lunes, 20 de mayo de 2013

Pequeñas Semillitas 2034


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2034 ~ Lunes 20 de Mayo de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
La fiesta de Pentecostés cierra el ciclo pascual. En este día, la comunidad de los primeros creyentes, apóstoles, discípulos, las mujeres que acompañaban a Jesús (entre ellas, María, la madre del Señor), recibieron al Espíritu Santo. Desde entonces, Dios mismo vino a habitar entre nosotros. El Señor les dio el poder de perdonar los pecados. Para ellos fue como comenzar de nuevo, como criaturas diferentes, recién creadas por Dios. Así comenzó la historia con Adán y Eva. Así comenzó nuestra Iglesia: toda pura. La fuerza del Espíritu no nos convierte automáticamente en santos y perfectos. Continuamos con nuestras debilidades y tentaciones, pero con la posibilidad de perdonar y ser perdonados. Esa es la fuerza que hace que la Iglesia, la comunidad de los creyentes, sea siempre joven, dinámica y que supere crisis, escándalos, dificultades y problemas que parecen invencibles. Es así desde hace más de 2000 años.
Cuando escuchamos la palabra “iglesia”, inmediatamente pensamos en edificios muy lindos, grandes o chicos. Pero no hay en el mundo templo más hermoso que la persona humana, de cualquier raza y condición, porque en cada uno habita el Espíritu Santo. Este es el gran misterio y el gozo de Pentecostés: el envío del Espíritu a las personas, que todas unidas formamos la Iglesia, el pueblo creyente. En estos tiempos de crisis, de dura lucha para vivir, se busca, a menudo, un momento de paz en las iglesias de material. Y, en cierta medida, se lo encuentra. Pero mucho más profunda es la paz que puede dar el Espíritu que habita en nosotros.
¡Feliz cumpleaños, Iglesia! ¡Feliz cumpleaños, comunidad! Que tengas días serenos, porque el Señor estará contigo hasta el final de los tiempos.
P. Aderico Dolzani, ssp.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?». Uno de entre la gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido».
Él les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!». Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?». Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros». Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!». Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!».
Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él». Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?». Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración».
(Mc 9,14-29)

Comentario
Hoy contemplamos —¡una vez más!— al Señor solicitado por la gente («corrieron a saludarle») y, a la vez, Él solícito de la gente, sensible a sus necesidades. En primer lugar, cuando sospecha que alguna cosa pasa, se interesa por el problema.
Interviene uno de los protagonistas, esto es, el padre de un chico que está poseído por un espíritu maligno: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido» (Mc 9,17-18).
¡Es terrible el mal que puede llegar a hacer el Diablo!, una criatura sin caridad. —Señor, ¡hemos de rezar!: «Líbranos del mal». No se entiende cómo puede haber hoy día voces que dicen que no existe el Diablo, u otros que le rinden algún tipo de culto... ¡Es absurdo! Nosotros hemos de sacar una lección de todo ello: ¡no se puede jugar con fuego!
«He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido» (Mc 9,18). Cuando escucha estas palabras, Jesús recibe un disgusto. Se disgusta, sobre todo, por la falta de fe... Y les falta fe porque han de rezar más: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración» (Mc 9,29).
La oración es el diálogo “intimista” con Dios. Juan Pablo II ha afirmado que «la oración comporta siempre una especie de escondimiento con Cristo en Dios. Sólo en semejante “escondimiento” actúa el Espíritu Santo». En un ambiente íntimo de escondimiento se practica la asiduidad amistosa con Jesús, a partir de la cual se genera el incremento de confianza en Él, es decir, el aumento de la fe.
Pero esta fe, que mueve montañas y expulsa espíritus malignos («¡Todo es posible para quien cree!») es, sobre todo, un don de Dios. Nuestra oración, en todo caso, nos pone en disposición para recibir el don. Pero este don hemos de suplicarlo: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» (Mc 9,24). ¡La respuesta de Cristo no se hará “rogar”!
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Bernardino de Siena
Presbítero

San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en L’Aquila, del Abruzo, en Italia. (1444)

Taquigrafiados con un método que inventó un discípulo suyo, los sermones populares de San Bernardino de Siena han llegado hasta nosotros con toda la naturaleza y el estilo rápido y colorido con que los pronunciaba en las diversas plazas italianas. Al releerlos hoy, se descubre en ellos la actualidad de los temas, entre los más recurrentes el de la caridad, la unidad, la armonía y la justicia. Atacaba la avaricia de los nuevos ricos, comerciantes, banqueros, usureros, negociantes: “Sé muy bien que los bienes que tú tienes no son tuyos; Dios los ha dado al mundo para provecho del hombre: no son del hombre, no, sino para las necesidades del hombre”.

