martes, 22 de mayo de 2012

Pequeñas Semillitas 1712


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1712 ~ Martes 22 de Mayo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que anuncie la Buena Nueva. Ahora nos toca a nosotros, sus discípulos, hacerlo. Los Sacerdotes predicando(sobre todo) con la palabra, los laicos predicando (sobre todo) con el ejemplo, los padres de familia predicando con la palabra y el ejemplo.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que multiplique los panes y los pescados para alimentar a las multitudes. Esa es ahora nuestra tarea, multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a las multitudes, por lo menos a los pobres que podamos.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a sus ovejas. Ahora nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por aquellas (el cónyuge, los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos ha encomendado a cada uno.
Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de Jesús para alentar y consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite ayuda. Sus pies para llevarlo a donde no lo conocen.
Después de la Ascensión: ¡No podemos quedarnos mirando al Cielo!
Karime Alle


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.
»Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.
»Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti».
(Jn 17,1-11a)

Comentario
Hoy, el Evangelio de san Juan —que hace días estamos leyendo— comienza hablándonos de la “hora”: «Padre, ha llegado la hora» (Jn 17,1). El momento culminante, la glorificación de todas las cosas, la donación máxima de Cristo que se entrega por todos... “La hora” es todavía una realidad escondida a los hombres; se revelará a medida que la trama de la vida de Jesús nos abre la perspectiva de la cruz.
¿Ha llegado la hora? ¿La hora de qué? Pues ha llegado la hora en que los hombres conocemos el nombre de Dios, o sea, su acción, la manera de dirigirse a la Humanidad, la manera de hablarnos en el Hijo, en Cristo que ama.
Los hombres y las mujeres de hoy, conociendo a Dios por Jesús («las palabras que tú me diste se las he dado a ellos»: Jn 17,8), llegamos a ser testigos de la vida, de la vida divina que se desarrolla en nosotros por el sacramento bautismal. En Él vivimos, nos movemos y somos; en Él encontramos palabras que alimentan y que nos hacen crecer; en Él descubrimos qué quiere Dios de nosotros: la plenitud, la realización humana, una existencia que no vive de vanagloria personal sino de una actitud existencial que se apoya en Dios mismo y en su gloria. Como nos recuerda san Ireneo, «la gloria de Dios es que el hombre viva». ¡Alabemos a Dios y su gloria para que la persona humana llegue a su plenitud!
Estamos marcados por el Evangelio de Jesucristo; trabajamos para la gloria de Dios, tarea que se traduce en un mayor servicio a la vida de los hombres y mujeres de hoy. Esto quiere decir: trabajar por la verdadera comunicación humana, la felicidad verdadera de la persona, fomentar el gozo de los tristes, ejercer la compasión con los débiles... En definitiva: abiertos a la Vida (en mayúscula).
Por el espíritu, Dios trabaja en el interior de cada ser humano y habita en lo más profundo de la persona y no deja de estimular a todos a vivir de los valores del Evangelio. La Buena Nueva es expresión de la felicidad liberadora que Él quiere darnos.
Rev. D. Pere OLIVA i March (Sant Feliu de Torelló, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Rita de Casia
Viuda, Religiosa y
Abogada de imposibles


Vista de cerca, sin el halo de la leyenda, se nos revela el rostro humanísimo de una mujer que no pasó indiferente ante la tragedia del dolor y de la miseria material, moral y social. Su vida terrena podría ser de ayer como de hoy.

Rita nació en 1381 en Roccaporena, un pueblito perdido en las montañas apeninas. Sus ancianos padres la educaron en el temor de Dios, y ella respetó a tal punto la autoridad paterna que abandonó el propósito de entrar al convento y aceptó unirse en matrimonio con Pablo de Ferdinando, un joven violento y revoltoso. Las biografías de la santa nos pintan un cuadro familiar muy común: una mujer dulce, obediente, atenta a no chocar con la susceptibilidad del marido, cuyas maldades ella conoce, y sufre y reza en silencio.

Su bondad logró finalmente cambiar el corazón de Pablo, que cambió de vida y de costumbres, pero sin lograr hacer olvidar los antiguos rencores de los enemigos que se había buscado. Una noche fue encontrado muerto a la vera del camino. Los dos hijos, ya grandecitos, juraron vengar a su padre. Cuando Rita se dio cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos para convencerlos de que desistieran de sus propósitos, tuvo la valentía de pedirle a Dios que se los llevara antes que mancharan sus vidas con un homicidio. Su oración, humanamente incomprensible, fue escuchada. Ya sin esposo y sin hijos, Rita fue a pedir su entrada en el convento de las agustinas de Casia. Pero su petición fue rechazada.

