lunes, 17 de septiembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1820


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1820 ~ Lunes 17 de Setiembre de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Mes de la Biblia
   

Alabado sea Jesucristo…
En el Evangelio de ayer, Jesús dijo: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga” Mc 8, 34.
Jesús pone el seguimiento al alcance de toda persona que desee abrazarlo. Nos invita a renunciar a todo lo que nos impide ser libres y felices.
La recomendación de Jesús siempre es el camino hacia la verdadera felicidad, la que nace de dentro y no depende de cómo nos salgan las cosas. Vivir con él y como él supone una vida más auténtica, más libre y más feliz.
El mensaje de Jesús no es dulzón ni romántico. Para cargar la propia cruz necesitamos contemplar seriamente a Cristo crucificado de una manera misteriosa pero real. Es el mismo Cristo crucificado que acompaña nuestro dolor, agotamiento y fracaso.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, cuando Jesús hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde Él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Éstos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».
Jesús iba con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.
(Lc 7,1-10)

Comentario
Hoy, nos enfrentamos a una pregunta interesante. ¿Por qué razón el centurión del Evangelio no fue personalmente a encontrar a Jesús y, en cambio, envió por delante algunos notables de los judíos con la petición de que fuese a salvar a su criado? El mismo centurión responde por nosotros en el pasaje evangélico: Señor, «ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado» (Lc 7,7).
Aquel centurión poseía la virtud de la fe al creer que Jesús podría hacer el milagro —si así lo quería— con sólo su divina voluntad. La fe le hacía creer que, prescindiendo de allá donde Jesús pudiera hallarse, Él podría sanar al criado enfermo. Aquel centurión estaba muy convencido de que ninguna distancia podría impedir o detener a Jesucristo, si quería llevar a buen término su trabajo de salvación.
Nosotros también estamos llamados a tener la misma fe en nuestras vidas. Hay ocasiones en que podemos ser tentados a creer que Jesús está lejos y que no escucha nuestros ruegos. Sin embargo, la fe ilumina nuestras mentes y nuestros corazones haciéndonos creer que Jesús está siempre cerca para ayudarnos. De hecho, la presencia sanadora de Jesús en la Eucaristía ha de ser nuestro recordatorio permanente de que Jesús está siempre cerca de nosotros. San Agustín, con ojos de fe, creía en esa realidad: «Lo que vemos es el pan y el cáliz; eso es lo que tus ojos te señalan. Pero lo que tu fe te obliga a aceptar es que el pan es el Cuerpo de Jesucristo y que en el cáliz se encuentra la Sangre de Jesucristo».
La fe ilumina nuestras mentes para hacernos ver la presencia de Jesús en medio de nosotros. Y, como aquel centurión, diremos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo» (Lc 7,6). Por tanto, si nos humillamos ante nuestro Señor y Salvador, Él viene y se acerca a curarnos. Así, dejemos a Jesús penetrar nuestro espíritu, en nuestra casa, para curar y fortalecer nuestra fe y para llevarnos hacia la vida eterna.
Fr. John A. SISTARE (Cumberland, Rhode Island, Estados Unidos)


Santoral Católico:
San Roberto Belarmino
Cardenal y Doctor de la Iglesia


Este santo ha sido uno de los más valientes defensores de la Iglesia Católica contra los errores de los protestantes. Sus libros son tan sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: "Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay cómo responderle".

San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban. El rector del colegio de los jesuitas en Montepulciano dejó escrito: "Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes éxitos para el futuro".

Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a ello aspiraba, pero su santa madre lo fue convenciendo de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente peligrosos y cuenta él en sus memorias: "De pronto, cuando más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas". Y así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en ese tiempo.

Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando decía: "Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos". Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de estudiar y de prepararse.

Ya de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por su pasmosa sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus cualidades para convencer a los oyentes. Sus sermones fueron extraordinariamente populares desde el primer día. Los oyentes decían que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían inspiradas desde lo alto.

Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos oyentes. Un superior enviado desde Roma para que le oyera los sermones que predicaba en Lovaina, escribía luego: "Nunca en mi vida había oído hablar a un hombre tan extraordinariamente bien, como habla el padre Roberto".

Era el predicador preferido por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar. Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y escucharlo.

Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como muy sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.

Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla. Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.

Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él dice.

Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se llamaba "Las controversias", para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios. Y pronto publicó su primer tomo titulado así: "Controversias". En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan nuestra religión. San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones éstos sus famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: "Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica".

Los protestantes, admirados de encontrar tanta sabiduría en esas publicaciones, decían que eso no lo había escrito Belarmino solo, sino que era obra de un equipo de muchos sabios que le ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio cerebro.

El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: "Este es el sacerdote más sabio de la actualidad".

Belarmino se negaba a aceptar tan alto cargo, diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohíben aceptar títulos elevados en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó, bajo pena de pecado mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que aceptarlo, pero siguió viviendo tan sencillamente y sin ostentación como lo había venido haciendo cuando era un simple sacerdote.

Al llegar a las habitaciones de Cardenal en el Vaticano, quitó las cortinas lujosas que había en las paredes y las mandó repartir entre las gentes pobres, diciendo: "Las paredes no sufren de frío".

Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: "Es que fue mi discípulo".

En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.

En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron por ser Jesuita (pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado.

Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.

Murió el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.

Antiguamente se lo festejaba el 13 de mayo, en la actualidad su fiesta es el 17 de septiembre, día de su nacimiento al Reino de Dios.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Cualquier definición que busquemos sobre ciudadano o ciudadanía nos va a indicar que un ciudadano es persona que forma parte de una comunidad política. La condición de miembro de dicha comunidad se conoce como ciudadanía, y conlleva una serie de deberes y una serie de derechos que cada ciudadano ha de respetar y hacer que se cumplan… La construcción de ciudadanía, tiene que ver con nuestro proyecto cristiano de vivir en sociedad”

Mons. Casaretto
“Educar para la Ciudadanía”


Tema del día:
El Papa, valiente testigo de la esperanza


Parece frágil, pero tiene temple de alemán y decisión de sabio. Benedicto XVI le echa agallas y una buena dosis de valentía, para mantener su viaje al Líbano. Un viaje muy arriesgado. Un viaje al lado del infierno sirio. Una visita en la que el Papa se la juega, sobre todo tras loa acontecimientos de Libia y de Egipto, sumados al polvorín sirio. Un Papa valiente, que merece nuestro apoyo y nuestra oración.

Podría haberlo suspendido fácilmente. Y nadie se lo hubiese tomado a mal, dadas las circunstancias extremas. Podría incluso anunciar que lo posponía y, seguramente, habría contado con el aplauso del mundo. Pero lo mantiene, decidido a predicar la paz precisamente en medio de un Oriente Medio en llamas.

Ese testimonio vale más que mil palabras. Su simple presencia en Beirut es un gesto tan lleno de simbolismo y de empatía evangélica, que enamora.

El Papa-valiente, al contrario de otros muchos jerarcas católicos, no se esconde tras una falsa prudencia. Da la cara. Arrostra las dificultades y los peligros. Incluso en primera persona. Con la serenidad de los testigos y la prudencia de los mártires. Sabe que, como dijo el Maestro, el "buen pastor da la vida por sus ovejas". Si fuese necesario.

Y los musulmanes, vejados por una película blasfema sobre el Profeta, sentirán también la dulzura de este Papa menudo y frágil vestido de blanco. Y seguramente les cautivará. Y llegará a su corazón. Por lo que haga y por lo que diga. Y podrá sembrar un poco de paz y esperanza en Oriente Medio: una primavera cristiana en sintonía con la primavera árabe.

Un viaje que seguramente dará mucho fruto y convertirá al frágil Benedicto en el Papa de la paz.

¡Que viva el Papa valiente testigo de la esperanza y mensajero de la paz!

José Manuel Vidal


Pensamientos sanadores


Pide la liberación de las ambiciones desmedidas

Las carencias afectivas o materiales pudieron haber dejado en nosotros inseguridades interiores. Estos vacíos hacen que mucha gente se apegue a los bienes materiales o las personas, ansiando todo aquello que no poseen.
El conflicto se genera debido a que, como siempre, son más las cosas que no se poseen que las que se tienen, existe un margen suficientemente amplio para la infelicidad.
El estar deseando para nuestra vida aquellas cosas que no se necesitan, es fuente continua de ansiedad e insatisfacción, siendo que en realidad, necesitamos muchísimo menos de lo que la mayoría de nosotros tenemos, y menos aún de aquello que tanto suspiramos conseguir.