Dirigía palabras durísimas a los que “renegaban de Dios por una cabeza de ajo”, y a “las fieras de largas uñas que roen los huesos del pobre”. “Si tú tienes muchos bienes y no tienes necesidad de ellos, y no los regalas y mueres, vas a parar a una casa muy caliente”.

Aun después de su muerte, acaecida en la ciudad de Aquila, en 1444, San Bernardino continuó su obra de pacificación. En efecto, había llegado a esa ciudad casi moribundo y no pudo predicar los sermones que se había propuesto. Como las luchas seguían entre los bandos, su cuerpo comenzó dentro del cajón a echar sangre a borbotones, y el chorro de sangre cesó solamente cuando los ciudadanos de Aquila pactaron la paz. En acción de gracias decretaron la construcción de un magnífico monumento sepulcral, llevado a cabo después por Silvestre de Santiago.

San Bernardino fue canonizado en 1450, es decir, a los seis años de su muerte, y había nacido en 1380 en Massa Marittima, de una noble familia de Siena. Como quedó huérfano de ambos padres, siendo todavía muy niño, lo criaron dos tías. Estudió en Siena hasta los 22 años, y después abandonó la vida mundana para vestir el hábito franciscano. Dentro de la Orden fue uno de los principales propulsores de la reforma de los franciscanos observantes. Difundió la devoción al santísimo nombre de Jesús, y en unas tablitas de madera hizo grabar el monograma “JHS” que le hacía besar al público al final de sus sermones.

Es el santo patrono de: los anunciantes; la publicidad; contra la ronquera; para pedir por los adictos a los juegos de azar; el personal de relaciones públicas; problemas respiratorios; de la diócesis de San Bernardino en California, E.E.U.U., y de Italia.

Fuente: Catholic.net

¡Buenos días!

Un solo copo de nieve

Mucha sabiduría tiene el refrán que no pocas veces habrás oído, “Grano no hace granero pero ayuda al compañero”. En efecto, paso tras paso se llega a la cumbre, ladrillo tras ladrillo se edifican los palacios y hachazo tras hachazo se derriban los árboles gigantes. Medita hoy una fábula moderna. En ella valorarás cómo pequeños aportes conducen a metas significativas.

"Dime, ¿cuánto pesa un copo de nieve?", preguntó un pájaro a una paloma del bosque. "Nada, no pesa nada de nada", contestó. "Si lo crees así, te contaré una historia". "Me senté en la rama de un abeto y empezó a nevar, fui contando los copos de nieve mientras caían suavemente sobre las ramitas de mi rama. El número exacto fue de 3.741.952. Cuando cayó el que hacía 3.741.953, que no pesaba nada de nada, como tú dices, la rama se rompió." Dicho esto el pájaro salió volando y la paloma reflexionando pensó: "Quizás tan solo hace falta la voz de una sola persona para que venga la paz". (Kurt Kanter).

Podrías sumarte a las grandes campañas humanitarias promovidas por gente idealista y de buen corazón. Sabemos que juntando voces anónimas se creó clima favorable para posibilitar el voto femenino, eliminar la discriminación racial, defender el medioambiente, etc. Pero, que luches siempre por auténticos valores, éticamente indiscutibles.

Padre Natalio


La frase de hoy

“Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo.
Cuando les pregunto por qué tienen hambre, me tildan de comunista”
Helder Cámara


Tema del día:
“Pequeñas Semillitas” dejará de publicarse

Con profunda pena debo comunicar que el viernes 31 de mayo próximo, “Pequeñas Semillitas” dejará de publicarse, ante la imposibilidad material de mantener los diversos apostolados que realizo a través de internet. Esta es una decisión que he tomado como fruto de una serena, detenida y profunda reflexión, pidiendo al Señor que a través de su Espíritu me iluminara para hacer lo correcto en esta difícil situación.

