miércoles, 15 de febrero de 2012

Pequeñas Semillitas 1624

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1624 ~ Miércoles 15 de Febrero de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Ilumina tu rostro con una sonrisa, y regálala a quien nunca la ha tenido, y hazlo sonreír contigo.
Toma una chispa de sol y hazla volar donde reina la noche e ilumínala y haz que surjan todas las estrellas.
Toma un río de agua y haz bañar en él a quien vive en el lodo.
Toma una lágrima, ponla en el rostro y el alma de quien nunca ha llorado.
Toma el sentimiento mágico de la vida y otórgalo a quien no sabe encontrarlo.
Toma la esperanza, vive en su luz y repártela a todos.
Toma de la bondad lo más hermoso y dónalo a quien no sabe donar.
Descubre el amor verdadero y hazlo conocer al mundo.
Mahatma Gandhi


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba: «¿Ves algo?». Él, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía claramente todas las cosas. Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo».
(Mc 8,22-26)

Comentario
Hoy a través de un milagro, Jesús nos habla del proceso de la fe. La curación del ciego en dos etapas muestra que no siempre es la fe una iluminación instantánea, sino que, frecuentemente requiere un itinerario que nos acerque a la luz y nos haga ver claro. No obstante, el primer paso de la fe —empezar a ver la realidad a la luz de Dios— ya es motivo de alegría, como dice san Agustín: «Una vez sanados los ojos, ¿qué podemos tener de más valor, hermanos? Gozan los que ven esta luz que ha sido hecha, la que refulge desde el cielo o la que procede de una antorcha. ¡Y cuán desgraciados se sienten los que no pueden verla!».
Al llegar a Betsaida traen un ciego a Jesús para que le imponga las manos. Es significativo que Jesús se lo lleve fuera; ¿no nos indicará esto que para escuchar la Palabra de Dios, para descubrir la fe y ver la realidad en Cristo, debemos salir de nosotros mismos, de espacios y tiempos ruidosos que nos ahogan y deslumbran para recibir la auténtica iluminación?
Una vez fuera de la aldea, Jesús «le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: ‘¿Ves algo?’» (Lc 8,23). Este gesto recuerda al Bautismo: Jesús ya no nos unta saliva, sino que baña todo nuestro ser con el agua de la salvación y, a lo largo de la vida, nos interroga sobre lo que vemos a la luz de la fe. «Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado, y veía todo con claridad» (Lc 8,25); este segundo momento recuerda el sacramento de la Confirmación, en el que recibimos la plenitud del Espíritu Santo para llegar a la madurez de la fe y ver más claro. Recibir el Bautismo, pero olvidar la Confirmación nos lleva a ver, sí, pero sólo a medias.
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santos Faustino y Jovita
Presbítero y Diácono - Mártires


Nacidos en Brescia (Lombardía). Son dos hermanos varones aunque el nombre del segundo nos induzca a confusión. Fueron bautizados desde pequeños y siempre estuvieron unidos por lazos aún más fuertes que los de la sangre.

Apolonio, obispo de Brescia, los llamó al sacerdocio; a Faustino lo hizo presbítero y a Jovita, más joven, diácono. Con la consagración se aumenta el fervor de los hermanos. Sienten ahora más profundamente la responsabilidad de ser fieles para no defraudar a los que ha llegado su fama de propagadores de la doctrina de Cristo. Hasta les ha hecho populares su bondad; la gente los busca para oírles hablar del Señor; incluso los paganos quieren escuchar las doctrinas que les son extrañas, pero que tienen tanto que ver con la verdad. Ya comienzan algunos a destrozar sus propios ídolos.

Marchaban bien las cosas hasta que se encendió el fuego de la persecución.

El cacique aprovecha la coyuntura de que el emperador Adriano se les hace próximo al pasar por Liguria. Les acusa ante las autoridades romanas de querer destrozar al Imperio por la ofensa que infiere a los dioses que son su fundamento. El emperador toma cartas en el asunto porque lo que le ha llegado es que Faustino y Jovita son unos embaucadores; sí, engañan con magia, son poderosos en las palabras y adoran a un judío que murió crucificado llamado Jesucristo. Han lavado el cerebro a mucha gente honrada; los templos están desiertos y los dioses abandonados ¡Hay que salvar al Imperio!

Era cosa tan sencilla ofrecer unos granos de incienso en el templo del dios Sol... pero no hubo manera de que lo hicieran. Eso es llanamente apostasía. Mueren con la cabeza cortada en el camino de Cremona, en el año 122.

