PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2042 ~ Martes
28 de Mayo de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La dependencia y el paternalismo tienen una larga
historia. Los patrones que dispensaban favores como una forma de mantener como
clientes cautivos a sus subordinados, habían propagado su sistema de alianza y
chantajes por todo el mundo del Mediterráneo.
Los contemporáneos del Señor Jesús se habían dejado
contagiar por ese servilismo. Una muestra de esa actitud dependiente aparece al
término de la multiplicación de los panes: los comensales pretenden aumentar la
popularidad del profeta de Nazaret a cambio de panes y peces.
Jesús no sigue su juego, sino que lo exhibe sin rodeos.
La consolidación de una comunidad de cristianos maduros y de ciudadanos
autónomos y responsables es una urgencia que vale la pena afrontar.
Los líderes verdaderamente honestos no mantienen
manipuladas ni sometidas a las personas, al contrario, son agentes al servicio
de la promoción y la autonomía. Los hombres verdaderamente sabios no entregan
su libertad a ninguna figura mesiánica del signo que sea.
La Verdad Católica
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo
ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os
aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o
hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno:
ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con
persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán
últimos y los últimos, primeros».
(Mc 10,28-31)
Comentario
Hoy, como aquel amo que iba cada mañana a la plaza a
buscar trabajadores para su viña, el Señor busca discípulos, seguidores,
amigos. Su llamada es universal. ¡Es una oferta fascinante! El Señor nos da
confianza. Pero pone una condición para ser discípulos, condición que nos puede
desanimar: hay que dejar «casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o
hacienda por mí y por el Evangelio» (Mc 10,29).
¿No hay contrapartida? ¿No habrá recompensa? ¿Esto
aportará algún beneficio? Pedro, en nombre de los Apóstoles, recuerda al
Maestro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28), como
queriendo decir: ¿qué sacaremos de todo eso?
La promesa del Señor es generosa: «El ciento por uno:
ahora en el presente (...) y en el mundo venidero, vida eterna» (Mc 10,30). Él
no se deja ganar en generosidad. Pero añade: «Con persecuciones». Jesús es
realista y no quiere engañar. Ser discípulo suyo, si lo somos de verdad, nos
traerá dificultades, problemas. Pero Jesús considera las persecuciones y las
dificultades como un premio, ya que nos ayudan a crecer, si las sabemos aceptar
y vivir como una ocasión de ganar en madurez y en responsabilidad. Todo aquello
que es motivo de sacrificio nos asemeja a Jesucristo que nos salva por su
muerte en Cruz.
Siempre estamos a tiempo para revisar nuestra vida y
acercarnos más a Jesucristo. Estos tiempos y todo tiempo nos permiten —por
medio de la oración y de los sacramentos— averiguar si entre los discípulos que
Él busca estamos nosotros, y veremos también cuál ha de ser nuestra respuesta a
esta llamada. Al lado de respuestas radicales (como la de los Apóstoles) hay
otras. Para muchos, dejar “casa, hermanos, hermanas, madre, padre...”
significará dejar todo aquello que nos impida vivir en profundidad la amistad
con Jesucristo y, como consecuencia, serle sus testigos ante el mundo. Y esto
es urgente, ¿no te parece?
Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell, Barcelona,
España)
Santoral Católico:
San Germán
Obispo de París
Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de
su colega el obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.
Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que
formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena
suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta
estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su
madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio
con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.
Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el
que compensa los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra
amor y un ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el
desarrollo integral del muchacho que ya despunta en cualidades por encima de lo
común para su edad.
Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo
ordena sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de
Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su
sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de
la ciudad. Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de la casa caminando
por delante con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la
disciplina, el espíritu penitente y la caridad.
Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de
milagros, según el relato de Fortunato. Por lo que cuenta su biógrafo, se había
propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se
fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no
había más; cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían
peligrar su pitanza, llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente,
dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio. También se
narra el milagro de haber apagado con un roción de agua bendita el fuego del
pajar lleno de heno que amenazaba con arruinar el monasterio. Otro más y
curioso es cuando el obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se
hablan de Germán, lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá
hoy se le llamaría «incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al estilo de
lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol, pero Germán no se
marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este
episodio cambió el obispo sus celos por admiración.
