martes, 28 de mayo de 2013

Pequeñas Semillitas 2042

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2042 ~ Martes 28 de Mayo de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
La dependencia y el paternalismo tienen una larga historia. Los patrones que dispensaban favores como una forma de mantener como clientes cautivos a sus subordinados, habían propagado su sistema de alianza y chantajes por todo el mundo del Mediterráneo.
Los contemporáneos del Señor Jesús se habían dejado contagiar por ese servilismo. Una muestra de esa actitud dependiente aparece al término de la multiplicación de los panes: los comensales pretenden aumentar la popularidad del profeta de Nazaret a cambio de panes y peces.
Jesús no sigue su juego, sino que lo exhibe sin rodeos. La consolidación de una comunidad de cristianos maduros y de ciudadanos autónomos y responsables es una urgencia que vale la pena afrontar.
Los líderes verdaderamente honestos no mantienen manipuladas ni sometidas a las personas, al contrario, son agentes al servicio de la promoción y la autonomía. Los hombres verdaderamente sabios no entregan su libertad a ninguna figura mesiánica del signo que sea.
La Verdad Católica


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».
(Mc 10,28-31)

Comentario
Hoy, como aquel amo que iba cada mañana a la plaza a buscar trabajadores para su viña, el Señor busca discípulos, seguidores, amigos. Su llamada es universal. ¡Es una oferta fascinante! El Señor nos da confianza. Pero pone una condición para ser discípulos, condición que nos puede desanimar: hay que dejar «casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio» (Mc 10,29).
¿No hay contrapartida? ¿No habrá recompensa? ¿Esto aportará algún beneficio? Pedro, en nombre de los Apóstoles, recuerda al Maestro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28), como queriendo decir: ¿qué sacaremos de todo eso?
La promesa del Señor es generosa: «El ciento por uno: ahora en el presente (...) y en el mundo venidero, vida eterna» (Mc 10,30). Él no se deja ganar en generosidad. Pero añade: «Con persecuciones». Jesús es realista y no quiere engañar. Ser discípulo suyo, si lo somos de verdad, nos traerá dificultades, problemas. Pero Jesús considera las persecuciones y las dificultades como un premio, ya que nos ayudan a crecer, si las sabemos aceptar y vivir como una ocasión de ganar en madurez y en responsabilidad. Todo aquello que es motivo de sacrificio nos asemeja a Jesucristo que nos salva por su muerte en Cruz.
Siempre estamos a tiempo para revisar nuestra vida y acercarnos más a Jesucristo. Estos tiempos y todo tiempo nos permiten —por medio de la oración y de los sacramentos— averiguar si entre los discípulos que Él busca estamos nosotros, y veremos también cuál ha de ser nuestra respuesta a esta llamada. Al lado de respuestas radicales (como la de los Apóstoles) hay otras. Para muchos, dejar “casa, hermanos, hermanas, madre, padre...” significará dejar todo aquello que nos impida vivir en profundidad la amistad con Jesucristo y, como consecuencia, serle sus testigos ante el mundo. Y esto es urgente, ¿no te parece?
Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Germán
Obispo de París

Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.

Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.

Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el que compensa los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra amor y un ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el desarrollo integral del muchacho que ya despunta en cualidades por encima de lo común para su edad.

Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de la ciudad. Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de la casa caminando por delante con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad.

Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros, según el relato de Fortunato. Por lo que cuenta su biógrafo, se había propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más; cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían peligrar su pitanza, llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio. También se narra el milagro de haber apagado con un roción de agua bendita el fuego del pajar lleno de heno que amenazaba con arruinar el monasterio. Otro más y curioso es cuando el obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se hablan de Germán, lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá hoy se le llamaría «incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al estilo de lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol, pero Germán no se marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este episodio cambió el obispo sus celos por admiración.

El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que sea nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra limosnero mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola imposición de las manos.

