sábado, 15 de septiembre de 2012

Pequeñas Semillitas 1818


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1818 ~ Sábado 15 de Setiembre de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Mes de la Biblia
   

Alabado sea Jesucristo…
Cuentan que una mujer oraba siempre a Dios, pero su petición nunca era respondida. Pidió entonces ayuda a un sabio que habitaba en un convento muy alejado y éste le preguntó: ¿Cómo oras a Dios? Ella respondió: 
-Yo más o menos le digo así: Señor, este día tengo muchos problemas, muchas dificultades, necesito ayuda y ya no sé qué hacer. Te pido que tengas compasión de mí pues mis fuerzas se han agotado. Mi familia no me ayuda y tengo muchos enemigos.
-Claro, respondió el sabio: Tu problema es muy sencillo. Cuando oras, debes ver a Dios y no ver tus problemas. Dirigirte a Dios confiando en que Él escucha y sabiendo que Su poder está sobre todas las cosas. De esta forma reconocerás a Dios como centro de tu vida y entonces tu oración será escuchada. Pero aunque a ti te parezca que Dios no te escucha, nunca dejes de orar.
¿Saben? A veces Dios se convierte en un pañuelo de lágrimas a quien nos acercamos pero no para que nos libre de nuestros problemas, sino para "quejarnos" y nuestras oraciones están llenas de quejas, ira, e incluso rabia, pero pocas veces le decimos a Dios que confiamos en Él, que conoce nuestros problemas y los puede solucionar.
Cuando Pedro caminaba sobre el agua, cuenta la Biblia que quitó su mirada de Jesús y fue entonces cuando empezó a hundirse. Cada vez que sientas que te hundes, debes volver tu vista y Él extenderá su mano y te levantará.
“De la misma forma, cuando estés orando no debes tener a tus problemas como centro, sino a Jesús”


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
(Lc 2,33-35)

Comentario
Hoy, en la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, escuchamos unas palabras punzantes en boca del anciano Simeón: «¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35). Afirmación que, en su contexto, no apunta únicamente a la pasión de Jesucristo, sino a su ministerio, que provocará una división en el pueblo de Israel, y por lo tanto un dolor interno en María. A lo largo de la vida pública de Jesús, María experimentó el sufrimiento por el hecho de ver a Jesús rechazado por las autoridades del pueblo y amenazado de muerte.
María, como todo discípulo de Jesús, ha de aprender a situar las relaciones familiares en otro contexto. También Ella, por causa del Evangelio, tiene que dejar al Hijo (cf. Mt 19,29), y ha de aprender a no valorar a Cristo según la carne, aun cuando había nacido de Ella según la carne. También Ella ha de crucificar su carne (cf. Ga 5,24) para poder ir transformándose a imagen de Jesucristo. Pero el momento fuerte del sufrimiento de María, en el que Ella vive más intensamente la cruz es el momento de la crucifixión y la muerte de Jesús.
También en el dolor, María es el modelo de perseverancia en la doctrina evangélica al participar en los sufrimientos de Cristo con paciencia (cf. Regla de san Benito, Prólogo 50). Así ha sido durante toda su vida, y, sobre todo, en el momento del Calvario. De esta manera, María se convierte en figura y modelo para todo cristiano. Por haber estado estrechamente unida a la muerte de Cristo, también está unida a su resurrección (cf. Rm 6,5). La perseverancia de María en el dolor, realizando la voluntad del Padre, le proporciona una nueva irradiación en bien de la Iglesia y de la Humanidad. María nos precede en el camino de la fe y del seguimiento de Cristo. Y el Espíritu Santo nos conduce a nosotros a participar con Ella en esta gran aventura.
P. Abad Dom Josep Mª SOLER OSB Abad de Montserrat (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Nuestra Señora de los Dolores


Memoria de Nuestra Señora de los Dolores, que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida, al contrario de lo que hizo la primera mujer, que por su desobediencia trajo la muerte.

Los Evangelios muestran a la Virgen Santísima presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la cruz en el momento de la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello el título de Corredentora.

