PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1814 ~ Martes
11 de Setiembre de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Mes de la Biblia
Alabado sea
Jesucristo…
Conozco a gente que encuentra alegría en la vida porque
la dedica al don de sí mismo. Pronuncia
una palabra alentadora o realiza algún acto generoso que transforma el día de
quien lo recibe. Ese don es divino en su carácter. Yo también puedo dar
realmente de mí cuando doy desde la sacralidad de mi ser. Pronunciando palabras
de verdad y compartiendo mi gozo, brindo aliento a quienes parecen deprimidos.
Tengo palabras de apreciación sinceras y significativas para otros. Afirmo
palabras de vida y fuerza a quienes necesitan curación. Doy expresión al
espíritu de Dios en el pensamiento, la palabra y la acción. Al dar de mi
verdadero yo, de mi divina naturaleza interior, enriquezco notablemente mi
vida.
Encuentro alegría dando, porque doy desde el espíritu de
Dios que está dentro de mí.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó
la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos,
y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a
quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y
Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a
Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una
gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea,
de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para
oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por
espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque
salía de él una fuerza que sanaba a todos.
(Lc 6,12-19)
Comentario
Hoy quisiera centrar nuestra reflexión en las primeras
palabras de este Evangelio: «En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y
se pasó la noche en la oración de Dios» (Lc 6,12). Introducciones como ésta
pueden pasar desapercibidas en nuestra lectura cotidiana del Evangelio, pero
—de hecho— son de la máxima importancia. En concreto, hoy se nos dice
claramente que la elección de los doce discípulos —decisión central para la
vida futura de la Iglesia— fue precedida por toda una noche de oración de
Jesús, en soledad, ante Dios, su Padre.
¿Cómo era la oración del Señor? De lo que se desprende de
su vida, debía ser una plegaria llena de confianza en el Padre, de total
abandono a su voluntad —«no busco hacer mi propia voluntad, sino la voluntad
del que me ha enviado» (Jn 5,30)—, de manifiesta unión a su obra de salvación.
Sólo desde esta profunda, larga y constante oración, sostenida siempre por la
acción del Espíritu Santo que, ya presente en el momento de su Encarnación,
había descendido sobre Jesús en su Bautismo; sólo así, decíamos, el Señor podía
obtener la fuerza y la luz necesarias para continuar su misión de obediencia al
Padre para cumplir su obra vicaria de salvación de los hombres. La elección
subsiguiente de los Apóstoles, que, como nos recuerda san Cirilo de Alejandría,
«Cristo mismo afirma haberles dado la misma misión que recibió del Padre», nos
muestra cómo la Iglesia naciente fue fruto de esta oración de Jesús al Padre en
el Espíritu y que, por tanto, es obra de la misma Santísima Trinidad. «Cuando
se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que
llamó también apóstoles» (Lc 6,13).
Ojalá que toda nuestra vida de cristianos —de discípulos
de Cristo— esté siempre inmersa en la oración y continuada por ella.
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª
de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Santoral Católico:
Virgen de Coromoto
Patrona de Venezuela
Información más amplia clic acá
Fuente: Web Católico de Javier
Oración
“¡Oh Virgen de Coromoto! En tus manos deposito mi súplica
por Venezuela. Bendícela. Preséntala al Corazón de Jesús. Haz valer tu amor de
Madre y tu poder de Reina. ¡Oh María! Yo cuento con tu ayuda. Yo confío en tu
poder. Yo me entrego a tu voluntad. Yo estoy seguro de tu misericordia. ¡Madre
de Dios y Madre mía! Ruega por nosotros. Llévanos al Corazón de Jesús.
Bendícenos Madre Santísima. Cúbrenos con tu Manto Madre Mía”
La frase de hoy
El maestro ideal es aquel que se pone
en el papel de un puente por el cual
invita a sus alumnos a cruzar
y que luego de haberlos ayudado
en el cruce se desploma con alegría,
alentándolos a crear sus propios puentes.
Nikos Kazantzakis
Grandes Sacerdotes:
Cardenal Carlo María Martini
SJ
Nació en el suburbio turinés de Orbassano, el 15 de
febrero de 1927, en el seno de una familia burguesa, hijo de padre ingeniero.
Ingresó en la Compañía de Jesús (jesuitas) el 25 de
septiembre de 1944, a los 17 años de edad. Hizo el noviciado en Cuneo; estudió
en la Facultad de Filosofía Aloisianum, Gallarate, Milán; en la Facultad
Teológica de Chieri, en Turín; en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma
(en 1958 recibió el doctorado en teología fundamental con la tesis: "Il
problema storico della Risurrezione negli studi recenti"); y en el
Pontificio Instituto Bíblico, Roma, donde obtuvo otro doctorado con una tesis
sobre "El problema de la recensionalidad del códice B a la luz del papiro
Bodmer XIV".
