para sucederle en la silla
metropolitana. Pastor celoso, reformador, lleno de espíritu de sabiduría y
prudencia, desarrolló una gran labor catequética. Escribió magníficos tratados
de teología y libros litúrgicos; su obra "De
viris illustribus" es como una continuación de las
"Etimologías" de san Isidoro. Destacó por su devoción a la Virgen
María, cuya virginidad perpetua defendió. Según la tradición, la Virgen se le
apareció en la catedral, alabó su labor y le regaló una casulla preciosa. Murió
el 23 de enero del año 667. Su cuerpo fue trasladado a Zamora.
Oración: Dios todopoderoso, que hiciste a san
Ildefonso insigne defensor de la virginidad de María, concede a los que creemos
en este privilegio de la Madre de tu Hijo sentirnos amparados por su poderosa y
materna intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
“El proyecto del Padre para el mundo es un proyecto de amor,
y la misión de Jesús, y la nuestra, llevarlo a cabo”
Tema del día:
Carta al Papa Francisco
Querido hermano Francisco:
Desde que fuiste elegido para
ser la humilde “Roca” sobre la que Jesús quiere seguir construyendo hoy su
Iglesia, he seguido con atención tus palabras. Ahora, acabo de llegar de Roma,
donde te he podido ver abrazando a los niños, bendiciendo a enfermos y
desvalidos y saludando a la muchedumbre.
Dicen que eres cercano,
sencillo, humilde, simpático… y no sé cuántas cosas más. Pienso que hay en ti
algo más, mucho más. Pude ver la Plaza de San Pedro y la Via della
Conciliazione llena de gentes entusiasmadas. No creo que esa muchedumbre se
sienta atraída solo por tu sencillez y simpatía. En pocos meses te has
convertido en una “buena noticia” para la Iglesia e, incluso, más allá de la
Iglesia. ¿Por qué?
Casi sin darnos cuenta, estás
introduciendo en el mundo la Buena Noticia de Jesús. Estás creando en la
Iglesia un clima nuevo, más evangélico y más humano. Nos estás aportando el
Espíritu de Cristo. Personas alejadas de la fe cristiana me dicen que les
ayudas a confiar más en la vida y en la bondad del ser humano. Algunos que
viven sin caminos hacia Dios me confiesan que se ha despertado en su interior
una pequeña luz que les invita a revisar su actitud ante el Misterio último de
la existencia.
Yo sé que en la Iglesia
necesitamos reformas muy profundas para corregir desviaciones alimentadas
durante muchos siglos, pero estos últimos años ha ido creciendo en mí una
convicción. Para que esas reformas se puedan llevar a cabo, necesitamos previamente
una conversión a un nivel más profundo y radical. Necesitamos, sencillamente,
volver a Jesús, enraizar nuestro cristianismo con más verdad y más fidelidad en
su persona, su mensaje y su proyecto del Reino de Dios. Por eso, quiero
expresarte qué es lo que más me atrae de tu servicio como Obispo de Roma en
estos inicios de tu tarea.
Yo te agradezco que abraces a
los niños y los estreches contra tu pecho. Nos estás ayudando a recuperar aquel
gesto profético de Jesús, tan olvidado en la Iglesia, pero tan importante para
entender lo que esperaba de sus seguidores. Según el relato evangélico, Jesús
llamó a los Doce, puso a un niño en medio de ellos, lo estrechó entre sus
brazos y les dijo: “El que acoge a un
niño como este en mi nombre, me está acogiendo a mí”.
Se nos había olvidado que en
el centro de la Iglesia, atrayendo la atención de todos, han de estar siempre
los pequeños, los más frágiles y vulnerables. Es importante que estés entre
nosotros como “Roca” sobre la que Jesús construye su Iglesia, pero es tan
importante o más que estés en medio de nosotros abrazando a los pequeños y
bendiciendo a los enfermos y desvalidos, para recordarnos cómo acoger a Jesús.
Este gesto profético me parece decisivo en estos momentos en que el mundo corre
el riesgo de deshumanizarse desentendiéndose de los últimos.
Yo te agradezco que nos llames
de forma tan reiterada a salir de la Iglesia para entrar en la vida donde la
gente sufre y goza, lucha y trabaja: ese mundo donde Dios quiere construir una
convivencia más humana, justa y solidaria. Creo que la herejía más grave y
sutil que ha penetrado en el cristianismo es haber hecho de la Iglesia el
centro de todo, desplazando del horizonte el proyecto del Reino de Dios.
Juan Pablo II nos recordó que
la Iglesia no es el fin de sí misma, sino solamente “germen, signo e instrumento del Reino de Dios”, pero sus palabras
se perdieron entre otros muchos discursos. Ahora se despierta en mí una alegría
grande cuando nos llamas a salir de la “auto referencialidad” para caminar
hacia las “periferias existenciales”, donde nos encontramos con los pobres, las
víctimas, los enfermos, los desgraciados…
Disfruto subrayando tus
palabras: “Hemos de construir puentes, no
muros para defender la fe”; necesitamos “una
Iglesia de puertas abiertas, no de controladores de la fe”; “la Iglesia no crece con el proselitismo,
sino por la atracción, el testimonio y la predicación”. Me parece escuchar
la voz de Jesús que, desde el Vaticano, nos urge: “Id y anunciar que el Reino de Dios está cerca”, “id y curad a los
enfermos”, “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.
