PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2034 ~ Lunes
20 de Mayo de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La fiesta de Pentecostés cierra el ciclo pascual. En este
día, la comunidad de los primeros creyentes, apóstoles, discípulos, las mujeres
que acompañaban a Jesús (entre ellas, María, la madre del Señor), recibieron al
Espíritu Santo. Desde entonces, Dios mismo vino a habitar entre nosotros. El
Señor les dio el poder de perdonar los pecados. Para ellos fue como comenzar de
nuevo, como criaturas diferentes, recién creadas por Dios. Así comenzó la
historia con Adán y Eva. Así comenzó nuestra Iglesia: toda pura. La fuerza del
Espíritu no nos convierte automáticamente en santos y perfectos. Continuamos
con nuestras debilidades y tentaciones, pero con la posibilidad de perdonar y
ser perdonados. Esa es la fuerza que hace que la Iglesia, la comunidad de los
creyentes, sea siempre joven, dinámica y que supere crisis, escándalos,
dificultades y problemas que parecen invencibles. Es así desde hace más de 2000
años.
Cuando escuchamos la palabra “iglesia”, inmediatamente
pensamos en edificios muy lindos, grandes o chicos. Pero no hay en el mundo
templo más hermoso que la persona humana, de cualquier raza y condición, porque
en cada uno habita el Espíritu Santo. Este es el gran misterio y el gozo de
Pentecostés: el envío del Espíritu a las personas, que todas unidas formamos la
Iglesia, el pueblo creyente. En estos tiempos de crisis, de dura lucha para
vivir, se busca, a menudo, un momento de paz en las iglesias de material. Y, en
cierta medida, se lo encuentra. Pero mucho más profunda es la paz que puede dar
el Espíritu que habita en nosotros.
¡Feliz cumpleaños, Iglesia! ¡Feliz cumpleaños, comunidad!
Que tengas días serenos, porque el Señor estará contigo hasta el final de los
tiempos.
P. Aderico Dolzani, ssp.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar
donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que
discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a
saludarle. Él les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?». Uno de entre la
gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo
y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos,
rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo
expulsaran, pero no han podido».
Él les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo
estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!». Y se lo
trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y,
cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su
padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?». Le dijo: «Desde
niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él;
pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros». Jesús le dijo: «¡Qué
es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!». Al instante, gritó el
padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!».
Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al
espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él
y no entres más en él». Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con
violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían
que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en
pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos:
«¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?». Les dijo: «Esta clase con nada
puede ser arrojada sino con la oración».
(Mc 9,14-29)
Comentario
Hoy contemplamos —¡una vez más!— al Señor solicitado por
la gente («corrieron a saludarle») y, a la vez, Él solícito de la gente,
sensible a sus necesidades. En primer lugar, cuando sospecha que alguna cosa
pasa, se interesa por el problema.
Interviene uno de los protagonistas, esto es, el padre de
un chico que está poseído por un espíritu maligno: «Maestro, te he traído a mi
hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le
derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido» (Mc
9,17-18).
¡Es terrible el mal que puede llegar a hacer el Diablo!,
una criatura sin caridad. —Señor, ¡hemos de rezar!: «Líbranos del mal». No se
entiende cómo puede haber hoy día voces que dicen que no existe el Diablo, u
otros que le rinden algún tipo de culto... ¡Es absurdo! Nosotros hemos de sacar
una lección de todo ello: ¡no se puede jugar con fuego!
«He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han
podido» (Mc 9,18). Cuando escucha estas palabras, Jesús recibe un disgusto. Se
disgusta, sobre todo, por la falta de fe... Y les falta fe porque han de rezar
más: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración» (Mc 9,29).
La oración es el diálogo “intimista” con Dios. Juan Pablo
II ha afirmado que «la oración comporta siempre una especie de escondimiento con
Cristo en Dios. Sólo en semejante “escondimiento” actúa el Espíritu Santo». En
un ambiente íntimo de escondimiento se practica la asiduidad amistosa con
Jesús, a partir de la cual se genera el incremento de confianza en Él, es
decir, el aumento de la fe.
Pero esta fe, que mueve montañas y expulsa espíritus
malignos («¡Todo es posible para quien cree!») es, sobre todo, un don de Dios.
Nuestra oración, en todo caso, nos pone en disposición para recibir el don.
Pero este don hemos de suplicarlo: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» (Mc 9,24). ¡La
respuesta de Cristo no se hará “rogar”!
