domingo, 11 de mayo de 2014

Pequeñas Semillitas 2344

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2344 ~ Domingo 11 de Mayo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En este Cuarto Domingo de Pascua, festividad del Buen Pastor, se celebra también la 51ª. Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
La vocación es amor que sólo puede ser devuelto con amor: «Una vocación religiosa es un don, libremente dado y libremente aceptado. Es una profunda expresión del amor de Dios hacia vosotros, que requiere, de vuestra parte, un amor total hacia Cristo» (San Juan Pablo II).           
Desde toda la eternidad, Dios ama con amor personal al elegido, para que sea su instrumento de salvación: «Cada vocación es parte de un plan divino. Esto significa que en la iniciativa creadora de Dios existe un acto particular de amor para aquellos llamados no solo a la salvación, sino además al ministerio de la salvación» (ídem)
En fin, cada vocación es un acto irrepetible del amor de Dios: «Cada llamada de Cristo es una historia de amor única e irrepetible».

¡Buenos días!

El guerrero y su esposa

La tormenta es un buen símbolo de nuestras crisis, angustias, pérdidas, fracasos… En fin de todo lo que se presenta como algo doloroso, funesto e indeseable en tu vida. Pero son inevitables. Lo bueno es encontrar en todas ellas el lado positivo. Muy expresivamente escribió Luis Veuillot: “Hay bendiciones de Dios que entran en casa rompiendo los cristales”.

Un valiente guerrero regresó a su pueblo después de haber combatido por su patria. Al llegar a casa, su alma se derrumbó cuando le dijeron que su amada esposa había muerto. Abatido por el dolor, fue a consultar a un sabio anciano y, entre otras cosas, le preguntó: —¿Qué puedo hacer para no olvidarme de mi querida esposa? —Construye un pozo en el desierto: -dijo el anciano-. Así, todas las caravanas darán gracias a Dios por calmar la sed y por tu amada esposa. Hizo el pozo y descubrió el apenado guerrero que había ganado la batalla más importante de la vida: Había derrotado la desesperación y al pesimismo.

“La lección más significativa que puede aprender el hombre en su vida no es que en el mundo hay dolor, sino que depende de nosotros sacar provecho de él, pues se nos ha permitido transformarlo en gozo”, (R. Tagore). Bien recibido y madurado, el dolor acrecentará tu caudal de sabiduría, paz y amor.
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». (Jn 10,1-10)

Comentario
Hoy, en el Evangelio, Jesús usa dos imágenes referidas a sí mismo: Él es el pastor. Y Él es la puerta. Jesús es el buen pastor que conoce a las ovejas. «Las llama una por una» (Jn 10,3). Para Jesús, cada uno de nosotros no es número; tiene con cada uno un contacto personal. El Evangelio no es solamente una doctrina: es la adhesión personal de Jesús con nosotros.
Y no sólo nos conoce personalmente. También personalmente nos ama. “Conocer”, en el Evangelio de san Juan, no significa simplemente un acto del entendimiento, sino un acto de adhesión a la persona conocida. Jesús, pues, nos lleva en su Corazón a cada uno. Nosotros también lo hemos de conocer así. Conocer a Jesús no implica solamente un acto de fe, sino también de caridad, de amor. «Examinaos si conocéis —nos dice san Gregorio Magno, comentando este texto— si le conocéis no por el hecho de creer, sino por el amor». Y el amor se demuestra con las obras.
Jesús es también la puerta. La única puerta. «Si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Y poco más allá recalca: «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Hoy, un ecumenismo mal entendido hace que algunos se piensen que Jesús es uno de tantos salvadores: Jesús, Buda, Confucio…, Mahoma, ¡qué más da! ¡No! Quien se salve se salvará por Jesucristo, aunque en esta vida no lo sepa. Quien lucha por hacer el bien, lo sepa o no, va por Jesús. Nosotros, por el don de la fe, sí que lo sabemos. Agradezcámoslo. Esforcémonos por atravesar esta puerta, que, si bien es estrecha, Él nos la abre de par en par. Y demos testimonio de que toda nuestra esperanza está puesta en Él.
P. Pere SUÑER i Puig SJ (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II