Te agradezco también tus
llamadas constantes a convertirnos al Evangelio. ¡Qué bien conoces a la
Iglesia! Me sorprende tu libertad para poner nombre a nuestros pecados. No lo
haces con lenguaje de moralista, sino con fuerza evangélica: las envidias, el
afán de hacer carrera y el deseo de dinero; “la
desinformación, la difamación y la calumnia”; la arrogancia y la hipocresía
clerical; la “mundanidad espiritual”
y la “burguesía del espíritu”; los “cristianos de salón”, los “creyentes de museo”, los cristianos con
“cara de funeral”. Te preocupa mucho “una sal sin sabor”, “una sal que no sabe a nada”, y nos
llamas a ser discípulos que aprenden a vivir con el estilo de Jesús.
No nos llamas solo a una
conversión individual. Nos urges a una renovación eclesial, estructural. No
estamos acostumbrados a escuchar ese lenguaje. Sordos a la llamada renovadora
del Vaticano II, se nos ha olvidado que Jesús invitaba a sus seguidores a “poner el vino nuevo en odres nuevos”.
Por eso, me llena de esperanza tu homilía de la fiesta de Pentecostés: “La novedad nos da siempre un poco de miedo,
porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros
los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida, según nuestros
esquemas, seguridades y gustos… Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos
nuevos, nos saque de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados,
egoístas, para abrirnos a los suyos”.
Por eso nos pides que nos
preguntemos sinceramente: “¿Estamos
abiertos a las sorpresas de Dios o nos encerramos con miedo a la novedad del
Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad
de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han
perdido la capacidad de respuesta?”. Tu mensaje y tu espíritu están
anunciando un futuro nuevo para la Iglesia.
Quiero acabar estas líneas
expresándote humildemente un deseo. Tal vez no podrás hacer grandes reformas,
pero puedes impulsar la renovación evangélica en toda la Iglesia. Seguramente,
puedes tomar las medidas oportunas para que los futuros obispos de las diócesis
del mundo entero tengan un perfil y un estilo pastoral capaz de promover esa
conversión a Jesús que tú tratas de alentar desde Roma.
Francisco, eres un regalo de
Dios. ¡Gracias!
P. José Antonio Pagola
Sacerdote y teólogo.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos
motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto,
la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la
fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este
sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por
las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Juan Alfredo, que vivió en Córdoba, Argentina, y que hace seis años partió a la casa del Padre celestial.
Pedimos oración para Guadalupe D., que vive en México y que está esperando los resultados de una biopsia para el lunes próximo, para que la Virgen cuyo nombre lleva, interceda ante Jesús y los resultados sean buenos.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Juan Alfredo, que vivió en Córdoba, Argentina, y que hace seis años partió a la casa del Padre celestial.
Pedimos oración para Guadalupe D., que vive en México y que está esperando los resultados de una biopsia para el lunes próximo, para que la Virgen cuyo nombre lleva, interceda ante Jesús y los resultados sean buenos.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
María nos enseña
a ser buenos, porque así como Ella supo perdonar a todos, jamás levantó la voz
y fue buena con todos, aún con los que le mataban al Hijo; así también Ella nos
quiere transmitir su bondad y hacernos buenos, para que siendo hijos de María,
merezcamos el Cielo. Así como una mamá transmite sus cualidades morales a sus
hijos, así María nos transmite su perfección moral a nosotros, sus hijos, que
queremos imitarla y seguirla.
La Virgen nos
quiere enseñar a ser mansos, porque para ser buenos hay que ser mansos, ya que
Ella es modelo de mansedumbre.
Porque el
objetivo fundamental del demonio es volver malos a los buenos, es convertir
todo el bien que se hace, en mal. En cambio el objetivo de Dios, y por lo tanto
el de María, es hacer que los buenos sigan siendo buenos, que los malos se
hagan buenos, y sacar de todo el mal, un bien, es decir, sacar bienes de los
males.
Por eso tenemos
que confiarnos a María, ya que solos no podremos ser buenos por mucho tiempo,
puesto que tendremos que perdonar a los enemigos y a los que nos hacen daño, y
eso no lo podemos hacer con nuestras solas fuerzas humanas, sino que
necesitamos la gracia, y es María la que nos da todas las gracias, porque es la
Mediadora de las gracias. Vayamos a Ella entonces y seremos felices ya desde
este mundo y perseveraremos en el bien y en la bondad, a pesar de todos los
malos, y de todo el mal que hay en el mundo y del mal que nos hacen.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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