Como su vida fue larga, hubo ocasión de intervenir varias veces en los acontecimientos de la familia real. Alguno fue doloroso porque un hombre de bien no puede transigir con la verdad; a Cariberto, rey de París el hijo de Clotario y, por tanto, nieto de Childeberto, tuvo que excomulgarlo por sus devaneos con mujeres a las que va uniendo su vida, después de repudiar a la legítima Ingoberta.

El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se enterró en la tumba que se había mandado preparar en san Sinfroniano. El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los normandos se llamó ya san Germán. Hoy reposan allí mismo y se veneran en una urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.

Fuente: Catholic.net

¡Buenos días!

En las dificultades

La mayoría de las situaciones difíciles de la vida son como esas complicadas obras de ingeniería que enlazan las supercarreteras modernas: aunque nos parezca increíble, todas tienen alguna salida. Recuerda también que “no hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad  de ponerse a prueba” (Séneca).

Señor, a veces pretendo un paraíso para ser feliz. Me lamento porque la vida de cada día está llena de límites, de imprevistos, de cansancios y preocupaciones. Sin embargo, igualmente me invitas a ser feliz. Ayúdame a encontrar la felicidad en medio de las dificultades, sabiendo que estás conmigo. Recuerdo que tu cruz siempre trae bendiciones, y cuando te ofrezco mis dificultades allí siempre nace una bendición. Te doy gracias, Señor, por las cosas buenas que aprendo gracias a las dificultades, porque así me enseñas a convivir, a entregarme y a hacer el bien. Gracias porque me haces madurar y crecer, y porque estás conmigo en cada momento Amén. P. Víctor Fernández

Aprender de las dificultades, encontrar a Dios en ellas, seguir luchando por un sueño, son otros tantos desafíos a superar la mediocridad y el estancamiento. Que no dramatices las dificultades, porque no pocas veces son fantasmas de la imaginación que racionaliza nuestras cobardías para no salir de la fácil rutina. ¡Ánimo, sé valiente y confía en el Señor!

Padre Natalio


Palabras del Papa Francisco

“Jóvenes: juéguense la vida por grandes ideales.
Nosotros los cristianos no hemos sido elegidos
por el Señor para las cosas pequeñas…
vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes…
Dios le da las batallas más difíciles a sus mejores soldados”

Papa Francisco


Tema del día:
La existencia verdadera del demonio

Narra el padre Gabriel Amorth -el exorcista católico más reconocido en el mundo- en su obra "El último exorcista; mi batalla contra Satanás", en el capítulo 7, su desencuentro con un cardenal romano que había perdido la fe en un dogma fundamental de la Iglesia Católica, en una verdad enseñada por Dios mismo en el Evangelio: la existencia de Satanás.

El exorcista prefiere no dar el nombre del purpurado, pero el hecho es real y nos muestra a qué grado ha entrado la herejía modernista hasta las más altas cumbres de la Iglesia y la importancia que tiene para los laicos buscar sacerdotes que sostengan firmemente toda la doctrina de la Iglesia.  Jesús dijo: "La sal es buena; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué será sazonada? Nada vale ni para la tierra, ni para servir de estiércol; así es que se arroja fuera (como inútil). Quien tiene oídos para escuchar, atienda bien esto". (Lucas 14:34-35). Hoy muchos sacerdotes modernistas no creen ya en Satanás como lo ha denunciado no sólo el padre Amorth, sino también -entre otros- el padre Pedro Mendoza Pantoja, coordinador general de exorcistas de la arquidiócesis de la ciudad de México. La sal se ha desvirtuado. "Hay muchos escépticos entre los mismos sacerdotes", advierte el padre Mendoza. Y agrega: "Olvidan que quien no cree en la existencia del diablo está fuera del Evangelio".

