miércoles, 8 de febrero de 2012

Pequeñas Semillitas 1617

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1617 ~ Miércoles 8 de Febrero de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Atrévete a soñar pues el mañana es de los soñadores.
Atrévete a moldear un deseo pues el deseo abre la puerta de la esperanza y la esperanza nos alienta a todos a vivir.
Atrévete a perseguir aquello que nadie más sabe ver. No temas contemplar aquello que otros ni vislumbran.
Cree en tu corazón y en tu propia bondad, porque así  los demás sabrán percibirlos también.
Cree en la magia porque la vida abunda en ella. Pero sobre todas las cosas, cree en ti... porque dentro de ti reposa toda la magia, la esperanza, el amor y los sueños del mañana.
Ron Cristian


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga».
Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Así que también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» —así declaraba puros todos los alimentos—. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».
(Mc 7,14-23)

Comentario
Hoy Jesús nos enseña que todo lo que Dios ha hecho es bueno. Es, más bien, nuestra intención no recta la que puede contaminar lo que hacemos. Por eso, Jesucristo dice: «Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre» (Mc 7,15). La experiencia de la ofensa a Dios es una realidad. Y con facilidad el cristiano descubre esa huella profunda del mal y ve un mundo esclavizado por el pecado. La misión que Jesús nos encarga es limpiar —con ayuda de su gracia— todas las contaminaciones que las malas intenciones de los hombres han introducido en este mundo.
El Señor nos pide que toda nuestra actividad humana esté bien realizada: espera que en ella pongamos intensidad, orden, ciencia, competencia, afán de perfección, no buscando otra mira sino restaurar el plan creador de Dios, que todo lo hizo bueno para provecho del hombre: «Pureza de intención. —La tendrás, si, siempre y en todo, sólo buscas agradar a Dios» (San Josemaría).
Sólo nuestra voluntad puede estropear el plan divino y hace falta vigilar para que no sea así. Muchas veces se meten la vanidad, el amor propio, los desánimos por falta de fe, la impaciencia por no conseguir los resultados esperados, etc. Por eso, nos advertía san Gregorio Magno: «No nos seduzca ninguna prosperidad halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige».
Convendrá, por tanto, estar atentos en el ofrecimiento de obras, mantener la presencia de Dios y considerar frecuentemente la filiación divina, de manera que todo nuestro día —con oración y trabajo— tome su fuerza y empiece en el Señor, y que todo lo que hemos comenzado por Él llegue a su fin.
Podemos hacer grandes cosas si nos damos cuenta de que cada uno de nuestros actos humanos es corredentor cuando está unido a los actos de Cristo.
Rev. D. Norbert ESTARRIOL i Seseras (Lleida, España)


Santoral Católico:
San Jerónimo Emiliani
Patrono de los huérfanos 
y de la juventud abandonada


En una época en la que la cultura era muy importante, pero la escuela era privilegio de pocos, hubo en la Iglesia un florecimiento de santos que se impusieron como misión la instrucción de la juventud. Entre ellos Gaetano de Thiene, Antonio María Zacarías, Angela de Mérici, Jerónimo Emiliano, Felipe Neri, José Calasancio, etc.

Sabemos muy poco de los primeros años de vida de San Jerónimo Emiliani (también Miano o Miani). Nació en Venecia en 1486, y como todos los de familias importantes siguió la carrera militar. En 1511 cayó prisionero en Castelnuovo mientras luchaba contra la Liga de Cambrai. Durante su cautiverio, se dedicó a meditar sobre lo efímero del poder mundano, como le sucedió diez años después a San Ignacio de Loyola. Inesperadamente fue liberado un mes después, y entonces sintió viva la vocación de dedicarse al servicio de los pobres, de los enfermos, de los jóvenes abandonados y de las mujeres “arrepentidas”. Un campo sumamente vasto. Después de un corto “noviciado” como penitente con Giampietro Carafa, el futuro Pablo IV, Jerónimo fue ordenado sacerdote en 1518.

Diez años después hubo una carestía tremenda en toda la región y luego una epidemia de peste; entonces Jerónimo vendió todo lo que tenía, incluso los muebles de casa, y se dedicó a la asistencia de los apestados. Había que enterrar a los muertos, y lo hacía de noche. Pero, también había que pensar en los vivos, sobre todo en los niños que habían perdido a sus padres, y en las mujeres que por la necesidad se dedicaban a la prostitución. Verona, Brescia, Como, Bérgamo fueron el campo de su acción bienhechora. Fue entonces cuando en Somasca fundó la Orden de Clérigos Regulares, destinada a ayudar a los niños huérfanos y a los pobres. Los Padres Somascos fueron quienes realizaron el grande proyecto del fundador: la institución de escuelas gratuitas para todos y en las que se adoptó el método revolucionario llamado “método dialogado”.

