PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2354 ~
Miércoles 21 de Mayo de 2014
Alabado sea
Jesucristo…
El Papa Papa Pablo VI decía que “la Iglesia existe para evangelizar”. Pero fue san Juan Pablo II
quien llamó por primera vez a una “Nueva
Evangelización” hace unos treinta años. Durante todo su pontificado, el
Santo Padre alentó a renovar esfuerzos por predicar el Evangelio de Jesucristo.
Y en la actualidad, el Papa Francisco, a través de Evangelii Gaudium y en muchas de sus catequesis cotidianas, nos
insiste en la necesidad de esta actitud de apertura de la Iglesia hacia el
mundo en la “Nueva Evangelización”.
¿Qué tiene de “nuevo” esta evangelización? En verdad no
es “nueva” en términos de su mensaje y contenido. La persona, la vida, muerte y
resurrección de Jesucristo, quien es “el mismo ayer, hoy y siempre” sigue
siendo el contenido de la “Nueva Evangelización”. Sin embargo, el testimonio de
Jesucristo que da la Iglesia debe adaptarse a la gente de nuestra época y
lugar.
Evangelizar es “ante
todo dar testimonio, de manera simple y directa, de Dios revelado en
Jesucristo, en el Espíritu Santo, dar testimonio de que en Su Hijo, Dios ha
amado al mundo, de que en Su Verbo Encarnado Él ha dado el ser a todas las
cosas, y nos ha llamado a la vida eterna” (Papa Pablo VI, Evangelii Nuntiandi). Tengamos presente que por la gracia del
bautismo, todo cristiano es llamado a dar testimonio, de palabra y acto, de la
verdad y la belleza de la fe en Jesucristo. Por lo tanto, todos somos
“evangelizadores”, apóstoles y misioneros de Jesús.
E invocamos la ayuda de la Santísima Virgen María, que es la estrella de la primera y de la nueva evangelización.
¡Buenos días!
El abad generoso
La generosidad es
una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí
mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la
práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y
comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.
En un monasterio había un abad generoso.
Jamás negaba hospitalidad a un mendigo, y daba en abundancia. Pero sucedía que
cuanto más daba, más prosperaba el monasterio. Al morir, fue reemplazado por un
abad mezquino. Un día, llegó un anciano que pidió alojarse. Recordaba que una
vez le habían dado hospedaje. El abad se lo negó, pues ya no podían darse ese
lujo. —Nuestra abadía no puede albergar a nadie, como cuando éramos prósperos.
Ya nadie hace ofrendas. —No me sorprende –dijo el anciano– creo que se debe a que echaron a dos hermanos
del monasterio. —Jamás hemos hecho eso –dijo serio el abad, —Sí, lo hicieron
–replicó el anciano– eran gemelos: uno se llamaba “Dad” y el otro “Se os dará”.
Como echaron a “Dad, “Se os dará” resolvió irse también.
El egoísmo
atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás.encuentra su
madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno,
si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los
demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque
la vida sin amor no vale nada.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo
soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da
fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.
Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced
en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése
da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no
permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los
recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi
Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos». (Jn 15,1-8)
Comentario
Hoy contemplamos de nuevo a Jesús rodeado por los
Apóstoles, en un clima de especial intimidad. Él les confía lo que podríamos
considerar como las últimas recomendaciones: aquello que se dice en el último
momento, justo en la despedida, y que tiene una fuerza especial, como de si de
un postrer testamento se tratara.
Nos los imaginamos en el cenáculo. Allí, Jesús les ha
lavado los pies, les ha vuelto a anunciar que se tiene que marchar, les ha
transmitido el mandamiento del amor fraterno y los ha consolado con el don de
la Eucaristía y la promesa del Espíritu Santo (cf. Jn 14). Metidos ya en el
capítulo decimoquinto de este Evangelio, encontramos ahora la exhortación a la
unidad en la caridad.
El Señor no esconde a los discípulos los peligros y
dificultades que deberán afrontar en el futuro: «Si me han perseguido a mí, también
a vosotros os perseguirán» (Jn 15,20). Pero ellos no se han de acobardar ni
agobiarse ante el odio del mundo: Jesús renueva la promesa del envío del
Defensor, les garantiza la asistencia en todo aquello que ellos le pidan y, en
fin, el Señor ruega al Padre por ellos —por todos nosotros— durante su oración
sacerdotal (cf. Jn 17).
Nuestro peligro no viene de fuera: la peor amenaza puede
surgir de nosotros mismos al faltar al amor fraterno entre los miembros del
Cuerpo Místico de Cristo y al faltar a la unidad con la Cabeza de este Cuerpo.