A la pregunta sobre cuál es el mayor triunfo de Satanás, contestó el padre Amort: "Que consigue hacer creer que no existe. Y casi lo ha conseguido. Incluso dentro de la Iglesia. Tenemos un clero y un episcopado que han dejado de creer en el demonio, en los exorcismos, en los males extraordinarios que puede causar el diablo, y ni siquiera en el poder, que nos ha dado Jesús, de expulsar a los demonios. Desde hace tres siglos, la Iglesia Latina -al contrario de la Ortodoxa y de varias denominaciones Protestantes- ha abandonado casi, completamente, el ministerio del exorcismo. Al no practicar los exorcismos, al no estudiarlos y no haberlos visto nunca, el clero ya no cree en ellos. Pero, ni siquiera, cree en el diablo. Tenemos episcopados enteros que se muestran hostiles a los exorcismos. Hay países en los que no existe ni siquiera un solo exorcista, como Alemania, Suiza y Portugal. Una carencia aterradora".

Veamos cómo relata el padre Amorth su desencuentro con el cardenal que heréticamente niega la existencia del demonio:

—Buenos días, eminencia, soy el padre Gabriel Amorth. Soy sacerdote paulino. Vivo en Roma. Soy también el exorcista oficial de la…
—Sé quién es usted. He oído hablar de usted. Por favor, ¿qué desea?
—Necesitaría dialogar con su eminencia.
—¿Con qué fin?
—Pues bien, he formado una asociación de exorcistas. Nos reunimos en Roma para debatir y ayudarnos. Ha de saber que en el mundo somos en realidad muy pocos.
—Escuche, ahora no tengo tiempo. Si quiere puede venir a mi casa mañana. Así me dice lo que desea. Hasta luego.

El cardenal da por terminada la conversación telefónica de manera más bien brusca. O al menos así me lo parece. Algo me dice que no le soy simpático. Intuyo el motivo de esto. Pero sigo queriendo encontrarme con él.

Al día siguiente me hago anunciar en su casa a la hora señalada. Un curita muy educado entra en un salón en el fondo de un corredor. Sale pocos momentos después sin mirarme. Viene hacía mí. Entra en otro salón sin decirme nada.

—¡Adelante!-grita una voz ronca que imagino proviene del salón al fondo del pasillo.

Entro. Su eminencia está sentado en una butaca. Delante de él tiene encendido un televisor. En la mano tiene el mando. Me hace señas de sentarme en una butaca al lado de la televisión. Después de sentarme, apaga la tele.

—Usted quería verme. Pues aquí estoy. Cuénteme.
—Bueno, eminencia. Deseaba informarle sobre el hecho de que, en calidad de exorcista de la diócesis de Roma, he pensado convocar una pequeña asamblea de exorcistas. Somos pocos en el mundo y poquísimos en Italia. He pensado que vernos nos podrá ayudar. Es un «oficio» difícil. Así que he venido aquí solo para informarle acerca de esta iniciativa.
—Pero debe informar a Ruini (el cardenal Camillo Ruini es, en el momento en el que tiene lugar esta conversación, todavía el obispo vicario para la diócesis de Roma, el sucesor del cardenal Ugo Poletti, Nota de la Redacción), no a mí. Yo dirijo una oficina vaticana que en el papel podría tener competencia en esta materia, pero solo en el papel. El que debe ser informado es Ruini.
—Eminencia, Ruini ya ha sido informado. Le he escrito personalmente. Me parece conveniente informarle también a usted...
—Sí, sí, claro está. Ha hecho bien. Pero en cuanto a esta historia del diablo...
—¿Cómo, perdone?
—Digo que... Usted hace el oficio de exorcista, pero los dos sabemos que Satanás no existe, ¿verdad?
—¿Qué quiere decir con «sabemos que no existe»?
—Padre Amorth. Por favor. Usted sabe mejor que yo que todo esto es una superstición. ¿No me querrá hacer creer que usted lo cree de veras?
—Eminencia, me asombra oír estas palabras de una personalidad tan importante como usted.
—¿Le asombra? Pero, ¿por qué? ¿No me venga a decir que usted de verdad cree en eso?
—Yo creo que Satanás existe.
—¿De veras? Yo no. Y espero que nadie lo crea. Difundir ciertos temores no es bueno...
—Pues, sí, eminencia, no tiene que decírmelo. Más bien, si me lo permite, le sugeriría algo.
—Dígame.
—Usted debería leer un libro que quizá le pueda ayudar.
—¿Ah sí? ¿Qué libro, padre Amorth?
—¡Usted debería leer el Evangelio!.