San Jerónimo Emiliani murió sobre el surco: mientras asistía a los enfermos de peste en Somasca, fue atacado por la misma peste y murió entre sus hijos predilectos: los pobres y los enfermos, a quienes había dedicado todos sus esfuerzos. Era el 8 de febrero de 1537. Fue canonizado en 1767, y en 1928 Pío XI lo nombró Patrono de los huérfanos y de la juventud abandonada. Antes de la reforma del calendario, su fiesta se celebraba el 20 de julio.
Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“A los sacerdotes se nos pide la humildad de aprender a no estar de moda, de ser realmente siervos de los siervos de Dios (…), para que los cristianos corrientes, los laicos, hagan presente, en todos los ambientes de la sociedad, a Cristo”

San Josemaría 
Escrivá de Balaguer


Vidas ejemplares:
Anton Luli SJ


Ésta es la historia de un valeroso jesuita albanés llamado Anton Luli. Una vida llena de penalidades y sufrimientos bajo la dictadura comunista en Albania y, a la vez, testimonio de cristiano.

«Bendigo al Señor, que a mí, su pobre y débil ministro, me ha dado la gracia de permanecerle fiel durante una vida prácticamente marcada por las cadenas. Sólo su gracia podía hacer esto.

»Acababa de ser ordenado sacerdote cuando a mi país, Albania, llegó la dictadura comunista y la persecución religiosa más despiadada. Algunos de mis hermanos en el sacerdocio, después de un proceso lleno de falsedades y engaño, fueron fusilados y murieron mártires de la fe. Así celebraron, como pan partido y sangre derramada por la salvación de mi país, su última Eucaristía personal. Era el año 1947. Apenas había terminado mi formación.

»A mí el Señor me pidió, por el contrario, que abriera los brazos y me dejara clavar en la cruz y así celebrara, en el ministerio que me era prohibido y con una vida transcurrida entre cadenas y torturas de todo tipo, mi Eucaristía, mi sacrificio sacerdotal.

»El 19 de diciembre de 1947 me arrestaron con la acusación de agitación y propaganda contra el gobierno. Viví diecisiete años de cárcel estricta y muchos otros de trabajos forzados. Mi primera prisión, en aquel gélido mes de diciembre en una pequeña aldea de las montañas de Escútari, fue un cuarto de baño. La cárcel era un baño lleno de excrementos

»Allí permanecí nueve meses. Me tenía que acurrucar sobre excrementos endurecidos y sin poder enderezarme completamente por la estrechez del lugar. La noche de Navidad de ese año -¿cómo podría olvidarla?- me sacaron de ese lugar y me llevaron a otro cuarto de baño en el segundo piso de la prisión, me obligaron a desvestirme y me colgaron con una cuerda que me pasaba bajo las axilas. Estaba desnudo y apenas podía tocar el suelo con la punta de los pies. Sentía que mi cuerpo desfallecía lenta e inexorablemente. El frío me subía poco a poco por el cuerpo y, cuando llegó al pecho y estaba para parárseme el corazón, lancé un grito de agonía. Acudieron mis verdugos, me bajaron y me llenaron de puntapiés. Esa noche, en ese lugar y en la soledad de ese primer suplicio, viví el sentido verdadero de la Encarnación y de la cruz.

»Con mucha frecuencia me torturaban con la corriente eléctrica: me metían dos alambres en los oídos. Era una cosa horrible. Durante un tiempo me amarraban las manos y los pies con alambres, y me echaban al suelo en un lugar oscuro, lleno de grandes ratas que me pasaban por encima sin que yo pudiera evitarlo. Llevo todavía en mis muñecas las cicatrices de los alambres que se me incrustaban en la carne. Vivía con la tortura de permanentes interrogatorios, acompañados de violencia física. Recordaba entonces los golpes sufridos por Jesús al ser interrogado por el Sumo Sacerdote.

»Una vez me colocaron delante un papel y un bolígrafo y me dijeron: Escribe una confesión de tus crímenes y, si eres sincero, podríamos hasta mandarte a casa. Para evitar golpes y bastonazos empecé a llenar alguna página con los nombres de muertos o de fusilados, con los que nunca tuve nada que ver. Al final añadí: Todo lo que he escrito no es verdadero, pero lo he escrito porque me obligaron. El oficial empezó la lectura con una sonrisa de satisfacción, seguro de haber logrado su objetivo, pero cuando leyó los últimos renglones, me golpeó y, blasfemando, ordenó a los policías que me llevaran fuera, gritando: Sabemos cómo hacer hablar a esta carroña.

