martes, 15 de mayo de 2012

Pequeñas Semillitas 1705


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1705 ~ Martes 15 de Mayo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
La manera en la que comenzamos la mañana tiene a menudo bastante que ver en cómo se va a desarrollar el resto del día. Si nada más abrir los ojos y tomar conciencia de la realidad, comienzan a brincar en nuestra mente todos los problemas e inconvenientes que habremos de afrontar en el día, es normal que en ocasiones prefiramos seguir en la cama y que el mundo se las arregle sin nosotros.
Ponte una meta al iniciar el día. ¿Sabes cuál es la diferencia entre un sueño y una meta? Una meta es un sueño con una fecha concreta para convertirse en realidad. Un sueño es solo un sueño, algo que esta fuera de la realidad… así que atrévete a soñar, pero atrévete también a lograr que esos sueños se hagan realidad! “Apunta hacia la Luna, pues aunque te equivoques, llegarás a las estrellas…”
Y recuerda que esta meta que comienza y trazas en tu pensamiento, asegúrate tenga la suficiente motivación para llevarte a la acción y a las ganas de llenarte de energía para enfrentar el día.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado».
(Jn 16,5-11)

Comentario
Hoy el Evangelio nos ofrece una comprensión más profunda de la realidad de la Ascensión del Señor. En la lectura del Evangelio de Juan del Domingo de Pascua, Jesús le dice a María Magdalena que no se aferre a Él porque «aún no he subido a mi Padre» (Jn 20,17). En el Evangelio de hoy Jesús se da cuenta de que «por haberos dicho esto, vuestros corazones se han llenado de tristeza» (Jn 16,6), por eso indica a sus discípulos que «os conviene que yo me vaya» (Jn 16,7). Jesús debe ascender al Padre. Sin embargo, todavía está entre nosotros.
¿Cómo puede irse y quedarse al mismo tiempo? Este misterio lo explicó el Papa Benedicto XVI: «Y, dado que Dios abraza y sostiene a todo el cosmos, la Ascensión del Señor significa que Cristo no se ha alejado de nosotros, sino que ahora, gracias al hecho de estar con el Padre, está cerca de cada uno de nosotros, para siempre».
Nuestra esperanza se halla en Jesucristo. Con su conquista sobre la muerte nos dio una vida que la muerte no podrá nunca destruir, su Vida. Su resurrección es la verificación de que lo espiritual es real. Nada puede separarnos del amor de Dios. Nada puede disminuir nuestra esperanza. Las negativas del mundo no pueden destruir lo positivo de Jesucristo.
El mundo imperfecto en el que vivimos, un mundo donde sufren los inocentes, puede conducirnos al pesimismo. Pero Jesucristo nos ha transformado en eternos optimistas.
La presencia viva del Señor en nuestra comunidad, en nuestras familias, en aquellos aspectos de nuestra sociedad que, con todo derecho, pueden ser llamados “cristianos”, nos confieren una razón para la esperanza. La Presencia Viva del Señor en cada uno de nosotros nos ha proporcionado alegría. No importa cuán grande sea el aluvión de noticias negativas que los medios disfrutan presentándonos; lo positivo del mundo supera con mucho a lo negativo, pues Jesús ha ascendido.
Él, en efecto, ha ascendido, pero no nos ha abandonado.
Fr. Joseph A. PELLEGRINO (Tarpon Springs, Florida, Estados Unidos)


Santoral Católico:
San Isidro Labrador
Campesino


Es el patrono de los agricultores del mundo. Le pusieron ese nombre en honor de San Isidoro, un santo muy apreciado en España.

Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la Santa Misa y la Comunión.

Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.

Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover).

Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por "ausentismo" y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde) pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible (quizá un ángel) le guiaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.

Los mahometanos se apoderaron de Madrid y de sus alrededores y los buenos católicos tuvieron que salir huyendo. Isidro fue uno de los inmigrantes y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: "Yo nunca te abandonaré", y confió en Dios y fue ayudado por Dios.

Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito). Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. Él se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.

Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan admirable prodigio.

Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba su piedad y su generosidad.

En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. A los 43 años de haber sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto. Las gentes consideraron esto como un milagro. Poco después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la enfermedad. A causa de esto el rey intercedió ante el Sumo Pontífice para que declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.

Fuente: EWTN


La frase de hoy

"Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar;
y una hermana muy hermosa que se llama Libertad"

Atahualpa Yupanqui


Tema del día:
¡Si Jesús hubiese juzgado!


