PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2031 ~ Domingo
12 de Mayo de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Son los últimos momentos de Jesús con los suyos.
Enseguida los dejará para entrar definitivamente en el misterio del Padre. Ya
no los podrá acompañar por los caminos del mundo como lo ha hecho en Galilea.
Su presencia no podrá ser sustituida por nadie. Jesús solo piensa en que llegue
a todos los pueblos el anuncio del perdón y la misericordia de Dios. Que todos
escuchen su llamada a la conversión. Nadie ha de sentirse perdido. Nadie ha de
vivir sin esperanza. Todos han de saber que Dios comprende y ama a sus hijos e
hijas sin fin. ¿Quién podrá anunciar esta Buena Noticia?
Para expresar gráficamente el deseo de Jesús, el
evangelista Lucas describe su partida de este mundo de manera sorprendente:
Jesús vuelve al Padre levantando sus manos y bendiciendo a sus discípulos. Es
su último gesto. Jesús entra en el misterio insondable de Dios y sobre el mundo
desciende su bendición.
A los cristianos se nos ha olvidado que somos portadores
de la bendición de Jesús. Nuestra primera tarea es ser testigos de la Bondad de
Dios. Mantener viva la esperanza. No rendirnos ante el mal. Este mundo que
parece un “infierno maldito” no está perdido. Dios lo mira con ternura y
compasión.
También hoy es posible buscar el bien, hacer el bien,
difundir el bien. Es posible trabajar por un mundo más humano y un estilo de
vida más sano. Podemos ser más solidarios y menos egoístas. Más austeros y
menos esclavos del dinero. La misma crisis económica nos puede empujar a buscar
una sociedad menos corrupta… Jesús es una bendición y la gente lo tiene que
conocer.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Así está
escrito que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y
se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las
naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros seréis testigos de estas cosas.
Mirad, voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte
permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto».
Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los
bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado
al cielo. Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con
gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.
(Lc 24,46-53)
Comentario
Hoy, Ascensión del Señor, recordamos nuevamente la
“misión que” nos sigue confiada: «Vosotros seréis testigos de estas cosas» (Lc
24,48). La Palabra de Dios sigue siendo actualidad viva hoy: «Recibiréis la
fuerza del Espíritu Santo (...) y seréis mis testigos» (Hch 1,8) hasta los
confines del mundo. La Palabra de Dios es exigencia de urgente actualidad: «Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15).
En esta Solemnidad resuena con fuerza esa invitación de
nuestro Maestro, que —revestido de nuestra humanidad— terminada su misión en
este mundo, nos deja para sentarse a la diestra del Padre y enviarnos la fuerza
de lo alto, el Espíritu Santo.
Pero yo no puedo sino preguntarme: —El Señor, ¿actúa a
través de mí? ¿Cuáles son los signos que acompañan a mi testimonio? Algo me
recuerda los versos del poeta: «No puedes esperar hasta que Dios llegue a ti y
te diga: ‘Yo soy’. Un dios que declara su poder carece de sentido. Tienes que
saber que Dios sopla a través de ti desde el comienzo, y si tu pecho arde y
nada denota, entonces está Dios obrando en él».
Y éste debe ser nuestro signo: el fuego que arde dentro,
el fuego que —como en el profeta Jeremías— no se puede contener: la Palabra
viva de Dios. Y uno necesita decir: «¡Pueblos todos, batid palmas, aclamad a
Dios con gritos de alegría! Sube Dios entre aclamaciones, ¡salmodiad para
nuestro Dios, salmodiad!» (Sal 47,2.6-7).
Su reinado se está gestando en el corazón de los pueblos,
en tu corazón, como una semilla que está ya a punto para la vida. —Canta,
danza, para tu Señor. Y, si no sabes cómo hacerlo, pon la Palabra en tus labios
hasta hacerla bajar al corazón: —Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, dame
espíritu de sabiduría y revelación para conocerte. Ilumina los ojos de mi
corazón para comprender la esperanza a la que me llamas, la riqueza de gloria
que me tienes preparada y la grandeza de tu poder que has desplegado con la
resurrección de Cristo.