»Pero en esos sufrimientos tuve a mi lado y dentro de mí la consoladora presencia del Señor Jesús, sumo y eterno sacerdote, a veces, incluso, con una ayuda que no puedo menos de definir “extraordinaria”, pues era muy grande la alegría y el consuelo que me comunicaba.

»Al salir de la prisión, me enviaron a trabajos forzados como obrero en una finca estatal: me pusieron a trabajar en la recuperación de los pantanos. Era un trabajo fatigoso y con la poca alimentación que teníamos se nos reducía a gusanos humanos: cuando uno de nosotros caía extenuado, le dejaban morir. Pero en aquella etapa logré decir misa de manera clandestina y sólo desde el ofertorio hasta la comunión. Conseguí un poco de vino y algunas formas, pero no podía confiar en nadie ya que si me descubrían, me hubieran fusilado. En este trabajo en los pantanos estuve 11 años.

»El 30 de abril de 1979 me arrestaron por segunda vez, me registraron y me llevaron a la ciudad de Scurati. No tenía conmigo más que el rosario, un cortaplumas y el reloj. Después de la requisa me tiraron al suelo de una celda. Me daba cuenta que me dirigía a un nuevo calvario; pero de improviso la desolación dio paso a una extraordinaria experiencia de Jesús. Era como si Él estuviera allí presente, de frente a mí, y yo le pudiera hablar. Fue determinante para mí. Comenzaron de nuevo las torturas y otro proceso: el 6 de noviembre de 1979 me condenaron a a morir fusilado. La causa que adujeron fue sabotaje y propaganda anti gubernativa. Pero, dos días después, la pena de muerte fue conmutada por 25 años de prisión.

»Prácticamente he conocido la libertad a los 80 años, cuando en 1989 pude celebrar la primera Misa en libertad. Pero hoy, recorriendo con mi pensamiento mi propia existencia, me doy cuenta de que la misma ha sido un milagro de la gracia de Dios y me sorprendo de haber podido soportar tanto sufrimiento, con una fuerza que era la mía, conservando una serenidad que no podía tener otra fuente que el corazón de Dios.

»Esta es mi experiencia sacerdotal en todos estos años; una experiencia, ciertamente, muy particular con respecto a la de muchos sacerdotes, pero desde luego no única: son millares los sacerdotes que en su vida han sufrido persecución a causa del sacerdocio de Cristo. Experiencias diversas, pero todas unificadas por el amor. El sacerdote es, ante todo, una persona que ha conocido el amor; el sacerdote es un hombre que vive para amar: para amar a Cristo y para amar a todos en Él, en cualquier situación de vida, incluso dando la vida.

»Pero hoy, contemplando la gloria de María en el Cielo, y pensando que también a nosotros se nos ofrece esta gloria futura con Dios, no puedo hacer otra cosa, que dirigirme a vosotros, queridos hermanos sacerdotes, con las palabras de san Pablo: “Porque estimo que los sufrimientos del mundo presente no son comparables con la gloria que ha de manifestarse en nosotros” (Rom 8, 18). Contemplamos la gloria de María en el cielo, permanecemos fieles, en pie, con fuerza y dignidad cerca de la Cruz de Jesús, sin importarnos el modo en que esa cruz se presente en nuestras vidas. nosotros somos personas que nos entregamos al amor de Cristo. ¿Quién nos podrá separar de este amor? Éste es el verdadero mensaje de mi experiencia de vida. En todos los momentos de sufrimiento y de dificultad “nosotros salimos vencedores gracias a Aquél que nos amó” (Rom 8, 37).

»Pero nunca he guardado rencor hacia los que, humanamente hablando, me robaron la vida. Después de la liberación, me encontré por casualidad en la calle con uno de mis verdugos: sentí compasión por él, fui a su encuentro y lo abracé».

El padre Anton Luli S.J. murió en Roma el 10 de marzo de 1998 a la edad de 88 años.

Fuente: ReligiónenLibertad.com
¡Gracias Héctor Díaz!


Nuevo video

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Pensamientos sanadores


Hoy pídele al Señor irradiar su luz.