“Cualquier profesión humana lleva a las criaturas, y se ocupa de asuntos terrenos, y sólo indirecta y ocasionalmente conducen a Dios. Pero el oficio sacerdotal tiene como ocupación primordial el conducir a las almas a Dios y a su Iglesia, y de ahí le viene su grandiosidad: «¿Has pensado alguna vez en entregar tu existencia totalmente a Cristo? ¿Crees que puede existir algo más grande que atraer a los hombres y a las mujeres a Cristo?”
San Juan Pablo II

Tema del día:
Nueva relación con Jesús
En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente. El evangelio de Juan hace algunas sugerencias importantes al hablar de la relación de las ovejas con su Pastor.

Lo primero es “escuchar su voz” en toda su frescura y originalidad. No confundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas. No dejarnos distraer ni aturdir por otras voces extrañas que, aunque se escuchen en el interior de la Iglesia, no comunican su Buena Noticia.

Es importante sentirnos llamados por Jesús “por nuestro nombre”. Dejarnos atraer por él personalmente. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.

Es decisivo “seguir“ a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona. Inspirarnos en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y responsabilidad.

Es vital caminar teniendo a Jesús “delante de nosotros”. No hacer el recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.

Esta relación viva con Jesús no nace en nosotros de manera automática. Se va despertando en nuestro interior de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi solo un deseo. Por lo general, crece rodeada de dudas, interrogantes y resistencias. Pero, no sé cómo, llega un momento en el que el contacto con Jesús empieza a marcar decisivamente nuestra vida.

Estoy convencido de que el futuro de la fe entre nosotros se está decidiendo, en buena parte, en la conciencia de quienes en estos momentos nos sentimos cristianos. Ahora mismo, la fe se está reavivando o se va extinguiendo en nuestras parroquias y comunidades, en el corazón de los sacerdotes y fieles que las formamos.

La increencia empieza a penetrar en nosotros desde el mismo momento en que nuestra relación con Jesús pierde fuerza, o queda adormecida por la rutina, la indiferencia y la despreocupación. Por eso, el Papa Francisco ha reconocido que “necesitamos crear espacios motivadores y sanadores… lugares donde regenerar la fe en Jesús”. Hemos de escuchar su llamada.
José Antonio Pagola

Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Florida, USA, agradecen a Dios y a quienes rezaron por Julián W. cuya cirugía craneal y su recuperación han sido todo un éxito.

Desde Guatemala recibimos un correo de Lineth que expresa su gratitud porque su hermana Gloria ha superado los problemas cardio pulmonares que en principio se había detectado, y ha sido operada de un pie con todo éxito. Alabemos a Dios y demos gracia a los que rezaron por ella.

Desde California, USA, llega un agradecimiento por la recuperación de Ignacio, que tuvo un ataque cardíaco y parecía que debería ser operado, pero ha sido posible desbloquear sus arterias y se recupera bien.

Un estímulo todos los días
Mayo 11
Un modo de crecer en la comunicación con los demás es intentar mirarlos mejor, aceptando la variedad de seres humanos que hay a mi alrededor. Es el realismo de saber aceptar y valorar la belleza y la armonía de este mundo tan variado. Porque este mundo necesita melancólicos, flemáticos, coléricos, pacifistas, nacionalistas, poetas, economistas; aunque esa variedad a veces no me divierta, aunque no me convenga o me moleste.
Los demás tienen derecho a ser diferentes, a cultivar otros gustos y otros planes. Ellos también tienen un lugar en el mundo. Y en su forma de ser, de vivir y de pensar, siempre habrá luces y sombras. Además, incluso de esas sombras, a la larga puede surgir algo positivo para la sociedad.
Aceptar esto me permitirá asumir que yo también soy una mezcla de luces y sombras. Así no me desesperaré cuando los demás mencionen mis partes oscuras, ni me sentiré un dios cuando mencionen mis luces.
Normalmente los prejuicios me condicionan. Tengo un programa mental que me dice lo que es bello o feo, y eso hace que algunas personas me resulten agradables y otras no. Pero si consigo dejar de lado esa programación que llevo dentro, podré descubrir la belleza que hay en los demás y me sentiré cómodo con los que son diferentes.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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