Regresó a su hogar desierto y rezó intensamente a sus tres santos protectores, san Juan Bautista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, y una noche sucedió el prodigio. Se le aparecieron los tres santos, le dijeron que los siguiera, llegaron al convento, abrieron las puertas y la llevaron a la mitad del coro, en donde las religiosas estaban rezando las oraciones de la mañana. Así Rita pudo vestir el hábito de las agustinas, realizando el antiguo deseo de entrega total a Dios. Se dedicó a la penitencia, a la oración y al amor de Cristo crucificado, que la asoció aun visiblemente a su pasión, clavándole en la frente una espina.

Este estigma milagroso, recibido durante un éxtasis, marcó el rostro con una dolorosísima llaga purulenta hasta su muerte, esto es, durante catorce años. La fama de su santidad pasó los límites de Casia. Las oraciones de Rita obtuvieron prodigiosas curaciones y conversiones. Para ella no pidió sino cargar sobre sí los dolores del prójimo. Murió en el monasterio de Casia en 1457 y fue canonizada en el año 1900.

ORACIÓN

Oh Dios omnipotente,
que te dignaste conceder
a Santa Rita tanta gracia,
que amase a sus enemigos y
llevase impresa en su corazón
y en su frente la señal de tu pasión,
y fuese ejemplo digno de ser imitado
en los diferentes estados de la vida cristiana.
Concédenos, por su intercesión,
cumplir fielmente las obligaciones
de nuestro propio estado
para que un día podamos
vivir felices con ella en tu reino.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Fuente: Catholic.net

Quienes deseen ver una película con la vida de Santa Rita de Casia pueden hacerlo, por gentileza del Web Católico de Javier haciendo clic acá.


La frase de hoy

"El Espíritu Santo como fuerte huracán
 hace adelantar más en una hora
 la navecilla de nuestra alma hacia la santidad,
 que lo que nosotros habíamos conseguido
 en meses y años remando
 con nuestras solas fuerzas"

Santa Teresa de Jesús


Tema del día:
El cielo es tuyo 
¿Subes o te quedas?


¿Qué decir a los hombres sobre ella? ¿Qué te dirás a ti mismo? La Ascensión clava nuestra esperanza de forma inviolada en nuestra propia felicidad eterna. Así como Jesús, tu Hijo, el Hijo de José y María, ha subido con su cuerpo eternizado a la patria de los justos, así el mío y el de mis hermanos, el de todos los fieles que se esfuercen, subirá para nunca bajar, para quedarse para siempre allí.

La Ascensión, además, es un subir, es un superarse de continuo, un no resignarse al muladar. Subir, siempre subir; querer ser otro, distinto, mejor; mejor en lo humano, mejor en lo intelectual y en lo espiritual. Cuando uno se para, se enferma; cuando uno se para definitivamente, ha comenzado a morir. Se impone la lucha diaria, la tenaz conquista de una meta tras otra, hasta alcanzar la última, la añorada cima de ser santo. Esa es mi meta, esa es mi cima. ¿También la tuya?

Al ascender al cielo Jesús no pensaba sólo en su triunfo; quería que todos los hombres subieran con Él a la patria eterna. Había pagado el precio; había escrito el nombre de todos en el cielo, también el tuyo y el mío. El cielo es mío, el cielo es tuyo. ¿Subimos o nos quedamos? ¿Eterno muladar o eterna gloria? Voy a prepararos un lugar. ¡Con qué emoción se lo dijiste! Dios preparando un lugar, tu lugar, en el cielo.

Dios creó al hombre, a ti y a mí, para que, al final, viviéramos eternamente felices en la gloria. Si te salvas, Dios consigue su plan, y tú logras tu sueño. Entonces habrá valido la pena vivir...

¡Con cuanta ilusión Jesús hubiera llevado a la gloria consigo a sus dos compañeros de suplicio! Pero sólo pudo llevarse a uno. Porque el otro no quiso...

Si Cristo pudiese ser infeliz, lloraría eternamente por aquellos que, como a Gestas, no pudo salvar. Jesús lloró sobre Jerusalén, Jesús ha llorado por ti, cuando le has cerrado la puerta de tu alma. Ojalá que esas lágrimas, sumadas a su sangre, logren llevarte al cielo.

Si tú le pides con idéntica sinceridad que el buen ladrón: "Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu Reino", de seguro escucharás también: "Estarás conmigo en el Paraíso". Y así, el que escribió tu nombre en el cielo podrá, por fin, decir: "Misión cumplida".

