sábado, 4 de febrero de 2012

Pequeñas Semillitas 1613

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1613 ~ Sábado 4 de Febrero de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Hasta los cambios más planificados y mejor recibidos pueden causar cierto grado de ansiedad. Al comenzar un nuevo trabajo o al mudarme a una casa nueva, parte de mí puede temer que sea demasiado bueno para ser cierto. Y sin embargo, sé que la voluntad de Dios para mí es sólo el bien. Así que tomo el control de mi pensamiento. Y me pregunto: “¿Y si todo sale bien?” Anticipo la bendición y dejo ir y dejo a Dios actuar.
Dejo ir la preocupación y permito que Dios obre en todas las personas y circunstancias para guiar el camino. Reclamo mi herencia de apoyo y provisión divinas, y libero mi corazón de cualquier sentimiento de que no soy digno. Creo en la abundancia ilimitada de Dios y estoy listo para recibirla.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco». Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
(Mc 6,30-34)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos plantea una situación, una necesidad y una paradoja que son muy actuales.
Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer» (Mc 6,30). Frecuentemente nosotros nos vemos abocados al mismo trasiego. El trabajo exige buena parte de nuestras energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor; las otras actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y, a la vez, benefician a terceros... ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable reconocer que no podemos todo lo que quisiéramos.
Una necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho: descanso. En estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre el descanso. Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo que habían hecho» (Mc 6,30). Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más profundo de nuestro corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos espera. Y espera encontrarnos con nuestros cansancios.
Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31). ¡En el plan de Dios hay un lugar para el descanso! Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». El reposo de Dios es creativo; no “anestésico”: toparse con su amor centra nuestro corazón y nuestros pensamientos.
Una paradoja. La escena del Evangelio acaba “mal”: los discípulos no pueden reposar. El plan de Jesús fracasa: son abordados por la gente. No han podido “desconectar”. Nosotros, con frecuencia, no podemos liberarnos de nuestras obligaciones (hijos, cónyuge, trabajo...): ¡sería como traicionarnos! Se impone encontrar a Dios en estas realidades. Si hay comunicación con Dios, si nuestro corazón descansa en Él, relativizaremos tensiones inútiles... y la realidad —desnuda de quimeras— mostrará mejor la impronta de Dios. En Él, allí, hemos de reposar.
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer (Manlleu, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Juana de Valois


Reina de Francia y Fundadora de la Orden de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María

No por ser hija del rey de Francia iba a pasarlo muy bien en su vida; más bien se puede asegurar todo lo contrario. El conjunto de su existencia fue una mezcla de los sufrimientos más amargos a los que puede estar abocada una persona. Ni querida, ni rica, ni agasajada -como suele hacerse con los príncipes y princesas- ni galanes, ni fiestas palaciegas. Más bien todo lo contrario. Fue despreciada por su padre el rey por desencanto al esperar un hijo varón y nacerle una hembra. Peor asunto cuando se descubre que a su condición de mujer se añade la fealdad de rostro y, por si fuera poco, hay que añadir la incipiente cojera. «Una cosa así» hay que sacarla de la Corte de los Valois. Será el castillo de Linières su sitio para aprender a bordar. Allí pasará una vida monótona y solitaria sin volver a ver a su madre, Carlota de Saboya, desde los cinco años.

Luis XI es, aunque Valois, un tirano, dueño de vidas y haciendas. Ha querido casar a su hija Juana con Luis de Orleáns porque eso sí entra dentro de su juego y engranajes políticos. Ya lo tiene todo dispuesto. Los Orleáns se niegan a emparentar con la fea, coja y jorobada maltrecha Juana; pero las amenazas de muerte por parte del enojadizo rey son cosa seria y el matrimonio de celebra el 8 de setiembre de 1476 en la capilla de Montrichard, aunque el novio ni hable ni mire a la novia. A partir de este acontecimiento, sólo hay visitas del esposo a la malquerida mujer cuando lo manda el rey.

El duque Luis de Orleáns -el esposo de paja- es levantisco; da con sus huesos en la cárcel por rebeldía y la buena esposa despreciada intercede por él ante su hermano, el nuevo rey Carlos VIII. Inesperadamente sube al trono francés el duque de Orleáns por la muerte repentina de Carlos. Ahora es el rey Luis XII y precipitadamente consigue la anulación del matrimonio.

Ya Juana no es reina, sólo duquesa de Berry. Retirada en Bourges funda la Orden de la Anunciación que honre a la Virgen María, aprenda de ella las virtudes y se desviva por los pobres. Es el año 1504 cuando ella hace su propia profesión para morir en santidad el año 1505. La canonización solemne será en Pentecostés del 1950.