En ocasiones anteriores hice llamados a colaborar en el sostenimiento de estas tareas, pero los resultados fueron muy pobres. A la fecha hay solamente unas 10 (DIEZ) personas que todos los meses hacen un aporte fijo y otras doce que lo hacen más esporádicamente. Si pensamos que cada mañana reciben “Pequeñas Semillitas”, en envío directo por correo electrónico, más de 22.000 personas, y por reenvíos unas 10.000 más, es muy triste comprobar que solo diez personas sean capaces de colaborar en el sostenimiento de este servicio. Diez personas entre treinta mil beneficiarios... Parece ser que los católicos somos muy egoístas y muy descomprometidos. En tal sentido deberíamos aprender de nuestros hermanos de otras religiones que de verdad se juegan por su fe.

Acceder a mis sitios, tanto páginas de internet, como correo electrónico, como Facebook (tres muros) o Twitter, siempre ha sido gratis y nunca podría dejar de serlo. No obstante, al igual que la mayoría de las grandes páginas católicas de internet (y no digo que las mías sean grandes, sino que sólo comparo situaciones), se necesita apoyo económico voluntario de los lectores para poder sostener los numerosos costos que demanda su mantenimiento. Y mientras los grandes sitios católicos internacionales son fruto del trabajo de un equipo de personas y cuentan con apoyo de sponsors (publicidad) para sostenerse, mis páginas son el resultado de mi único y exclusivo trabajo personal diario (todos los días del año) y no tienen ninguna clase de apoyo de empresas ni otro tipo de padrinazgos publicitarios que permitan sostener el enorme esfuerzo que me significa llevarlas adelante.

El hecho de ser el único realizador de todo el trabajo de estas páginas, significa muchas horas diarias buscando textos, seleccionando material, editando fotos, redactando pedidos de oración, compaginando la página para editarla cada día del año, etc. etc. etc.... Por un lado, esas muchas horas diarias se las quito a mi descanso (cosa que ofrezco con gusto), y a la atención de mi familia (ellos ya se han acostumbrado). Pero por el otro lado, esas muchas horas trabajando en las páginas y muros significan una reducción drástica del tiempo dedicado a mi profesión con la consiguiente pérdida de ingresos que en estos últimos tiempos se ha hecho muy significativa.

Por ese motivo es que en tres oportunidades en los últimos dos años he hecho llamados a colaborar con el sostenimiento económico de esta obra, con los resultados tan escasos que acabo de mencionar en el tercer párrafo. Ya en la última ocasión que publiqué el pedido de colaboración escribí: “Lo que se busca es conseguir nuevos aportantes voluntarios que apadrinen estas páginas con una continuidad mensual que permita planificar y asegurar una permanencia y un crecimiento de este esfuerzo que llega a miles de lectores cada día y se descarte totalmente el riesgo de tener que interrumpirlo por falta de apoyos”.

Lamentablemente eso no se ha dado y ante esa situación, debo tomar una decisión dura y difícil: no puedo abandonar mi trabajo habitual porque es el sustento de mi familia, tampoco voy a abandonar mi tarea parroquial y pastoral. Entonces lo que debo dejar es lo que más tiempo me consume y lamentablemente eso es “Pequeñas Semillitas”.

Por eso, la edición del viernes 31 de mayo, será la última de “Pequeñas Semillitas”. Y también quedará desactivada la página (blog) de internet y el muro de Facebook que llevan el mismo nombre.

Esta situación sólo podría revertirse en caso de conseguirse los apoyos permanentes necesarios, que podrían venir de nuevas personas voluntarias, de grupos, de fundaciones o de empresas que quisieran sostener este esfuerzo. Si eso se llegara a conseguir, las “Pequeñas Semillitas” proseguirían y podrían crecer aún más. De lo contrario, finalizan indefectiblemente en la fecha señalada.

Entre tanto, a las pocas personas que con toda constancia y generosidad han colaborado hasta acá todos los meses con “Pequeñas Semillitas”, les debo mi eterno agradecimiento y trataré de seguirles enviando únicamente el Evangelio de cada día.

Muchas gracias por haberme acompañado durante ocho años. Que María Auxiliadora (cuya imagen, obsequio del P. José Cuesta sdb, está al lado de mi sitio de trabajo) sea mediadora de la gracia de poder salvar esta página católica que a muchas personas les ha hecho tanto bien.

