PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1713 ~
Miércoles 23 de Mayo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
El Espíritu de Jesús es la autodonación de Dios. Por el
Espíritu, a partir de Pentecostés, los discípulos de Jesús, hombres y mujeres,
con María, se sienten libres y liberadores. Buena ocasión para preguntarnos por
“nuestro espíritu”. ¿Qué experiencia tengo de su acción en mi vida? ¿En qué se
nota la acción del Espíritu de Jesús en la comunidad de creyentes? ¿Muestro un
cristianismo apagado, sin Espíritu, basado más sobre temores, normas y miedos
que sobre la alegría y la fuerza de la Vida Nueva?
Preparemos nuestro corazón para recibir el domingo al
Espíritu Santo y para que fructifiquen en nosotros sus dones, de manera que
renovemos nuestra vida interior y la proyectemos a los demás, saliendo al mundo
a llevar la Buena Noticia con amor y con paz.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo:
«Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como
nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me
habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de
perdición, para que se cumpliera la Escritura.
»Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para
que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el
mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te
pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son
del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es
verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y
por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en
la verdad».
(Jn 17,11b-19)
Comentario
Hoy vivimos en un mundo que no sabe cómo ser
verdaderamente feliz con la felicidad de Jesús, un mundo que busca la felicidad
de Jesús en todos los lugares equivocados y de la forma más equivocada posible.
Buscar la felicidad sin Jesús sólo puede conducir a una infelicidad aún más
profunda. Fijémonos en las telenovelas, en las que siempre se trata de alguien
con problemas. Estas series de la TV nos muestran las miserias de una vida sin
Dios.
Pero nosotros queremos vivir el día de hoy con la alegría
de Jesús. Él ruega a su Padre en el Evangelio de hoy «y digo estas cosas en el
mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada» (Jn 17,13). Notemos que
Jesús quiere que en nosotros su alegría sea completa. Desea que nos colmemos de
su alegría. Lo que no significa que no tengamos nuestra cruz, ya que «el mundo
los ha odiado, porque no son del mundo» (Jn 17,14), pero Jesús espera de nosotros
que vivamos con su alegría sin importar lo que el mundo pueda pensar de
nosotros. La alegría de Jesús nos debe impregnar hasta lo más íntimo de nuestro
ser, evitando que el estruendo superficial de un mundo sin Dios pueda
penetrarnos.
Vivamos pues, hoy, con la alegría de Jesús. ¿Cómo podemos
conseguir más y más de esta alegría del Señor Jesús? Obviamente, del propio
Jesús. Jesucristo es el único que puede darnos la verdadera felicidad que falta
en el mundo, como lo testimonian esas citadas series televisivas. Jesús dijo,
«si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que
queráis y lo conseguiréis» (Jn 15,7). Dediquemos cada día, por tanto, un poco
de nuestro tiempo a la oración con las palabras de Dios en las Escrituras;
alimentémonos y consumamos las palabras de Jesús en la Sagrada Escritura;
dejemos que sean nuestro alimento, para saciarnos con la su alegría: «Al inicio
del ser cristiano no hay una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro
con un acontecimiento, con una Persona, que da a la vida un nuevo horizonte a
la vida» (Benedicto XVI).
Fr. Thomas LANE (Emmitsburg, Maryland, Estados Unidos)
Santoral Católico:
San Juan Bautista de Rossi
Presbítero
Juan Bautista de Rossi representa el triunfo de la
voluntad sobre la fragilidad física, del generoso empeño apostólico sobre los
obstáculos de la enfermedad. A pesar de su doble enfermedad, la epilepsia y una
enfermedad de los ojos, multiplicó el trabajo cotidiano en beneficio de los
pobres de la ciudad de Roma y de los recogidos en los hospicios. Había nacido
en Voltaggio, provincia de Génova, el 22 de febrero de 1698, pero a los trece
años se estableció definitivamente en Roma, en casa de un primo sacerdote,
canónigo de Santa María en Cosmedin, para poder estudiar en el colegio romano
de los jesuitas. En 1714 siguió los estudios eclesiásticos, y terminó los
estudios de teología con los dominicos.
Fue ordenado sacerdote el 8 de marzo de 1721, pero desde
antes ya había comenzado su intenso apostolado. Antes de su ordenación había
dirigido varios grupos de estudiantes, y de esta experiencia nació la idea de
la fundación de la Pía Unión de Sacerdotes Seculares, anexa al hospicio de San
Gala que él dirigió y que, durante más de dos siglos, hasta 1935, contó con los
mejores nombres del clero romano, algunos de los cuales llegaron al honor de
los altares.