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Bernardino de Siena
Presbítero
San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los
Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por
pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo
Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación,
con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en
L’Aquila, del Abruzo, en Italia. (1444)
Taquigrafiados con un método que inventó un discípulo
suyo, los sermones populares de San Bernardino de Siena han llegado hasta
nosotros con toda la naturaleza y el estilo rápido y colorido con que los
pronunciaba en las diversas plazas italianas. Al releerlos hoy, se descubre en
ellos la actualidad de los temas, entre los más recurrentes el de la caridad,
la unidad, la armonía y la justicia. Atacaba la avaricia de los nuevos ricos,
comerciantes, banqueros, usureros, negociantes: “Sé muy bien que los bienes que
tú tienes no son tuyos; Dios los ha dado al mundo para provecho del hombre: no
son del hombre, no, sino para las necesidades del hombre”.
Dirigía palabras durísimas a los que “renegaban de Dios
por una cabeza de ajo”, y a “las fieras de largas uñas que roen los huesos del
pobre”. “Si tú tienes muchos bienes y no tienes necesidad de ellos, y no los
regalas y mueres, vas a parar a una casa muy caliente”.
Aun después de su muerte, acaecida en la ciudad de
Aquila, en 1444, San Bernardino continuó su obra de pacificación. En efecto,
había llegado a esa ciudad casi moribundo y no pudo predicar los sermones que
se había propuesto. Como las luchas seguían entre los bandos, su cuerpo comenzó
dentro del cajón a echar sangre a borbotones, y el chorro de sangre cesó
solamente cuando los ciudadanos de Aquila pactaron la paz. En acción de gracias
decretaron la construcción de un magnífico monumento sepulcral, llevado a cabo
después por Silvestre de Santiago.
San Bernardino fue canonizado en 1450, es decir, a los
seis años de su muerte, y había nacido en 1380 en Massa Marittima, de una noble
familia de Siena. Como quedó huérfano de ambos padres, siendo todavía muy niño,
lo criaron dos tías. Estudió en Siena hasta los 22 años, y después abandonó la
vida mundana para vestir el hábito franciscano. Dentro de la Orden fue uno de
los principales propulsores de la reforma de los franciscanos observantes.
Difundió la devoción al santísimo nombre de Jesús, y en unas tablitas de madera
hizo grabar el monograma “JHS” que le hacía besar al público al final de sus
sermones.
Es el santo patrono de: los anunciantes; la publicidad;
contra la ronquera; para pedir por los adictos a los juegos de azar; el
personal de relaciones públicas; problemas respiratorios; de la diócesis de San
Bernardino en California, E.E.U.U., y de Italia.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Un solo copo de nieve
Mucha sabiduría
tiene el refrán que no pocas veces habrás oído, “Grano no hace granero pero
ayuda al compañero”. En efecto, paso tras paso se llega a la cumbre, ladrillo
tras ladrillo se edifican los palacios y hachazo tras hachazo se derriban los
árboles gigantes. Medita hoy una fábula moderna. En ella valorarás cómo
pequeños aportes conducen a metas significativas.
"Dime, ¿cuánto pesa un copo de
nieve?", preguntó un pájaro a una paloma del bosque. "Nada, no pesa
nada de nada", contestó. "Si lo crees así, te contaré una
historia". "Me senté en la rama de un abeto y empezó a nevar, fui
contando los copos de nieve mientras caían suavemente sobre las ramitas de mi
rama. El número exacto fue de 3.741.952. Cuando cayó el que hacía 3.741.953,
que no pesaba nada de nada, como tú dices, la rama se rompió." Dicho esto
el pájaro salió volando y la paloma reflexionando pensó: "Quizás tan solo
hace falta la voz de una sola persona para que venga la paz". (Kurt
Kanter).
Podrías sumarte a
las grandes campañas humanitarias promovidas por gente idealista y de buen corazón.
Sabemos que juntando voces anónimas se creó clima favorable para posibilitar el
voto femenino, eliminar la discriminación racial, defender el medioambiente,
etc. Pero, que luches siempre por auténticos valores, éticamente indiscutibles.
Padre Natalio
La frase de hoy
“Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo.
Cuando les pregunto por qué tienen hambre, me tildan de comunista”
Helder Cámara
Tema del día:
“Pequeñas Semillitas” dejará
de publicarse
Con profunda pena debo comunicar que el viernes 31 de
mayo próximo, “Pequeñas Semillitas” dejará de publicarse, ante la imposibilidad
material de mantener los diversos apostolados que realizo a través de internet.
