martes, 28 de febrero de 2012

Pequeñas Semillitas 1635

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1635 ~ Martes 28 de Febrero de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
El Espíritu es protagonista en la vida de Jesús. Es el mismo Espíritu que poco antes se había hecho presente en forma de paloma durante el bautismo de Jesús en el río Jordán. Ahora el Espíritu es quien lo lleva al desierto; no como una encerrona, sino algo que responde al plan amoroso de Dios. Vaya al Tabor o a Getsemaní, Jesús siempre caminará movido por el Espíritu. 
El desierto es lugar de búsqueda, de discernimiento, de austeridad, de silencio, de escucha, de descanso, de oración, de encuentro con uno mismo y con Dios.
Lugar de misericordia y de amor: “De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo, aquel seguirme tú por el desierto” (Jr 2,2)
¿Podía ser una alternativa en este tiempo cuaresmal procurarnos un poco de desierto? ¿Disfrutar momentos, reflexionando en silencio, buscando el encuentro con nosotros mismos y con Dios?



La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
(Mt 6,7-15)

Comentario
Hoy, Jesús —que es el Hijo de Dios— me enseña a comportarme como un hijo de Dios. Un primer aspecto es el de la confianza cuando hablo con Él. Pero el Señor nos advierte: «No charléis mucho» (Mt 6,7). Y es que los hijos, cuando hablan con sus padres, no lo hacen con razonamientos complicados, ni diciendo muchas palabras, sino que con sencillez piden todo aquello que necesitan. Siempre tengo la confianza de ser escuchado porque Dios —que es Padre— me ama y me escucha. De hecho, orar no es informar a Dios, sino pedirle todo lo que necesito, ya que «vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo» (Mt 6,8). No seré buen cristiano si no hago oración, como no puede ser buen hijo quien no habla habitualmente con sus padres.
El Padrenuestro es la oración que Jesús mismo nos ha enseñado, y es un resumen de la vida cristiana. Cada vez que rezo al Padre nuestro me dejo llevar de su mano y le pido aquello que necesito cada día para llegar a ser mejor hijo de Dios. Necesito no solamente el pan material, sino —sobre todo— el Pan del Cielo. «Pidamos que nunca nos falte el Pan de la Eucaristía». También aprender a perdonar y ser perdonados: «Para poder recibir el perdón que Dios nos ofrece, dirijámonos al Padre que nos ama», dicen las fórmulas introductorias al Padrenuestro de la Misa.
Durante la Cuaresma, la Iglesia me pide profundizar en la oración. «La oración, el coloquio con Dios, es el bien más alto, porque constituye (...) una unión con Él» (San Juan Crisóstomo). Señor, necesito aprender a rezar y a sacar consecuencias concretas para mi vida. Sobre todo, para vivir la virtud de la caridad: la oración me da fuerzas para vivirla cada día mejor. Por esto, pido diariamente que me ayude a disculpar tanto las pequeñas molestias de los otros, como perdonar las palabras y actitudes ofensivas y, sobre todo, a no tener rencores, y así podré decirle sinceramente que perdono de todo corazón a mis deudores. Lo podré conseguir porque me ayudará en todo momento la Madre de Dios.
Rev. D. Joaquim FAINÉ i Miralpech (Tarragona, España) 


Santoral Católico:
San Román, Abad


Son escasas las noticias que han llegado hasta nosotros de este ilustre ermitaño y célebre fundador de Monasterios, sobre todo de su juventud y formación intelectual. Parece que apenas tenía estudios pero sí gozaba de una sabiduría e inteligencia nada comunes y que en su hogar familiar había recibido una esmerada educación cristiana que, a pesar de las no pocas dificultades por las que el trajín de la vida le arrastró, jamás llegó a olvidar.

Su vida se mueve en aquellos años tan difíciles cuando el Imperio Romano de Occidente se desmorona y cuando los pueblos bárbaros venidos del norte de Europa amenazan avasallarlo todo. De hecho reina la barbarie y la desolación. El cristianismo que hace poco ha conocido los aires de la libertad, al poder celebrar sus actos fuera de las catacumbas, encuentra ahora este enemigo al que tan sólo le interesa el materialismo y la barbarie, polos opuestos a la dulzura y valores eternos que predica la fe de Jesucristo.