Además del hospicio de San Gala, no suyo (había sido
fundado por Marco Antonio Anastasio Odescalchi, primo de Inocencio XI) y sólo para
hombres, quiso ampliar el radio de su apostolado fundando el hospicio para
mujeres, dedicado a san Luis Gonzaga, su santo predilecto. Ayudado por su
confesor, el siervo de
Dios Francisco María Galluzzi, a pesar de su delicada
salud redobló su actividad. Parecía omnipresente en cualquier parte en donde
había que animar, instruir, socorrer, a cualquier hora del día o de la noche.
No era raro verlo en las plazuelas romanas improvisar un
sermón entre los desocupados o por la noche cuando la gente regresaba del
trabajo. La simpatía que despertaba entre la gente humilde de los barrios
atraía a su confesonario largas filas de penitentes. Era, efectivamente, un
maestro de espiritualidad y en cualquier parte donde promovía una iniciativa,
imprimía un ritmo de santo fervor.
Cuando fue elegido canónigo de Santa María en Cosmedin,
quedó dispensado de la obligación del coro para poderse dedicar con más
libertad a sus compromisos apostólicos. En los últimos meses de su vida, la
gravedad de la enfermedad lo sometió a un verdadero calvario.
Murió el 23 de mayo de 1764, y fue beatificado por Pío
IX, que había sido sucesor en la dirección de la Pía Unión de los Sacerdotes
Seculares de San Gala. León XIII lo canonizó el 8 de diciembre de 1881.
Fuente: Catholic.net
Nuestra Señora de la Luz
Imagen pintada a solicitud del sacerdote jesuita Juan
Antonio Genovesi en Palermo, Italia, en el siglo XVIII. Se dice que la
Santísima Señora, solo era visible para una religiosa (anónima), quien indica
los detalles de su visión a un pintor; al concluir, la Celestial Reina bendice
la obra y confiere el poder de hacer milagros.
Hacia 1732, los jesuitas donan la imagen para ser
venerada en América y por sorteo, en tres ocasiones, es favorecida la ciudad de
León, Guanajuato, México. El 2 de julio del mismo año llega la imagen a la
citada ciudad. En 1770 es designada patrona contra rayos y centellas. En 1848
es declarada patrona de León. En la epidemia de cólera de 1850, es invocada
cesando por su intersección la enfermedad. Se le construye un templo –actual
Basílica-, concluido y consagrado en 1866. Su coronación pontificia, se efectúa
en 1902. La Madre Santísima de la Luz, recibe también especial veneración en
Puebla.
Iconografia: María Santísima de pie, ataviada con vestido
blanco, manto azul, rodeada por ángeles –dos la coronan-, a su izquierda uno le
presenta un cesto de corazones y el niño Jesús, a quien carga en su brazo
izquierdo, toma uno en sus manos. En su lado derecho un dragón con las fauces
abiertas pretende “devorar” a un pescador, la Santísima Virgen impide esto y
con su mano derecha lo levanta, salvándolo. Protectora de las mujeres que van a
dar a luz y de los enfermos de la vista.
Fuente: La Verdad Católica
La frase de hoy
“En el nacimiento de la Iglesia,
el Espíritu Santo infundió
valentía, fortaleza y sabiduría
a los apóstoles que estaban temerosos.
Así, si los legionarios son almas dóciles,
el Espíritu Santo podrá realizar
en ellos la misma obra”
Alfonso Lambe
Tema del día:
Espíritu Santo ¡Ven!
Muchos no saben cómo y porqué orar al Espíritu Santo.
Aquí va un himno-oración muy antiguo, que puede ayudar. Hemos resaltado algunas
palabras para que se aprecie mejor la riqueza de esta oración y nos demos
cuenta de la ayuda que puede darnos el Espíritu Santo, cuando lo invoquemos de verdad. Es una
oración especial para nuestro tiempo.
Ven, Espíritu Santo y envía desde el cielo un rayo de tu
luz.
Ven, Padre de los
pobres, ven dador de dones, luz
de los corazones.
Ven, Consolador
lleno de bondad, dulce huésped del
alma, alivio que conforta.
Descanso en el
trabajo, en el ardor tranquilidad, consuelo
en nuestro llanto.