Esta es una decisión que he tomado como fruto de una serena, detenida y profunda
reflexión, pidiendo al Señor que a través de su Espíritu me iluminara para
hacer lo correcto en esta difícil situación.
En ocasiones anteriores hice llamados a colaborar en el
sostenimiento de estas tareas, pero los resultados fueron muy pobres. A la
fecha hay solamente unas 10 (DIEZ) personas que todos los meses hacen un aporte
fijo y otras doce que lo hacen más esporádicamente. Si pensamos que cada mañana
reciben “Pequeñas Semillitas”, en envío directo por correo electrónico, más de
22.000 personas, y por reenvíos unas 10.000 más, es muy triste comprobar que
solo diez personas sean capaces de colaborar en el sostenimiento de este
servicio. Diez personas entre treinta mil beneficiarios... Parece ser que los
católicos somos muy egoístas y muy descomprometidos. En tal sentido deberíamos
aprender de nuestros hermanos de otras religiones que de verdad se juegan por
su fe.
Acceder a mis sitios, tanto páginas de internet, como
correo electrónico, como Facebook (tres muros) o Twitter, siempre ha sido gratis
y nunca podría dejar de serlo. No obstante, al igual que la mayoría de las
grandes páginas católicas de internet (y no digo que las mías sean grandes,
sino que sólo comparo situaciones), se necesita apoyo económico voluntario de
los lectores para poder sostener los numerosos costos que demanda su
mantenimiento. Y mientras los grandes sitios católicos internacionales son
fruto del trabajo de un equipo de personas y cuentan con apoyo de sponsors (publicidad) para sostenerse,
mis páginas son el resultado de mi único y exclusivo trabajo personal diario
(todos los días del año) y no tienen ninguna clase de apoyo de empresas ni otro
tipo de padrinazgos publicitarios que permitan sostener el enorme esfuerzo que
me significa llevarlas adelante.
El hecho de ser el único realizador de todo el trabajo de
estas páginas, significa muchas horas diarias buscando textos, seleccionando
material, editando fotos, redactando pedidos de oración, compaginando la página
para editarla cada día del año, etc. etc. etc.... Por un lado, esas muchas
horas diarias se las quito a mi descanso (cosa que ofrezco con gusto), y a la
atención de mi familia (ellos ya se han acostumbrado). Pero por el otro lado,
esas muchas horas trabajando en las páginas y muros significan una reducción drástica
del tiempo dedicado a mi profesión con la consiguiente pérdida de ingresos que
en estos últimos tiempos se ha hecho muy significativa.
Por ese motivo es que en tres oportunidades en los
últimos dos años he hecho llamados a colaborar con el sostenimiento económico
de esta obra, con los resultados tan escasos que acabo de mencionar en el
tercer párrafo. Ya en la última ocasión que publiqué el pedido de colaboración
escribí: “Lo que se busca es conseguir nuevos aportantes voluntarios que
apadrinen estas páginas con una continuidad mensual que permita planificar y
asegurar una permanencia y un crecimiento de este esfuerzo que llega a miles de
lectores cada día y se descarte totalmente el riesgo de tener que interrumpirlo
por falta de apoyos”.
Lamentablemente eso no se ha dado y ante esa situación,
debo tomar una decisión dura y difícil: no puedo abandonar mi trabajo habitual
porque es el sustento de mi familia, tampoco voy a abandonar mi tarea
parroquial y pastoral. Entonces lo que debo dejar es lo que más tiempo me
consume y lamentablemente eso es “Pequeñas Semillitas”.
Por eso, la edición del viernes 31 de mayo, será la
última de “Pequeñas Semillitas”. Y también quedará desactivada la página (blog)
de internet y el muro de Facebook que llevan el mismo nombre.
Esta situación sólo podría revertirse en caso de
conseguirse los apoyos permanentes necesarios, que podrían venir de nuevas
personas voluntarias, de grupos, de fundaciones o de empresas que quisieran
sostener este esfuerzo. Si eso se llegara a conseguir, las “Pequeñas
Semillitas” proseguirían y podrían crecer aún más. De lo contrario, finalizan
indefectiblemente en la fecha señalada.
Entre tanto, a las pocas personas que con toda constancia
y generosidad han colaborado hasta acá todos los meses con “Pequeñas
Semillitas”, les debo mi eterno agradecimiento y trataré de seguirles enviando
únicamente el Evangelio de cada día.
Muchas gracias por haberme acompañado durante ocho años.