Dios los bendiga a todos y si no nos volvemos a encontrar, les pido que no dejen de rezar cada día por el Papa Francisco.

Felipe


Una plegaria a María

Miro tu imagen madre,
y me lleno de paz al sentir tu presencia.
Tu rostro me subyuga, me acaricia, me doblega,
recordándome mi vulnerabilidad y vuelvo a sentirme niña/o.
Te pido que me ampares y fortalezcas,
para hacer lo que debo hacer en este día que se inicia
y que no permitas que suelte tu mano
haciendo un  uso incorrecto de mi libertad.
Te pido tu misericordia
para esperarme siempre  y perdonarme,
cuando me aparto del camino que debo seguir.
Te pido que me auxilies con tu buen consejo,
para ser humilde,obediente y disponible
y que ilumines mi mente y ablandes mi corazón
para revisar mis actos.
Tus brazos me sostienen y recibo la fuerza del Espíritu,
siento tu poderosa intercesión y que has dado respuesta a mi plegaria.
Amén

Isabel Grillo


Mayo, mes de María
Flor del 20 de mayo:
María Corredentora

Meditación: Llegaron los días del Calvario para el Hijo, el Cristo…y también para la Madre. Cristo se entrega, María se entrega y entrega al Cordero de Dios en oblación de amor. ¡Qué dolor!. La Madre sigue el rastro de la Santa Sangre en la calle de la amargura, el Gólgota. Busca en su Dulce Jesús la preciosa mirada del Niño que alguna vez acunaba. El Cristo, su Cristo es una sola Llaga…y la miraba…su Corazón traspasado, también Sangre derramaba al ver la tragedia Sagrada, veía los Clavos como taladraban aquellas Manos que un día la acariciaban…y aquellos Pies que tanto caminaron sanando y santificando la tierra seca fruto del pecado. Ella que escuchó Sus primeras Palabras también las últimas escuchaba…y Su última mirada…a Su Madre amada sólo Amor confesaba…Su último latido, el de su Niño que había perdido. El Padre le pidió lo que Abraham ofreció, pero Ello tomó ese cáliz y lo bebió hasta el final. Perdón María porque sola te dejamos, porque no queremos nuestro pequeño calvario, perdón por preferir sólo vivir para mí, lleno de egoísmos y de vacíos, perdón por decir que mi cruz es pesada, si tú por mí haz sido también clavada…clavada espiritualmente la Madre, clavado en Su Cruz el Hijo, y todos esos Clavos debieron ser míos.

Oración: ¡Oh María Dolorosa, Oh Madre Corredentora!. Hazme un alma piadosa que esté junto a tí en el Calvario y permíteme participar del dolor de la Cruz para ser como tú, para asemejarme al Rey, y así poderlo ver. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Meditar sobre nuestro destino de corredención junto a la Madre, que nos enseña el camino de la Cruz y nos invita a recorrerlo junto a Su Hijo, Jesús, como Ella lo hizo.

Fuente: reinadelcielo.org


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud del Padre Hugo Bastos, párroco de Nuestra Señora de la Merced, en Achiras, Córdoba, Argentina, que hoy será operado en la ciudad de Río Cuarto. Que el Señor esté junto a él y le conceda una pronta recuperación.

Pedimos oración por Karina, 35 años, de Buenos Aires, Argentina, con un problema neurológico. También por su esposo y sus tres hijos pequeños.

Pedimos oración por Laura, joven estudiante de medicina de la provincia de Buenos Aires, enferma de leucemia bajo quimioterapia y en espera de la posibilidad de un trasplante de médula. Que la Santísima Virgen la acompañe.

Pedimos oración por Andrea, 19 años, de Guatemala, internada en recuperación por trasplante de riñón donado por su mamá.

Pedimos oración por la salud física y espiritual de Elsa S., de Buenos Aires, Argentina.