P. Abad Dom Josep ALEGRE Abad de Santa Mª de Poblet
(Tarragona, España)
Santoral Católico:
Santos Nereo y Aquileo
Mártires
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San Pancracio
Mártir Adolescente
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Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Anota tus bendiciones
Escribir
brevemente lo que te gratifica, lo que te da satisfacción y contento cada día, agradeciéndolo
al Señor, trae sus beneficios. Lo puedes hacer semanalmente, preguntándote:
“¿qué es lo que más me alegró en estos últimos días, lo que me hizo sentir
realizado?”. He aquí algunas ventajas para que lo intentes:
Favorece el valioso hábito de concentrarte en
lo positivo y apreciarlo cada vez más. Releer este material ayuda mucho en los
momentos de baja autoestima, porque te da una perspectiva de esperanza. Te
recuerda que también esa situación penosa pasará. Lo negativo y frustrante
adquiere su verdadera dimensión parcial. Comprendes que incluso esto puede
abrirte a brillantes oportunidades. Al recordar ese cúmulo de logros y
fortalezas se incentivan las buenas ideas, se amplía el horizonte y te sientes
alentado a perseverar en aquello que te dio alegría y satisfacción.
Te sugiero
algunos ejemplos: una decisión en la que persistes desde hace varias
semanas; un trabajo concluido; una
lectura que disfrutaste; una carta esperada que te alegró mucho; una compra que
hiciste de algo especialmente deseado; una conversación interesante con un
amigo, etc. Que sepas recordar, con
acción de gracias, las bendiciones que Dios te regala cada día.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“Gracias a la pasión, muerte y resurrección de Jesús, lo
destruido se reconstruye, lo envejecido se renueva, y todo vuelve, más hermoso
que antes, a su integridad original…. No existe una Pascua verdadera sin la
reconciliación con Dios desde lo profundo del corazón. Es Dios quien nos ofrece
esa reconciliación. Sólo tenemos que acogerla, renovándoos interiormente
acercándonos al sacramento del perdón”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Despedida en la paz y en el
amor
Todos los años en este día de la Ascensión de Jesús al
cielo la 1ª lectura nos narra dicho suceso según el comienzo del libro de los
“Hechos de los apóstoles” narrado por san Lucas. Pero este año, al ser el ciclo
C, también es el evangelio de Lucas, quien al final nos dice de una manera sencilla que Jesús
subió al cielo.
Lo dice unido a la aparición a sus discípulos en la tarde-noche
del día del domingo de la resurrección. De hecho la Ascensión es un suceso
espiritual no visible que está unido íntimamente con la resurrección. Si Cristo
resucita, es glorificado totalmente y por lo tanto está ya con su Padre. San
Lucas, como dice al comenzar el evangelio, quiere escribir todo lo relativo a
Jesús y la Iglesia para bien de todos nosotros. Su obra la divide en dos
partes. En la primera narra los hechos de Jesús hasta la subida al cielo. La
segunda comienza con esta subida. En realidad la “subida” tiene mucho de
simbolismo y de enseñanza catequética. Lo importante es el mensaje que
transmite.
La Ascensión es el término de una época y el comienzo de
otra. En el evangelio acentúa el final de la época visible de Jesús. Es por lo
tanto como una “Doxología” o glorificación de Jesús. Es el poner un punto
glorioso en el final de la estancia de Jesús entre los apóstoles. La
descripción del comienzo del libro de los “Hechos” es como el punto de partida
para la expansión misionera de la Iglesia. En esto coincide más con el final
del evangelio de Mateo y Marcos. En la descripción, donde hay mucho de
simbolismo, se nos habla de los 40 días de catequesis que tiene Jesús con los
apóstoles. 40 es un número bíblico de preparación. Por ello la despedida de
Jesús ya no tiene la tristeza de la Ultima Cena, sino que los apóstoles se
sienten contentos. Por eso Jesús “les bendice”. Era una fórmula de despedida en
la paz y en el amor.
