jueves, 17 de mayo de 2012

Pequeñas Semillitas 1707


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1707 ~ Jueves 17 de Mayo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Dios es amor y nuestro amor es respuesta a su iniciativa libre y gratuita. Quien se compromete con las necesidades y aspiraciones de los demás está cerca de Dios. Conoce a Dios. Da fruto.
Quien ama, sea o no católico, incluso si se confiesa agnóstico o ateo, “conoce a Dios”. Quien no ama, sea católico practicante o agnóstico o ateo, “no ha conocido a Dios”. Eso afirma Jesús en la parábola del juicio final: no nos va a preguntar si somos hombre o mujer, casados, solteros, religiosos, monjas, monjes, ni por nuestra profesión, ni por nuestras ideas, ni sobre conceptos teológicos o dogmáticos. 
Únicamente importará la calidad de nuestro amor: ”lo que hicisteis a mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.



La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».
(Jn 16,16-20)

Comentario
Hoy contemplamos de nuevo la Palabra de Dios con la ayuda del evangelista Juan. En estos últimos días de Pascua sentimos una inquietud especial por hacer nuestra esta Palabra y entenderla. La misma inquietud de los primeros discípulos, que se expresa profundamente en las palabras de Jesús —«Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver» (Jn 16,16)— concentra la tensión de nuestras inquietudes de fe, de búsqueda de Dios en nuestra vida cotidiana.
Los cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del primer siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en medio de nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos provoca tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y tocar su presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se transforma en alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre nosotros.
Esta presencia, así nos lo recordadaba Juan Pablo II en su última Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, se concreta —específicamente— en la Eucaristía: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). (...) La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: «Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron» (Lc 24,31)».
Pidamos a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la fuente eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y saciando nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de luz nuestra búsqueda de Dios.
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez (El Papiol, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Pascual Bailón
Religioso Franciscano


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Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Cuando una persona está predispuesta
a quejarse acerca de cuán poco
es considerada por los demás,
debe reflexionar sobre cuán poco
ha contribuido a la felicidad de los demás”


Tema del día:
La vida, un tren que no para


Un día, leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Una comparación extremadamente interesante, cuando es bien interpretada. Interesante, porque nuestra vida es como un viaje en tren, llena embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, con algunas subidas y bajadas tristes.

Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas que nos harán conocer el viaje hasta el fin: nuestros padres.

Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más: quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje deberá continuar. Conoceremos otras interesantes personas durante la larga travesía; entre ellos, nuestros hermanos, amigos y amores. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo, otros, estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas.

En el tren, también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables, otros, en cambio, viajarán ocupando asientos sin que nadie perciba que están ahí sentados.

Es curioso ver cómo algunos pasajeros que queremos, deciden sentarse alejados de nosotros en otros vagones. Esto nos obliga a realizar el viaje separado de ellos, pero no nos impedirá, aunque tal vez con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que, a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.

Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas, triunfos y fracasos. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje, el de ida. Tratemos, entonces, de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje, alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entenderlo. A nosotros también nos ocurrirá lo mismo, seguramente alguien nos entenderá y ayudará.

El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cuál estación nos tocará descender. Pienso: cuando tenga que bajarme del tren ¿sentiré añoranzas? Mi respuesta es sí; dejar a mis hijos, amigos, compañeros de trabajo, "alumnos", viajando solos será muy triste. Separarme de los amores de mi vida, será doloroso. Pero tengo la esperanza, de que en algún momento, nos volvamos a encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas personas.

Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién subirá?, ¿quién será? Me gustaría que tú pensases que el desembarcar del tren, no es sólo una representación de la muerte o el término de una historia que dos personas construyeron y que por motivos íntimos dejaron desmoronar.

Estoy feliz de ver cómo ciertas personas, como nosotros, tienen la capacidad de reconstruir para volver a empezar, eso es señal de lucha y garra, y saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros.

Agradezco a Dios, porque estemos realizando este viaje juntos, y a pesar de que a veces nuestros asientos no estén juntos, con seguridad el vagón en el que vamos, y el maquinista son los mismos.

A ti, que estás leyendo, te dejo un abrazo enorme, que tengas un gran día y gracias por acompañarme en este viaje.

Autor: P. Dennis Doren L.C.
Fuente: Catholic.net


Pensamientos sanadores


Pide la seguridad de que Dios está contigo

Hay quienes, ante las situaciones difíciles de la vida o cuando atraviesan momento de aridez emocional o espiritual, dudan de la cercanía de Dios y se inquietan, perdiendo fácilmente la paz interior.
Sin embargo, el amor de Dios por cada uno de nosotros es tan grande, infinito y misterioso, que, para nuestros corazones, es difícil de comprender. De aquí que en ciertas ocasiones caemos en la tentación de la duda y de la desconfianza.
Sin embargo, aun cuando no lo sintamos, Dios está tocando nuestro ser.
La Virgen María es paradigma de la mujer que conserva la paz interior, gracias a que tiene la seguridad de que Dios está con ella.
Esta seguridad ella ya la vivía antes de la encarnación de su Hijo Jesús.
Esta confianza hace que en ella la alegría alimente la paz, y a la vez, la paz acreciente en ella el don de la alegría.

Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque miró con bondad la pequeñez de su servidora. Lucas 1, 46-48.


Mayo, mes de María


¿Sabes a qué edad se jubilan las madres?

"María -nuestra Madre la Virgen- se dedica por toda la eternidad a ser madre de los hombres. No se jubiló de la maternidad. Sigue engendrando, engendrándonos. Ejerce de madre porque tal vez es lo único -¡lo único!- que sabe hacer. ¡Y qué bien lo hace! (Martín Descalzo, AM 67) ¿Y cómo se trata a una madre? Con cariño. Como cualquier otra madre, María agradece y "necesita" nuestras manifestaciones de amor.