El buen sentido de los cristianos adornó luego la magnífica figura de sus ejemplares héroes mártires con narración apócrifa que rellenara los huecos de la escueta y seca historia. Dicen esos relatos que aún hicieron mucho mayor bien del que se desprende de la entrega de sus vidas. Es ingenuo, pero conmovedor el añadido posterior. Si entretiene, podemos seguir leyendo.

Fueron apresados y puestos a disposición del emperador. Ante la mantenida negativa a sacrificar, resultó que la estatua idolátrica del dios Sol se tiñó de negro y, cuando los servidores del templo pagano se dispusieron a limpiarla, se deshizo en un montón de polvo. Después los echaron a las fieras, pero los cuatro leones del circo se mostraron mansos y echados a sus pies; lo mismo pasó con los osos y leopardos. Aunque en realidad no eran tan mansos porque el delator -que bajó furioso a la arena para excitar a las fieras- fue devorado por ellos. La gente que presenciaba el espectáculo huyó despavorida a sus casas dejando las puestas abiertas y Faustino y Jovita mandaron los bichos al campo.

El emperador, continúa el fabuloso relato, también se asustó; pero quiso sacar partido de los dos hermanos. Se le ocurrió la idea de utilizarlos en su provecho haciendo que recorrieran las ciudades de Italia para divertir con su magia a la gente en el circo. Milán, primero; Nápoles, luego. En todas partes los prodigios se repitieron y fue providencial la marcha para que muchos y en todas partes conocieran al Resucitado entre los tormentos y los prodigios que se contemplan en el cuerpo de los santos: plomo derretido, huesos apaleados, tormento de fuego aplicado a los costados. Su carcelero, Calocero, se convirtió y también murió mártir. Finalmente les cortaron la cabeza.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Alégrate de la vida...
porque ella te da
la oportunidad de amar,
de trabajar, de jugar
y de mirar a las estrellas”

Henry Van Dyke


Tema del día:
El sueño del hombre 
y el sueño de Dios


Soñar no es algo sólo para niños. Los grandes también necesitamos momentos de fantasía en los que la vida brille de un modo distinto, fresco, alegre. Es cierto que no podemos vivir en los sueños. Los sueños no producen computadoras, ni construyen rascacielos, ni llenan los bolsillos con un poco de dinero. Pero, ¿de qué sirve tener comida, casa y familia si falta esa ilusión y esa alegría que da un toque especial a todo lo que nos rodea?

El mundo vive de sueños dulces y de pesadillas paralizantes. A veces el sueño nos dice que el futuro será rosa, que todo irá bien. Otras veces nos cubre el horizonte de nubes grises y nos impide dar los pasos necesarios para mejorar las relaciones en la familia, para encender con nueva chispa el trabajo y para que este mes sí nos llegue el dinero que necesitamos.

También Dios tiene sueños. Soñó que el hombre podría vivir en paz en esta tierra. Soñó que era posible que nos amásemos los unos a los otros, por encima de las lenguas, de las razas o de los zapatos que cada uno lleve (o no lleve) puestos. Soñó que acogeríamos a su Hijo y que empezaría, entonces sí, un mundo distinto.

Han pasado más de 2000 años. Para algunos, el sueño de Dios sigue siendo sólo eso, un sueño irrealizado en millones de corazones que no saben lo que es paz, y en otros miles que no dejan en paz a los que viven a su lado. Pero otros millones han soñado con el mismo sueño de Dios.

Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, son sólo algunos nombres de un ejército de soñadores que han empezado a dar un toque distinto a sus familias, su trabajo y sus amigos. Creyeron en el Evangelio, y el Evangelio pasó a ser un sueño más real que todo el dinero del mundo.

Cuando el sueño del hombre y el sueño de Dios se juntan en un único esfuerzo, la tierra cambia sus latidos. Las nubes pueden ser las mismas. Quizá sigue faltando el pan para la mesa. Quizá no regresa el esposo que se ha ido lejos para seguir sueños que no son sino pesadillas. Un palacio de riqueza será siempre un infierno mientras dejemos a Dios y al prójimo como mendigos a la puerta. Quien vive junto a Dios sabe que hasta un campo de exterminio puede convertirse en un lugar de esperanza y de rezos.

Dios sigue soñando. Quizá la muerte no sea más que continuar, ahora sí para siempre, ese sueño que iniciamos aquí en la tierra. Un sueño en un cielo donde sólo habrá felicidad, donde el Amor lo será todo para los eternos soñadores de Dios...