Martini fue ordenado sacerdote en 1952 y comenzó una
carrera fulgurante, tanto en el ámbito académico como en el eclesiástico. Era
experto en la crítica textual del Nuevo Testamento y había estudiado los
papiros y códices que contienen el texto griego de los Evangelios. Obtuvo
varios doctorados y dominaba seis idiomas modernos, además de latín, el griego
y el hebreo clásicos.
Tuvo una importante actividad académica e investigadora,
publicó numerosos libros y artículos (basta recordar que él fue el único
miembro católico del comité ecuménico que preparó la edición griega del Nuevo
Testamento). Sus libros sobre los Ejercicios Espirituales son muy apreciados
por la originalidad del enfoque, que combina la lealtad tradicional al modelo
ignaciano con una nueva luz sobre las Escrituras. Entre ellos se encuentran
‘Ejercicios ignacianos, a la luz de San Juan’, ‘El viaje espiritual de los Doce
en el Evangelio de San Marcos’, ‘Ejercicios ignacianos a la luz de San Mateo’,
‘Los ejercicios espirituales a la luz de San Lucas’ y ‘La vida de Moisés, la
vida de Jesús, existencia pascual’. En total escribió más de 50 libros, muchos
de ellos best-sellers, como el que escribió con el semiólogo Umberto Eco.
En sus últimos años de vida era el único cardenal que
vivía en Jerusalén, ciudad a la que definía como «la ciudad más cargada de
memoria religiosa de todo el mundo, la ciudad donde murió Jesús para la
salvación del mundo y donde se venera su sepulcro vacío y se hace memoria de su
resurrección».
El 15 de febrero de 2007 cumplió 80 años, con lo cual
sobrepasó la edad límite de 80 años para participar en un cónclave papal.
Siendo arzobispo emérito de Milán, falleció en Gallarate, Lombardía, a la edad
de 85 años, el 31 de agosto de 2012. Ha sido considerado como el intelectual
más importante del cristianismo del siglo XX.
Palabras de S.S.
Benedicto XVI con motivo de su funeral
Queridos hermanos y
hermanas En este momento deseo expresar mi cercanía, con mi oración y cariño, a
toda la Archidiócesis de Milán, a la Compañía de Jesús, a los familiares y a
todos aquellos que han estimado y amado al Cardenal Carlo María Martini y han
querido acompañarlo para este último viaje.
«Lámpara es tu
palabra para mis pasos, luz en mi sendero» (Sal 119[118], 105): las palabras
del Salmista pueden resumir toda la existencia de este Pastor generoso y fiel
de la Iglesia. Fue un hombre de Dios, que no sólo estudió la Sagrada Escritura,
sino que la amó intensamente, e hizo de ella la luz de su vida, para que todo
fuera «ad maiorem Dei gloriam», para la mayor gloria de Dios.
Y precisamente por
ello fue capaz de enseñar a los creyentes y a los que están en búsqueda de la
verdad, que la única Palabra digna de ser escuchada, acogida y seguida es la de
Dios, porque indica a todos el camino de la verdad y del amor. Lo fue con una
gran apertura de espíritu, sin rechazar nunca el encuentro y el diálogo con
todos, respondiendo concretamente a la invitación del Apóstol de estar «siempre
dispuestos a responder a cualquiera que les pida razón de la esperanza que
ustedes tienen. » (1 Pt 3,15).
Lo fue con un
espíritu de caridad pastoral profunda, según su lema episcopal, Pro veritate
adversa diligere, atento a todas las situaciones, especialmente a las más
difíciles, cercano, con amor, hacia el que estaba en la confusión y desaliento,
en la pobreza y en el sufrimiento.
En una homilía de
su largo ministerio al servicio de esta archidiócesis ambrosiana oró de este
modo: “Te pedimos, Señor, que hagas de nosotros agua de manantial que brota
para los demás, pan partido para los hermanos, luz para los que caminan en las
tinieblas, vida para los que andan a tientas entre las sombras de la muerte.
Señor, sé la vida del mundo. Señor, guíanos hacia tu Pascua. Juntos caminaremos
hacia ti, llevaremos tu cruz, gustaremos la comunión con tu resurrección.
Contigo caminaremos hacia la Jerusalén celestial, hacia el Padre “(Homilía del
29 de marzo de 1980).
El Señor, que ha
guiado al cardenal Carlo María Martini en toda su vida, acoja a este incansable
servidor del Evangelio y de la Iglesia en la Jerusalén del Cielo. A todos los
presentes y a los que lloran su pérdida, llegue el aliento consolador de mi
bendición.
Pensamientos sanadores
Ya es hora de despegar
Cuando un avión está en tierra, se lo nota tan pesado,
que, de no tener el conocimiento y la experiencia, a uno le parece imposible
que pueda elevarse y volar sobre las altas nubes del cielo.