La representación pictórica e iconográfica de la Virgen Dolorosa mueve el corazón de los creyentes a justipreciar el valor de la redención y a descubrir mejor la malicia del pecado.

Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares.

Un poco de historia

Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares. La fiesta de nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre y recordamos en ella los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida, por haber aceptado ser la Madre del Salvador.

Este día se acompaña a María en su experiencia de un muy profundo dolor, el dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado por los temerosos apóstoles, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.

María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no la comprendamos.

Es Ella quien, con su compañía, su fortaleza y su fe, nos da fuerza en los momentos de dolor, en los sufrimientos diarios. Pidámosle la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de Ella y comprender que, en el dolor, somos más parecidos a Cristo y somos capaces de amarlo con mayor intensidad.

¿Que nos enseña la Virgen de los Dolores?

La imagen de la Virgen Dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos.

Cuida tu fe: Algunos te dirán que Dios no es bueno porque permite el dolor y el sufrimiento en las personas. El sufrimiento humano es parte de la naturaleza del hombre, es algo inevitable en la vida, y Jesús nos ha enseñado, con su propio sufrimiento, que el dolor tiene valor de salvación. Lo importante es el sentido que nosotros le demos.

Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por la salvación de las almas. De este modo podremos convertir el sufrimiento en sacrificio (sacrum-facere = hacer algo sagrado). Esto nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo, uniendo nuestro sacrificio al de Cristo.

Oración:

María, tú que has pasado por un dolor tan grande y un sufrimiento tan profundo, ayúdanos a seguir tu ejemplo ante las dificultades de nuestra propia vida.

Si quieres saber más, visita la página de EWTN en la cual encontrarás hermosas meditaciones acerca del dolor y las oraciones tradicionales de esta fecha.

Fuente: Catholic.net


Ave María Dolorosa

“Dios te salve, María, llena eres de dolores; Jesús crucificado está contigo; digna eres de llorada y compadecida entre todas las mujeres, y digno es de ser llorado y compadecido Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Santa María, Madre del Crucificado, da lágrimas a nosotros crucificadores de tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”


Cuentos de Mamerto Menapace:
Cuajada y fermento


En el campo se trabaja con la vida. Quizá sea el aspecto más característico de los trabajos rurales. Aquí hay que respetar ciclos y hay que acompañar procesos. La vida es así. Nadie puede sembrar trigo en Navidad y cosecharlo en Pascua. Por más tierra que mueva, si no respeta las leyes de la vida, lo único que consigue es perder tiempo. Cada cosecha tiene su época, y está precedida por la siembra, los laboreos y el crecimiento. A la vida hay que acompañarla y alimentarla. No se la puede ni inventar ni apresurar.

Esto sucede así, hasta cuando se hace el queso. Algunos creen que al queso se lo fabrica. Pero en realidad nace y madura como cualquier realidad que tiene vida.

No quiero hacer alardes de conocimiento. Simplemente comparto lo que yo mismo aprendí desde pequeño y luego comprendí siendo ya mayor. Esto es bueno que lo sepan todos aquellos a los que les gusta el queso.

Dos grandes realidades intervienen en su nacimiento: la cuajada y el fermento. Lo primero, en realidad es algo muy sencillo. Todo es cuestión de tener un poco de verdadero cuajo. Una pequeñísima cantidad se mezcla con un gran volumen de leche, y en poco tiempo se opera una crisis en la tina. Lo sólido se condensa en la masa, y el líquido se separa formando el suero. Todo depende de la fuerza vital del cuajo. Este verdaderamente es una fuerza poderosa que actúa en forma inmediata, y su función es muy precisa: obliga a optar, separa discierne la realidad profunda y a cada cosa le da su identidad.

Pero si todo quedara ahí, y se pretendiera poner el resultado en un molde, sólo se conseguiría un queso insulso, o lo que es peor, uno se expondría a que el producto fermentara de manera imprevisible. Se hace necesario el fermento.