El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que
sea nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra
limosnero mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de
Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola
imposición de las manos.
Como su vida fue larga, hubo ocasión de intervenir varias
veces en los acontecimientos de la familia real. Alguno fue doloroso porque un
hombre de bien no puede transigir con la verdad; a Cariberto, rey de París el
hijo de Clotario y, por tanto, nieto de Childeberto, tuvo que excomulgarlo por
sus devaneos con mujeres a las que va uniendo su vida, después de repudiar a la
legítima Ingoberta.
El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo
del 576. Se enterró en la tumba que se había mandado preparar en san
Sinfroniano. El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes
el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los
normandos se llamó ya san Germán. Hoy reposan allí mismo y se veneran en una
urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
En las dificultades
La mayoría de las
situaciones difíciles de la vida son como esas complicadas obras de ingeniería
que enlazan las supercarreteras modernas: aunque nos parezca increíble, todas tienen
alguna salida. Recuerda también que “no hay nadie menos afortunado que el
hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba” (Séneca).
Señor, a veces pretendo un paraíso para ser
feliz. Me lamento porque la vida de cada día está llena de límites, de
imprevistos, de cansancios y preocupaciones. Sin embargo, igualmente me invitas
a ser feliz. Ayúdame a encontrar la felicidad en medio de las dificultades,
sabiendo que estás conmigo. Recuerdo que tu cruz siempre trae bendiciones, y
cuando te ofrezco mis dificultades allí siempre nace una bendición. Te doy
gracias, Señor, por las cosas buenas que aprendo gracias a las dificultades,
porque así me enseñas a convivir, a entregarme y a hacer el bien. Gracias
porque me haces madurar y crecer, y porque estás conmigo en cada momento Amén. P. Víctor Fernández
Aprender de las
dificultades, encontrar a Dios en ellas, seguir luchando por un sueño, son
otros tantos desafíos a superar la mediocridad y el estancamiento. Que no
dramatices las dificultades, porque no pocas veces son fantasmas de la
imaginación que racionaliza nuestras cobardías para no salir de la fácil
rutina. ¡Ánimo, sé valiente y confía en el Señor!
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
“Jóvenes: juéguense la vida por grandes ideales.
Nosotros los cristianos no hemos sido elegidos
por el Señor para las cosas pequeñas…
vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes…
Dios le da las batallas más difíciles a sus mejores
soldados”
Papa Francisco
Tema del día:
La existencia verdadera del
demonio
Narra el padre Gabriel Amorth -el exorcista católico más
reconocido en el mundo- en su obra "El último exorcista; mi batalla contra
Satanás", en el capítulo 7, su desencuentro con un cardenal romano que
había perdido la fe en un dogma fundamental de la Iglesia Católica, en una
verdad enseñada por Dios mismo en el Evangelio: la existencia de Satanás.
El exorcista prefiere no dar el nombre del purpurado,
pero el hecho es real y nos muestra a qué grado ha entrado la herejía
modernista hasta las más altas cumbres de la Iglesia y la importancia que tiene
para los laicos buscar sacerdotes que sostengan firmemente toda la doctrina de
la Iglesia. Jesús dijo: "La sal es
buena; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué será sazonada? Nada vale ni para la
tierra, ni para servir de estiércol; así es que se arroja fuera (como inútil).
Quien tiene oídos para escuchar, atienda bien esto". (Lucas 14:34-35). Hoy
muchos sacerdotes modernistas no creen ya en Satanás como lo ha denunciado no
sólo el padre Amorth, sino también -entre otros- el padre Pedro Mendoza
Pantoja, coordinador general de exorcistas de la arquidiócesis de la ciudad de
México. La sal se ha desvirtuado. "Hay muchos escépticos entre los mismos
sacerdotes", advierte el padre Mendoza. Y agrega: "Olvidan que quien
no cree en la existencia del diablo está fuera del Evangelio".
A la pregunta sobre cuál es el mayor triunfo de Satanás,
contestó el padre Amort: "Que consigue hacer creer que no existe. Y casi
lo ha conseguido. Incluso dentro de la Iglesia. Tenemos un clero y un
episcopado que han dejado de creer en el demonio, en los exorcismos, en los
males extraordinarios que puede causar el diablo, y ni siquiera en el poder,
que nos ha dado Jesús, de expulsar a los demonios. Desde hace tres siglos, la
Iglesia Latina -al contrario de la Ortodoxa y de varias denominaciones
Protestantes- ha abandonado casi, completamente, el ministerio del exorcismo.