La recomendación es clara: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que
permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no
podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Las primeras generaciones de cristianos conservaron una
conciencia muy viva de la necesidad de permanecer unidos por la caridad. He
aquí el testimonio de un Padre de la Iglesia, san Ignacio de Antioquía: «Corred
todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo
Jesucristo que procede de un solo Padre». He aquí también la indicación de
Santa María, Madre de los cristianos: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Eugenio de Mazenod
Obispo y Fundador
En Marsella, Provenza (Francia), san Eugenio de Mazenod,
obispo, que fundó los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, para evangelizar
a los pobres, y durante cerca de veinticinco años ilustró infatigablemente a la
Iglesia con sus virtudes, su labor, sus sermones y sus escritos. († 1861)
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“La familia cristiana evangelizada
se hace comunidad evangelizadora,
que transmite e irradia el Evangelio”
P. Mariano Esteban Caro
Tema del día:
Urgencias de evangelización
Muchos bautizados viven confundidos y llenos de dudas.
Muchos bautizados no conocen realmente su fe. Muchos bautizados no acuden a
misa cada domingo, ni se confiesan cuando han perdido la gracia. Muchos
bautizados no saben qué diferencia hay entre pecado mortal y pecado venial, ni
distinguen claramente entre el bien y el mal en temas de importancia
Hablar de nueva evangelización sin tener presente lo
anterior es como hablar del tiempo sin mirar las señales del cielo y sin tener
en cuenta los partes meteorológicos (cuando son buenos, claro). Porque es muy
fácil idear proyectos evangelizadores llenos de ideas nuevas, pero no es tan
fácil "aterrizar" y tocar los problemas concretos de millones de
bautizados.
El mundo vive una urgencia de evangelización. Después de
2000 años, el Evangelio de Cristo está lejos de muchos corazones. En otros,
hubo un tiempo en el que brilló el mensaje del Maestro para luego eclipsarse
bajo el espejismo de ideas falsas o de avaricias destructoras, como vemos
explicado en la parábola del sembrador (cf. Mc 4,5-20).
Por eso, vale la pena volver la mirada hacia Jesucristo y
preguntarle: ¿qué quieres que hagamos? ¿Cómo llevar tu Amor a tantos hombres y
mujeres de nuestro tiempo? ¿Qué puedo hacer ahora, entre familiares y amigos,
conocidos y contactos?
Si me abro a la belleza de la fe, si sintonizo con el
anhelo del Maestro de incendiar el mundo, me convertiré en un vivo y entusiasta
evangelizador, en un enviado que grita, sobre todo con la vida, la gran
noticia: Cristo ha muerto y ha resucitado para nuestra salvación, está vivo en
medio de la Iglesia católica, y quiere ser amado por todos los hombres y
mujeres por quienes ofreció su Sangre en el Calvario.
Autor: P. Fernando Pascual LC
Fuente: Catholic.net
Nuevo video y artículo
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"Juan Pablo
II inolvidable"
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Luca A., de Argentina, que se ha quedado sin trabajo.
Pedimos oración por P.P., de Argentina, que está siendo estudiado por una probable tumoración. A pocos días de celebrar a la Virgen María Auxiliadora, le pedimos a Ella la gracia de su intercesión para que Jesús lo proteja y no sea nada malo.
Pedimos oración por Luca A., de Argentina, que se ha quedado sin trabajo.
Pedimos oración por P.P., de Argentina, que está siendo estudiado por una probable tumoración. A pocos días de celebrar a la Virgen María Auxiliadora, le pedimos a Ella la gracia de su intercesión para que Jesús lo proteja y no sea nada malo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de
manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora
las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a
cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de
sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse
unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos
por Cristo nuestro Señor.
Amén
Un estímulo todos los días
Mayo 21
“Señor, muchas veces el miedo al futuro no me deja vivir
el presente con alegría. Yo no puedo controlarlo todo ni tener todo previsto, y
por eso el futuro me atemoriza. Tengo miedo a perder lo que tengo, tengo temor
de que me sucedan cosas malas. Pero ese miedo es inútil.
Sin ti todo es incierto y oscuro, Señor, pero contigo
todo será más fácil. Por eso te pido la gracia de confiar en ti, para que pueda
aceptar tus proyectos para mi vida sin aferrarme a los míos.
Quiero dejarme tomar por ti, Señor, y caminar la vida con
esa confianza, como un niño seguro de la mano de su padre. Amén”.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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