Con añadido de matices y divergencias uno piensa si la verdad de esta vida es susceptible de ser narrada como una real versión de «cenicienta». Hay reyes, príncipes y palacios; abundan los desprecios más que duraderos, notables y bien sufridos; el final es feliz en ambos, si bien el del cuento termina aquí mientras que el verdadero es más radiante; un hada madrina -con varita mágica- hizo un papel fugaz en tanto que la Virgen María prestó su ayuda eficaz.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Cada uno es responsable de lo que le sucede
y tiene el poder de decidir lo que quiere ser.
Lo que eres hoy es el resultado
de tus decisiones y elecciones en el pasado.
Lo que seas mañana
será consecuencia de tus actos de hoy “

Swami Vivekananda


Cuentos de Mamerto Menapace:
Los dos paraísos


En el patio de tierra de mi casa había dos grandes paraísos. De chico nunca me pregunté si ellos también habrían nacido, crecido, o sido trasplantados.

Simplemente estaban allí, en el patio, como estaban el cielo las estrellas, la cañada en el campo, y el arroyo allá dentro del monte. Formaban parte de ese mundo preexistente, de ese mundo viejo con capacidad de acogida que uno empezaba a descubrir con asombro.

Eran lo más cercano de ese mundo porque estaban allí nomás, en el medio del patio, con su ancho ramerío cubriéndolo todo y llenando de sombra toda la geografía de nuestros primeros gateos sobre la tierra.

Ellos nos ayudaron a ponernos de pie, ofreciéndonos el rugoso apoyo de su fuerte tronco sin espinas. Encaramados a sus ramas miramos por primera vez con miedo y con asombro la tierra allá abajo, y un horizonte más amplio alrededor.

Los pájaros más familiares, fue allí donde los descubrimos. En cambio los otros, los que anidaban en la leyenda y en el misterio de los montes, los fuimos descubriendo mucho después, cuando aprendimos a cambiar de geografía y a alejarnos de la sombra del rancho.

Fue en ellos donde aprendimos que la primavera florece. Para setiembre el perfume de los paraísos llenaba los patios y el viento del este metía su aroma hasta dentro del rancho. No perfumaban tan fuerte como los naranjos, pero su perfume era más parejo. Parecía como que abarcara más ancho. A veces, un golpe de aire nos traía su aroma hasta más allá de los corrales.

También nos enseñaron cómo el otoño despoja las realidades y las prepara para cuartear el invierno. Concentrando su savia por dentro en espera de nuevas primaveras, amarilleaban su follaje y el viento amontonaba y desamontonaba las hojas que ellos iban entregando.

En otoño no se esperaba la tarde del sábado para barrer los patios. Se los limpiaba en cada amanecer.

¡Cuántas cosas nos enseñaron los dos viejos paraísos, nada más que con callarse!

Fue apoyados en sus troncos, con la cara escondida con el brazo, donde puchereamos nuestros primeros lloros después de las palizas. Allí, en silencio, escuchaban el apagarse de nuestros suspiros entrecortados por palabras incoherentes que puntuaban nuestras primeras reflexiones internas de niños castigados. Y en el silencio de sus arrugas, guardaron junto con nuestros lagrimones esas primeras experiencias nuestras sobre la justicia, la culpa, el castigo y la autoridad.

Y luego, cansados de una reflexión que nos quedaba grande y agotada nuestra gana de llorar, nos alejábamos de sus troncos y reingresábamos a la euforia de nuestros juegos y de nuestras peleas.

Cuando jugábamos a la mancha, transformaban su quietud en la piedra del "pido" que nos convertía en invulnerables. Y en el juego de la escondida escuchaban recitar contra su tronco la cuenta que iba disminuyendo el tiempo para ubicar un escondite. Y luego eran la meta que era preciso alcanzar antes que el otro, para no quedar descalificado. Ellos participaron de todos nuestros juegos y fueron los confidentes de todos nuestros momentos importantes.

Escondidos detrás de sus troncos, nuestra timidez y viveza de chicos de campo espiaba a las visitas de forasteros, mientras escuchábamos nuevas palabras, otra manera de pronunciarlas y nuevos tonos de voz, que luego se convertían en material de imitación y de mímica para las comedias infantiles en que remedábamos a las visitas. Así fue como aprendí la palabra "etcétera", que me causó una profunda hilaridad, y que al repetirla luego a cada momento y para cualquier cosa, nos hacía reír a todos en la familia. En mi familia siempre producían hilaridad las palabras esdrújulas.