Dios es amor. El cielo lo grita.
Lo ha demostrado mil veces y de mil formas. Te lo ha demostrado a ti; se lo ha demostrado a todos los hombres. Se lo ha probado amándoles sin medida, perdonándoles todo y siempre; regalándoles el cielo, dándoles a su Madre. Si no hemos sabido hacerlo, ya es hora de corresponder al amor. No podemos vivir sin amor. La vida sin Él es un penar continuo, una madeja de infelicidad y amarguras. Amar es la respuesta, es el sentido, amar eternamente al que infinitamente nos ha amado.

La ascensión nuestra al cielo será el último peldaño de la escalera; será la etapa final y feliz, sin retorno ni vuelta atrás. Debemos pensar en ella, soñar con ella y poner todos los medios para obtenerla. Todo será muy poco para conquistarla. Después del cielo sólo sigue el cielo. Después del Paraíso ya no hay nada que anhelar o esperar. Todos nuestros anhelos más profundos y entrañables, estarán, por fin, definitivamente cumplidos. Entonces, ¿te interesa el cielo?

¿A quién debo una felicidad tan grande? ¿A qué precio me lo ha conseguido. ¿Qué he hecho hasta ahora por el cielo? ¿Qué hago actualmente para asegurarlo? Y, en adelante, ¿qué pienso hacer?

Al final de la vida lo único que cuenta es lo hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos. "Yo sé que toda la vida humana se gasta y se consume bien o mal, y no hay posible ahorro. Los años son ésos y no más, y la eternidad es lo que sigue a esta vida. Gastarnos por Dios y por nuestros hermanos en Dios es lo razonable y seguro". 

P. Mariano de Blas LC
Fuente: Catholic.net


Pensamientos sanadores


Para Dios no hay imposibles

En la vida de cada santo hay características relevantes que quedan asociadas a su imagen.
En el caso de Santa Rita, es conocida e invocada como intercesora de los casos imposibles, por todo lo que parecía increíble de lograr y que, sin embargo, alcanzó por medio de su poderosa oración de intercesión.
Así como Santa Rita de Casia logró de Dios, a través del discernimiento, el amor, la paciencia y la perseverancia, lo que a los ojos de los hombres parecía imposible, del mismo modo tú también puedes obtener todo aquello que, de otro modo, te parecería inalcanzable.
Atrévete a soñar, pero que tus sueños sean en conjunción con los deseos de Dios.
De no ser así y en caso de insistir en querer hacer caprichos que no son la voluntad de Dios, se corre el riesgo de que los sueños se transformen en una pesadilla.

Señor, Dios mío, clamé a ti y tú me sanaste. Tú, Señor, me levantaste del abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. Salmo 30, 3 y 4.


Mayo, mes de María


Un mes de otoño. Por motivos profesionales un hombre de una empresa de electricidad va a un santuario de la Virgen. Uno de los ordenanzas que atienden el santuario aprovecha para entablar una conversación con él, animándole a llevar una vida cristiana y confesarse; no consigue nada: se define no creyente y todo resulta inútil.

Cuando el ordenanza le despide dando por perdidas las posibilidades de conversión de aquel hombre ateo convencido, observa que al pasar por una hucha del santuario, éste echa una limosna; por sus adentros se dice el ordenanza: "la llevas clara, porque si has dado algo a la Virgen, Ella se las apañará para darte más a ti".

Me contaba el ordenanza que al cabo de un par de años, aquel hombre volvió al santuario para saludarle: no sabía cómo, pero su vida había cambiado completamente; había vuelto a la fe y se había comprometido con Dios a seguirle de cerca, y entre sus compañeros y familiares había hecho un gran apostolado.

Santa María, para ir yo a Dios, y llevarle a mis amigos y familiares, el camino más seguro y corto eres Tú: darte algo, aunque sea poco y casi diría que sin fe, significa que Tú haces el resto. Durante este mes trataré de ayudar a algunos amigos míos (puedes decirle, ahora, quiénes en concreto) a que hagan algo por Ti. Quizá, haciendo una romería, o dándoles una imagen de la Virgen, o rezando juntos una oración.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

Texto del P. José Pedro Manglano Castellary
Tomado del Web Católico de Javier


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Marina R., de Málaga, España, que está pasando momentos difíciles en lo físico (controles oncológicos) y anímico, rogando que el Espíritu Santo que está viniendo sobre todos nosotros, la colme con sus dones, responda a todas sus dudas e inquietudes, mientras María, nuestra Madre, la protege, la acompaña y la consuela en sus momentos de tristeza. Te queremos Marina !!!

