jueves, 22 de enero de 2015

Pequeñas Semillitas 2578

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2578 ~ Jueves 22 de Enero de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Señor, haz que cada día yo aprecie como si fuera la primera vez este regalo de despertar del sueño y volver a sentirme de veras tu hijo. Que yo no desperdicie mi tiempo en tonterías, y mucho menos en ir contra las líneas de tu plan, obra de tu infinito amor y tu infinita sabiduría. Te lo pido por mí y por todos los que llevan el nombre de cristianos.
María, Estrella de la mañana, Madre bondadosa y reina de la paz, a Ti consagro mi vida entera. Es hermoso dirigirte la primera mirada de la mañana, caminar en tu presencia durante el día y descansar bajo tu protección por la noche. Tú sonríes al niño inocente, das fuerza al joven que lucha, iluminas al adulto que trabaja y reconfortas al anciano que aguarda el premio por ti prometido. Madre buena, ruega por mi ahora y en la hora de mi muerte. Amén.   

¡Buenos días!

La difamación
Difamar —lo mismo que calumniar— consiste en quitar la buena fama a una persona propagando una falta que no cometió. Es una mentira que causa un daño o menoscabo, a veces gravísimo, en un bien tan apreciado como el buen nombre que alguien goza en la sociedad. La envidia suele ser el origen de este injusto proceder.

Un día, el juez pidió a Nasrudín que le ayudara a resolver un problema legal.
— ¿Cómo me sugerirías que castigue a un difamador?
— Córtales las orejas a todos los que escuchan sus mentiras –replicó el sabio sufí.

La respuesta de Nasrudín —en verdad un disparate— sirve para subrayar un aspecto muy descuidado: lo correcto es cultivar la escucha prudente de lo que lesiona la fama de las personas. Debes exigir pruebas fehacientes de testigos honestos. La Biblia narra cómo el profeta Daniel salvó a Susana calumniada por dos ancianos corruptos.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a Él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran. (Mc 3,7-12)

Comentario
Hoy, todavía reciente el bautismo de Juan en las aguas del río Jordán, deberíamos recordar el talante de conversión de nuestro propio bautismo. Todos fuimos bautizados en un solo Señor, una sola fe, «en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1Cor 12,13). He aquí el ideal de unidad: formar un solo cuerpo, ser en Cristo una sola cosa, para que el mundo crea.
En el Evangelio de hoy vemos cómo «una gran muchedumbre de Galilea» y también otra mucha gente procedente de otros lugares (cf. Mc 3,7-8) se acercan al Señor. Y Él acoge y procura el bien para todos, sin excepción. Esto lo hemos de tener muy presente durante el octavario de oración para la unidad de los cristianos.
Démonos cuenta de cómo, a lo largo de los siglos, los cristianos nos hemos dividido en católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos, y un largo etcétera de confesiones cristianas. Pecado histórico contra una de las notas esenciales de la Iglesia: la unidad.
Pero aterricemos en nuestra realidad eclesial de hoy. La de nuestro obispado, la de nuestra parroquia. La de nuestro grupo cristiano. ¿Somos realmente una sola cosa? ¿Realmente nuestra relación de unidad es motivo de conversión para los alejados de la Iglesia? «Que todos sean uno, para que el mundo crea» (Jn 17,21), ruega Jesús al Padre. Éste es el reto. Que los paganos vean cómo se relaciona un grupo de creyentes, que congregados por el Espíritu Santo en la Iglesia de Cristo tienen un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32-34).
Recordemos que, como fruto de la Eucaristía —a la vez que la unión de cada uno con Jesús— se ha de manifestar la unidad de la Asamblea, ya que nos alimentamos del mismo Pan para ser un solo cuerpo. Por tanto, lo que los sacramentos significan, y la gracia que contienen, exigen de nosotros gestos de comunión hacia los otros. Nuestra conversión es a la unidad trinitaria (lo cual es un don que viene de lo alto) y nuestra tarea santificadora no puede obviar los gestos de comunión, de comprensión, de acogida y de perdón hacia los demás.
Rev. D. Melcior QUEROL i Solà (Ribes de Freser, Girona, España)

Santoral Católico:
Beata Laura Vicuña
Virgen chilena
Al comienzo de estos tiempos, tribus Mapuches y Tehuelches compartían los inmensos espacios naturales de Argentina (sur). Doce años después de la fundación de la ciudad (1883), el padre salesiano Domingo Milanesio se instaló fundando la casa salesiana con dos colegios, con el propósito de evangelizar a los indígenas, y alimentar y educar a sus niños. El resto de la población estaba constituida en su mayoría, por militares que venían con sus familias. Es así como Junín de los Andes creció fundamentada entre los parámetros de la iglesia, la familia, privilegiando a todos los grupos familiares, aborígenes o cualquier otro grupo de contención que permita el crecimiento sobre el amor y el sano desarrollo de sus integrantes.

Hoy es una ciudad a la que llegan muchos turistas motivados por la fe, quienes se interesan por conocer la historia de la beata Laura Vicuña, una joven que ofreció su vida y su juventud por la conversión de su madre. Esta joven chilena vino con su madre y su hermana a nuestra zona en 1899, huyendo de la guerra civil de su país y del hambre en que las había sumido la muerte de su padre. La familia fue a vivir a la estancia Quilquihué en Junín de los Andes, pasando su madre con el tiempo a convivir con el dueño de la estancia, Don Manuel Mora. Las hermanas se educaron en el Colegio Salesiano María Auxiliadora como pupilas.