Al llegar la noche, todo nuestro mundo amigo se atrincheraba alrededor de los paraísos. El farol que se colgaba de una de sus ramas creaba una pequeña geografía de luz que era todo lo que nos pertenecía en este mundo. Más allá estaba el reino de la noche desde donde nos venían los gemidos de las ranas sorprendidas por las culebras; y hacia donde los perros hacían rápidas salidas para defender nuestro reino sitiado. Desde la noche sabía llegar hasta nuestro puerto de luz algún forastero o algún amigo náufrago de las sombras que había logrado ubicar el faro de nuestra lámpara suspendidas de las ramas de los paraísos. Desde lo más hondo de la noche remaban hacia la lámpara miles de insectos: las luciérnagas describían amplios círculos de luz alrededor de los paraísos, y a veces volvían a hundirse en la inmensidad sideral de la noche como pequeños cometas de nuestro pequeño sistema solar. Otras veces, encandiladas por la luz del farol, terminaban en nuestras manos llenándolas de todo eso misterioso que brilla en las noches.

Cuando me vine hacia el sur, la imagen de los paraísos vino conmigo, y conmigo fue creciendo al ritmo de mi propio crecimiento. Los veía simplemente como parte de mi propia historia.

Al volver luego de unos años, me impresionó ver nuevamente a mis dos viejos paraísos familiares. Sí. Eran los mismos: ocupaban el mismo sitio; los aseguraban las mismas raíces y los identificaba por las mismas arrugas de sus troncos amigos.

Y sin embargo me parecieron más pequeños. Cierto: la cabellera de sus copas había raleado, y tal vez sus ramas ya no fueran tan flexibles. Pero fundamentalmente habían quedado iguales; idénticos. No fue por haber cambiado por lo que me resultaron más pequeños. Yo diría que fue mi relación con ellos lo que había crecido, lo que me daba de ellos una visión distinta.

Quizá no es que los viera más pequeños; sino que ya no me parecían tan altos, ni tan ancha su sombra, ni tan difíciles de subir, ni tan imprescindibles dentro de la geografía del mundo que me tocaba habitar. Mientras tanto, yo ya había conocido otros árboles grandes, importantes, útiles o amigos, y a lo mejor había adornado inconscientemente con esas dimensiones prestadas a mis dos viejos paraísos familiares.

Ahora, al verlos en su realidad concreta, desmitizados de mis adornos fantasiosos, comencé a darme cuenta de sus auténticos límites, de la dimensión concreta de sus ramas. Podría decir que casi afloró a mi conciencia un descubrimiento: "Mis dos viejos paraísos también tenían su historia."

Historia personal, intransferible. Su existencia no era sólo relación conmigo. También ellos habían nacido en alguna parte, habían tenido su historia de crecimiento, para luego ser trasplantados juntos y compartir la historia de un mismo patio. El estar allí, el compartir su vida con nosotros, su sombra y el ciclo de sus otoños y primaveras, era el resultado de decisiones que bien hubieran podido ser distintas, y con ello totalmente otra mi propia historia y mi geografía personal.

Me di cuenta de la tremenda responsabilidad de sus decisiones; cosa que ningún otro árbol había tenido, ni jamás podría tener en mi vida.

Y pienso que, si hoy todo árbol es mi amigo, esto se debe a la calidez de amigo que supe encontrar allá en mi emplumar, en aquellos dos paraísos familiares. Ellos dieron a mis ojos, a mi corazón y a mis manos, esa imagen primordial que trataría de buscar en cada árbol luego en mi vida.

Insisto. Esto lo empecé a ver y a comprender cuando desmiticé a mis dos viejos paraísos de todo lo que no era auténticamente suyo. Cuando comprendí que también ellos tenían unas dimensiones concretas y relativamente pequeñas; cuando les descubrí sus carencias y cuando supe que su existencia almacenaba, como la mía una cadena de decisiones personales, y no un mero sucederse de preexistencias sin historia. Cuando me di cuenta de que tenían menos dimensiones de las que yo me imaginaba, y más méritos de los que yo suponía.

Hoy aquel patio familiar existe sólo en mi recuerdo. Los dos paraísos han dejado en pie dos grandes huecos de luz. Buscando sus copas mis ojos miran para arriba y se encuentran con el cielo.

No han muerto. Y pienso que no morirán nunca, porque rama a rama se van quemando en el fogón familiar, y de cada astilla que se ha vuelto ceniza se ha liberado la tibieza que calienta nuestros inviernos. Y sus troncos rugosos se han vuelto tablas de la mesa familiar que nos seguirá reuniendo a los hermanos distantes para compartir el pan.

Fray Mamerto Menapace


Humor:
"La coma"

 
Julio Cortázar escribía: "La coma, esa puerta giratoria del pensamiento"
 
Lee y analiza la siguiente frase: "Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda". 
 
Si eres mujer, con toda seguridad colocarás la coma después de la palabra mujer.
                               
Si eres varón, con toda seguridad colocarás la coma después de la palabra tiene.
                 
Simplemente genial…!!! ¡Qué magnifico cambio de significado!


Pensamientos sanadores


Hoy aprende de los errores para construir de nuevo.