Se trata de otra realidad viva. Un pequeño volumen de leche ha sido previamente esterilizado, llevado a una temperatura óptima aislándolo de las corrientes de aire y de las moscas que pudiera haber en el lugar. Se le ha dado todo el tiempo necesario para que en él se desarrolle la vida de ciertas bacterias bien definidas, generalmente oriundas del lugar y que allí se han sembrado con sumo cuidado, luego de haber constatado su pureza. Con el fermento se es muy exigente. En él no pueden admitirse interferencias de torso fagos, es decir de vida extraña o contraria.

Este volumen de fermento es relativamente pequeño, en comparación con el total de la leche que se está cuajando. Pero la intensidad de la vida que tiene, hace que toda la masa adopte su proceso y reproduzca sus notas fundamentales. Produce un efecto similar al de la levadura en la masa del pan. De él depende el gusto y la identidad específica. Un queso es de esta variedad, y no de otra, gracias al fermento que lo ha hecho madurar. Y por lo tanto su valor propio.

Muchas veces he sentido discutir el problema de lo que es prioritario en al evangelización de la juventud. Algunos afirman que la evangelización debería ser masiva, a fin de abarcar la totalidad de los jóvenes mediante el anuncio escueto de la buena noticia de Cristo Nuestro Salvador, para que los jóvenes opten. Otros afirman que se deben preparar grupos de vida intensa, que introducidos en la masa la vayan fermentando por su fuerza propia.

Creo que las dos realidades están muy lejos de oponerse. Se exigen mutuamente. Un anuncio masivo, que lleve a la opción, debe ser cualificado por la acción de grupos de una intensa vida espiritual y comprometida. Estos grupos no se improvisan. Necesitan ser preparados cuidadosamente y con una dedicación atenta.

Cristo mismo gastaba mucho tiempo con las multitudes, a las que dedicaban a veces jornadas enteras. Anunciaba la realidad del Reino, y la misericordia del Padre. Pero luego en privado, preparaba intensamente a su grupito de discípulos, para que fueran fermento, sal y luz. Con ellos era muy exigente.


Pensamientos sanadores


Pide, como María, confiar en Dios

Cuántas veces, en el ámbito de muchas familias, el sufrimiento se hace presente.
Los motivos que originan el dolor pueden ser muchos: las debilidades y errores de uno de los miembros del grupo familiar, una enfermedad grave, un mal entendido que genera discusiones, problemas laborales que desequilibran la economía familiar, un accidente… y la lista podría ser interminable. Sin embargo, ese período de dolor puede ser un momento privilegiado para contemplar a María y aprender de ella la actitud de oración profunda y de confianza en Dios.
Ella quiere ayudarte. Permítele que también irradie en ti la paz de su alma.
Dile con confianza: “Querida Mamá, entrego en tus manos lo que me preocupa y me quita la paz. Ayúdame a discernir la voluntad de tu Hijo Jesús y a confiar en Dios con tu misma fe. Pon tu Inmaculado Corazón en mi pecho y lléname de serenidad, amor y confianza. Amén”

El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor y le devolverá la salud. Salmo 41, 4.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Hortencia U. de más de 80 años de edad, de Lima, Perú, quien sufre de Alzheimer y Parkinson; estando ahora hospitalizada con complicaciones. Oremos para que Dios Padre misericordioso la alivie y no tenga dolores ni sufrimientos.

Elsa, de Perú, pide oraciones por su hija, que lleva su mismo nombre, que tiene 43 años, es una buena mujer, para que encuentre un hombre bueno, que la ame y ella lo ame y si Dios lo quiere puedan formar una linda familia cristiana.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.


