PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2038 ~ Viernes
24 de Mayo de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…!!!
Y más que nunca
saludamos hoy felices al Señor en este día en que también celebramos a la Madre
Celestial bajo la advocación de María Auxiliadora, porque han sido escuchadas
nuestras oraciones y hemos conseguido ya una parte de los apoyos mínimos necesarios
para poder decir que la continuidad de PEQUEÑAS SEMILLITAS estará asegurada.
Gracias a las
personas que han comprometido su ayuda, que esperamos se pueda mantener en el
tiempo y se sumen otras, esta página no se desactivará y continuará brindando
su apostolado en internet tal como lo viene haciendo desde 2006 por correos
electrónicos y desde 2007 también en internet.
Asimismo quiero
informar a los lectores que se ha procedido al cambio de la Moderadora, que es
la persona que se ocupa de administrar y mantener activadas y en orden las más
de veinte mil suscripciones de lectores que reciben PEQUEÑAS SEMILLITAS por
correo electrónico gratis todos los días.
Nuestra querida
amiga chilena Melissa, que nos acompañó y ayudó desinteresadamente desde el
primer día, ha cumplido un largo ciclo y seguirá de ahora en más sus
actividades en otros emprendimientos que son de su especial interés. Y en su
lugar se incorpora desde ahora una querida amiga argentina, Rocío, a quien doy
la más cordial bienvenida a este espacio deseando que María Auxiliadora sea
siempre su amparo y compañía en la tarea que inicia.
Agradezco a Dios
por concedernos estas gracias. Agradezco a María que ha sido nuestro auxilio en
esta y tantas oportunidades.
Agradezco a
Melissa por sus años de incasable labor y a Rocío que se incorpora para ser mi
más directa colaboradora de ahora en adelante.
Y mediante todas esas
gracias recibidas, seguiremos sembrando con alegría la Palabra de Dios por
internet.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús, levantándose de allí, va a la
región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde Él
y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para
ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?». Él les
respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?». Ellos le dijeron: «Moisés permitió
escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta
la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde
el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el
hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera
que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo
separe el hombre».
Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre
esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete
adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro,
comete adulterio».
(Mc 10,1-12)
Comentario
Hoy, Señor, quisiera hacer un rato de oración para
agradecerte tu enseñanza. Tú enseñabas con autoridad y lo hacías siempre que te
dejábamos, aprovechabas todas las ocasiones: ¡claro!, lo entiendo, Señor, tu
misión básica era transmitir la Palabra del Padre. Y lo hiciste.
—Hoy, “colgado” en Internet te digo: Háblame, que quiero
hacer un rato de oración como fiel discípulo. Primero, quisiera pedirte
capacidad para aprender lo que enseñas y, segundo, saber enseñarlo. Reconozco
que es muy fácil caer en el error de hacerte decir cosas que Tú no has dicho y,
con osadía malévola, intento que Tú digas aquello que a mí me gusta. Reconozco
que quizá soy más duro de corazón que aquellos oyentes.
—Yo conozco tu Evangelio, el Magisterio de la Iglesia, el
Catecismo, y recuerdo aquellas palabras del papa Juan Pablo II en la Carta a
las Familias: «El proyecto del utilitarismo asentado en una libertad orientada
según el sentido individualista, es decir, una libertad vacía de
responsabilidad, es el constitutivo de la antítesis del amor». Señor, rompe mi
corazón deseoso de felicidad utilitarista y hazme entrar dentro de tu verdad
divina, que tanto necesito.
—En este lugar de mirada, como desde la cima de la cordillera,
comprendo que Tú digas que el amor matrimonial es definitivo, que el adulterio
—además de ser pecado como toda ofensa grave hecha a ti, que eres el Señor de
la Vida y del Amor— es un camino errado hacia la felicidad: «Quien repudie a su
mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla» (Mc 10,11).
—Recuerdo a un joven que decía: «Mossèn el pecado promete
mucho, no da nada y lo roba todo». Que te entienda, buen Jesús, y que lo sepa
explicar: Aquello que Tú has unido, el hombre no lo puede separar (cf. Mc
10,9). Fuera de aquí, fuera de tus caminos, no encontraré la auténtica
felicidad. ¡Jesús, enséñame de nuevo!
Gracias, Jesús, soy duro de corazón, pero sé que tienes
razón.
Rev. D. Miquel VENQUE i To (Barcelona, España)
Santoral Católico:
María Auxiliadora
Advocación Mariana
Historia de la
devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua
Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia,
Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la
Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se
dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae
auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de
Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los
seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos
monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y
Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía:
"La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo
alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen
"Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo
gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y
que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió
sumamente popular entre la gente de su siglo.
El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a
María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y
ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea
también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que
dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que
dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien
será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la
fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año
mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de
Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la
tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno,
famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria:
"María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es
auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros,
Auxiliadora en la hora de la muerte".
