lunes, 26 de mayo de 2014

Pequeñas Semillitas 2359

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2359 ~ Lunes 26 de Mayo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Te invito a decir: Creo en el Espíritu de Dios que habita a todos los seres.
Sí, cree en el Espíritu Santo de Dios que movió a Jesús. Él mora en lo más adentro de ti, y tú moras en él. Aunque tú no aciertes a acogerle, él siempre te acoge, te comprende, y te cobija dulcemente, como una madre.
Cree en el Espíritu de Dios que es el alma de Jesús, el alma de cada comunidad cristiana, el alma del mundo, el alma de nuestra alma, el alma de cada criatura.
Cree en el Espíritu de Dios que sigue creando el mundo hasta hacerlo templo de Dios.
¡Siéntete acompañado/a por el Espíritu consolador de Dios!  José Arregi

¡Buenos días!

El gato blanco
Intercambiar experiencias entre personas curtidas por la vida, es enriquecedor. Se aprende mucho sin necesidad de sufrirlo en la propia piel. Los clásicos decían, “de lo sucedido a uno sólo, aprendan todos”. Son consejos que siempre tienes que confrontarlos con tus propios conocimientos y aplicarlos con prudencia. Una fábula demuestra el valor de un consejo.

Cuando una familia se mudó de casa se olvidó de llevarse al hermoso gato blanco que tenía. Éste intentó sobrevivir como hacen los gatos pobres que cazan ratones y pájaros. Pero, nunca podía agarrar nada, a pesar de que no era de los más torpes. Un gato gris que lo observaba descubrió el secreto de su mala suerte y le aconsejó rebajar un poco el brillo de su traje, revolcándose en el polvo, ya que por su pelaje blanco, los ratones y pájaros de lejos lo veían venir y se escondían o escapaban. “Por eso, dijo, no cazas nada”. Así lo hizo  y pudo vivir bien.

Ayudar a los que se encuentran en dificultades es un aspecto práctico de la fraternidad humana. De este olvido de ti mismo, surgirá como por magia, tu propia felicidad y alegría, tu auténtica realización. Mira, pues, a tu alrededor: cuántos hoy necesitan de tu consejo, de tu sonrisa, de tu abrazo o simplemente de tu compañía.
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho». (Jn 15,26—16,4)

Comentario
Hoy, en el evangelio Jesús anuncia y promete la venida del Espíritu Santo: «Cuando venga el Paráclito (…) que procede del Padre, Él dará testimonio de mí» (Jn 15,26). “Paráclito” literalmente significa “aquél que es llamado junto a uno”, y habitualmente es traducido como “Consolador”. De este modo, Jesús nos recuerda la bondad de Dios, pues siendo el Espíritu Santo el amor de Dios, Él infunde en nuestros corazones la paz, la serenidad en las adversidades y la alegría por las cosas de Dios. Él nos hace mirar hacia las cosas de arriba y unirnos a Dios.
Además Jesús dice a los Apóstoles: «También vosotros daréis testimonio» (Jn 15,27). Para dar testimonio es necesario:
1º Tener comunión e intimidad con Jesús. Ésta nace del trato cotidiano con Él: leer el Evangelio, escuchar sus palabras, conocer sus enseñanzas, frecuentar sus sacramentos, estar en comunión con su Iglesia, imitar su ejemplo, cumplir los mandamientos, verlo en los santos, reconocerlo en nuestros hermanos, tener su espíritu y amarlo. Se trata de tener una experiencia personal y viva de Jesús.
2º Nuestro testimonio es creíble si aparece en nuestras obras. Un testigo no es sólo una persona que sabe que algo es verdad, sino que también está dispuesta a decirlo y vivirlo. Lo que experimentamos y vivimos en nuestra alma debemos transmitirlo al exterior. Somos testigos de Jesús no sólo si conocemos sus enseñanzas, sino —y principalmente— cuando queremos y hacemos que otros lo conozcan y lo amen. Como dice el dicho: «Las palabras mueven, los ejemplos arrastran».
El Papa Francisco nos decía: «Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más». Y añadía: «Quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente». Eso es siempre una luz que atrae.
Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE (Cobourg, Ontario, Canadá)

Santoral Católico:
San Felipe Neri
Apóstol de Roma
Memoria de san Felipe Neri, presbítero, que, consagrándose a la labor de salvar a los jóvenes del maligno, fundó el Oratorio en Roma, en el cual se practicaban constantemente las lecturas espirituales, el canto y las obras de caridad, y resplandeció por el amor al prójimo, la sencillez evangélica y su espíritu de alegría, el sumo celo y el servicio ferviente de Dios (1595).

Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

La frase de hoy

“Quien quiera algo que no sea Cristo,
no sabe lo que quiere;
quien pide algo que no sea Cristo,
no sabe lo que pide;
quien no trabaje por Cristo,
no sabe lo que hace”
-San Felipe Neri-

Tema del día:
¿Por qué Dios permite el mal?
Un individuo desaliñado y sucio se puso en pie, en medio de un bullicioso grupo de personas que escuchaba a un predicador en Hyde Park. Se dirigió al orador y, con potente voz, le planteó una pregunta que era más bien un grito de indignación: "Usted dice que Dios vino al mundo hace ya dos mil años... ¿Cómo es posible entonces que el mundo continúe lleno de ladrones, adúlteros y asesinos?"

Se hizo un silencio muy grande. A todos los presentes les pareció que era una objeción incontestable. Sin embargo, el predicador le miró serenamente y contestó: "Tiene usted toda la razón. Pero también existe el agua desde hace millones de años...; y, sin embargo..., ¡fíjese cómo va usted de sucio!".

Igual que aquel individuo podía aprovecharse o no de las benéficas posibilidades higiénicas del agua, los hombres tenemos la posibilidad de usar bien o mal de nuestra libertad. Pero esa decisión será responsabilidad nuestra, no de Dios. Dios fue el primero en "apostar" por el hombre, el primero en querer "correr el riesgo" de nuestra libertad. Y hasta el punto de permitir que el hombre pueda emplear esa libertad precisamente para oponerse a su creador.

— ¿Y no habría sido mejor, entonces, que no naciéramos libres?

Hombre, no sé qué decirte. Para la mayoría de los mortales, la libertad ha sido siempre algo muy grande, quizá lo último en que se pensara renunciar. La libertad es, según el decir de Cervantes, "uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida".

Dios pudo haber creado una humanidad de individuos solo capaces de hacer el bien. Pero antes que un conjunto de bondadosos imbéciles prefirió crear un mundo de hombres dotados de libertad, que en virtud de su ejercicio pueden hacer el bien o el mal.

No podemos evadirnos de la libertad. La solución es que procuremos ser mejores, y, de paso, que procuremos ayudar a los demás a que lo sean también. Es lo más práctico y eficaz. Pensar fundamentalmente en mejorar uno mismo y en mejorar cada uno su entorno. Porque, como dice aquel proverbio ruso, si cada uno barriera delante de su puerta, estaría muy limpia la ciudad.

— Pero... ¿y Dios? ¿Él no tiene nada que hacer?

Claro, y ya lo ha hecho. Nos ha hecho a ti y a mí, y a todos los demás, para que luchemos por el bien. Procura hacer, por tu parte, todo el bien que puedas. Intenta que quienes te rodean comprendan que vale la pena luchar por mejorar el mundo. Pero demuéstraselo con tu vida, respetando su libertad como Dios hace con nosotros. Y no echemos a Dios las culpas que solo son nuestras. Sería demasiado cómodo..., y demasiado injusto.
Alfonso Aguiló

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Monseñor Elmer Miani, obispo emérito de Catamarca, Argentina, que ayer fue llamado a la casa del Padre celestial.

Pedimos oración por Cristina C., de Argentina, que tiene un problema a la altura de la quinta vértebra lumbar que le pellizca el nervio ciático y le produce intenso dolor, rogando al Señor, que en su infinita misericordia guíe sus pasos para encontrar el profesional que la pueda aliviar, después de haber intentado ya con cuatro tratamientos que no dieron resultados.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Un estímulo todos los días
Mayo 26
Cuando nos sentimos interpelados por el dolor de otro y somos capaces de acercarnos solidariamente a brindarle nuestro simple consuelo, entonces nuestro propio dolor parece desaparecer, porque dejamos de colocarlo en el centro de nuestra atención. En el centro comienza a estar el hermano que nos necesita. Pero esto sucede si logramos morir un poco a nuestro orgullo y no alimentamos la idea de que somos los únicos mártires en el universo. Amando desinteresadamente, entregándonos por otros, logramos percibir místicamente que hay algo que nos sobrepasa.
Sabemos que nuestro sufrimiento, unido al de Cristo, se hace fecundo para los demás (Col 1.24), pero eso es algo misterioso y secreto. Sin que nosotros sepamos cómo, cuándo ni dónde, nuestro dolor produce algo bello en el universo, derrama en algún lugar oscuro una nueva chispa de luz.
Muchas veces, aceptar un sufrimiento y depender serenamente de Dios en el dolor nos libera y nos hace más abiertos. Y eso nos convierte en un canal más límpido y dócil de la gracia de Dios para los demás. Por eso el dolor no es inútil, y es muy consolador saber que ese dolor que debemos soportar sirve para algo: es fuente de vida, manantial oculto que sacia la sed de los demás.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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