Que tu luz santísima ilumine lo más íntimo del corazón de
tus fieles. Sin tu gracia divina nada bueno hay en el hombre, nada que sea inocente.
Lava
nuestras culpas, riega nuestra aridez, sana
nuestras heridas, ablanda lo que es
duro, templa lo e es frío, corrige nuestros errores.
Concede a los
fieles que en ti confían tus siete santos dones. Premia nuestros refuerzos, danos
tu salvación, en la eterna alegría. Amen.
P. Benito Spolettini ssp
Pensamientos sanadores
Pide al Señor el gozo y la alegría del corazón
La alegría es un don de Dios, y a Él le gusta concederla
con generosidad.
Si notas que ella no riega suficientemente tu vida,
pregúntale al Señor qué es necesario cambiar; pide consejo a personas sabias y
da con perseverancia los pasos concretos para lograrlo. Entonces, notarás que,
independientemente de los acontecimientos fugaces de cada día, la alegría fluye
en tu vida desde tu mismo interior, como el agua que brota desde un oculto
manantial.
Pero, si aun así, adviertes que en algunos momentos la
alegría queda opacada por alguna dificultad, no te desanimes, pues si
contemplas al Señor más que al problema, la alegría comenzará a brotar
nuevamente.
Él reserva su
auxilio para los hombres rectos, es un escudo para los que caminan con
integridad; él protege los senderos de la equidad y cuida el camino de sus
fieles. Entonces comprenderás la justicia y la equidad, la rectitud y todas las
sendas del bien. Porque la sabiduría penetrará en tu corazón y la ciencia será
la delicia de tu alma. Proverbios 2, 7-10
Mayo, mes de María
Una reunión numerosa con un Obispo de la Iglesia; uno de
los asistentes se dirige a él; se ve que le tiene cariño y, como quien está
dispuesto a todo, le pregunta:
- ¿Qué quiere que recemos por usted cada día?
El Obispo prefiere hacerse el sordo, pero la insistencia
le obliga a contestar:
- "Un acordaos".
Aquél, que estaba dispuesto a cualquier cosa, por difícil
que fuese, se sintió como defraudado, pues le parecía poco. El Obispo leyó en
la cara de aquel joven su desilusión y añadió:
- ¿Te parece escaso? ¡Qué poco valoras la oración vocal!
Con una sola oración a la Virgen, si tenemos fe, hacemos
mucho por quienes queremos. Madre, ayúdame a valorar cada oración. Si llamo por
teléfono a un amigo dándole un recado, sé que me ha oído y que, sí puede, lo
hará. Cada vez que te digo algo, que te rezo un Acordaos, es -¡por lo menos!-
como si te llamara por teléfono: Tú me escuchas y me haces caso.
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras,
comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.
Texto del P. José Pedro Manglano Castellary
Tomado del Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de la
mamá de Melissa, querida colaboradora desde siempre de “Pequeñas Semillitas”,
fallecida ayer en la Patagonia Argentina. Abrazamos de corazón a Melissa y a toda su familia
en estas horas de dolor.
Pedimos oración por la salud física, psíquica y
espiritual de Cindy, que vive en Guatemala.
Pedimos oración por Juan Carlos E. M. que vive en
Medellín, Colombia, y que hoy debe realizar una evaluación neurológica por
patología lumbar, para que el Señor Jesús permita que los diagnósticos y
tratamientos sean de la mayor efectividad para su salud.
Pedimos oración por las siguientes personas de Sáenz
Peña, Chaco, Argentina: Por el niño E. F. de 7 años que luego de una
intervención de adenoides no se despierta de la operación; por Jorge L.,
Patricia I. y María Angélica G. para que el Espíritu Santo les conceda
serenidad, luz y fortaleza, para una adecuada toma de decisiones; y por Paola
Andrea, de 31 años de edad, madre de dos niños, que está actualmente internada
en Córdoba por leucemia, para trasplante de médula, para que Dios Padre, la
Virgen María y Jesús le den a Paola toda la fuerza física y espiritual para salir
de esta etapa recuperada, e iluminen a los médicos que la van a trasplantar.