La Divina Providencia iba dirigiendo los pasos de Román y poco a poco le hacía ver que aquella vida que llevaba no podía satisfacer ni llenar las ansias de su corazón. Estaba dotado de un carácter vivo, fogoso y expansivo. Por otra parte también le arrastraba la soledad y la entrega a Dios en el silencio y la oración. ¿Quién vencerá la batalla?

Es ordenado sacerdote en Besancón por el ilustre Hilario de Arlés en tiempos tan difíciles para la Iglesia. No por cobardía, sino por necesidad interior, renuncia a todas las prebendas que podía ofrecerle su Ordenación sacerdotal y se retira a la soledad para vivir la vida eremítica. Allí pasa unos años no teniendo otra compañía que los árboles, las plantas y algunos animales. Toda su jornada la pasa entregado a la oración, a la mortificación y hace también algunos trabajos manuales.

Pronto se enteran algunos hombres, igual que él hambrientos de vida de mayor entrega al Señor, y le piden los acepte en su compañía... Así van echándose los cimientos de aquel género de vida que llamará la atención por aquellos alrededores y que será foco de virtudes cristianas. Román conocía bien la vida y escritos de los Padres del Desierto de Egipto, la Tebaida, etc... y pensó que, sin abandonar su Patria, en la misma Galia, podía él y los suyos organizar el mismo género de vida que aquellos Padres... De aquí surgió su célebre convento de Condat que será después la semilla de otros muchos Monasterios o una especie de lauras aglutinadas en torno al abad o padre espiritual de todo el Monasterio.

Cierto día se sumó a aquellos monjes el mismo hermano de Román, llamado Lupicino, que después también será inscrito en el Catálogo de los Santos. Entre los dos llevaban la dirección del Monasterio. Lupicino era más fogoso que Román y a veces era un tanto duro en las penitencias que él se imponía y quería también para los demás. Entonces aparecía Román, y con su gran bondad, traía la paz y descargaba a los monjes de penitencias exageradas.

Gracias al buen hacer de Román no hubo nunca excisiones en el Monasterio y todos vivían como verdaderos hermanos, teniendo, como dice el libro de los Hechos "un mismo sentir y siendo todo común entre ellos".

Román también supo ser duro e intransigente con los príncipes y nobles cuando veía que los derechos humanos y de la Iglesia eran pisoteados por ellos. Condat se había convertido en una de las escuelas más famosas de su tiempo y de allí salían fervorosos misioneros y trabajadores para todo los campos en la viña del Señor. Famosos se hicieron aquellos cenobios por su sabiduría, copia de códices, enseñanza de idiomas antiguos, composición de preciosos tratados de vida espiritual y obradores de muchos prodigios. Lleno de méritos expiraba el año 460.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical”

Benedicto XVI


Tema del día:
La conversión del corazón


Reflexionar es una conversión que no debe ser solamente una conversión exterior, sino que debe ir sobre todo hacia la conversión del corazón. La conversión del corazón que viene a ser el núcleo de toda la Cuaresma, es vista por la Escritura, como un momento de elección por parte del hombre que debe dirigir a Alguien. La pregunta es: ¿A quién dirigimos el corazón? ¿Hacia quién me estoy dirigiendo yo? En este período en el cual la Iglesia nos invita a reflexionar más profundamente tenemos que preguntarnos: ¿Hacia dónde voy yo?

La Escritura nos habla por un lado de un corazón que se resiste a Dios y por otro lado de un corazón que se adhiere a Dios. Mi corazón se resiste a Dios cuando no quiero ver su gracia, cuando no quiero ver su obra en mi vida, cuando no quiero ver su camino sobre mi existencia. Mi corazón se adhiere a Dios, cuando en medio de mil inquietudes, vicisitudes, en medio de mil circunstancias yo voy siendo capaz de descubrir, de encontrar, de amar, de ponerme de delante de Él y decirle: "aquí estoy, cuenta conmigo".