Un silencio glacial reina en la sala.
El cardenal me mira seriamente sin responder. De modo que lo acoso.

—Eminencia, es el Evangelio el que habla del demonio. Es el Evangelio el que nos dice que Jesús expulsa los demonios. Y no solo esto, es el Evangelio el que dice que entre los poderes que ha dado a los apóstoles está el de echar a los demonios. ¿Qué desea hacer, eliminar el Evangelio?
—No, pero yo...
—Eminencia, quiero ser franco con usted. La Iglesia comete un pecado grave al no hablar ya del demonio. Las consecuencias de esta actitud son gravísimas. Cristo vino y luchó. ¿Contra quién? Contra Satanás. Y lo venció. Pero él es todavía libre de tentar al mundo. Hoy. Ahora. ¿Y usted qué hace? ¿Me dice que son solo supersticiones? ¿También el Evangelio es entonces solo superstición? ¿Pero cómo puede la Iglesia explicar el mal sin hablar del demonio?
—Padre Amorth, Jesús expulsa a los demonios, es verdad. ¡Pero es solo una manera de hablar para poner en evidencia el poder de Cristo! El Evangelio es una expresión continua de parábolas. Todas son parábolas. Jesús siempre enseñó con parábolas.
—Pero eminencia, cuando Jesús quiere usar una parábola lo dice claramente. El Evangelio dice: «Jesús les contó esta parábola». Mientras que el Evangelio distingue netamente hechos históricos realmente sucedidos, las curaciones, las enseñanzas, los reproches, los exorcismos, diferenciando a estos de las curaciones. Cuando Jesús expulsa a los demonios no se trata de una parábola, sino de una realidad. No combatió contra un fantasma, sino contra una realidad, de lo contrario se hubiera tratado de una farsa. Muchos santos lucharon contra el demonio, muchos santos fueron tentados por el demonio, piense por ejemplo en las experiencias de los padres del desierto, muchos santos realizaron exorcismos. Entonces, ¿todos habrían sido unos falsos, unos neuróticos? ¿Cómo es posible no creer en la existencia de Satanás?
—Está bien, pero aun admitiendo que fueran hechos reales, aun admitiendo que Jesús sacó los demonios, queda el hecho de que Jesús, con su resurrección, lo venció todo y, por lo tanto, venció también al demonio.
—Sí, es verdad, lo venció todo. Pero esta victoria se debe aplicar y ha de ser encarnada en la vida de cada uno de nosotros. Cristo venció, pero su victoria para nosotros debe ser reafirmada día tras día. Nuestra condición de hombres lo impone. La acción del demonio no fue anulada completamente. El demonio no fue destruido. El Evangelio dice que el demonio existe y que tentó hasta al mismo Cristo. Jesús ha dado las armas, nos las ha dado también a nosotros, para vencerlo. El demonio puede todavía tentarnos, todos podemos ser tentados, como lo demuestra la oración contra el maligno que el mismo Jesús nos enseñó, en el Padrenuestro. Hasta el Vaticano II, al finalizar la misa se decía la oración a san Miguel arcángel, ese pequeño exorcismo compuesto por el papa León XIII y se leía el Prólogo del Evangelio de san Juan precisamente en clave liberadora.

La existencia del demonio es un dogma. Cristo habla de él en la Biblia. Quien niega su realidad no  puede ser católico.
Su Eminencia ya no sabe qué decir. Ni habla ni reacciona. Me levanto, me despido y salgo. Y pienso: ¿Hasta aquí hemos llegado? Y sabiendo que hasta principios del Medievo los exorcistas existían en todas partes. Después, desafortunadamente, algo cambió.
En el primer milenio abundan los grandes padres de la Iglesia que hablan del diablo. Luchan contra él. Lo ven. Por eso hablan de él. Sus testimonios son únicos. Entre los más sugestivos y fuertes están los de los monjes del desierto. Sus batallas contra Satanás tienen un no sé qué de épico.

