martes, 20 de enero de 2015

Pequeñas Semillitas 2576

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2576 ~ Martes 20 de Enero de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Vivimos momentos propicios para la reflexión y el diálogo. Nos debemos una discusión profunda y honesta del país que queremos y, sobre la base de las conclusiones, el consenso sobre una serie de políticas fundamentales que deberían respetarse con independencia de quién esté a cargo de la administración de la cosa común.
En el balance entre nuestras alegrías y nuestras penas, es mucho lo que todavía debemos corregir sin caer en la tentación de triunfalismos o derrotismos. Entre los asuntos a corregir nos permitimos enfatizar la importancia de alcanzar una profunda reconciliación, revalorizar el respeto por la ley y recrear la amistad social, como sentimiento que nos une, aun en diversidad, por el hecho de ser argentinos.
© Comisión Nacional de Justicia y Paz

¡Buenos días!

La piedra en el agua
Ser cristiano es unirse a Alguien a quien se conoce íntimamente, a quien se ama apasionadamente y a quien se sirve heroicamente. Cristo no es un recuerdo histórico, sino una presencia. Un presencia viva y vivificante. Déjate vivificar por Cristo.

“Un día estaba sentado a orillas de un río. Saqué del agua una hermosa piedra, redonda y dura, y la rompí en pedazos. El interior estaba seco por completo. Esta piedra llevaba siglos en el agua; pero el agua no había penetrado en la piedra. Eso ocurre a los hombres de Occidente: desde hace siglos están inundados de cristianismo y de sus bendiciones, pero el cristianismo no ha penetrado en ellos. La culpa no es del cristianismo sino de la dureza de su corazón, impermeable por el materialismo. Por eso muchos hombres de esta tierra no pueden entender lo que es Jesús. Ustedes no pueden predicar a Cristo, hasta no ser semejantes a él”. (R. Tagore).

Jesús es el modelo perfecto del hombre nuevo. Dios, nuestro Padre, nos invita a transformarnos en él, haciendo nuestros sus sentimientos y actitudes. Para lograrlo medita e interioriza sus palabras y ejemplos cada día, con el Evangelio en la mano. Que como san Pablo puedas decir “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». Él les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?». Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado». (Mc 2,23-28)

Comentario
Hoy como ayer, Jesús se las ha de tener con los fariseos, que han deformado la Ley de Moisés, quedándose en las pequeñeces y olvidándose del espíritu que la informa. Los fariseos, en efecto, acusan a los discípulos de Jesús de violar el sábado (cf. Mc 2,24). Según su casuística agobiante, arrancar espigas equivale a “segar”, y trillar significa “batir”: estas tareas del campo —y una cuarentena más que podríamos añadir— estaban prohibidas en sábado, día de descanso. Como ya sabemos, los panes de la ofrenda de los que nos habla el Evangelio, eran doce panes que se colocaban cada semana en la mesa del santuario, como un homenaje de las doce tribus de Israel a su Dios y Señor.
La actitud de Abiatar es la misma que hoy nos enseña Jesús: los preceptos de la Ley que tienen menos importancia han de ceder ante los mayores; un precepto ceremonial debe ceder ante un precepto de ley natural; el precepto del reposo del sábado no está, pues, por encima de las elementales necesidades de subsistencia. El Concilio Vaticano II, inspirándose en la perícopa que comentamos, y para subrayar que la persona ha de estar por encima de las cuestiones económicas y sociales, dice: «El orden social y su progresivo desarrollo se han de subordinar en todo momento al bien de la persona, porque el orden de las cosas se ha de someter al orden de las personas, y no al revés. El mismo Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado (cf. Mc 2,27)».
San Agustín nos dice: «Ama y haz lo que quieras». ¿Lo hemos entendido bien, o todavía la obsesión por aquello que es secundario ahoga el amor que hay que poner en todo lo que hacemos? Trabajar, perdonar, corregir, ir a misa los domingos, cuidar a los enfermos, cumplir los mandamientos..., ¿lo hacemos porque toca o por amor de Dios? Ojalá que estas consideraciones nos ayuden a vivificar todas nuestras obras con el amor que el Señor ha puesto en nuestros corazones, precisamente para que le podamos amar a Él.
Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Sebastián
Mártir
Oriundo de Narbona, hijo de familia cristiana, creció y fue educado en Milán. De joven siguió a su padre en la carrera militar. Marchó a Roma, donde recrudecía la persecución por causa de la fe, para confortar a los cristianos. Durante algún tiempo gozó de la amistad de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que le confiaron cargos de responsabilidad; pero, a principios del siglo IV, descubrieron su condición de cristiano, a la que no quiso renunciar, por lo que Maximiano lo condenó a morir asaetado en el campo, atado a un árbol. Lo dieron por muerto, pero no lo estaba, y una matrona romana lo recogió y curó. Volvió Sebastián a proclamar en público su fe en Cristo y a rechazar el paganismo, por lo que Diocleciano lo condenó, hacia el año 304, a ser azotado hasta la muerte. Su sepulcro, muy honrado desde antiguo, se encuentra en las catacumbas de la vía Apia que llevan su nombre.
Oración: Te rogamos, Señor, nos concedas el espíritu de fortaleza para que, alentados por el ejemplo glorioso de tu mártir san Sebastián, aprendamos a someternos a ti antes que a los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco

“Quiero transmitirles el amor y las esperanzas que la Iglesia tiene puestas en ustedes. Y quiero animarlos, como cristianos ciudadanos de este país, a que se entreguen con pasión y sinceridad a la gran tarea de la renovación de su sociedad y ayuden a construir un mundo mejor” (a los jóvenes de Filipinas)

Historias:
Piedrecitas azules
Había dos piedrecitas que vivían en medio de otras en el lecho de un torrente. Se distinguían entre todas porque eran de un intenso color azul. Cuando les llegaba el sol, brillaban como dos pedacitos de cielo caídos al agua. Ellas conversaban en lo que serían cuando alguien las descubriera: 'Acabaremos en la corona de una reina' se decían.

Un día por fin fueron recogidas por una mano humana. Varios días estuvieron sofocándose en diversas cajas, hasta que alguien las tomó y oprimió contra una pared, igual que otras, introduciéndolas en un lecho de cemento húmedo. Lloraron, suplicaron, insultaron, amenazaron, pero dos golpes de martillo las hundieron todavía más en aquel cemento.

A partir de entonces solo pensaban en huir. Trabaron amistad con un hilo de agua que de cuando en cuando corría por encima de ellas y le decían: -'Fíltrate por debajo de nosotras y arráncanos de esta maldita pared'. Así lo hizo el hilo de agua y al cabo de unos meses las piedrecitas ya bailaban un poco en su lecho.

Finalmente en una noche húmeda las dos piedrecitas cayeron al suelo y yaciendo por tierra echaron una mirada a lo que había sido su prisión. La luz de la luna iluminaba un espléndido mosaico. Miles de piedrecitas de oro y de colores formaban la figura de Cristo. Pero en el rostro del Señor había algo raro, estaba ciego. Sus ojos carecían del iris. Las dos piedrecitas comprendieron. Eran ellas los ojos de Cristo. Por la mañana un sacristán distraído tropezó con algo extraño en el suelo. En la penumbra pasó la escoba y las echó al cubo de basura.
Cristo tiene un plan maravilloso para cada uno de nosotros, y a veces no lo entendemos y por hacer nuestra propia voluntad malogramos lo que él había trazado. Tu eres los ojos de Cristo. Él te necesita para mirar con amor a cada persona que se acerca a tu vida.

Tú también has sido encontrado y eres parte del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. I Pedro 2,5

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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Víctor Omar, de Santa Rosa, La Pampa, Argentina, internado en estado crítico hace más de un mes luego de haber sido agredido por una patota. La situación es extrema y los médicos evalúan desconectarlo de los aparatos vitales. Rogamos a Jesús que ilumine a los profesionales y conceda a la familia toda la sabiduría necesaria para manejar la situación.

Pedimos oración para Fernando Ll., de México, que desde Noviembre aun no sale de su grave enfermedad, para que Dios, con su infinita misericordia, le conceda la luz que necesita.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Cuando se acerque el momento de mi muerte, cuando las tinieblas bajen sobre mis ojos, cuando todo el Infierno se prepare para darme su último combate y tratar así de perderme para siempre; te suplico, Madre, que vengas en mi auxilio. Porque en ese momento estaré muy confundido y temeroso, mis pecados volverán a mi memoria y tal vez me hagan perder la confianza en la Misericordia divina. Por eso Madre querida te suplico que vengas presurosa en mi socorro y me defiendas de todo temor y angustia. Y ya desde ahora te invoco para ese momento supremo en que se decidirá mi suerte eterna: Cielo o Infierno.
Madre amada, te espero para dicho momento y sé que no me fallarás.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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