Pedimos oración por Carlos J., de Puerto Ordaz, Venezuela, a quien le harán estudios endoscópicos del aparato digestivo y le extirparán unos pólipos del estómago, para que todo salga bien y los exámenes que le practiquen salgan sin alteraciones.

Pedimos oración por la señora Julia M. P. que vive en ciudad de México y ha sido diagnosticada con cáncer en la columna. Deberá realizar quimioterapia y radio terapia para vencer el tumor, y por eso rogamos la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe para que esta mujer tenga el valor y las fuerzas para hacer frente a la enfermedad y poder superarla.

Pedimos oración por la paz del espíritu de Alfonso E. y su esposa, de la ciudad de Mercedes, Buenos Aires, Argentina, que están sufriendo por el fallecimiento de su hijito de 2 años, que murió ahogado en la piscina de la casa.  Que la Santísima Virgen y Jesús se apiaden de esa familia y los consuelen como solo ellos y Dios Misericordioso pueden hacerlo.

Pedimos oración por Rosy G., de ciudad de México, a la que han diagnosticado cáncer de ovario para que la Santísima Virgen de Lourdes la ayude y proteja junto con su esposo, sus dos hijas, sus yernos y la pequeña nieta. Que así sea.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

El Espíritu de los hijos de Dios

En el bautismo el creyente, asociado misteriosamente a la muerte y a la resurrección de Cristo, recibe su Espíritu que lo justifica engendrándolo a nueva vida. “Nos salvó –dice San Pablo– mediante el lavatorio de la regeneración y renovación del Espíritu Santo” (Tt 3, 5). Con el bautismo inicia el Espíritu Santo su obra de santificación que es ante todo “lavatorio”, o sea, purificación del pecado y regeneración mediante la gracia. De tal manera el hombre, “redimido por Cristo y hecho, en el Espíritu Santo, nueva criatura” (GS 37), recibe de él un espíritu nuevo, el espíritu de hijo adoptivo de Dios. Al Espíritu Santo, que es el Espíritu del Hijo, son atribuidos de modo especial la gracia y el espíritu de adopción. El Espíritu Santo infunde en el bautizado el espíritu de su filiación, que lo impulsa a dirigirse a Dios con confianza filial invocándolo “Padre” y además le da la certeza de su adopción. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Rm 8, 6).

La segunda etapa de la acción del Espíritu Santo en los creyentes está marcada por el sacramento de la confirmación. Mediante el sacramento de la confirmación el Espíritu Santo renueva en los fieles su efusión y los confirma en el espíritu de hijos de Dios en la fe y en la práctica de la vida cristiana. Pero el Espíritu Santo no obra sólo por medio del bautismo y de la confirmación, sino también en todos los demás sacramentos como recuerda la Liturgia de estos días con respecto a la penitencia, afirmando que “él es el perdón de todos los pecados”. Del mismo modo que en todos los sacramentos existe la acción de Cristo, tampoco puede faltar la de su Espíritu. Toda la vida cristiana, desde su nacimiento, está envuelta en la acción secreta, misteriosa del Espíritu Santo; en él son vivificados y santificados los creyentes, y en él son hechos hijos en el Hijo de Dios.

El Espíritu Santo se muestra siempre activo en el corazón de los bautizados; él es el Maestro interior que “santifica y dirige al pueblo de Dios… y lo enriquece con las virtudes” (LG 12). En primer lugar el Espíritu Santo despierta y mantiene en los creyentes “el sentido de la fe” dándoles la inteligencia profunda de Cristo y de su Evangelio. El Espíritu Santo realiza esta misión no sólo iluminando a los fieles interiormente, sino también exteriormente por medio de la Sagrada Escritura y del magisterio de la Iglesia. Si aceptamos las inspiraciones del Espíritu Santo, si movidos por su invitación nos decidimos a obrar, él nos acompaña además y nos asiste con la gracia actual, a fin de que podamos llevar a feliz término la obra virtuosa. De esta manera el Espíritu Santo ayuda continuamente a los hijos de Dios y los guía y sostiene en la búsqueda de la verdad y en la práctica de la perfección evangélica.

Señor, te pedimos nos des un entendimiento más claro… y que abras más nuestros sentidos  a la verdad, para que, considerando en el Espíritu Santo lo que ha sido escrito por el Espíritu, y expresando en términos de espíritu las realidades del espíritu, podamos explicar las Escrituras según Dios y el Espíritu Santo que las ha inspirado. (Orígenes, en Oraciones de los primeros cristianos)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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