Tú, Señor, no te has contentado con decirlo, sino nos has abierto el camino para hacerlo. Todo el Evangelio abunda, rebosa, de ello.

Si Jesús, en efecto, hubiese juzgado, no tendríamos a la Samaritana y la sorprendente revelación de esa agua, que es el mismo Jesús, y que salta hasta la vida eterna, bebiendo la cual no tendremos más sed.

No tendríamos al apóstol Mateo, con la conmovedora revelación: Quiero misericordia no sacrificio, por eso vine a buscar a los que estaba perdido, como médico de enfermos, no de sanos.

No tendríamos a “la mujer pecadora”, que sorprende y desafía a la gente bien, arrancando  del corazón de Jesús: tus pecados te son perdonados porque mucho has amado.

No tendríamos a Zaqueo, odiado por publicano y rico; sincero en su intento de ver quién era Jesús; que lo recibe con la alegría y la gratitud del convertido.
Y Jesús declara: hoy la salvación ha entrado en esta casa...

No tendríamos a Nicodemo, el discípulo nocturno, y la fuerte exigencia del Maestro: Te aseguro que el que no nace de lo alto,  no puede ver el reino de Dios.. .

No tendríamos a Pedro apasionado, presumido, temerario hasta exponerse al peligro y negar a Jesús que tanto lo había privilegiado; pero, vencido por la mirada del Maestro, se arrepiente, llora amargamente y vuelve.

Y no tendríamos a Pablo, blasfemo y perseguidor, que halló la misericordia del Señor.

No tendríamos al “buen ladrón”, ni a la adultera perdonada, ni tendríamos las parábolas del samaritano y del pródigo...

Quizás, no tendríamos ni al mismo Evangelio, la “Buena Noticia” de un Padre que no juzga, no condena, y que no se alegra del mal. Jesús nos enseña a mirar al corazón del pecador: un lugar que Dios se reserva celosamente, ese Dios que es Padre y ama perdonando.

P. Benito Spoletini ssp


Pensamientos sanadores


Pide el don de la paz y transmítelo

Hoy pídele al Señor el don de la paz. Paz espiritual, emocional e interpersonal.
El deseo de la paz está escrito en el código genético de cada ser humano, y sólo será satisfecho en mayor medida, en proporción a nuestra comunión permanente con Dios.
Por eso, mantente atento, para tomar distancia de todo pensamiento, palabra y acción que, de manera abierta o encubierta, quiera venir a robarte la paz de Dios.
También ten presente que hay personas que, sin quererlo, transmiten mal humor y desesperanza. No absorbas lo que ellos traen, sino que, cubriéndote con la capa protectora de la bondad divina, háblales del amor de Dios, del poder espiritual que hay en ellos  del valor de la fe, la esperanza y la alegría. De modo tal que no sólo te contaminarás de la desazón de tu hermano, sino que tu oración, tu palabra y tu presencia, serán una luz que les marcará el camino para que puedan así salir del túnel de oscuridad en el que se hallaba perdido.

¿Acaso no está con ustedes el Señor, su Dios? ¿No les ha dado paz por todas partes? 1 Crónicas, 22, 18


Mayo, mes de María


Santo Domingo predicó mucho el rezo del Santo Rosario. Cuenta una biografía suya que un día le llevaron un pobre hombre endemoniado. El Santo puso el rosario que llevaba en el cuello de este hombre y después preguntó a los demonios que le poseían:

- De todos los Santos del cielo, ¿cuál es el que más teméis?

Los demonios se negaron a responder, debido a que había mucha gente delante y no querían revelar en público a quién tenían miedo. Como Santo Domingo insistió, una y otra vez, al final contestaron en voz alta:

- La Santísima Virgen; nos vemos obligados a confesar que ninguno de los que perseveren en su servicio se condenará con nosotros; uno solo de sus suspiros vale más que todas las oraciones, las promesas y los deseos de todos los santos. Muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan por su intercesión. Si no se hubiera opuesto a nuestro esfuerzo hace mucho tiempo que tendríamos derribada y destruida a la Iglesia entera. Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todo el pueblo, y al fin los demonios salieron del hereje, dando aspavientos.

¡Qué suerte ser tu hijo, María! Ahora sí que digo con toda paz que no tengo miedo a nada ni a nadie. Pero sí a una cosa: a vivir sin Ti, como si fuese huérfano. Encárgate Tú, por favor, de que eso no suceda, y ya está. ¡Gracias, Madre mía!