Es la alegría de esta nueva época que comienza, donde
Cristo permanece invisible y la Iglesia se sentirá ayudada por el Espíritu
Santo. Esto es tan importante para la Iglesia que el próximo domingo
contemplaremos la venida del Espíritu sobre los apóstoles. Comienza la nueva
época de la Iglesia. Hoy los ángeles les dicen a los apóstoles que no se queden
mirando al cielo, sino que sigan aquí el encargo del Señor.
La fiesta de la Ascensión es como la fiesta de la
glorificación de Jesús. Si sube al cielo para estar con su Padre, es porque
primero se humilló y bajó obedeciendo hasta recibir desprecios, condena y
muerte. Ahora sube al cielo para prepararnos un lugar en la casa del Padre,
como se lo había prometido a los apóstoles. En el evangelio nos dice cómo Jesús
les recordaba algunas de las instrucciones principales, una de ellas era el
haber sido necesario padecer para poder tener la resurrección y glorificación.
Aunque Jesús, por medio de los ángeles, les dice a los
apóstoles que no miren tanto al cielo, era una manera de hablar de que ya
llegaba el momento de mirar a la tierra, a toda la tierra para evangelizar.
Pero para nosotros es una ocasión para mirar un poco más al cielo.
Desgraciadamente se mira demasiado a la tierra y a los intereses de la tierra.
En este día sintamos que debemos mirar un poco más allí donde está Jesús esperándonos.
De esta manera nuestras obras estarán más proporcionadas a lo necesario para
poder un día entrar y permanecer con Cristo, con la Virgen...
San Lucas, que es el evangelista más instruido en el
sentido literario, describe la Ascensión del Señor recordando las grandes
exaltaciones de personajes históricos, como el final de Elías, que es llevado
por un carro de fuego. El mensaje es que Jesús merece todo poder y gloria, que
ya había recibido desde el momento de la resurrección; pero que ahora con palabras
materiales se pretende describir para que nuestro corazón vibre al unísono del
entusiasmo que debían tener los apóstoles.
Ellos se volvieron para seguir construyendo el reino de
Dios en la tierra, reino de paz y de amor, continuando el trabajo de Jesús en
su época visible. Es lo que nos compete a los que queremos ser discípulos de
Jesucristo.
P. Silverio Velasco (España)
Mayo, mes de María
Flor del 12 de mayo:
Madre
del buen ejemplo
Meditación:
“Sigue fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida” (Apocalipsis
2,10). María la más fiel… “hágase en mí según Tu Palabra”. Grande fue la fe de
María, quien cumplió a la perfección la Santa Voluntad de Dios, ya que a El
todo entregó. En el Calvario a su Hijo dio y confiada con llagas en su Corazón
esperó la Resurrección. ¿Somos realmente “fieles” a Dios y a Su Iglesia, cuando
no cumplimos nuestro deber, cuando no nos comprometemos con el Señor y tenemos
un tibio corazón lleno de vanidad y sin amor?. ¿Somos ejemplo como María, o
somos un alma sin vida que no cumple con lo que Dios dicta?. Pregúntate en éste
día: ¿he favorecido con mis obras y palabras al Señor, o al maligno?. Sigamos a
María con un corazón pequeño y recto.
Oración: ¡Oh
Madre que nos guiaste, que todo entregaste!. Dígnate Madre a enseñarnos y a
llevarnos siempre de tu mano, para que seamos realmente cristianos,
perteneciendo a Cristo, tu Hijo Amado. Amén.
Decena del Santo
Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para
este día: Ser un Jesús y una María para los que nos rodean, como testimonio
de cristiandad.
Fuente: reinadelcielo.org
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca nos olvidemos de
agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde Ontario, Canadá, Elena agradece a Dios Padre y a
quienes oraron por ella ya que su endoscopía salió bien, la angioplastia
también, y sigue en manos de los médicos para el cuidado de sus afecciones.