Pedimos oración por Susy López, de Guatemala, que está
esperando de un momento a otro su hora de parto. Que María Santísima la
acompañe… Y de la misma ciudad, pedimos por Hugo Waldemar que mañana será
operado de la vista. Que Jesús permita que todo salga bien…
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com
"Intimidad Divina"
El Espíritu de la Iglesia
La Iglesia fundada por Cristo para que prolongue a través
de los siglos su obra de salvación, está animada por su mismo Espíritu; en
efecto, corroborada por el divino Paráclito, ella emprendió el día mismo de
Pentecostés su carrera en el mundo anunciando el Evangelio. “Fue en Pentecostés
–enseña el Concilio– cuando empezaron los “hechos de los apóstoles”, del mismo
modo que Cristo fue concebido cuando el Espíritu Santo vino sobre la Virgen
María, y Cristo fue impulsado a la obra de su ministerio cuando el mismo
Espíritu Santo descendió sobre él mientras oraba” (AG 4). La Iglesia vive,
crece, y obra en el mundo bajo el influjo y la guía del Espíritu Santo, al que
“Cristo envió de parte del Padre… para que llevara a cabo interiormente su obra
salvífica e impulsara a la Iglesia a extenderse a sí misma” (ib.). Todo cuanto
la Iglesia ha realizado en los dos milenios de cristianismo ha sido en virtud
de este divino Espíritu que nunca ha cesado de asistirla y de infundirle el
necesario vigor para el cumplimiento de su misión. La fuerza de la Iglesia
actual, como lo fue para la Iglesia naciente, está en dejarse guiar por el
Espíritu Santo, como “encadenada” a él, sacando de este vínculo que la tiene
tan íntimamente unida al Espíritu, la fuerza para dar testimonio de Cristo y
difundir el Evangelio, no obstante las contradicciones y las persecuciones.
El testimonio que Jesús pide a su Iglesia es justamente
testimonio de fe y de amor. En su oración al Padre Jesús pidió por los suyos:
“Conságralos en la verdad” (Jn 17, 17), es decir, que ellos se consagren a la
difusión del Evangelio con tanto fervor que estén dispuestos a emplear su vida
y hasta sacrificarla por ello. Pero en la misma ocasión añadió: “sean perfectos
en la unidad y conozca el mundo que tú me enviaste” (ib. 23). El amor mutuo de
los discípulos y la perfecta unión que de él deriva, darán testimonio al mundo
que el Hijo de Dios se ha hecho hombre y ha venido para traer el amor divino a
los hombres: darán testimonio de la veracidad y del valor del cristianismo. El
Espíritu Santo, que es Espíritu de verdad y de amor, haciendo a la Iglesia
capaz de dar testimonio de la fe y de difundirla, la va fortaleciendo y
amalgamando en su interior para hacerla perfecta en la unidad “para que el
mundo crea” (ib. 24). Donde el Espíritu Santo obra y no ponen los hombres
obstáculo a su acción, promueve siempre la unidad de los corazones y de las
mentes, despierta el verdadero sentimiento de fraternidad y continuamente
“produce y urge la caridad entre los fieles” (ib. 7).
Para cooperar a la unión de la Iglesia, el primer paso y
el más importante es favorecer en sí mismo el desarrollo del amor que el
Espíritu Santo infunde en cada uno de los bautizados, para que produzca frutos
de caridad, de concordia y de paz. Rogar por la unión y la paz universal
dejando que fermenten en el propio corazón los gérmenes del egoísmo, de la
intolerancia y de la antipatía que son productores de discordia, sería una
verdadera contradicción. Por eso San Pablo escribía a los primeros cristianos:
“Os exhorto yo, preso del Señor, a andar de una manera digna de la vocación con
que fuisteis llamados, con toda humildad, mansedumbre y longanimidad,
soportándoos los unos a los otros con caridad, solícitos de conservar la unidad
del espíritu mediante el vínculo de la paz” (Ef 4, 1-3). No es fácil esto para
la debilidad humana, pero el Espíritu Santo está en cada uno de los fieles
sosteniendo sus esfuerzos, y ayudándole a recordar las enseñanzas de Jesús
acerca del mandamiento del amor y a ponerla en obra.
Oh Espíritu de
amor, aviva en nosotros el deseo de caminar con nuestro Dios; tú solo lo puedes
avivar, pues escudriñas las profundidades de nuestro corazón, conoces sus
pensamientos e intenciones y no sufres la menor imperfección en el corazón que
posees, sino que la destruyes en seguida con el fuego de tu delicadísima
atención. Oh Espíritu dulce y suave, que doblegas nuestra voluntad, oriéntala
cada vez más hacia la tuya, para que podamos conocerla claramente, amarla
ardientemente y cumplirla eficazmente. (San Bernardo, In festo Pentecostés)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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