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

Texto del P. José Pedro Manglano Castellary
Tomado del Web Católico de Javier


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el joven Nelson R. que vive en Las Piedras, Uruguay, que ha tenido un accidente grave por el cual ha sido operado dos veces. Que Dios le conceda la gracia de recuperarse y María Santísima acompañe a su esposa e hija en la espera de la recuperación.

Pedimos oración por Nicolás de un año y medio de edad, que vive en El Salvador, Centro América, para que el Buen Jesús le cuide su salud.

Pedimos oración por Iraida (Yaya), de Cuba, que hoy será operado de la vista, rogando al Señor que permita que salga bien y se recupere pronto, así como muchas bendiciones para ella y su familia, en especial para su nieto René.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

La mediación de María

“La Bienaventurada Virgen María es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora” (LG 62). Estos títulos expresan su peculiar misión acerca de las relaciones de la humanidad con su hijo amado. “Único es nuestro Mediador –afirma el Concilio–. Pero la misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia…; lejos de impedir, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo” (ib 60). ¿Cómo se puede pensar que María, tan profundamente consagrada a la causa de su Hijo y tan fundida con él en un único propósito, pueda obstaculizar las relaciones de los fieles con Jesús? Ella es quien ha dado al mundo el único Redentor y Mediador, ella quien en su cualidad de Madre abre a los hombres el camino para llegar a su Hijo y los introduce en su conocimiento y amor, ella la que “mientras es predicada y honrada atrae a los creyentes hacia su Hijo y su sacrificio y hacia el amor del Padre” (ib 65). Y todo esto sucede por voluntad positiva de Dios, que no quiso dar al mundo el Redentor sino por medio de María… Estando tan íntimamente ligada al Salvador, la Virgen participa en el grado más alto de su función mediadora, aunque siempre dependiente de él.

María es Mediadora entre nosotros y su Hijo por doble razón: porque nos da a Jesús y porque nos lleva a Jesús. El Evangelio nos la muestra varias veces en la actitud tiernamente materna, de ofrecer a los hombres el fruto de sus entrañas, Jesús. Ella lo presenta a la admiración de los pastores y de los Magos, lo lleva al templo y lo pone en brazos de Simeón; en Caná obtiene con su intercesión el primer milagro de su Hijo; sobre el Calvario “se asocia con corazón materno a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima engendrada por ella misma” (LG 58) y la ofrece al Padre por la salvación de la humanidad; en el Cenáculo implora la plenitud del Espíritu Santo sobre los Apóstoles; y finalmente, hasta el día de su feliz tránsito, no cesa de sostener con su oración y su solicitud materna la Iglesia naciente. Donde está María está Jesús; toda la razón de la existencia de María, toda su misión, consiste en esto: en dar y presentar a Jesús al mundo y a las almas, y con Jesús, su gracia y sus favores.

Pero, además, María lleva a los hombres a Jesús: “Por su amor materno –dice el Concilio– cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se debaten entre peligros y angustias, hasta que sean llevados a la patria feliz” (LG 62). María es la madre solícita de la salvación eterna de los creyentes, les consigue las gracias para alcanzarla, los llama dulcemente al bien cuando se alejan de él, suple su indigencia, dispone los corazones para que se abran con docilidad a la gracia y los va formando para que sean agradables a su Hijo. Como Jesús es el camino que lleva al Padre, así María es el camino que lleva a Cristo. Por eso “la Iglesia no duda en atribuir a María tal oficio subordinado [de mediadora], lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles, para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador”.

¡Oh María!, tu nombre está en mis labios y en mi corazón desde el comienzo de mi vida. Desde mi infancia he aprendido a amarte como a madre, a invocarte en los peligros, a confiar en tu intercesión. Tú lees en mi alma el ansia que tengo de escudriñar la verdad, de practicar la virtud, de ser prudente y justo, fuerte y paciente, hermano para con todos. ¡Oh María!, sostén mis propósitos de vivir como fiel discípulo de Jesús para edificar la sociedad cristiana y alegrar a la Santa Iglesia Católica. Te saludo, oh Madre, por la mañana y por la tarde; te invoco a lo largo de mi camino; de ti espero la inspiración y el alivio para coronar los compromisos sagrados de mi vocación terrena, dar gloria a Dios y conseguir la eterna salvación. ¡Oh María! Lo mismo que tú en Belén y en el Calvario, quiero permanecer también yo siempre al lado de Jesús. Él es Rey inmortal de los siglos y de los pueblos. Amén. (Juan XXIII, Breviario)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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