En Occidente es fuerte la tendencia, en parte debido al derecho romano, a querer regularizarlo todo. Ya a fines del siglo II san Ireneo habla con admiración de los exorcistas como de una categoría aparte, a pesar de que todos pueden pertenecer a ella. En Roma, el papa Cornelio, en una carta suya del 251 es el primero que habla de los exorcistas como de poseedores de un oficio sagrado. Creo que puede considerarse como concluida esta institución del sacramental del exorcismo en el año 416, cuando el papa Inocencio I establece que los exorcismos pueden ser administrados solo después de la autorización episcopal. Esta es la disciplina hasta ahora vigente (con la precisión de que el obispo puede dar la facultad de exorcista solo a los sacerdotes).

Fuente: Catolicidad


Mayo, mes de María
Flor del 28 de mayo:
María, Reina de los apóstoles

Meditación: “Pondré enemistad entre ti (satanás) y la Mujer (María), entre tu linaje y el suyo; y Ella te aplastará la cabeza” (Génesis 13,15). El apostolado ha de hacerse en lucha contra el diablo y los suyos, lo que origina persecuciones a toda la Iglesia, tanto en su cuerpo como en cada familia o individualmente. Somos los apóstoles que San Luis de Montfort señaló para este tiempo, que sólo dispone el Eterno. Sin embargo, la Reina y Capitana del pueblo de Dios dará la victoria a sus seguidores leales que la obedezcan y perseveren en el combate.

Oración: ¡Oh María Reina de los apóstoles!. Tú que has enseñado, protegido y alentado a los apóstoles de todos los siglos, haz que seamos soldados leales y valientes de tu ejército, siendo apóstoles de tu Divino Hijo y propagando los mensajes del Reino, para que todos lleguemos al Cielo, con el Triunfo de tu Corazón Inmaculado y la vuelta de Cristo Resucitado. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Comprometerse a ser un fiel soldado de María, Capitana del ejército de Jesús. Colocar los deseos de Dios por encima de las necesidades propias, con María como puente seguro y firme frente a las preocupaciones de cada día.

Fuente: reinadelcielo.org


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el cursillo de damas a celebrarse del 7 al 10 de Junio en Villa Kempis, Manizales, Caldas, Colombia. Que el Señor les conceda los mejores frutos espirituales.

Pedimos oración por Rosita M., de Nicaragua, que está en estado de coma, para que Dios, por su divina Misericordia, la regrese a la vida, si es su Santa Voluntad.

Pedimos oración por Elena, 70 años, de Canadá, que en fecha próxima se realizará análisis de sangre y ultrasonido para ver el estado de su tiroides; por Hugo, 73 años, de Lima, Perú, afectado por un segundo derrame; por Lucho, 73 años, Lima, Perú, para que Dios permita una buena operación de próstata y lo libre del parkinson; por Edda, 65 años, de Miami, USA, con un virus en la garganta; ypor Espe, para que consiga las medicinas anticáncer.

Pedimos oración por Sara, de Argentina, que ha sufrido una caída con fractura de cadera y deberá ser operada. Que el Señor dirija a los cirujanos para que todo resulte con bien.

Pedimos oración por Mario Francisco R. B., de Santa Fe, de 53 años, viudo hace poco tiempo y con dos hijos y nietos a su cargo, para que Jesús le dé fortaleza ante las dificultades que se le presentan.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


“Intimidad Divina”