Al no practicar los exorcismos, al no estudiarlos y no haberlos visto nunca, el
clero ya no cree en ellos. Pero, ni siquiera, cree en el diablo. Tenemos episcopados
enteros que se muestran hostiles a los exorcismos. Hay países en los que no
existe ni siquiera un solo exorcista, como Alemania, Suiza y Portugal. Una
carencia aterradora".
Veamos cómo relata el padre Amorth su desencuentro con el
cardenal que heréticamente niega la existencia del demonio:
—Buenos días, eminencia, soy el padre Gabriel Amorth. Soy
sacerdote paulino. Vivo en Roma. Soy también el exorcista oficial de la…
—Sé quién es usted. He oído hablar de usted. Por favor,
¿qué desea?
—Necesitaría dialogar con su eminencia.
—¿Con qué fin?
—Pues bien, he formado una asociación de exorcistas. Nos
reunimos en Roma para debatir y ayudarnos. Ha de saber que en el mundo somos en
realidad muy pocos.
—Escuche, ahora no tengo tiempo. Si quiere puede venir a
mi casa mañana. Así me dice lo que desea. Hasta luego.
El cardenal da por terminada la conversación telefónica
de manera más bien brusca. O al menos así me lo parece. Algo me dice que no le
soy simpático. Intuyo el motivo de esto. Pero sigo queriendo encontrarme con
él.
Al día siguiente me hago anunciar en su casa a la hora
señalada. Un curita muy educado entra en un salón en el fondo de un corredor.
Sale pocos momentos después sin mirarme. Viene hacía mí. Entra en otro salón
sin decirme nada.
—¡Adelante!-grita una voz ronca que imagino proviene del
salón al fondo del pasillo.
Entro. Su eminencia está sentado en una butaca. Delante
de él tiene encendido un televisor. En la mano tiene el mando. Me hace señas de
sentarme en una butaca al lado de la televisión. Después de sentarme, apaga la
tele.
—Usted quería verme. Pues aquí estoy. Cuénteme.
—Bueno, eminencia. Deseaba informarle sobre el hecho de
que, en calidad de exorcista de la diócesis de Roma, he pensado convocar una
pequeña asamblea de exorcistas. Somos pocos en el mundo y poquísimos en Italia.
He pensado que vernos nos podrá ayudar. Es un «oficio» difícil. Así que he
venido aquí solo para informarle acerca de esta iniciativa.
—Pero debe informar a Ruini (el cardenal Camillo Ruini
es, en el momento en el que tiene lugar esta conversación, todavía el obispo
vicario para la diócesis de Roma, el sucesor del cardenal Ugo Poletti, Nota de
la Redacción), no a mí. Yo dirijo una oficina vaticana que en el papel podría
tener competencia en esta materia, pero solo en el papel. El que debe ser
informado es Ruini.
—Eminencia, Ruini ya ha sido informado. Le he escrito
personalmente. Me parece conveniente informarle también a usted...
—Sí, sí, claro está. Ha hecho bien. Pero en cuanto a esta
historia del diablo...
—¿Cómo, perdone?
—Digo que... Usted hace el oficio de exorcista, pero los
dos sabemos que Satanás no existe, ¿verdad?
—¿Qué quiere decir con «sabemos que no existe»?
—Padre Amorth. Por favor. Usted sabe mejor que yo que
todo esto es una superstición. ¿No me querrá hacer creer que usted lo cree de
veras?
—Eminencia, me asombra oír estas palabras de una
personalidad tan importante como usted.
—¿Le asombra? Pero, ¿por qué? ¿No me venga a decir que
usted de verdad cree en eso?
—Yo creo que Satanás existe.
—¿De veras? Yo no. Y espero que nadie lo crea. Difundir
ciertos temores no es bueno...
—Pues, sí, eminencia, no tiene que decírmelo. Más bien,
si me lo permite, le sugeriría algo.
—Dígame.
—Usted debería leer un libro que quizá le pueda ayudar.