Desde Argentina, María Ofelia agradece las oraciones y a
Dios todopoderoso porque las oraciones han sido escuchadas una vez más y su
mamá Sara y su hijo Francisco están mejorando a paso firme.
Desde Lawrewnce, Martha P. agradece a Dios y a la Virgen
María, porque el día 2 de mayo fue declarada curada de cáncer sarcoma intramuscular
que estaba padeciendo desde el año pasado. Agradece también a todos los que
rezaron por ella.
“Intimidad Divina”
La Ascensión del
Señor
La Ascensión del Señor es el coronamiento de su
Resurrección. Es la entrada oficial en la gloria que correspondía al Resucitado
después de las humillaciones del Calvario; es la vuelta al Padre anunciada por
él en el día de Pascua: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios” (Jn 30, 17), había dicho a María Magdalena. Y a los discípulos de
Emaús: “¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?
(Lc 24, 26). Tal modo de expresarse indica no sólo una vuelta y una gloria
futuras, sino inmediatas y ya presentes en cuanto estrechamente ligadas a la
Resurrección. Sin embargo, para confirmar a los discípulos en la fe, era
necesario que esto sucediese de manera visible, como se verificó cuarenta días
después de la Pascua. Los que habían visto morir al Señor en la cruz entre
insultos y burlas, debían ser los testigos de su exaltación suprema a los
cielos… Lucas, tanto en la conclusión de su Evangelio como en los Hechos, habla
de la gran promesa del Espíritu Santo que confirma a los Apóstoles en la misión
y en los poderes recibidos de Cristo: “Yo os envío lo que mi Padre os ha prometido”
(Lc 24, 49); “recibiréis el poder del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros
y seréis mis testigos… hasta el extremo de la tierra. Diciendo esto, fue
arrebatado a la vista de ellos y una nube le sustrajo a sus ojos” (Hc 1, 8-9).
Espectáculo maravilloso que dejó a los Apóstoles atónitos, “fija la vista en
él”, hasta que dos ángeles vinieron a sacarles de su asombro.
El cristiano está llamado a participar de todo el
misterio de Cristo y por lo tanto también de su glorificación. Él mismo lo
había dicho: “Voy a prepararos el lugar. Y cuando yo me haya ido… volveré y os
tomaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros” (Jn 14, 2-3).
La Ascensión constituye por lo tanto un gran argumento de esperanza para el
hombre que en su peregrinación terrena se siente desterrado y sufre alejado de
Dios. Es la esperanza que San Pablo invocaba para los Efesios y quería que
estuviera siempre viva en sus corazones: “El Dios de nuestro Señor Jesucristo y
Padre de la gloria… ilumine los ojos de vuestro corazón, para que entendáis
cuál es la esperanza a que os ha llamado” (Ef 1, 17-18).
Con la Ascensión termina la misión terrena de Cristo y
comienza la de sus discípulos. “Id –les había dicho el Señor– enseñad a todas
las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo” (Mt 28, 19); tienen que continuar perennemente en el mundo su obra de
salvación predicando, administrando los sacramentos, enseñando a vivir según el
Evangelio. Sin embargo, Cristo quiere que esto sea precedido y preparado por
una pausa de oración en la espera del Espíritu Santo que deberá confirmar y
corroborar a sus Apóstoles. La vida de la Iglesia comienza de esta manera no
con la acción sino con la oración, “al lado de María, la Madre de Jesús” (Hc 1,
14).
Concédenos, Dios
todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza,
porque la Ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y él, que
es la cabeza de la Iglesia, nos ha precedido en la gloria a la que somos
llamados como miembros de su cuerpo (Colecta). Señor Jesús, rey de la gloria,
vencedor del pecado y de la muerte, has ascendido hoy, ante el asombro de los
ángeles a lo más alto del cielo, como mediador entre dios y los hombres, como
juez de vivos y muertos. No te has ido para desentenderte de este mundo, sino
que has querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de
tu Cuerpo vivamos con la ardiente esperanza de seguirte en tu Reino. (Prefacio,
Misal Romano).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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