La luz es un don creado por Dios, sin el cual la vida de la naturaleza vegetal no podría desarrollarse, y tampoco nosotros podríamos vivir sin ella.
Al ser Dios el creador de todo lo que existe, Él contiene, de manera eminente, todo lo bueno que hallamos en su creación, por lo tanto, Él es la luz de quién ha surgido el sol y toda fuente de luz y de vida.
Tal como nos enseña la epístola de San Juan: Dios es luz, y en Él no hay ninguna tiniebla.
Tú has sido creado para llenarte de la luz de Dios, cada vez que te le acercas, su presencia luminosa te colma, para que luego también tú puedas irradiar algo de esa luz a quienes están a tu alrededor.

Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor. Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía y tuvieron miedo de acercarse a él. Éxodo 34, 29-30


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio. Agregamos también un pedido especial por los niños todavía no nacidos y en peligro de ser abortados y para que el Señor guarde en su seno a los que desgraciadamente ya lo fueron.

Una lectora que pide no se publique su nombre (por seguridad) solicita oración por El Salvador, para que cesen la violencia y las muertes, para que se pueda vivir sin miedo en las calles y en los hogares. Para que el martirio de Monseñor Romero no sea en vano y por su sangre derramada y por la Divina Sangre de Jesús, se consiga la pacificación tan anhelada. Hacemos extensivo este pedido de oración para rogar por la paz en todas las grandes ciudades del mundo, donde la violencia ciudadana es una terrible realidad.

Pedimos oración por la salud de Martha, de Buenos Aires, Argentina, de 62 años de edad, que ha tenido cáncer no totalmente curado por lo que hoy se interna para quimioterapia. Que la Santísima Virgen de Lourdes interceda por ella para su completa sanación.

Pedimos oración por Ainara Delfina, que tiene tres meses de vida, vive en Jujuy, Argentina, y está luchando por su vida. Que el Buen Jesús la acompañe en estos momentos para ayudarla a recuperar su salud.

Sumamos a estos pedidos de oración, todos los que sean dejados por los lectores en nuestro muro de Facebook.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


"Intimidad Divina"

La Confirmación

El sacramento de la Confirmación confirma al fiel y lo fortalece para la vida cristiana a la que el Bautismo lo ha engendrado. El Bautismo es el nacimiento a la vida cristiana, la Confirmación es el paso a la vida cristiana adulta. Mediante el Bautismo el hombre es consagrado hijo de Dios y templo del Espíritu Santo; con la Confirmación ese divino Espíritu viene sobre él consagrándolo perfecto cristiano y soldado de Cristo. La Confirmación, en efecto, le da la plenitud del Espíritu Santo que lo fortalece espiritualmente, como conviene a la edad madura, confiriéndole la capacidad de hacer actos de adulto y de afrontar el combate espiritual contra los enemigos de la fe.

Jesús ha dicho a los suyos: “Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre; el Espíritu de la verdad” (Jn 14, 16) La promesa de Jesús se realizó el día de Pentecostés con la venida del Espíritu Santo. El sacramento de la Confirmación es como el Pentecostés de cada fiel; fortalecido por el Espíritu Santo, debe éste actuar con virilidad y firmeza de adulto, de cristiano maduro. La Confirmación, lo mismo que el Bautismo y el Orden, imprime el carácter a que alude San Pablo cuando dice: “Es Dios el que nos confirma en Cristo y el que nos ungió y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el espíritu en nuestros corazones” (2 Cr 1, 2-22)

“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros –dijo Jesús a sus discípulos y en ellos a todos los creyentes– y seréis mis testigos” (Hc 1, 8) La promesa de Jesús es infalible. La fe en la eficacia del sacramento recibido, en la plenitud y en la acción del Espíritu Santo, torna operante la gracia de la Confirmación y confiere al cristiano la fuerza para dar testimonio de Cristo en toda su conducta.

Dios omnipotente y eterno, que te has dignado regenerarme por el agua y el Espíritu Santo y me has concedido el perdón de todos mis pecados, derrama del cielo sobre mí tu Espíritu Santo Paráclito con sus siete dones. Infunde en mí el Espíritu de sabiduría y de entendimiento; el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de ciencia y de piedad, y en fin el Espíritu de tu temor.  Oh Dios, que diste el Espíritu Santo a los Apóstoles y por medio de ellos y de sus sucesores has querido comunicarlo a tus fieles, mira benigno a este tu siervo que un día fue ungido con el santo crisma y marcado con la señal de la santa cruz. Que el Espíritu Santo, bajado sobre mí, se digne habitar siempre en mi corazón y renueve mi consagración como templo de tu gloria. (Cf. Antiguo Rito de Confirmación)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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