—¿Ah sí? ¿Qué libro, padre Amorth?
—¡Usted debería leer el Evangelio!.
Un silencio glacial reina en la sala.
El cardenal me mira seriamente sin responder. De modo que
lo acoso.
—Eminencia, es el Evangelio el que habla del demonio. Es
el Evangelio el que nos dice que Jesús expulsa los demonios. Y no solo esto, es
el Evangelio el que dice que entre los poderes que ha dado a los apóstoles está
el de echar a los demonios. ¿Qué desea hacer, eliminar el Evangelio?
—No, pero yo...
—Eminencia, quiero ser franco con usted. La Iglesia
comete un pecado grave al no hablar ya del demonio. Las consecuencias de esta
actitud son gravísimas. Cristo vino y luchó. ¿Contra quién? Contra Satanás. Y
lo venció. Pero él es todavía libre de tentar al mundo. Hoy. Ahora. ¿Y usted
qué hace? ¿Me dice que son solo supersticiones? ¿También el Evangelio es
entonces solo superstición? ¿Pero cómo puede la Iglesia explicar el mal sin
hablar del demonio?
—Padre Amorth, Jesús expulsa a los demonios, es verdad.
¡Pero es solo una manera de hablar para poner en evidencia el poder de Cristo!
El Evangelio es una expresión continua de parábolas. Todas son parábolas. Jesús
siempre enseñó con parábolas.
—Pero eminencia, cuando Jesús quiere usar una parábola lo
dice claramente. El Evangelio dice: «Jesús les contó esta parábola». Mientras
que el Evangelio distingue netamente hechos históricos realmente sucedidos, las
curaciones, las enseñanzas, los reproches, los exorcismos, diferenciando a
estos de las curaciones. Cuando Jesús expulsa a los demonios no se trata de una
parábola, sino de una realidad. No combatió contra un fantasma, sino contra una
realidad, de lo contrario se hubiera tratado de una farsa. Muchos santos
lucharon contra el demonio, muchos santos fueron tentados por el demonio,
piense por ejemplo en las experiencias de los padres del desierto, muchos
santos realizaron exorcismos. Entonces, ¿todos habrían sido unos falsos, unos
neuróticos? ¿Cómo es posible no creer en la existencia de Satanás?
—Está bien, pero aun admitiendo que fueran hechos reales,
aun admitiendo que Jesús sacó los demonios, queda el hecho de que Jesús, con su
resurrección, lo venció todo y, por lo tanto, venció también al demonio.
—Sí, es verdad, lo venció todo. Pero esta victoria se
debe aplicar y ha de ser encarnada en la vida de cada uno de nosotros. Cristo
venció, pero su victoria para nosotros debe ser reafirmada día tras día.
Nuestra condición de hombres lo impone. La acción del demonio no fue anulada
completamente. El demonio no fue destruido. El Evangelio dice que el demonio existe
y que tentó hasta al mismo Cristo. Jesús ha dado las armas, nos las ha dado
también a nosotros, para vencerlo. El demonio puede todavía tentarnos, todos
podemos ser tentados, como lo demuestra la oración contra el maligno que el
mismo Jesús nos enseñó, en el Padrenuestro. Hasta el Vaticano II, al finalizar
la misa se decía la oración a san Miguel arcángel, ese pequeño exorcismo
compuesto por el papa León XIII y se leía el Prólogo del Evangelio de san Juan
precisamente en clave liberadora.
La existencia del demonio es un dogma. Cristo habla de él
en la Biblia. Quien niega su realidad no
puede ser católico.
Su Eminencia ya no sabe qué decir. Ni habla ni reacciona.
Me levanto, me despido y salgo. Y pienso: ¿Hasta aquí hemos llegado? Y sabiendo
que hasta principios del Medievo los exorcistas existían en todas partes.
Después, desafortunadamente, algo cambió.
En el primer milenio abundan los grandes padres de la
Iglesia que hablan del diablo. Luchan contra él. Lo ven. Por eso hablan de él.
Sus testimonios son únicos. Entre los más sugestivos y fuertes están los de los
monjes del desierto. Sus batallas contra Satanás tienen un no sé qué de épico.