Ya adolescente en visita a la estancia es abordada por su padrastro y al ser rechazado decide hacerla dormir a la intemperie y dejar de pagar la escuela, Laura decide ofrecer la vida por la conversión de su madre. Ese invierno se enferma, para acompañarla la madre decide mudarse a Junín y Mora indignado por perder a ambas mujeres golpea a Laura quien le dice a su madre en su lecho de muerte que ella ofreció su vida a Jesús para que ella abandone a Mora y se convierta. La madre promete cumplir su deseo, muriendo la niña antes de sus trece años.

Más información haciendo clic acá.
© Catholic.net

Palabras del Papa Francisco

“Los niños lloran, hacen ruido, van de una lado para otro…
y a mí me molesta cuando en una iglesia un niño llora
y la gente quiere que se vaya fuera.
No! ¡Es la mejor predicación!
¡El llanto de un niño es la voz de Dios!
¡Nunca, nunca echarles de la iglesia!”

Tema del día:
Anillos que valen
El valor de cada anillo depende del amor que une a los esposos.

Esta anécdota ocurrió en el año 1987, en la zona centro de México. Dos esposos viajaban de regreso a casa. En la carretera, se reventó una llanta y hubo que cambiarla, entre los nervios y las prisas de las circunstancias.

La esposa escuchó un ruido metálico, pero no le dio mayor importancia. Cuando la nueva llanta estaba en su sitio, el coche se puso nuevamente en camino.

Tras llegar a Morelia (Michoacán), el esposo descubrió que le faltaba el anillo de bodas

Ella no tuvo la menor duda: ¡A buscar el anillo! Amaneció el nuevo día, y los esposos recorrieron 400 kilómetros de carretera hasta llegar al lugar del accidente.

Allí cerca había una escuela. Una persona del lugar les aconsejó que desistieran: seguramente alguno de los muchos niños que pasaban por allí habría visto el anillo y lo habría tomado.

Los esposos no se resignaron. Gracias a la buena memoria de la esposa, por fin encontraron el anillo. Un anillo que valía mucho, porque esos esposos, que en aquel entonces llevaban 15 años de casados, lo veían como símbolo de un amor llamado a madurar cada día un poco más.

Desde entonces han pasado casi 20 años. Pero el anillo sigue allí, entre las manos de esos esposos, como señal de un amor bello y fiel.

En una obrita publicada en 1960, “El taller del orfebre”, Karol Wojtyla habló de la belleza del amor esponsal precisamente a través del anillo. Uno de los protagonistas, el orfebre que vendía anillos a las parejas, era capaz de descubrir el peso y el valor de cada anillo: el mismo valor del amor que reinaba en cada pareja que entraba a su taller.

Vale la pena recorrer 400 kilómetros para buscar algo que es mucho más que un símbolo. Porque el anillo, para los esposos, indica un proyecto y una aventura, un amor que une y que crece con el paso de los años. Por eso, su presencia en la mano, su brillo continuo y sereno, dice mucho. Especialmente si hay corazones enamorados y frescos, que conservan, a pesar de los golpes de la vida, la ilusión de amar y ser amados para siempre.
© Fernando Pascual

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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por las necesidades físicas, espirituales y materiales de Adela C., 62 años, de Mar del Plata, Argentina, que el Señor bien conoce y estamos seguros que atenderá pronto.

Pedimos oración para Jampier, que vive en Los Ángeles, USA, y es víctima de la adicción a las drogas. Que el Buen Jesús lo rescate de ese infierno y María proteja y ayude a toda su familia.

Pedimos oración para que Sergio Fabricio, de Bolivia, pueda dejar las drogas, y por la restauración del hogar familiar. Que María Santísima interceda por estas peticiones.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
La Virgen le decía una vez a Sor Natalia Magdolna: “Confía en Mí hasta el punto de parecer una tonta”.
Y es que la Virgen quiere que confiemos ciegamente en Ella. Así como el bebé en brazos de su madre, se abandona a los cuidados maternales y está seguro en el regazo materno; así también debemos hacer nosotros con la Virgen, nuestra Madre del Cielo, que tiene mayores cuidados que cualquier madre de la tierra.
Si confiamos en María, entonces obtendremos muchas gracias. Si confiamos mucho, completamente, entonces la Virgen hará maravillas en nosotros y en nuestras vidas, y también en las vidas de los que amamos.
Dios nos ha querido dar un secreto que está desvelado pero que, a pesar de ello, son pocos los que lo descubren. Ese secreto es María. Dios la ha puesto como la dispensadora de todos sus tesoros de gracias y dones, y el mundo muere de hambre espiritual porque no acude a María.
¡Que no nos suceda esto a nosotros! Sino vayamos a la Virgen a buscar, con el recipiente de la confianza, grandes gracias y favores celestiales y hasta materiales, todo lo que necesitemos para la vida, porque Ella jamás despacha a sus hijos con las manos vacías, sino que colma de bienes a los hambrientos.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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