El espíritu de la pobreza

El Concilio señala como lacra propia de nuestro tiempo el que muchos –aun entre los cristianos– “incurren como en una idolatría de los bienes materiales, convirtiéndose en siervos en lugar de señores de ellos” (AA 7); y propone como remedio una vuelta sincera al espíritu de pobreza propuesto por Cristo a todos sus seguidores. “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. No amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen y ladrones que socavan y roban; amontonad más bien tesoros en el cielo…, porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mt 5, 3; 6, 19-21). Estas palabras no están reservadas a un grupo de elegidos, sino dirigidas a las muchedumbres, a cuantos quieren seguir la doctrina de Jesús; y es interesante notar que el discurso de la Montaña se abre justamente anunciando la bienaventuranza de la pobreza. El hombre, en efecto, está tan ávido de bienes terrenos, tan preocupado de poseerlos y acumularlos y tan sujeto a ellos, subyugado por ellos, que sólo cuando logra deshacerse de sus lazos, puede comenzar el camino a la santidad o Reino de los Cielos.

El Evangelio no condena el uso ordenado de los bienes terrenos y tampoco el esfuerzo honesto por conseguirlos según la propia condición y necesidad. Jesús mismo ha elegido para sí la vida de obrero y ha querido ganarse el pan con el sudor de su frente; y así era considerado comúnmente como el “hijo del carpintero” (Mt 13, 55). Un padre, una madre de familia tienen el deber de proveer a las necesidades de sus hijos y de asegurarles los medios convenientes de subsistencia. Pero deben evitar engolfarse en los negocios hasta el punto de no tener tiempo ni libertad suficientes para atender a las cosas del espíritu, al culto y servicio de Dios. Antes, los laicos, que por vocación viven implicados “en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo”, están precisamente llamados a “tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios”, valiéndose para este fin de su profesión u oficio, que deben desempeñar “guiados por el espíritu evangélico” de pobreza y desasimiento. De este modo contribuirán “a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento” (LG 31).

Otro aspecto del espíritu de pobreza inculcado por el Señor es el deber de la limosna. Al joven rico no le pidió Jesús sólo vender sus bienes, sino también dar lo recabado a los pobres; y lo mismo propuso a todos sus seguidores. “Vended vuestros bienes y dad limosna” (Lc 12, 33). El concepto de pobreza evangélica no incluye sólo el desasimiento de los bienes temporales, sino la privación de los mismos en favor de los indigentes. El egoísmo y la avaricia son diametralmente opuestos al espíritu de pobreza, el cual sólo es auténtico cuando se abre a la caridad con los hermanos. Sobre este punto se alzó con energía la voz del Concilio recordando “que la mayor parte de la humanidad sufre todavía tan grandes necesidades, que con razón puede decirse que es el propio Cristo quien en los pobres levanta su voz para despertar la caridad de sus discípulos” (GS 88); y por otra parte, todos “los hombres están obligados a ayudar a los pobres, y por cierto no sólo con los bienes supérfluos” (ib. 69).

No me sacian los bienes caducos, Dios mío, ni me sacian los bienes temporales; dame lo que es eterno, concédeme algo de eterno. Dame tu Sabiduría, dame tu Verbo, Dios cabe Dios, y a ti mismo, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estoy a tu puerta como un mendigo. Tú, Señor a quien invoco, no duermes..., antes estás deseoso de dar; pero no das sino a quien pide, para no dar a quien no sabría recibir… Tú no duermes, pues; haz que no se duerma mi fe. Mi alma, deseando saciarse de algún bien excelso e inefable… sintiéndose impedida por la pesadez del cuerpo y comprendiendo que no puede ser saciada en esta vida, te dice: … he descubierto el bien que deseo, conozco lo que puede bastarme, lo reconozco en el deseo de Felipe: Muéstranos al Padre y nos basta… Sé lo que deseo, pero ¿cuándo seré saciado? Señor, mientras vivimos en el cuerpo estamos desterrados lejos de ti… No ama la patria el que encuentra dulce el destierro: yo siento ya la dulzura de la patria y la amargura del destierro… Cualquier cosa que tenga aquí que no seas tú, no me es dulce. No quiero nada de cuanto me has dado si no te das a ti mismo, dador de toda cosa. No caiga de tus oídos esta mi oración, escucha la voz de mi plegaria. (San Agustín)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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