En Occidente es fuerte la tendencia, en parte debido al
derecho romano, a querer regularizarlo todo. Ya a fines del siglo II san Ireneo
habla con admiración de los exorcistas como de una categoría aparte, a pesar de
que todos pueden pertenecer a ella. En Roma, el papa Cornelio, en una carta
suya del 251 es el primero que habla de los exorcistas como de poseedores de un
oficio sagrado. Creo que puede considerarse como concluida esta institución del
sacramental del exorcismo en el año 416, cuando el papa Inocencio I establece
que los exorcismos pueden ser administrados solo después de la autorización
episcopal. Esta es la disciplina hasta ahora vigente (con la precisión de que
el obispo puede dar la facultad de exorcista solo a los sacerdotes).
Fuente: Catolicidad
Mayo, mes de María
Flor del 28 de mayo:
María, Reina de los apóstoles
Meditación:
“Pondré enemistad entre ti (satanás) y la Mujer (María), entre tu linaje y el
suyo; y Ella te aplastará la cabeza” (Génesis 13,15). El apostolado ha de
hacerse en lucha contra el diablo y los suyos, lo que origina persecuciones a
toda la Iglesia, tanto en su cuerpo como en cada familia o individualmente.
Somos los apóstoles que San Luis de Montfort señaló para este tiempo, que sólo
dispone el Eterno. Sin embargo, la Reina y Capitana del pueblo de Dios dará la
victoria a sus seguidores leales que la obedezcan y perseveren en el combate.
Oración: ¡Oh
María Reina de los apóstoles!. Tú que has enseñado, protegido y alentado a los
apóstoles de todos los siglos, haz que seamos soldados leales y valientes de tu
ejército, siendo apóstoles de tu Divino Hijo y propagando los mensajes del
Reino, para que todos lleguemos al Cielo, con el Triunfo de tu Corazón
Inmaculado y la vuelta de Cristo Resucitado. Amén.
Decena del Santo
Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para
este día: Comprometerse a ser un fiel soldado de María, Capitana del ejército
de Jesús. Colocar los deseos de Dios por encima de las necesidades propias, con
María como puente seguro y firme frente a las preocupaciones de cada día.
Fuente: reinadelcielo.org
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el cursillo de damas a celebrarse del
7 al 10 de Junio en Villa Kempis, Manizales, Caldas, Colombia. Que el Señor les
conceda los mejores frutos espirituales.
Pedimos oración por Rosita
M., de Nicaragua, que está en estado de coma, para que Dios, por su divina
Misericordia, la regrese a la vida, si es su Santa Voluntad.
Pedimos oración por Elena,
70 años, de Canadá, que en fecha próxima se realizará análisis de sangre y
ultrasonido para ver el estado de su tiroides; por Hugo, 73 años, de Lima, Perú, afectado por un segundo derrame; por Lucho, 73 años, Lima, Perú, para que
Dios permita una buena operación de próstata y lo libre del parkinson; por Edda, 65 años, de Miami, USA, con un
virus en la garganta; ypor Espe,
para que consiga las medicinas anticáncer.
Pedimos oración por Sara,
de Argentina, que ha sufrido una caída con fractura de cadera y deberá ser
operada. Que el Señor dirija a los cirujanos para que todo resulte con bien.
Pedimos oración por Mario Francisco R. B., de Santa Fe, de 53 años, viudo hace poco tiempo y con dos hijos y nietos a su cargo, para que Jesús le dé fortaleza ante las dificultades que se le presentan.
Pedimos oración por Mario Francisco R. B., de Santa Fe, de 53 años, viudo hace poco tiempo y con dos hijos y nietos a su cargo, para que Jesús le dé fortaleza ante las dificultades que se le presentan.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a feluzul@gmail.com y deben
poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin
asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben
pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo
antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
El espíritu de la
pobreza
El Concilio señala como lacra propia de nuestro tiempo el
que muchos –aun entre los cristianos– “incurren como en una idolatría de los
bienes materiales, convirtiéndose en siervos en lugar de señores de ellos” (AA
7); y propone como remedio una vuelta sincera al espíritu de pobreza propuesto
por Cristo a todos sus seguidores. “Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. No amontonéis tesoros en la tierra,
donde hay polilla y herrumbre que corroen y ladrones que socavan y roban;
amontonad más bien tesoros en el cielo…, porque donde está tu tesoro, allí
también estará tu corazón” (Mt 5, 3; 6, 19-21). Estas palabras no están
reservadas a un grupo de elegidos, sino dirigidas a las muchedumbres, a cuantos
quieren seguir la doctrina de Jesús; y es interesante notar que el discurso de
la Montaña se abre justamente anunciando la bienaventuranza de la pobreza. El
hombre, en efecto, está tan ávido de bienes terrenos, tan preocupado de
poseerlos y acumularlos y tan sujeto a ellos, subyugado por ellos, que sólo
cuando logra deshacerse de sus lazos, puede comenzar el camino a la santidad o
Reino de los Cielos.