Por eso cuando éste despega, uno asiste al milagro de la
inteligencia del hombre y a la tecnología que ha llegado a crear.
Ahora bien, si al ver un avión en tierra crees que puede
levantar vuelo, entonces ¿por qué no crees que tu vida, o la vida de los que
están junto a ti, también puede despegar?
Confía en que el cambio es posible. En el interior de
cada uno de nosotros, conviven una fuerza y una reserva de poder espiritual más
grandes de lo que puedas imaginar.
Sólo tienes que depositar tu confianza en Dios y en ti
mismo, poner en marcha el motor de ciertas decisiones y empezar a corretear por
la pista de despegue para superar así, ciertas situaciones o problemas.
El Señor es un
baluarte para el oprimido, un baluarte en los momentos de peligro. ¡Confíen en
ti los que veneran tu Nombre, porque tú no abandonas a los que te buscan! Salmo 9, 10-11
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Al celebrarse hoy en Argentina el Día del Maestro,
pedimos una oración muy especial por todas las personas que hay ejercido o
están ejerciendo esa noble y generosa vocación.
Pedimos oración por una señora de Guatemala, de la que
sólo sabemos que es la mamá de Fabián, a la que han diagnosticado una grave
enfermedad hepática rogando al Buen Jesús que todo lo puede, que la ayude y
haga lo mejor para ella y le dé fortaleza
a la familia y en especial a este muchacho que estando becado en otro
país está sufriendo más.
A once años de los hechos del 11S, en USA, elevamos una oración por las víctimas de ese grave suceso, como así también por las víctimas de todas las guerras que siguieron luego en diversas partes del mundo como represalias o consecuencias trágicas.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben
pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo
antes señalado.
"Intimidad Divina"
La justicia evangélica
En el lenguaje bíblico la palabra justicia tiene un
significado mucho más amplio que el que tiene en el uso corriente, donde indica
el respeto de los derechos ajenos. Cuando la Escritura habla de justicia quiere
significar la perfección, la santidad. Hombre justo es el que lleva en sí el
reflejo de la justicia y, por ende, de la santidad de Dios. Por eso el salmista
no se cansa de alabar y ensalzar la ley, que quiere observar con la máxima
perfección. “Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del
Señor… Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos” (Sl 118, 1.
20).
En tiempos de Jesús, los escribas y fariseos eran los
celosos cumplidores de la ley, pero mientras observaban sus más pequeños
detalles, descuidaban su espíritu. Según San Mateo, Jesús hasta siete veces,
después de haber citado un versículo de la ley antigua deformada frecuentemente
por los escribas, contrapone la nueva interpretación de los mismos a la luz de
la “justicia superior” que él exige de sus discípulos. No sólo deroga Jesús la
ley del talión, sino exige no responder a las ofensas, evitar en lo posible
cuestiones por intereses personales, no rehusar cuando el hermano pide algo que
implica incomodidad, como un servicio molesto o un préstamo. No sólo no admite
el odio contra nadie, sino pide amor para todos, hasta para los enemigos. El
espíritu interior que debe animar la nueva justicia es el espíritu de amor.
La vida puede presentar casos difíciles e intrincados en
las relaciones con el prójimo; no siempre será posible portarse del mismo modo
y ni siquiera atenerse a la letra de los ejemplos aducidos por Jesús, pero el
discípulo verdadero de Cristo ha de encontrar siempre en un amor sincero y
profundo el camino de una solución verdaderamente evangélica. La nueva justicia
predicada por el Señor le impone no contentarse con evitar el pecado y la
infracción de la ley, sino mirar mucho más alto, porque debe imitar la
perfección del Padre celestial. Esta es la norma suprema… Norma que no está
reservada a una categoría y que no es facultativa, sino obligatoria para todos
los cristianos, porque a todos se la propone Jesús como condición para ser
reconocidos como hijos del Padre celestial y para entrar en el reino de los
cielos.
Rebasando las
normas de la ley…, tú Señor, has extendido el deber de la bondad a aquellos
mismos que nos hubieran ofendido… Esto lo has dicho y los has hecho, tú que,
ultrajado, no devolviste el ultraje; abofeteado, no devolviste las bofetadas;
despojado, no opusiste resistencia; crucificado, pediste perdón por tus mismos
perseguidores, diciendo: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. Excusabas
de su crimen a tus acusadores; ellos preparaban la cruz y tú, derramabas
gracias y salvación… Tú nos has dado ejemplo y nos has garantizado una
recompensa celestial, prometiendo que llegarían a ser hijos de Dios los que
hubiesen sido imitadores tuyos… ¡Cuán grande es el beneficio de la
misericordia, que admite a los derechos de la adopción divina! Concédeme, pues
Señor, imitar la misericordia para merecer la gracia. (San Ambrosio)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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