"Pequeñas Semillitas" por e-mail


Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratuitas y se realizan únicamente por invitación. Hay que solicitarlas a Melissa, la moderadora del Grupo a: picaflor05@gmail.com  o a: picaflor.cl@gmail.com  
Las inscripciones son moderadas y pueden demorar un par de días, siendo importante que no te suscribas desde una computadora de tu oficina o lugar laboral, y que sólo te inscribas si de verdad estás dispuesto/a a leer todos los días nuestros mensajes e incluso compartirlos con tus amigos y conocidos reenviándoselos por correo electrónico.
Felipe de Urca


"Intimidad Divina"

Sencillos como niños

Jesús pidió a sus discípulos una sinceridad absoluta: “Sea vuestro lenguaje: ‘Si, si’; ‘no, no’: lo que pasa de ahí viene del maligno” (Mt 5, 37). Esta enseñanza debió de impresionar profundamente a sus oyentes, ya que el apóstol Santiago la reproduce casi literalmente en su carta, añadiéndole un matiz que esclarece su sentido: “Que vuestro sí, sea sí, y el no, no” (5, 12). El sí y el no pronunciados con los labios deben corresponder al sí y al no interiores, para que no acaezca que lo que se afirma o se niega sea lo contrario de lo que se piensa. Jesús  arremetió contra los fariseos precisamente por su hipocresía, pues hablaban de un modo y hacían de otro, cubriendo con máscara de justicia sus graves transgresiones de la ley. El Señor los definió como “sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de toda inmundicia” (Mt 23, 27). La sinceridad no exige que se manifiesta a cualquiera todo lo que se sabe o todos los sentimientos íntimos; la prudencia y el deber de guardar el secreto lo impiden. Sin embargo, en todo lo que se manifieste, de palabra y hasta con el silencio, corresponda a la verdad.

Jesús exige a sus discípulos ser “sencillos como las palomas” (Mt 10, 16), transparentes como niños (Mt 18, 3). Tanto la sencillez como la sinceridad excluyen toda forma de doblez y complicación, fruto del amor propio y del egoísmo, y cuando son perfectas, penetran toda la vida del hombre reduciéndola a la unidad y confiriéndole una limpidez particular. Sólo podrá llegar a tanto el que en toda su vida se deja guiar por una única luz, se apoya en una única fuerza y tiende a un único fin: Dios. El que es sencillo no acepta otra luz que la que viene de Dios, de su palabra y de su ley. Por eso prescinde de todas las miras del amor propio y del egoísmo y rehúye el falso fulgor de las pasiones, y de las máximas del mundo, todo él tinieblas y engaño. Juzga todas las cosas a la luz de la fe, ve en cada circunstancia la mano de Dios y se sirve de todo para ir a el sin perder tiempo en razonar sobre las causas segundas.

Su paso es veloz y seguro, porque encuentra en Dios no sólo la luz para discernir el camino recto, sino también la fuerza para seguirlo. En todo momento y en toda ocasión se apoya en Dios con la confianza de hijo, sabiendo que sólo en él puede encontrar el sostén necesario a su debilidad. Cualquier cosa que haga mira al fin último y tienen una intención única: servir a Dios, agradarle, darle gloria. Por eso vigila atentamente, no se infiltren en su conducta intenciones segundas sugeridas por la vanidad o el egoísmo. La pureza de intención hace que todas sus acciones sean sencillas y reflejen sin sombra sus pensamientos e intenciones. Nada le detiene y nada teme, porque busca a Dios sólo y su aprobación; por eso obra con la libertad santa de los hijos de Dios. El hombre sencillo merece el elogio que Jesús dirigió a Natanael: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño” (Jn 1, 47).

Tú me conoces enteramente, Señor: mi presente, mi pasado y mi futuro están delante de ti, como una sola realidad. Esos mismos matices diáfanos y vaporosos de mi pensamiento que no consigo aferrar, los conoces tú. Todo acto, sea obra material o pensamiento, tú lo puedes comprender en su mismo origen y seguirlo en su entero desarrollo y en sus consecuencias. Tú sabes cuál es el fin que me espera y sabes la hora en que me presentaré ante ti para ser juzgado. Con todo, Señor, no podría resignarme a la idea de que tú no me conozcas. Saber que tú lees en mi corazón es para mí el mayor consuelo. Deme en la medida más abundante la sinceridad completa que deseo. Haz que no tenga nunca por qué temer tu mirada, dándome cuenta de que no busco honestamente sino agradarte. Enséñame a amarte más: entonces tendré finalmente paz y tu juicio no me infundirá miedo alguno. (J. H. Newman, Madurez cristiana).

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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