Pedimos oración por Eduardo, de Chile, enfermo con cáncer de páncreas muy grave, rogando a Dios que le conceda lo que sea mejor para que no sufra más.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén


“Intimidad Divina”

Función profética de los fieles

“¡Oh señor!... haz que tus fieles, revestidos de la dignidad real, sacerdotal y profética en virtud del sacramento [del bautismo] por ti instituido, sean invadidos por el don de tu gracia incorruptible” (Misa del Crisma). Esta oración del antiguo Misal Romano sintetiza estupendamente las prerrogativas del sacerdocio común de los fieles, los cuales, además de tener una dignidad sacerdotal que les habilita para el culto divino, en especial para los actos sacramentales y la participación en el sacrificio eucarístico, tienen también una dignidad y una función profética y real, como reflejo de la gracia de Cristo –sacerdote, profeta y rey– en la que fueron regenerados. El cometido del profeta no es tanto anunciar sucesos futuros cuanto mantener despierto entre los hombres el sentido de lo religioso, como hacían los profetas del Antiguo Testamento, los cuales no cesaban de recordar al pueblo de Israel la existencia del Dios verdadero y el culto a él debido. Esto sigue siendo necesario y urgente en la sociedad moderna tan distraída e indiferente y aun con frecuencia hostil a Dios y a la religión. Justamente a los laicos que viven en medio de esta sociedad, les incumbe el cometido delicado de llevar el Evangelio a todo ambiente, sector o estado de la vida social, actuando en ellos como levadura en la masa. “Dios llama a los seglares a que, con el fervor del espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a la manera de fermento” (AA 2).

El anuncio oficial del Evangelio está confiado directamente a los sacerdotes, misioneros y religiosos; pero el anuncio corriente es cometido especial de los seglares, los cuales, estando inmersos en la sociedad, tienen la posibilidad de llegar a los hombres uno por uno, casa por casa, tanto en los puestos de trabajo como en los lugares de recreo. San Pedro exhortaba a los primeros cristianos: estad “siempre dispuestos a dar esperanza a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15), y en los Hechos se lee que los fieles “predicaban la Palabra de Dios con valentía” (4, 31). Sin embargo, el mismo San Pedro prosigue su exhortación recomendando el hacerlo “con dulzura y respeto” (ib. 16); el anuncio del Evangelio ha de unir siempre el amor de la verdad a las virtudes evangélicas de mansedumbre y humildad. La palabra ha de estar acompañada con el testimonio de vida, o más bien es éste el que debe tener el primer puesto; hay que obrar siempre manteniendo “una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo” (ib. 16). No debe nunca la conducta contradecir con las obras lo que se anuncia con las palabras.

Es preciso superar la mentalidad individualista que considera la fe, la salvación y la santidad como hechos puramente personales y que piensa está en regla con procurar esas cosas para sí. Por el contrario, el cristiano  no lo es del todo si no vive la gracia de Cristo en su totalidad, y esa gracia implica el empeño de anunciar el Evangelio. Precisa el Concilio: “El precepto de la caridad, que es el mandamiento máximo del Señor urge a todos los cristianos a procurar la gloria de Dios por el advenimiento de su reino y la vida eterna a todos los hombres… Por consiguiente a todos los cristianos se impone la gloriosa tarea de trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado en todas partes por todos los hombres” (AA 3).

Oh Señor, la idea del testimonio invade toda mi vida interior. Vivir de modo que pueda en todo momento dar testimonio de ti, ¡oh Cristo!, que cada instante de mi tiempo, como los trozos del pan que multiplicaste, sea testigo de tu omnipotencia y misericordia. Los trozos de pan testificaban tu omnipotencia obradora del milagro y tu suave misericordia inspiradora del mismo. Haz que eso mismo testimonie nuestra vida por la paz, la bondad, la serenidad de cada instante, la unión continua contigo, la donación incesante de la caridad. Llevar en medio del mundo y de la sociedad un alma santa, pero santa de veras, con una amabilidad terrena consumada y una santidad celestial perfecta. ¡Qué ideal! Dar al mundo un testimonio perfecto de ti, ¡oh Cristo! Con todo si fuese santo, lo lograría. ¿Qué pena no ser santo! ¡Saber amar en la plenitud de Dios!, ¡saber hacer sentir en cada palabra la caridad!; hacer que en cada gesto exterior vibre un acto de amor de Dios tan poderoso, tan profundo, tan absoluto, que obtenga para cada uno la gracia. ¡Es la santidad! Señor, dámela, hazme santo. Te lo pido con cada gota de mi sangre, absoluta y enteramente santo. Dame una voluntad de acero, porque sólo el alma fuerte puede alcanzar esta inmensa gracia. (G. Canovai)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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