Autor: P. Fernando Pascual LC
Fuente: Catholic.net


Pensamientos sanadores


Nunca instrumentalices a tu prójimo

Hay quienes utilizan a los demás para sus propósitos, aun sin ser plenamente conscientes de ello.
Quienes quieren ser hombres y mujeres de Dios no pueden utilizar ni instrumentalizar a los demás.
Nunca olvides que el fin, por más grande y santo que parezca, no justifica los medios.
Recuerda que cada hombre y mujer, por más brillante u oscuro que parezca, por más santo o pecador que se presente, es un hijo de Dios y ha sido creado a su imagen, del mismo modo que tú has sido creado.
Si utilizas a otra persona para tu provecho y beneficio, o para alcanzar tus objetivos, estarás ofendiendo a su Padre del cielo.
Así como te gusta ser tratado por quienes te rodean, trata también a los demás.
Ten una recta intención hacia todos y busca el mayor bien para tus hermanos, y Dios sabrá bendecirte de una manera que ni siquiera puedes llegar a imaginar.

No trames el mal contra tu prójimo, mientras vive confiado junto a ti. Proverbios 3, 29


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio. Agregamos también un pedido especial por los niños todavía no nacidos y en peligro de ser abortados y para que el Señor guarde en su seno a los que desgraciadamente ya lo fueron.

Pedimos oración por la pronta recuperación de Hilda Nélida, de Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, Argentina quien en el término de un año fue sometida a tres operaciones. En la actualidad se está recuperando de una seria intervención en la columna. Que Jesús y María les concedan fortaleza, fe, esperanza y paciencia para atravesar estos difíciles momentos.

Sumamos a estos pedidos de oración, todos los que sean dejados por los lectores en nuestro muro de Facebook.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


"Intimidad Divina"

El valor eclesial de la penitencia

El Concilio quiere inculcar “a los fieles, junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que detesta el pecado en cuanto es ofensa a Dios” (SC 109). El motivo primero del arrepentimiento de los pecados es la ofensa hecha a Dios, esto es, la resistencia a su amor, el rechazo de su amistad, la ingratitud a sus beneficios, el desprecio o indiferencia por su voluntad expresada en la ley. Es preciso recordar que cualquier pecado tiene consecuencias sociales más o menos graves según su naturaleza. En la Iglesia de los primeros siglos había un sentido muy vivo del aspecto social del pecado; a los pecadores públicos se le imponían penitencias públicas, y sólo cuando habían expiado sus culpas eran readmitidos en la comunidad.

“Quienes se acercan al sacramento de la penitencia –enseña el Concilio– obtienen de la misericordia de Dios el perdón de la ofensa hecha a Él y al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron pecando” (LG 11). Aunque la confesión sea un acto secreto y estrictamente privado, el hecho de que el perdón de Dios llegue al penitente a través del sacerdote, expresa no sólo la presencia de la Iglesia, sino también la reconciliación con ella. Por eso el sacramento de la penitencia, al mismo tiempo que tiene un valor íntimo y personal para el que lo recibe, lo tiene también eclesial. Restablece y refuerza los lazos de amistad con Dios y con la Iglesia; purifica al individuo y al mismo tiempo sana la herida que sus pecados ha infligido a la Iglesia.

El pecado hiere a Cristo, cabeza del Cuerpo místico, en cuanto que es ofensa de Dios, y hiere a los miembros del mismo Cuerpo en cuanto que daña espiritualmente o materialmente a los hermanos. Cualquier pecado tiene consecuencias deletéreas para la comunidad porque disminuye en ella el nivel de la gracia, de la virtud y de la santidad y aumenta el lastre de miserias que dificultan el camino hacia Dios. Esto exige una reparación justa, y el sacramento de la penitencia provee a ella sea porque el sacerdote perdona los pecados en nombre de Dios y de la Iglesia; sea porque imponiendo la penitencia sacramental, indica al penitente el modo de resarcir el daño hecho.

Te confesamos, Dios que amas a los hombres, y te presentamos nuestra debilidad, rogándote seas nuestra fuerza. Perdonando los pecados pasados, remite nuestras culpas de otro tiempo, y haz de nosotros hombres nuevos. Haznos siervos tuyos, puros y sin mancha. Nos consagramos a ti; acéptanos Dios de verdad, acepta a tu pueblo y borra todas sus manchas; hazlo vivir en la rectitud y en la inocencia. Que puedan ser contados entre los ángeles, que sean todos elegidos y santos. (Oración de los primeros cristianos)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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