San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en
un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente
Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que
defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el
bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".
La batalla de
Lepanto
En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a
Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las
otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían
todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos,
llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban
amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice
Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para
que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen
ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se
encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los
mahometanos tenían 282 barcos y 88.000 soldados. Los cristianos eran inferiores
en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron,
oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la
Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del
ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los
cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban,
y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el
viento. Pero luego -de manera admirable- el viento cambió de rumbo, batió
fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con
fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga
tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar,
que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud
de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario.
En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V
mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del
Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: “María
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros”.
El Papa y Napoleón
En el siglo XIX sucedió un hecho bien lastimoso: El
emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner
prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión
el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el
emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes
temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las
batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios,
si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta
en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que
había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil
de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos
campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus
soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con
su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al
volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte
ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado
de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a
pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su
sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma.
En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en
adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en
acción de gracias a la madre de Dios.
San Juan Bosco y
María Auxiliadora
El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la
Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de
favores de la Madre de Dios. Su constructor fue San Juan Bosco, humilde
campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años
quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en
casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños
mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo
destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la
Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título
de Auxiliadora.
Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte
centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer
en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran
Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo
corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario
empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título
de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes
la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más
populares.
San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María
Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas
veces esta pequeña oración: "María
Auxiliadora, rogad por nosotros". Él decía que los que dicen muchas
veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.
Fuente: Catholic.net
Más información
sobre María Auxiliadora
¡Buenos días!
Cómo hacer maravillas
La Reina de la
Paz nos asegura que la oración hace maravillas en el corazón de los hombres y
en el mundo. “El espíritu de oración que animó la vida entera de Jesucristo
entre los hombres, nos enseña que todas las obras, grandes y pequeñas, han de
ir precedidas, acompañadas y seguidas de oración” (San Josemaría Escrivá).
“¡Queridos hijos! Los invito, aún hoy, a orar
de todo corazón y a amarse los unos a los otros. Queridos hijos, han sido
escogidos para testimoniar la paz y la alegría. Si no hay paz, oren y la
recibirán. A través de ustedes y de su oración, hijitos, la paz comenzará a
fluir en el mundo. Por eso, hijitos, oren, oren, oren; porque la oración hace
maravillas en el corazón de los hombres y en el mundo. Yo estoy con ustedes y
agradezco a Dios por cada uno de ustedes que han aceptado con seriedad la
oración y que la viven. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
La Virgen María
te invita a que aceptes con seriedad un compromiso de oración. “Mucha gente,
entre los creyentes, por no haber rezado durante mucho tiempo, no tiene ya
ganas de rezar. ¿Cómo salir de este círculo mortal? Orando con perseverancia y
sin ganas para que afloren las ganas de orar y el sentido de Dios”, (I.
Larrañaga). Así serás testigo de paz y alegría.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“Los cristianos invocan a María como «Auxiliadora»,
reconociendo su amor materno,
que ve las necesidades de sus hijos
y está
dispuesto a intervenir en su ayuda,
sobre todo cuando está en juego la
salvación eterna”
Beato Juan Pablo II
Palabras de San Juan Bosco
“En todos los peligros invoquen a María
y les aseguro que serán liberados…
Confíen en María Auxiliadora
y verán lo que son milagros”
Don Bosco
Mayo, mes de María
Flor del 24 de mayo:
María Auxiliadora de los
Cristianos
Meditación:
“Todos estaban unidos, insistiendo en la oración, con María la Madre de Jesús”
(Hechos 1,14). María siempre ha estado presente en todas las persecuciones de
la Iglesia, por su ayuda en Lepanto protegió milagrosamente a toda la
cristiandad, incluyéndola San Pío X en las Letanías. También es el auxilio de
la Iglesia del silencio, ya que todo cristiano fiel “padecerá persecución”
(Segunda carta a Timoteo 3,12), pero “de los perseguidos por causa de la
Justicia es el Reino de los Cielos” (Mateo 5,10). ¿Defendemos a Cristo y Su
Doctrina con la voz, con el corazón y con nuestra labor, o sólo tenemos un
corazón tibio y poco digno?. Seamos soldados valientes, enamorados de Jesús y
María, quien como Capitana nos defenderá con la Espada de la Justicia y el
Manto de la Verdad. Y a través de Ella el Espíritu con Sus Alas nos cubrirá y
nada nos pasará.
Oración: ¡Oh María
auxilio de los cristianos!, cúbrenos con tu Manto de toda amenaza física y
espiritual, para así poder luchar por la Patria Celestial. Amén.
Decena del Santo
Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para
este día: Auxiliar a un hermano cercano que esté en dificultad física o
espiritual, dando testimonio mediante ésta obra de misericordia de la fe en
Cristo a través de Su Madre.