Jesús en el Evangelio nos presenta esta elección, entre resistencia del corazón y la adhesión del corazón como una adhesión por Él o contra Él: "El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue su cruz cada día y se venga conmigo." Una conversión que no es solamente el cambiar el comportamiento; una conversión que no es simplemente el tener una doctrina diferente; una conversión que no es buscarse a sí mismo, sino seguir a Jesucristo. Esta es la auténtica conversión del corazón.

Jesús pone como polo opuesto, como manifestación de la resistencia del corazón el querer ganar todo el mundo. ¿Qué prefieres tú? ¿Cuál es la opción de tu vida, cuál es el camino por el cual tu vida se orienta, ganar todo el mundo si no te ganas a ti mismo?, pero si has perdido a base de la resistencia de tu corazón lo más importante que eres tú mismo, ¿cómo te puedes encontrar?. Solamente te vas a encontrar adhiriéndote a Dios.

Deberíamos entrar en nuestra alma y ver que estamos ganando o qué estamos perdiendo, a qué nos estamos resistiendo y a quién nos estamos adhiriendo. Este es el doble juego que tenemos que hacer y no lo podemos evitar. Nuestra alma, de una forma u otra, se va a orientar hacia adherirse a Dios, automáticamente está construyendo en su interior la resistencia a Dios. El alma que no busca ganarse a sí misma dándose a Dios, está automáticamente perdiéndose a sí misma.

Son dos caminos. A nosotros nos toca elegir: "Dichoso el hombre que confía en el Señor, éste será dichoso; en cambio los malvados serán como paja barrida por el viento. El Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo": ¿Qué camino llevo en este inicio de Cuaresma? ¿Es un camino de seguimiento? Me dice Nuestro Señor: ¿Eres de los que quieren estar conmigo, de los que quieren adherirse a Mí? ¿O eres de los que se resisten?

P. Cipriano Sánchez


Pensamientos sanadores


Hoy pide a Dios oír los llamados que Él te hace cada día

Dios te ha llamado esta mañana al despertarte. Te estaba llamando cuando pensaste en Él y también cuando te dispusiste a ponerte en oración.
Él te estaba llamando cuando decidiste alejar ese pensamiento que venía a tu mente y que era contra tal o cual persona.
Él te llamaba cuando, en cambio, te abrías a recibir pensamientos que acrecentaban en ti la fe, la esperanza y el amor.
Esa buena obra que hiciste, esa palabra gentil y amorosa que pronunciaste, fueron en respuesta a llamados, a pedidos, a gracias del Señor.
Cada uno de esos llamados que el Señor te ha hecho, incluso aquellos que parecían baladíes, representaban y representan una nueva visita de Dios en tu vida.
¡Qué hermoso que hallas recibido su visita! ¡Qué feliz ha de estar que hayas respondido a su llamado!
Sin lugar a dudas, también tú sientes hoy esa paz y esa alegría del Señor bullendo en ti.

Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: “El Maestro está aquí y te llama”. Al oír esto ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Juan 11, 28-29


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Nachito, un joven deportista de 18 años, de Buenos Aires, Argentina, afectado desde hace unos meses por un osteosarcoma de fémur, que está completando un difícil ciclo de quimioterapia y luego deberá ser operado. En este tiempo cuaresmal que nos conduce a la Pascua, rogamos a Jesús que por los méritos de su divina sangre, conceda a este muchacho el milagro de la curación de su enfermedad.

También de Buenos Aires, Argentina, rezamos por la salud de Marcos, un niño de 2 años de edad que hoy será operado. No tenemos más datos sobre él, pero un Ave María rezado con fervor bastará para que la Santísima Virgen interceda por él y por su recuperación.

Pedimos oración por Jorge G. que vive en Córdoba, Argentina, y atraviesa un momento psicológico muy crítico por un problema familiar. Invocamos a María nuestra Madre para que lo acompañe, lo consuele y le dé fuerzas para poder superar esta situación.