El Evangelio no condena el uso ordenado de los bienes
terrenos y tampoco el esfuerzo honesto por conseguirlos según la propia
condición y necesidad. Jesús mismo ha elegido para sí la vida de obrero y ha
querido ganarse el pan con el sudor de su frente; y así era considerado
comúnmente como el “hijo del carpintero” (Mt 13, 55). Un padre, una madre de
familia tienen el deber de proveer a las necesidades de sus hijos y de
asegurarles los medios convenientes de subsistencia. Pero deben evitar
engolfarse en los negocios hasta el punto de no tener tiempo ni libertad
suficientes para atender a las cosas del espíritu, al culto y servicio de Dios.
Antes, los laicos, que por vocación viven implicados “en todos y cada uno de
los deberes y ocupaciones del mundo”, están precisamente llamados a “tratar de
obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos
según Dios”, valiéndose para este fin de su profesión u oficio, que deben
desempeñar “guiados por el espíritu evangélico” de pobreza y desasimiento. De
este modo contribuirán “a la santificación del mundo como desde dentro, a modo
de fermento” (LG 31).
Otro aspecto del espíritu de pobreza inculcado por el
Señor es el deber de la limosna. Al joven rico no le pidió Jesús sólo vender
sus bienes, sino también dar lo recabado a los pobres; y lo mismo propuso a
todos sus seguidores. “Vended vuestros bienes y dad limosna” (Lc 12, 33). El
concepto de pobreza evangélica no incluye sólo el desasimiento de los bienes
temporales, sino la privación de los mismos en favor de los indigentes. El
egoísmo y la avaricia son diametralmente opuestos al espíritu de pobreza, el
cual sólo es auténtico cuando se abre a la caridad con los hermanos. Sobre este
punto se alzó con energía la voz del Concilio recordando “que la mayor parte de
la humanidad sufre todavía tan grandes necesidades, que con razón puede decirse
que es el propio Cristo quien en los pobres levanta su voz para despertar la
caridad de sus discípulos” (GS 88); y por otra parte, todos “los hombres están
obligados a ayudar a los pobres, y por cierto no sólo con los bienes
supérfluos” (ib. 69).
No me sacian los
bienes caducos, Dios mío, ni me sacian los bienes temporales; dame lo que es
eterno, concédeme algo de eterno. Dame tu Sabiduría, dame tu Verbo, Dios cabe
Dios, y a ti mismo, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estoy a tu puerta como
un mendigo. Tú, Señor a quien invoco, no duermes..., antes estás deseoso de
dar; pero no das sino a quien pide, para no dar a quien no sabría recibir… Tú
no duermes, pues; haz que no se duerma mi fe. Mi alma, deseando saciarse de
algún bien excelso e inefable… sintiéndose impedida por la pesadez del cuerpo y
comprendiendo que no puede ser saciada en esta vida, te dice: … he descubierto
el bien que deseo, conozco lo que puede bastarme, lo reconozco en el deseo de
Felipe: Muéstranos al Padre y nos basta… Sé lo que deseo, pero ¿cuándo seré
saciado? Señor, mientras vivimos en el cuerpo estamos desterrados lejos de ti…
No ama la patria el que encuentra dulce el destierro: yo siento ya la dulzura
de la patria y la amargura del destierro… Cualquier cosa que tenga aquí que no
seas tú, no me es dulce. No quiero nada de cuanto me has dado si no te das a ti
mismo, dador de toda cosa. No caiga de tus oídos esta mi oración, escucha la
voz de mi plegaria. (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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