Que María Auxiliadora (cuya imagen, obsequio del P. José Cuesta sdb, está al
lado de mi sitio de trabajo) sea mediadora de la gracia de poder salvar esta
página católica que a muchas personas les ha hecho tanto bien.
Dios los bendiga a todos y si no nos volvemos a
encontrar, les pido que no dejen de rezar cada día por el Papa Francisco.
Felipe
Una plegaria a María
Miro tu imagen madre,
y me lleno de paz al sentir tu presencia.
Tu rostro me subyuga, me acaricia, me doblega,
recordándome mi vulnerabilidad y vuelvo a sentirme
niña/o.
Te pido que me ampares y fortalezcas,
para hacer lo que debo hacer en este día que se inicia
y que no permitas que suelte tu mano
haciendo un uso
incorrecto de mi libertad.
Te pido tu misericordia
para esperarme siempre
y perdonarme,
cuando me aparto del camino que debo seguir.
Te pido que me auxilies con tu buen consejo,
para ser humilde,obediente y disponible
y que ilumines mi mente y ablandes mi corazón
para revisar mis actos.
Tus brazos me sostienen y recibo la fuerza del Espíritu,
siento tu poderosa intercesión y que has dado respuesta a
mi plegaria.
Amén
Isabel Grillo
Mayo, mes de María
Flor del 20 de mayo:
María Corredentora
Meditación:
Llegaron los días del Calvario para el Hijo, el Cristo…y también para la Madre.
Cristo se entrega, María se entrega y entrega al Cordero de Dios en oblación de
amor. ¡Qué dolor!. La Madre sigue el rastro de la Santa Sangre en la calle de
la amargura, el Gólgota. Busca en su Dulce Jesús la preciosa mirada del Niño
que alguna vez acunaba. El Cristo, su Cristo es una sola Llaga…y la miraba…su
Corazón traspasado, también Sangre derramaba al ver la tragedia Sagrada, veía
los Clavos como taladraban aquellas Manos que un día la acariciaban…y aquellos
Pies que tanto caminaron sanando y santificando la tierra seca fruto del
pecado. Ella que escuchó Sus primeras Palabras también las últimas escuchaba…y
Su última mirada…a Su Madre amada sólo Amor confesaba…Su último latido, el de
su Niño que había perdido. El Padre le pidió lo que Abraham ofreció, pero Ello
tomó ese cáliz y lo bebió hasta el final. Perdón María porque sola te dejamos,
porque no queremos nuestro pequeño calvario, perdón por preferir sólo vivir
para mí, lleno de egoísmos y de vacíos, perdón por decir que mi cruz es pesada,
si tú por mí haz sido también clavada…clavada espiritualmente la Madre, clavado
en Su Cruz el Hijo, y todos esos Clavos debieron ser míos.
Oración: ¡Oh
María Dolorosa, Oh Madre Corredentora!. Hazme un alma piadosa que esté junto a
tí en el Calvario y permíteme participar del dolor de la Cruz para ser como tú,
para asemejarme al Rey, y así poderlo ver. Amén.
Decena del Santo
Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para
este día: Meditar sobre nuestro destino de corredención junto a la Madre,
que nos enseña el camino de la Cruz y nos invita a recorrerlo junto a Su Hijo,
Jesús, como Ella lo hizo.
Fuente: reinadelcielo.org
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud del Padre Hugo Bastos, párroco de Nuestra Señora de la Merced, en
Achiras, Córdoba, Argentina, que hoy será operado en la ciudad de Río Cuarto.
Que el Señor esté junto a él y le conceda una pronta recuperación.
Pedimos oración por Karina,
35 años, de Buenos Aires, Argentina, con un problema neurológico. También por
su esposo y sus tres hijos pequeños.
Pedimos oración por Laura,
joven estudiante de medicina de la provincia de Buenos Aires, enferma de
leucemia bajo quimioterapia y en espera de la posibilidad de un trasplante de
médula. Que la Santísima Virgen la acompañe.
Pedimos oración por Andrea,
19 años, de Guatemala, internada en recuperación por trasplante de riñón donado
por su mamá.
Pedimos oración por la salud física y espiritual de Elsa S., de Buenos Aires, Argentina.
