domingo, 18 de mayo de 2014

Pequeñas Semillitas 2351

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2351 ~ Domingo 18 de Mayo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy Jesús resucitado se nos manifiesta como camino, verdad y vida.
Camino, porque nos enseña que, a través del amor, si lo seguimos a Él y vivimos conforme a su doctrina, estaremos transitando seguros a la casa del Padre.
Verdad, porque en este mundo dominado por la mentira, el engaño y la corrupción, Él tiene la palabra del padre que quita las tinieblas del alma y nos da la luz.
Vida, porque Él resucitó triunfando sobre la muerte de manera gloriosa para que nosotros podamos tener vida eterna.
Así pues, este Jesús, que es camino, verdad y vida, sigue a nuestro lado en el tránsito de cada día por el mundo… es nuestro amigo con quien podemos conversar cada día y quien nos sostiene en todas las dificultades de la marcha para que juntos lleguemos al cielo.

¡Buenos días!

¿Fracaso?
Triunfar es aprender a fracasar. El éxito en la vida viene de saber afrontar las inevitables faltas de éxito del vivir de cada día. Cada frustración, cada descalabro, cada contrariedad, cada desilusión, lleva consigo el germen de una infinidad de capacidades humanas desconocidas, sobre las que los espíritus pacientes y decididos han sabido ir edificando lo mejor de sus vidas.

Fracaso... no significa que somos unos fracasados. Significa que todavía no hemos tenido éxito. Fracaso… no significa que no hemos logrado nada. Significa que hemos aprendido algo. Fracaso… no significa falta de capacidad. Significa que debemos hacer las cosas de distinta manera. Fracaso… no significa que somos inferiores. Significa que no somos perfectos. Fracaso... no significa que debemos echarnos para atrás. Significa que tenemos que luchar con mayor tenacidad. Fracaso... no significa que Dios nos ha abandonado. ¡Significa que Dios tiene un plan mejor!

Las dificultades de la vida juegan, en cierta manera, a nuestro favor. El fracaso hace lucir ante uno mismo la propia limitación pero, al mismo tiempo, nos brinda la oportunidad de dar lo mejor de nosotros mismos. Es así como, en medio de un entorno en el que no todo nos viene dado, te vas forjando el carácter y  vas adquiriendo fuerza y autenticidad. Se trata de persistir.
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».
Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto».
Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre». (Jn 14,1-12)

Comentario
Hoy, la escena que contemplamos en el Evangelio nos pone ante la intimidad que existe entre Jesucristo y el Padre; pero no sólo eso, sino que también nos invita a descubrir la relación entre Jesús y sus discípulos. «Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros» (Jn 14,3): estas palabras de Jesús, no sólo sitúan a los discípulos en una perspectiva de futuro, sino que los invita a mantenerse fieles al seguimiento que habían emprendido. Para compartir con el Señor la vida gloriosa, han de compartir también el mismo camino que lleva a Jesucristo a las moradas del Padre.
«Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» (Jn 14,5). Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto» (Jn 14,6-7). Jesús no propone un camino simple, ciertamente; pero nos marca el sendero. Es más, Él mismo se hace Camino al Padre; Él mismo, con su resurrección, se hace Caminante para guiarnos; Él mismo, con el don del Espíritu Santo nos alienta y fortalece para no desfallecer en el peregrinar: «No se turbe vuestro corazón» (Jn 14,1).
En esta invitación que Jesús nos hace, la de ir al Padre por Él, con Él y en Él, se revela su deseo más íntimo y su más profunda misión: «El que por nosotros se hizo hombre, siendo el Hijo único, quiere hacernos hermanos suyos y, para ello, hace llegar hasta el Padre verdadero su propia humanidad, llevando en ella consigo a todos los de su misma raza» (San Gregorio de Niza).
Un Camino para andar, una Verdad que proclamar, una Vida para compartir y disfrutar: Jesucristo.
Pbro. Walter Hugo PERELLÓ (Rafaela, Argentina)

Palabras de San Juan Pablo II

«Jesús ha salido al encuentro de los hombres, ha curado a enfermos y a los que sufren, ha liberado a endemoniados y resucitado a muertos. Se ha entregado a Sí mismo en la Cruz y ha resucitado, manifestándose de esta forma como el Señor de la vida: Autor y Fuente de la vida inmortal»
San Juan Pablo II

Tema del día:
El camino
Al final de la última cena, los discípulos comienzan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro lo negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertado y abatidos. ¿Qué va ser de ellos?

Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de lo que le espera, Jesús trata de animarlos: ”Que no se turbe vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí”. Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. No lo han de olvidar nunca.

“Yo soy el camino”. El problema de no pocos no es que viven extraviados o descaminados. Sencillamente, viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.

Y, ¿qué puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde puede acudir? Si se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión, sino un camino. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.

“Yo soy la verdad”. Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de la realidad

Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede abrir a su Bondad.

“Yo soy la vida”. Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva.

Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. El mismo creyente solo intuye una presencia imperceptible. A veces, sin embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna. Nunca entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.
José Antonio Pagola

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Córdoba, Argentina Marta agradece a Dios y a las personas que rezaron por el embarazo y parto de Gabriela, a la vez que nos dice que nació Gaspar hace 20 días y la mamá y el bebé están muy bien.

Desde Buenos Aires, Argentina, Liliana quiere dar gracias a Jesús Misericordioso, a la Santísima Virgen de Fátima y a todos los que rezaron por su salud, pues ha terminado su tratamiento oncológico de muy buena forma.

Un estímulo todos los días
Mayo 18
“Señor, ayúdame a caminar sintiendo que estoy firme, rodeado y sostenido por tu presencia poderosa. Penetra con tu bendición el momento en que comencé a existir en el seno de mi madre. Sopla y llena de calor y de luz ese instante. Lléname de vitalidad, hazme nacer vigoroso del seno de María.
Sopla, Señor, e inunda todo mi ser con la potencia de Jesús resucitado, con su vida nueva, indestructible y gloriosa.
Derrama tu vida intensa, Señor, infunde tu poder en mis acciones, lléname de fortaleza e inunda de esperanza todo mi ser. Así no habrá más debilidades, temores, inseguridades ni cobardías.
Confío en ti, Señor, te entrego todo mi futuro, me quedo en tus brazos fuertes y en ti pongo toda mi confianza. Ahora puedo caminar seguro, puedo enfrentar cualquier cosa, y de todo sacaré algo bueno, porque tu poder hace maravillas. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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