Los errores son parte de la vida de todos los hombres y mujeres de esta tierra.
Sin embargo, los sufren mucho más profundamente quienes han formado su identidad en aquellos moldes que los han forjado con una estructura perfeccionista y competitiva.
Si te has equivocado una vez, no te equivoques dos dejándote ganar, ya sea por el enojo contigo mismo, con los demás, o dejándote invadir por la amargura, la culpabilidad y la ira.
Aprende del error para no volver a caer en él y aprovecha la ocasión para crecer en la paciencia, en la comprensión, en la humildad, y en la misericordia con quienes se equivocan.
Ten presente que el error asumido puede ser redimido, pues, desde la aceptación serena de la propia fragilidad, Dios puede derramar nuevas bendiciones en tu vida y en la vida de tus seres queridos.

Feliz el que es educado por ti, Señor, aquel a quien instruyes con tu ley, para darle un descanso después de la adversidad. Salmo 94, 12-13


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio. Agregamos también un pedido especial por los niños todavía no nacidos y en peligro de ser abortados y para que el Señor guarde en su seno a los que desgraciadamente ya lo fueron.

Pedimos oración por Pablito, que tiene dos meses de vida y es de San Lorenzo, Santa Fe, Argentina, que en el día de hoy recibirá el sacramento del Bautismo, con lo que se hace miembro de la Iglesia. Un abrazo grande para Exequiel y Pamela, sus papis, y que por la intercesión del Beato Juan Pablo II y de la Santísima Virgen de Lourdes, el Señor colme de bendiciones a todos los miembros de la familia.

Seguimos rezando por Yolanda, de Guatemala, 57 años de edad, con muy graves problemas cardíacos luego de dos infartos rogando a Dios que esté junto a ella y le conceda lo mejor para su salud física y espiritual; y por sus hijos Ángel y Luis, para que el Espíritu Santo los ilumine y puedan ver con claridad los mejores caminos para dirigir sus vidas por ellos con trabajo y responsabilidad.

Pedimos oración por la salud de Silvina, de 42 años de edad, de Salta, Argentina, que está viviendo las alternativas de una enfermedad grave, por lo que rogamos al Señor que con su misericordia infinita la ayude a superar su dolencia y la tenga siempre en la palma de su mano.

Desde Quito, Ecuador, nuestra querida amiga Mónica nos pide oraciones por un chiquito enfermo llamado Joaquín. Nos unimos en la plegaria a Jesús…

Sumamos a estos pedidos de oración, todos los que sean dejados por los lectores en nuestro muro de Facebook.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


"Pequeñas Semillitas" por e-mail


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Felipe de Urca


"Intimidad Divina"

Los Sacramentos

La Iglesia, “Sacramento universal de salvación” (LG 48), por medio de la cual llegan a Dios los hombres, ha sido constituida por Cristo depositaria de los sacramentos mediante los cuales los fieles son hechos partícipes de la vida de Cristo mismo. Los sacramentos son al mismo tiempo obra de Cristo que es su autor y obra de la Iglesia que es su depositaria y administradora. A través de los sacramentos, Jesús mismo actúa en el hombre infundiéndole su vida o acrecentándosela. Más también es indispensable la acción de la Iglesia: Él quiere servirse de la acción externa de ella para la santificación de los hombres, pero se reserva el poder de dar la vida y hacer eficaz esa acción.

El hombre no es puro espíritu; necesita de signos visibles y tangibles que signifiquen las realidades divinas inasequibles a los sentidos. En este aspecto Cristo es un verdadero sacramento de Dios, signo maravilloso e infinito de su amor a los hombres; la Iglesia es sacramento de Cristo, al cual hace presente y operante todavía en el mundo; y los sacramentos son el último anillo de esa sacramentalidad que caracteriza el misterio de las relaciones del hombre con Dios.

El misterio de la redención llega al hombre y se realiza para él a través de los sacramentos, los cuales reciben su eficacia del misterio pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo (SC 61) cuyos méritos infinitos se aplican a todo cristiano. Cuando el fiel recibe un sacramento, no sólo es liberado del pecado y santificado por la gracia, sino que lo es en Cristo, como inmerso en su misterio, renovado en su vida, unido “a Cristo paciente y glorioso… de un modo arcano, pero real” (LG 7)

¡Oh dulcísimo buen Jesús! ¡Oh Padre de las luces, de quien procede toda dádiva buena y todo don perfecto! Mira con ojos de misericordia a los que humildes te confesamos, a nosotros, que verdaderamente sabemos que nada podemos hacer sin ti. Tú, que te diste en precio de nuestro rescate, haz que, aunque menos dignos de tanto precio, nos rindamos a tu gracia íntegramente, perfectamente y en todo; y así, conformados a la imagen de tu pasión, recobremos también aquella que perdimos pecando, la imagen de tu Divinidad, con la ayuda de nuestro Señor, Amén. (San Buenaventura, La vid mística)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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