Pedimos oración por Eduardo,
de Chile, enfermo con cáncer de páncreas muy grave, rogando a Dios que le
conceda lo que sea mejor para que no sufra más.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
“Intimidad Divina”
Función profética
de los fieles
“¡Oh señor!... haz que tus fieles, revestidos de la
dignidad real, sacerdotal y profética en virtud del sacramento [del bautismo]
por ti instituido, sean invadidos por el don de tu gracia incorruptible” (Misa del Crisma). Esta oración del
antiguo Misal Romano sintetiza estupendamente las prerrogativas del sacerdocio
común de los fieles, los cuales, además de tener una dignidad sacerdotal que
les habilita para el culto divino, en especial para los actos sacramentales y
la participación en el sacrificio eucarístico, tienen también una dignidad y
una función profética y real, como reflejo de la gracia de Cristo –sacerdote,
profeta y rey– en la que fueron regenerados. El cometido del profeta no es
tanto anunciar sucesos futuros cuanto mantener despierto entre los hombres el
sentido de lo religioso, como hacían los profetas del Antiguo Testamento, los
cuales no cesaban de recordar al pueblo de Israel la existencia del Dios
verdadero y el culto a él debido. Esto sigue siendo necesario y urgente en la
sociedad moderna tan distraída e indiferente y aun con frecuencia hostil a Dios
y a la religión. Justamente a los laicos que viven en medio de esta sociedad,
les incumbe el cometido delicado de llevar el Evangelio a todo ambiente, sector
o estado de la vida social, actuando en ellos como levadura en la masa. “Dios
llama a los seglares a que, con el fervor del espíritu cristiano, ejerzan su
apostolado en el mundo a la manera de fermento” (AA 2).
El anuncio oficial del Evangelio está confiado
directamente a los sacerdotes, misioneros y religiosos; pero el anuncio
corriente es cometido especial de los seglares, los cuales, estando inmersos en
la sociedad, tienen la posibilidad de llegar a los hombres uno por uno, casa
por casa, tanto en los puestos de trabajo como en los lugares de recreo. San
Pedro exhortaba a los primeros cristianos: estad “siempre dispuestos a dar
esperanza a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15), y en
los Hechos se lee que los fieles “predicaban la Palabra de Dios con valentía”
(4, 31). Sin embargo, el mismo San Pedro prosigue su exhortación recomendando
el hacerlo “con dulzura y respeto” (ib. 16); el anuncio del Evangelio ha de
unir siempre el amor de la verdad a las virtudes evangélicas de mansedumbre y
humildad. La palabra ha de estar acompañada con el testimonio de vida, o más
bien es éste el que debe tener el primer puesto; hay que obrar siempre
manteniendo “una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara,
sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo” (ib.
16). No debe nunca la conducta contradecir con las obras lo que se anuncia con
las palabras.
Es preciso superar la mentalidad individualista que
considera la fe, la salvación y la santidad como hechos puramente personales y
que piensa está en regla con procurar esas cosas para sí. Por el contrario, el
cristiano no lo es del todo si no vive
la gracia de Cristo en su totalidad, y esa gracia implica el empeño de anunciar
el Evangelio. Precisa el Concilio: “El precepto de la caridad, que es el
mandamiento máximo del Señor urge a todos los cristianos a procurar la gloria
de Dios por el advenimiento de su reino y la vida eterna a todos los hombres…
Por consiguiente a todos los cristianos se impone la gloriosa tarea de trabajar
para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado en todas
partes por todos los hombres” (AA 3).
Oh Señor, la idea
del testimonio invade toda mi vida interior. Vivir de modo que pueda en todo
momento dar testimonio de ti, ¡oh Cristo!, que cada instante de mi tiempo, como
los trozos del pan que multiplicaste, sea testigo de tu omnipotencia y
misericordia. Los trozos de pan testificaban tu omnipotencia obradora del
milagro y tu suave misericordia inspiradora del mismo. Haz que eso mismo
testimonie nuestra vida por la paz, la bondad, la serenidad de cada instante,
la unión continua contigo, la donación incesante de la caridad. Llevar en medio
del mundo y de la sociedad un alma santa, pero santa de veras, con una
amabilidad terrena consumada y una santidad celestial perfecta. ¡Qué ideal! Dar
al mundo un testimonio perfecto de ti, ¡oh Cristo! Con todo si fuese santo, lo
lograría. ¿Qué pena no ser santo! ¡Saber amar en la plenitud de Dios!, ¡saber
hacer sentir en cada palabra la caridad!; hacer que en cada gesto exterior
vibre un acto de amor de Dios tan poderoso, tan profundo, tan absoluto, que
obtenga para cada uno la gracia. ¡Es la santidad! Señor, dámela, hazme santo.
Te lo pido con cada gota de mi sangre, absoluta y enteramente santo. Dame una
voluntad de acero, porque sólo el alma fuerte puede alcanzar esta inmensa
gracia. (G. Canovai)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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