En un viaje a Chile de San Josemaría, cuenta un sacerdote que se pusieron a pasear solos a lo largo de un pasillo, al final del cual había una imagen de la Virgen, una pequeña talla sobre un pedestal; en cuanto la descubrió interrumpió la conversación y se inclinó sobre la imagen, depositando en ella un beso de amor.

Y tenía la costumbre de besar con cariño muchas veces cada día la imagen que estaba en la mesa donde trabajaba.

Puede parecer pequeño ese detalle. Y realmente lo es. Pero me trae a la cabeza los enfados de mi madre, cuando al llegar a casa o al irme a la cama, se me olvidaba darle un beso.

¡Dile a María que tratarás de dar besos a sus imágenes con frecuencia! Y ten una imagen suya donde trabajas.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

Texto del P. José Pedro Manglano CastellaryTomado del Web Católico de Javier


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Coca, de la provincia de Entre Ríos, Argentina, que está pasando por un momento difícil, especialmente en lo laboral, por lo que pedimos al Señor que la fortalezca en su espíritu para que pueda afrontar y superar las dificultades del camino con mucha fe y la gracia de Dios.

Pedimos oraciones por Tereluz Guadalupe R. M., de 21 años de edad, de México, que en los próximos días debe rendir su examen para ingresar al Instituto Politécnico Nacional, siendo una excelente estudiante con muy buenas calificaciones en sus estudios previos y con una gran vocación por las ciencias médicas.  Rogamos a la Virgen de Guadalupe y al Beato Juan Pablo II que intercedan por ella para que pueda lograr la admisión conforme a sus reales méritos y al esfuerzo que hace la familia para solventar sus estudios.

Pedimos oración por la señora María Petronila Ch. que vive en Guatemala y padece cáncer de recto. Que Dios Misericordioso  tenga piedad de ella y le conceda lo mejor según sea Su Voluntad.

Pedimos oración para el bebé Bautista A. que tiene un año de edad y está internado en Rosario, Argentina, con Neumonía. Que el niño Jesús lo tome de la mano y le transmita con su inmenso amor, toda la gracia de la sanación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

La Ascensión del Señor

La Ascensión del Señor es el coronamiento de su Resurrección. Es la entrada oficial en la gloria que correspondía al Resucitado después de las humillaciones del Calvario; es la vuelta al Padre anunciada por él en el día de Pascua: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Jn 30, 17), había dicho a María Magdalena. Y a los discípulos de Emaús: “¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?” (Lc 24, 26). Tal modo de expresarse indica no sólo una vuelta y una gloria futuras, sino inmediatas y ya presentes en cuanto estrechamente ligadas a la Resurrección. Sin embargo, para confirmar a los discípulos en la fe, era necesario que esto sucediese de manera visible, como se verificó cuarenta días después de la Pascua. Los que habían visto morir al Señor en la cruz entre insultos y burlas, debían ser los testigos de su exaltación suprema a los cielos.

El cristiano está llamado a participar de todo el misterio de Cristo y por lo tanto también de su glorificación. El mismo lo había dicho: “Voy a prepararos el lugar. Y cuando yo me haya ido… volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros” (Jn 14, 2-3). La Ascensión constituye por lo tanto un gran argumento de esperanza para el hombre que en su peregrinación terrena se siente desterrado y sufre alejado de Dios. Es la esperanza que San Pablo invocaba para los Efesios y quería que estuviera siempre viva en sus corazones: “El Dios de nuestro Señor Jesucristo y Padre de la gloria… ilumine los ojos de vuestro corazón, para que entendáis cuál es la esperanza a que os ha llamado” (Ef 1, 17-18). La gloria de Cristo, levantado por encima de toda criatura es, en el pensamiento paulino, la prueba de lo que Dios hará en favor de aquellos que, unidos a Cristo con la fe y perteneciéndole como miembros de un solo cuerpo del que él es la cabeza, condividirán su suerte.

Esto lleva consigo el cristianismo auténtico: creer y nutrir la firme esperanza de que, así como hoy el creyente en las tribulaciones de la vida toma parte de la muerte de Cristo, también un día tendrá parte de la gloria eterna. Con la Ascensión termina la misión terrena de Cristo y comienza la de sus discípulos. “Id –les había dicho el Señor– enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 18); tienen que continuar perennemente en el mundo su obra de salvación predicando, administrando los sacramentos, enseñando a vivir según el Evangelio. Sin embargo, Cristo quiere que esto sea precedido y preparado por una pausa de oración en la espera del Espíritu Santo que deberá confirmar y corroborar a sus Apóstoles. La vida de la Iglesia comienza de esta manera no con la acción sino con la oración, “al lado de María, Madre de Jesús” (Hc 1, 14).

Tu Resurrección, oh Señor, es nuestra esperanza, tu Ascensión es nuestra glorificación… Haz que ascendamos contigo y que nuestro corazón se eleve hacia ti. Pero, haz que levantándose, no nos enorgullezcamos ni presumamos de nuestros méritos como si fuesen de nuestra propiedad; haz que tengamos el corazón en alto, pero junto a ti, porque elevar el corazón no siendo hacia ti es soberbia; elevarlo hacia ti, es seguridad. Tú ascendido al cielo te has hecho nuestro refugio… ¿Quién es ese que asciende? El mismo que descendió. Has descendido por sanarme, has ascendido para elevarme. Si me elevo a mí mismo caigo; si me levantas tú, permanezco alzado… A ti que te levantas digo: Señor, tú eres mi esperanza, tú que asciendes al cielo; sé mi refugio. (San Agustín)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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