Pedimos oración por estas personas: Ana C. que vive en Nueva York (USA) y ha sufrido un infarto; Carmelo G. que padece cáncer intestinal; y la señora M. de Guatemala que padece una enfermedad en la sangre. Que Jesús Misericordioso atienda generoso sus necesidades físicas y espirituales.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


Cuaresma día por día


Pecado

Siempre que hablo del pecado, sobre todo del pecado mortal, viene a mi mente el triste recuerdo de una tragedia que presencié un día. Un niño de unos tres años corría por el césped del jardín de su casa, perseguido por su madre: "¡Ven aquí, Jimmy!", gritaba ésta. "¡No atravieses el seto!". Pero Jimmy no le hizo ningún caso. Traspasó el seto y sorteó hábilmente los automóviles estacionados en la calzada, hasta que un coche que pasaba le lanzó por los aires. Su cuerpecillo roto fue a caer casi en brazos de su madre.

Dejando aparte el hecho de que Jimmy era demasiado joven para responder de sus actos, la escena recuerda mucho la actitud de Dios con los pecadores. "¡Ven aquí, ven aquí!", grita ansiosamente, con su gracia, cuando un alma corre hacia el pecado. Pero el pecador, ajeno a todo lo que no sea su deseo, hace oídos sordos a la voz de Dios y sale voluntariamente al encuentro de la muerte. La estupidez es un elemento siempre presente en el pecado.

Señor, no quiero ofenderte, pero a veces me olvido de Ti y, cuando llega el momento me vence la estupidez. Perdona, Señor, desde ahora con tu gracia odiaré el pecado, también los pequeños, y te pediré perdón por ellos en la confesión.

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

P. José Pedro Manglano Castellary


"Intimidad Divina"

Palabras poderosas

La palabra de Dios es eficaz y produce cuanto expresa. Por eso las promesas de Dios se han cumplido todas a través de los siglos, y la malicia de los hombres no ha podido hacer fracasar los planes divinos. De modo análogo la palabra de Dios es simiente fecunda que produce frutos de santidad en los que la acogen con corazón dispuesto. Ninguna palabra de Dios cae en el vacío; si por desgracia alguien la rechaza y por lo tanto se pierde, no por eso ella pierde su eficacia; dará fruto en otra parte y de cualquier manera la voluntad de Dios siempre se realizará.

Son las palabras de la oración que Jesús ha puesto en boca de sus discípulos: “Padre nuestro, que estás en los cielos” (Mt 6,9). Una oración que pide con sinceridad y amor la gloria de Dios, la venida de su Reino, el cumplimiento de su voluntad, es siempre eficaz y siempre es escuchada. Cuando la oración es expresión genuina de los sentimientos del corazón, y no recitación mecánica de fórmulas repetidas más por costumbre que por convencimiento íntimo, siempre es escuchada y siempre es eficaz, aunque el resultado inmediato quizás no sea el que el hombre espera.

Como el pan es necesario para la vida física, así el perdón de los pecados es necesario para la vida espiritual. Para que la petición de perdón sea eficaz, Jesús ha puesto una condición: “Y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12). El deber para con Dios –pedir perdón– está vinculado a un deber para con el prójimo –perdonar a los otros– y es el segundo precisamente el que hace eficaz el cumplimiento del primero. Dios que se hizo Salvador de los hombres y que quiere que todos se salven (1 Tm 2, 4), está siempre dispuesto a conceder el perdón, pero escucha su oración sólo cuando el hombre ha cumplido su obligación con el hermano deudor.

Llamando a todos los fieles a la penitencia, la Cuaresma los invita a implorar de Dios el perdón de sus pecados y los urge a perdonarse mutuamente para que puedan elevar a Dios su oración sin miedo de ser rechazados. La oración acompañada de estos requisitos tiene una eficacia garantizada por la misma palabra del Señor: “Perdonad y se os perdonará, dad y se os dará” (Lc 6, 37-38)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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