Fuente: reinadelcielo.org
“Intimidad Divina”
María Madre de la
Iglesia
El Concilio Vaticano II ha puesto bien de relieve el
lugar especialísimo de la Bienaventurada Virgen María en la historia de la
salvación y consiguientemente en la historia y en la vida de la Iglesia. Hija
humilde del antiguo Israel, María es al mismo tiempo la hija primogénita y la
madre del nuevo, algo así como es hija y madre de Dios. Hija primogénita de la
Iglesia, por ser el primer fruto de la salvación, “redimida de un modo eminente
en atención a los méritos futuros de su Hijo” (LG 53), y por lo tanto primer
sarmiento injertado en Cristo, primer miembro de su Cuerpo Místico. Pero sobre
todo María es madre de la Iglesia, en cuanto predestinada desde toda la
eternidad para ser la madre de Aquel que debía dar vida a la Iglesia misma. A
través de esta humilde Virgen llegó hasta los hombres la salvación prometida
por Dios desde el principio del género humano… María primogénita de los
redimidos, la madre del nuevo Pueblo de Dios, tanto que los Santos Padres
comparándola con Eva, la llaman “Madre de los vivientes”, y afirman con mayor
frecuencia: “la muerte vino por Eva, por María la vida” (LG 56). La Madre del
Salvador es por derecho la madre de los que han sido salvados, y esto no sólo
porque ha engendrado el Salvador a la vida terrena, sino porque estuvo
íntimamente asociada a su obra de salvación.
“La Bienaventurada Virgen… está unida también íntimamente
a la Iglesia” en cuanto es su figura y modelo, “en el orden de la fe, de la
caridad y de la perfecta unión con Cristo” (LG 63). María, que en
circunstancias por demás oscuras y difíciles creyó en Dios sin sombra de duda,
y perseveró impertérrita en su fe en la muerte misma de su Hijo cuando todo
parecía derrumbarse, es el modelo sublime de la fe de la Iglesia. Las dificultades,
las contradicciones, los desbandamientos internos, lo mismo que las
persecuciones y las luchas externas no deben debilitar la fe; y si la
tentación, la duda o el error pueden amenazarla, la Iglesia encuentra en María
el sostén de su propia fe. Precisamente por el mérito de su fe la Virgen tiene,
como canta la Liturgia, el poder de destruir ella sola todas las herejías del
mundo (Brev. Romano, Común de las fiestas
de la Virgen).
Y es también modelo de caridad. La Virgen de Nazaret, que
más que ninguna otra criatura amó a Dios y a los hombres, “en su vida fue
ejemplo de aquel afecto materno, con el que es necesario estén animados todos
los que en la misión apostólica de la Iglesia cooperan para regenerar a los
hombres” (LG 65). La Iglesia –tanto la jerarquía como los seglares– no tiene
más que reflejarse en María para comprender de qué manera y en qué medida debe
cumplir su misión de caridad, consagrándose totalmente al servicio de Dios y de
los hombres. Pero hay otro motivo que impulsa a la Iglesia a seguir los pasos
de la Madre de Dios y madre suya; también ella, como María, por su unión con
Cristo es madre y virgen. Madre, porque “por la predicación y el bautismo
engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu
Santo y nacidos de Dios”; virgen, porque “custodia pura e íntegramente la fe
prometida al Esposo” (LG 64). Y tanto más perfectamente conseguirá todo esto la
Iglesia, cuanto con mayor perfección y fidelidad procure copiar las virtudes de
María, especialmente su perfecta adhesión a Dios y la fidelidad en acoger y
conservar la palabra divina. Este es el camino que todo miembro de la Iglesia
debe seguir para crecer continuamente en la caridad y en la fe, o mejor dicho
para conservar “virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera
caridad (LG 64).
¡Oh María,
verdaderamente tú eres bendita entre las mujeres, porque has cambiado en
bendición la maldición contra Eva; porque has hecho que Adán fuese bendecido
por causa tuya! Verdaderamente tú eres la bendita entre las mujeres, porque por
medio tuyo se ha extendido sobre todos los hombres la bendición del Padre
celestial y los ha librado de la antigua maldición. Verdaderamente tú eres
bendita entre las mujeres, porque por ti tus progenitores hallaron la salvación
de Dios. Verdaderamente tú eres bendita entre las mujeres, porque sin concurso
de varón has producido el fruto que da al mundo entero la bendición y lo
rescata de la maldición que le hacía producir espinas. Verdaderamente tú eres
la bendita entre las mujeres, porque siendo por naturaleza sólo una mujer, has
sido hecha madre de Dios. En efecto, si el que de ti debe nacer es verdadero
Dios encarnado, con todo derecho tú te llamas Madre de Dios, habiendo
engendrado verdaderamente a todo un Dios. (San Sofronio de Jerusalén)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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