Sólo en Dios descansa mi alma, de él me viene la esperanza. Sólo él es mi roca salvadora, él es mi baluarte: nunca vacilaré. Mi salvación y mi gloria están en Dios; él es mi roca firme, en Dios está mi refugio. Salmo 62, 6-8.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de Andrés S., novel médico de Buenos Aires, Argentina, quien se vio repentinamente afectado de una endocarditis bacteriana, y una insuficiencia aórtica severa, por lo que su pronóstico es reservado, y necesita una urgente cirugía cardíaca. Rezamos por él, para que el Señor Jesús le conceda una pronta recuperación.

Pedimos oración por Martha P., que vive en Lawrence, USA y hoy empieza un tratamiento de radiación ya que le diagnosticaron cáncer sarcoma intramuscular, por lo que rogamos que Dios le de mucha fuerza y paz para soportar todos los efectos del tratamiento a seguir, y luego será operada.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.


"Intimidad Divina"

No insensatos, sino sensatos

El cristiano no puede actuar como un insensato: la vida es algo demasiado serio, es el camino que conduce a Dios; es, por lo tanto, importantísimo no dejarse deslumbrar, sino elegir el camino justo, el indicado por la voluntad de Dios, y avanzar por él expeditamente. No siempre es fácil hacerlo, porque pueden de dentro impedirnos reconocer la voluntad divina, mientras por fuera el mundo presiona con sus falsos atractivos. Para que no se equivoque el camino, el cristiano ha recibido en el bautismo la virtud de la prudencia, la cual tiene el cometido de ayudarle a “discernir lo que es la voluntad de Dios; lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm 12, 2) para conducirle al conseguimiento de su fin: la vida eterna. Dios ha creado al hombre libre, capaz de tomar sus decisiones y de gobernar su vida; pero no lo ha abandonado a sí mismo. Le ha dado una ley que le sirva de guía, le ha revelado su fin sobrenatural y, para que pueda alcanzarlo, le ha infundido las virtudes sobrenaturales, entre las que la prudencia tiene una misión directiva: dirigir todas sus acciones según Dios.

 “¿Quién de vosotros –dice el Evangelio–, si quiere construir una torre no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?... ¿O que rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?” (Lc 14, 28-31). Esta es la prudencia humana indispensable a quien no quiera exponerse al fracaso. Pero mucho más indispensable aún es la prudencia sobrenatural para asegurar el éxito eterno del cristiano. Este debe echar sus cuentas y convencerse de que es imposible seguir a Cristo sin imponerse sacrificios.

El seguimiento de Cristo exige que se ame a Dios sobre todas las criaturas, hasta sobre los parientes más cercanos, sobre todo los bienes terrenos y aun sobre la propia vida. Si en sentido pleno esto se exige solamente a los que son llamados a seguir a Cristo consagrándose totalmente a él, resulta claro de todo el Evangelio que en caso de conflicto entre los afectos de la sangre, la posesión de bienes o la conservación de la vida y el amor debido a Dios, todo cristiano debe estar pronto a sacrificar los primeros para mantenerse fiel al segundo. La norma fundamental de la prudencia cristiana es ésta: subordinar los intereses terrenos a los eternos, la vida temporal a la eterna, el amor de la criatura al amor del Creador. Es una prudencia que nace del precepto supremo del amor de Dios y está al servicio de él.

Concédeme, oh Dios de misericordia, que todo lo que te agrada lo desee yo ardientemente, lo investigue prudentemente, lo conozca verdaderamente y lo cumpla perfectamente a honor y gloria de tu nombre. Indícame, oh mi Dios, mi lugar en el mundo y haz que sepa lo que tú quieres y que lo haga y cumpla como conviene y es útil a mi alma. Señor Dios mío, concédeme no fallar nunca, tanto en lo próspero como en lo adverso, de modo que ni aquello me enorgullezca ni esto me acobarde. De nada me goce ni me duela, sino de lo que me acerca a ti o me aleja de ti. Que no ambicione agradar ni tema disgustar a nadie fuera de ti. Que desprecie yo, Señor, todas las cosas caducas y me sean queridas todas las cosas eternas. Que me disguste todo placer en que tú no estés presente y nada desee de lo que hay fuera de ti. Que me conforte, oh Señor, el trabajo emprendido por ti, y me sea enojoso todo descanso que tú no regocijes. (Santo Tomás de Aquino, Oraciones)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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